Cientos de pacientes afluyen a las clínicas dedicadas a realizar terapias con células madre en India, pese a la controversia que rodea a esta práctica y a que, según los médicos, todavía no han curado a nadie. Con un dos por ciento del mercado mundial, de 56.000 millones de dólares, India ostenta uno de los […]
Cientos de pacientes afluyen a las clínicas dedicadas a realizar terapias con células madre en India, pese a la controversia que rodea a esta práctica y a que, según los médicos, todavía no han curado a nadie.
Con un dos por ciento del mercado mundial, de 56.000 millones de dólares, India ostenta uno de los mayores ritmos de crecimiento en tratamientos con células madre, y se la percibe como un centro de referencia en este sentido.
Pero diversos científicos sostienen que estas terapias distan de ser exitosas, y que todavía es necesario abordar plenamente cuestiones éticas, sanitarias y científicas.
«Hay una brecha enorme entre la realidad y el potencial de esta área en todo el mundo», dijo la médica Jyotsna Dhawan, decana del Instituto de Biología de Células Madre y Medicina Regenerativa, con sede en Bangalore.
Un motivo para el entusiasmo que rodea a las terapias con células madre es su potencial de abordar muchas enfermedades.
Las células madre son capaces de regenerarse por sí mismas. Las investigaciones actuales se centran en las que se extraen de embriones humanos y de la sangre del cordón umbilical.
En India, 22 instituciones públicas y siete privadas están autorizadas a realizar investigaciones con células madre.
El único tratamiento de este tipo que fue probado hasta ahora es el transplante de médula ósea, permitido por el Consejo Indio de Investigaciones Médicas.
No obstante, varios hospitales y clínicas en las principales ciudades de India ofrecen tratamientos para problemas neurológicos, cardiológicos y reproductivos. La mayor parte se dedica a las enfermedades del sistema nervioso central y a la regeneración de tejidos blandos.
En 2007, India elaboró una serie de pautas sobre cómo efectuar investigaciones en células madre, pero al no ser legalmente vinculantes no tienen la facultad de poner freno a la implementación clínica de estas prácticas.
Hasta ahora se registraron oficialmente apenas 15 ensayos clínicos. Según Dhawan, varios de estos salieron bien, por ejemplo una investigación que utilizó epitelio de córnea y que realizó el Instituto LV Prasad en Hyderabad.
Pero estudios y tratamientos de los que no se tiene registro se realizan en varias partes de India.
Entre ellos, los más destacados son los de la clínica Nu Tech Mediworld, con sede en Nueva Delhi y fundada por Geeta Shroff. Allí se trata a pacientes, muchos de ellos procedentes del exterior, mediante células madre tomadas de embriones humanos.
El folleto de presentación de la clínica de Shroff señala que ni un solo paciente de esta médica muestra efectos colaterales adversos.
Sin embargo, el científico Pushpa Bhargav, ex director del Centro para la Biología Molecular de Hyderabad, es más crítico. «Yo las perdonaría (a las clínicas que se dedican a las terapias en base a células madre) si su objetivo fuera tratar a los pacientes. Pero los pacientes son usados para ganar dinero. ¿Cuántos se han curado en India? Ninguno, que yo sepa», dijo.
El bajo costo de las operaciones y la fácil disponibilidad de participantes han convertido a India en un importante destino para las pruebas clínicas. India y China se volvieron centros de los estudios sobre células madre luego que Estados Unidos vetó este tipo de investigaciones en 2006.
Pero aunque estén en marcha los ensayos clínicos, surgen dudas sobre si se los realiza usando los procedimientos adecuados.
Vasantha Muthuswamy, ex subdirector general del Consejo Indio de Investigaciones Médicas y secretario fundador del Comité de Evaluación Ética para Asia-Pacífico, planteó algunas preguntas.
A saber: ¿qué pasos se está dando para garantizar que las células no estén contaminadas? ¿Se lleva un registro sobre las reacciones de los pacientes? ¿Acaso «tienen sentido» la teoría y la metodología del tratamiento?
Otro crítico es el médico Maneesha Inamdar, del Centro Jawaharlal Nehru para las Investigaciones Científicas Avanzadas, en Bangalore, uno de los apenas dos científicos de India en haber desarrollado nuevas terapias a partir de células madre que ahora se usan en laboratorios indios y extranjeros.
Inamdar opinó que la aplicación comercial de tratamientos no autorizados es «peligrosa».
Varias clínicas especializadas que fueron contactadas se mostraron cautas a la hora de hablar con los medios, revelando que son conscientes de la controversia que rodea a su práctica.
Un miembro del personal que respondió a una llamada telefónica en un conocido centro médico de Nueva Delhi, se negó a identificarse y dijo que la cantidad de casos tratados allí era prueba suficiente de su eficacia.
El director general del Consejo Indio de Investigaciones Médicas, V.M. Katoch, declaró a IPS que le preocupaba mucho que esos caso fueran solamente «rumores».
No obstante, Katoch dijo que ahora el control está aumentando, con un registro en Internet de análisis clínicos del Consejo, y gracias a que hay cada vez más conciencia sobre la importancia de crear comités de ética.
Según él, las pautas que guían estos procedimientos en India no han podido acompasarlos en la práctica, debido a la falta de una única agencia responsable de todas las cuestiones relativas a las células madre.
Es posible que eso cambie pronto, dado que esas reglas han adoptado la forma de un proyecto de ley pendiente de estudio en el parlamento. También se las ha enmendado para incluir pautas de conducta clínica y sanciones para quienes las infrinjan.
«Estamos avanzando hacia un régimen mucho más regulado», dijo Katoch a IPS.
Pero para los pacientes con enfermedades degenerativas, nada de esto importa. Una de esas personas es Chandana Sen, de 34 años, quien padece espondilitis anquilosante, un mal reumático crónico.
Su padre, D.K. Sen, dijo que ella «está dispuesta a ser un conejillo de Indias humano en el tratamiento con células madre».
Los Sen son típicos representantes del público que acude a las clínicas donde se realizan terapias con células madre, y que está demasiado desesperado como para preocuparse por la polémica.