Una sangrienta guerra de seis semanas en Nagorno-Karabaj ha terminado después de que los líderes de Azerbaiyán y Armenia firmaran un acuerdo de paz negociado por Moscú. Mientras el polvo se asienta, Azerbaiyán parece ser el claro ganador, mientras que Armenia ha sufrido una amarga derrota. Sin embargo, hay otras dos potencias que se han beneficiado del conflicto y del esfuerzo de resolución: Turquía y Rusia.
Para Turquía, la guerra en Karabaj fue una vitrina en la que se exhibió el creciente papel de Ankara en el estratégicamente importante Cáucaso meridional.
El ejército turco abasteció, entrenó y apoyó al victorioso ejército de Azerbaiyán. Algunos informes sugieren que oficiales turcos desempeñaron un papel clave dirigiendo ataques con drones que desempeñaron un papel decisivo en este conflicto, aunque Ankara lo ha negado.
El presidente Recep Tayyip Erdogan también expresó de forma abierta su apoyo diplomático a Azerbaiyán. La victoria muestra que Turquía ha ganado una influencia significativa en la región.
Al mismo tiempo, el resultado de esta guerra y, en particular, la forma en que se produjo el acuerdo de paz, es una victoria para Rusia.
Hace solo un par de semanas, con importantes avances azeríes y videos de drones modernos destruyendo tanques armenios de la era soviética, la posición de Moscú parecía lamentable.
Una gran potencia que alguna vez ejerció la hegemonía regional indiscutida parecía incapaz de salvar a Armenia, el único aliado con el que tiene un pacto de defensa militar en el sur del Cáucaso. Pero los cálculos rusos resultaron ser más sofisticados y sutiles.
Por qué Rusia dejó Armenia por su cuenta
Durante las últimas dos décadas, el Kremlin ha estado claro en que, con un presupuesto de defensa azerí impulsado por petrodólares tres veces mayor que el de Armenia, el equilibrio de poder se ha inclinado inexorablemente hacia Azerbaiyán.
Moscú intentó presionar a Armenia para que aceptara un acuerdo diplomático negociado por Rusia, Estados Unidos y Francia, pero las autoridades armenias se negaron a hacer concesiones.
Cuando una revolución democrática en Armenia llevó al poder al primer ministro Nikol Pashinyan en 2018, la postura pública de Ereván sobre Nagorno-Karabaj se volvió aún más dura.
Esta es la razón por la que durante años Rusia le ha dejado claro al gobierno armenio que el tratado militar entre Ereván y Moscú cubre solo el territorio internacionalmente reconocido de Armenia, y no Karabaj. Así, cuando comenzó el ataque azerí, Armenia estaba sola.
Cómo Rusia se beneficia del acuerdo de paz
Cuando el ejército azerí tomó Shusha (Shushi en armenio), la segunda ciudad más grande de Karabaj, los esfuerzos diplomáticos rusos se intensificaron.
Con una mezcla de diplomacia y presión, Moscú logró un acuerdo de paz que convierte un conflicto en el que no había buenas opciones para el Kremlin en una situación que ayudó a impulsar la influencia de Rusia.
El acuerdo ha evitado la derrota definitiva de Nagorno-Karabaj y la probable expulsión de sus habitantes armenios.
Rusia está enviando alrededor de 2.000 tropas de mantenimiento de la paz para proteger a la población armenia restante, separar a los dos adversarios y patrullar un corredor que conectará Armenia con Nagorno-Karabaj: algo que el Kremlin ha querido desde 1994, pero que antes de esta guerra no pudo obtener en la mesa de negociaciones.
Moscú también logró marginar a Ankara.
Más allá de los líderes de los dos estados en guerra, el presidente ruso, Vladimir Putin, es el único signatario del acuerdo de paz y las tropas rusas serán las únicas fuerzas que monitorearán la implementación del acuerdo, sin turcos ni otras botas en el terreno, aunque Turquía dice que enviará observadores.
Alexander Gabuev – Centro Carnegie de Moscú