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Sales y soles

Colorín colorado

Fuentes: Gara

«No hay duda de que existe un mundo invisible». Esta sorprendente revelación, realizada por Woody Allen, fue totalmente ignorada por la comunidad científica internacional. «El problema es ¿queda muy lejos del centro? ¿Y hasta que hora está abierto?». Al genial cineasta nadie le tomó en serio. Treinta años después, los astrónomos acaban de descubrir que […]

«No hay duda de que existe un mundo invisible». Esta sorprendente revelación, realizada por Woody Allen, fue totalmente ignorada por la comunidad científica internacional. «El problema es ¿queda muy lejos del centro? ¿Y hasta que hora está abierto?». Al genial cineasta nadie le tomó en serio. Treinta años después, los astrónomos acaban de descubrir que no bromeaba. Hay un mundo invisible y está aquí al lado.

Los expertos llevaban décadas discutiendo sobre la llamada materia oscura del universo, pero hasta hoy nadie había podido probar su existencia. Un estudio conjunto de la NASA y de la Universidad de Harvard lo ha conseguido y además ha desvelado que la materia oscura tiene un papel fundamental a la hora de crear y definir la gravedad alrededor del universo. Lo esencial es invisible a nuestros ojos.

La materia oscura no se puede ver porque no emite ni refleja suficiente luz. Todos los átomos de toda la materia visible y detectable, lo que sí podemos contemplar, representan sólo un 5% del universo. La materia oscura, ahora descubierta (aún no se sabe exactamente de qué está compuesta), ocupa otro 25%. El resto es la energía oscura, una fuerza todavía mucho más misteriosa y aún más desconocida. Así las cosas, visto lo no visto, apenas somos nada. Bombillas prendidas en un minúsculo rincón del negro cosmos.

Hay materia oscura para exportar. Era algo que se intuía desde hace tiempo ya que el universo no dispone de suficiente materia visible para producir gravedad y evitar que las galaxias salgan disparadas. La confirmación ha llegado con lo que los investigadores han descrito como la mayor emisión de energía detectada en el universo desde el llamado Big Bang. Dos galaxias acaban de chocar a tres mil millones de años luz de la Tierra y esa colisión ha separado la materia oscura de la visible, claramente identificable por su fuerte tirón gravitacional.

Demostrado científicamente que el mundo invisible existe, que es oscuro y que ocupa al menos un cuarto del universo, las dudas y el miedo nos asaltan: ¿Nos encontramos ante las puertas del infierno? ¿Estará lleno? ¿Cuánto tardarán en convertir la materia oscura en una base secreta de la CIA? ¿Lo habrán hecho ya? ¿Cómo serán los veranos en el lado oscuro? ¿Y las sonrisas? ¿Y los besos? ¿Este negro futuro nuestro tendrá algo que ver con la inmensa oscuridad del universo?

No todos los científicos comparten las conclusiones de la NASA. Algunos opinan que las leyes de la gravedad fijadas por Newton y Einstein deben ser modificadas. Bastarían unos pequeños cambios, sobre todo en lo relativo a las galaxias lejanas, para explicar el misterio de la gravedad inexistente y desmontar así la teoría de la materia oscura. Hay luz, hay esperanza.

Para la realizadora estadounidense Muriel Rukeiser, «el universo está hecho de historias, no de átomos». La historia más corta que conozco, seis palabras, se la escuchó el escritor venezolano José Antonio Martín a su chiquita hija Adriana: «Había una vez un colorín colorado».

La vida es en color, colorada. La realidad, negra, negrísima. Materia oscura. En «El sol detenido», el poeta Joan Brossa nos convida a sacarle los colores al mundo: «¿Qué hacemos? ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? Pero aquí hay una caja de lápices de colores». Pintar el universo. Todas, todo… y colorín colorado, este mundo oscuro, de un brochazo, se habrá acabado.