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Soberanía y hegemonía

Construir el futuro del Bien Común

Fuentes: Rebelión

La soberanía y hegemonía se ejerce o se entrega. De nada sirve reclamarla o proclamarla. Es como respirar, o respiras o mueres. En el tiempo venidero la Humanidad pasará a su madurez en la Tierra, o desaparecerá como especie. El colapso de las estructuras económicas, sociales y políticas que ya vislumbramos dará paso a la aparición de nuevas formas de plenitud, a su madurez sostenible y armoniosa que redescubre el regalo de la Vida aquí y ahora. Apoyándose en el potencial de la cuarta revolución industrial, liberada de las trabas que la exigencia de beneficios para unos pocos le impone el sistema capitalista. El Buen Vivir para tod@s es nuestro horizonte. Esta crisis sistémica y civilizatoria de la que somos protagonistas como generación es Vida. Nos brinda la oportunidad de tomar las decisiones adecuadas para construir un futuro entre tod@s. El covid19 como detonante nos ha venido impuesto, pero la transformación social que queremos tiene que emerger desde el interior de la sociedad civil organizada, y desde nuestro propio interior transformándonos como personas a la vez que transformamos el mundo en que vivimos. Tenemos que desarrollar toda nuestra creatividad, sobre esforzarnos por el Bien Común de la Humanidad y cooperar intensamente por nuestro bien y el de las generaciones que serán. Creemos el nuevo mundo, nuestra nueva institucionalidad, desde nuestra esencia como seres humanos sociales que somos. La Humanidad tiene el Poder para esta transformación. Confianza y decisión es lo único que necesitamos. Las sociedades no dan saltos en el vacío, las raíces de la alternativa se han venido creando con el esfuerzo y creatividad de miles de experiencias desarrolladas a lo largo del mundo. Surge un nuevo liderazgo social compartido en una verdadera democracia profunda, integral y ampliada. La transformación definitiva es dolorosa. Ya está siéndolo. No la rehuyamos porque está llena de sentido y cargada de futuro. El egoísmo individual sobre el que se levanta la ideología capitalista dará paso al Amor que todo lo une. Igualdad, cooperación y solidaridad.

La batalla ideológica comienza por negarnos a seguir utilizando el “crecimiento del PIB como brújula para el retorno a la normalidad”. Tenemos que crear nuestro propio indicador. Se trata de replantear conceptos como ‘felicidad’, ‘progreso’ y “sostenibilidad” que se encuentran en la justicia social, en el desarrollo personal dentro de la comunidad en la que vivimos y en el equilibrio ambiental, y no en el crecimiento económico ilimitado intrínseco al sistema capitalista.

Ejercer nuestra soberanía y hegemonía comienza por recordar que el trabajo organizado de las personas es la fuente inagotable de riqueza y financiación que dentro de un sistema económico, social y político centrado en el bien común de la humanidad permitirá superar todas las crisis actuales. La economía por y para la Vida[1], el Buen Vivir o Economía del Bien Común, se tiene que implantar sobre los siguientes seis ejes: a) Cambiar el enfoque competitivo por planteamientos cooperativos y solidarios b) Cambiar el enfoque a corto plazo por el enfoque a medio y largo plazo c) Revalorizar el papel de lo público y del Estado como garante, regulador y proveedor de bienes públicos esenciales d) Imponer un sistema financiero internacional público, y socializado en lo local que impida la especulación y elimine los paraísos fiscales, y e) Avanzar en construirun Gobierno del mundo democrático, legítimo y transparente,que pasa por una verdadera legislación internacional con poder para exigirse que defienda los Derechos de la Tierra, de la humanidad y de las personas individuales, con este orden de prioridad.

Tenemos que ser conscientes de nuestro objetivo y del sentido trascendente de nuestra acción transformadora. La sociedad humana es el mayor sistema complejo, abierto, dinámico, adaptativo y no-lineal que existe. Nuestra acción, para que sea exitosa, tiene que implicar al mayor número de personas de todas las etnias, lenguas y culturas en un proceso de co-creación participativo y democrático mundial. Es complejo pero posible, siempre que nos respetemos mutuamente la diversidad y peculiaridad de todas y cada una de las culturas y civilizaciones. Construir el futuro comienza por dar respuestas efectivas a los problemas actuales en la reactivación de la actividad productiva. Reconociendo la complejidad como sistema de la sociedad y buscando la perdurabilidad en el tiempo deberá basarse en los siguientes principios[2]:

1.- Lo local y global conforman una unidad. La importancia de la singularidad.

La sociedad humana es un sistema complejo donde todos los elementos están interconectados y son interdependientes entre sí. Nos enfrentamos a una reactivación de las actividades mientras están cerradas las fronteras y se rompen las cadenas de suministros. Hoy la interconectividad es global. Se visualiza el enfrentamiento entre las élites financieras globalistas que claman por más cooperación y solidaridad internacional en torno a organismos internacionales “técnicos e independientes”, como la OMS creada por la ONU y financiada por la Fundación Rockefeller en 1948, y hoy controlada por la Fundación Bill y Melinda Gates[3], convertidos en principales financiadores tras la retirada de EE UU, acompañado por el oligopolio de las grandes transnacionales farmacéuticas y tecnológicas; enfrentadas a las élites continentalistas que pugnan por retroceder hacia un reforzamiento y protagonismo de los Estados-nación y relocalización industrial. En la década de los noventa del S. XX nos arrebataron nuestra soberanía financiera y monetaria con el pretexto de “poner bajo control de expertos independientes al sistema financiero y Bancos Centrales”. Mientras que el retorno al nacionalismo deviene en el regreso del neofascismo de Trump, Bolsonaro, Piñera, Áñez….

Nuestra alternativa parte del reconocimiento de que lo local y global conforman una única unidad, con distintos niveles de ámbito territorial, donde se incluyen todas las singularidades, que necesariamente implica una relocalización de la dimensión económica esencial y una mayor  mundialización en el desarrollo coherente de las dimensiones sociales y políticas: responsabilidad medioambiental, mayor igualdad social y de género, dignidad y derechos humanos, una actividad productiva enfocada al mantenimiento de las fuentes de Vida, una democracia ampliada y una ética intercultural del Bien Común de la Tierra y de la Humanidad.

Desde la década de los ochenta del S. XX, cuando la ideología neoliberal se impone y comienzan los procesos de deslocalización productiva, externalización de las cadenas de valor y precarización laboral, se viene librando una batalla de resistencia desde los territorios. Dos modelos diferenciados: Globalización neoliberal gobernada desde el poder de las transnacionales, frente a democracia local fundamentada en una red de actores públicos, privados y sociales con el objetivo de anclar el empleo y satisfacción de necesidades sociales al territorio. Y esta batalla se da con los postulados del propio sistema capitalista basado en la competitividad de los territorios y la financiarización de las actividades productivas, y surge desde dentro del propio sistema capitalista. La economía social y solidaria es su mayor exponente en el seno de las empresas.

El modelo globalista busca optimizar el uso de los factores de la producción en base a subvenciones públicas, incrementar los beneficios corporativos reduciendo el precio de suministros y mano de obra, maximizar la flexibilidad de la producción, aprovechar la economía de escala llegando a ser “demasiado grandes para caer”, centrado en la Corporación transnacional, subyugando la I+D+I a través de Centros de investigación exógenos y controlables a través de patentes y propiedad intelectual, y separando y primando lo privado, dejando lo público para la socialización de los costes productivos.

El modelo de resistencia y democracia participativa local, que se desarrolla desde la contradicción de ubicarse en valores y condiciones impuestas por el propio sistema capitalista dominante busca las ventajas diferenciadoras identificando, revelando o construyendo los recursos endógenos, intenta maximizar las rentas sobre denominaciones de origen que permitan los precios más altos posibles fijados territorialmente, más que el tamaño importa el saber hacer, la historia, cultura y tradición, el desarrollo y pervivencia de las personas que viven en el territorio. La innovación es endógena sustentada en la colaboración y unión de sector privado, organizaciones sociales y administraciones públicas locales y centros de investigación de universidades enraizadas en los territorios. La democracia participativa se desarrolla en su seno con experiencias como las de Kerala[4] en la India, los Grupos de Desarrollo Rural en España[5] o el proyecto Las Aletas, alternativa real y sostenible en la Bahía de Cádiz[6] por poner sólo tres ejemplos de diferentes ámbitos territoriales.

A la rentabilidad y productividad para los propietarios del capital financiero especulador se le contrapone la rentabilidad y productividad social con la cohesión social y la cualificación de la población vinculada y anclada a su territorio en una economía de cercanía, que se desarrolla mediante la innovación endógena haciendo compatible el bien público con el bien privado de sus habitantes. El modelo de la Economía del Bien Común o Buen Vivir, cuyo corazón se encuentra en la economía social y solidaria en estrecha alianza con los sindicatos de clase y las Corporaciones locales, como Administraciones vinculadas a las poblaciones enraizadas en sus territorios, se caracteriza por una visión a medio y largo plazo, con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales, reguladas y vinculadas con el bien común y el interés general de las poblaciones que viven sobre un determinado territorio.

La importancia de la singularidad deviene del hecho de que es esa misma población quien tiene que definir los objetivos, las prioridades y actividades productivas mediante un proceso democrático que determine qué es el Bien Común y el interés general de esa comunidad en ese territorio y en ese momento. Y establecer los indicadores para su medición, evaluación e integración de las tres dimensiones: económica-medioambiental, social y política de la única realidad que conforma cada comunidad.

2.- Dimensión temporal que une lo estructural con lo organizacional.

Todo tiene un origen y un fin. Hasta el Universo en el que hemos surgido tiene una génesis y tendrá un final. Todo es histórico. Las estructuras y organizaciones económicas, sociales y políticas corresponden siempre a un determinado corte temporal dentro de la historia evolutiva de la Humanidad. La complejidad de la vida y la sociedad humana es su complejidad organizacional. También lo será el que construyamos en este momento, si es que lo logramos. La historia no acaba con nosotros si logramos superar este momento.

En este tiempo que nos ha tocado vivir se superponen y luchan dos tiempos diferentes con sentido contrario. El tiempo de un sistema histórico que agoniza y el tiempo del nuevo sistema que surge desde su interior. Y el tiempo del nuevo sistema es poli temporal. Es decir, en cada sitio y nivel territorial tiene su propio ritmo. Dependerá de la fuerza y capacidad organizativa para vencer las resistencias, lo que determinará su implantación en esa sociedad y lugar concreto. La consolidación paulatina en cada vez más espacios y sociedades fortalecerá a los más débiles y atrasados en la transformación, mientras debilita las resistencias al cambio. Así ha ocurrido siempre en las transformaciones que han sido anteriormente a lo largo de la historia de la Humanidad.

3.- Nuevas formas de plenitud y la incertidumbre de la Vida aquí y ahora.

A medida que se van estableciendo nuevas empresas y territorios con los nuevos valores y formas de actuar, interrelacionan entre sí, dando lugar a nuevas emergencias. Tenemos que estar abiertos a la incertidumbre de estas nuevas emergencias. No serán unidades sumadas únicamente. Serán unidades que interactúan entre sí. Ya está ocurriendo dentro de la economía social y solidaria, en las comunidades indígenas latinoamericanas y africanas, y en las empresas de Economía del Bien Común. Alimentemos estas interrelaciones abriéndonos a las nuevas formas organizacionales y emergentes que puedan surgir.

Centremos nuestra atención en los elementos esenciales que conforman y hacen viable una comunidad: energía, agua y alimentación, vivienda, ropa, educación, salud, cultura y unidad de cuenta e intercambio. Todas ellas están al alcance del trabajo organizado de una comunidad. Creemos las redes organizacionales que permitan su funcionamiento. Soberanía energética, alimentaria y monetaria de cada unidad territorial y sobre ellas instaurar las interrelaciones con otras unidades territoriales. El poder de la identidad de cada unidad territorial enriquecerá la diversidad de la unidad del Todo. Para ello hay que sacar el máximo provecho de la potencialidad de la cuarta revolución industrial; de las catorce áreas de innovación que la conforman. Recuperar el saber-hacer, pero con las tecnologías del S. XXI. Y la herramienta del Balance y Matriz del Bien Común, con sus valores éticos y metodología permite hacer el adecuado control social, seguimiento y evaluación para las necesarias rectificaciones que fueren necesarias, garantizando un funcionamiento y fortalecimiento de la democracia local.

Los Bancos Centrales han creado sus monedas digitales o criptomonedas, Facebook, la Fundación Bill y Melinda Gates, y las grandes corporaciones tecnológicas transnacionales ya las tienen. Preparémonos también nosotros para un nuevo y próximo shock en el sistema financiero. Ya existen monedas sociales y locales, Caja de Ahorros digital, etc. Usémosla.

4.- Orden-desorden-interacciones-organización (nueva institucionalidad)

A lo largo del proceso de construcción de este futuro del Bien Común aparecerán interrelaciones complementarias, pero también antagónicas. El orden nuevo viene precedido por el desorden, y por las interrelaciones que crean una nueva organización social.

5.- Dialéctica entre transformación social e individual. Retroalimentación y motivación.

Desde el comienzo del proceso existen causas y motivaciones múltiples que se retroalimentan entre sí. La necesaria transformación ya es imprescindible por las propias contradicciones del sistema que ponían en peligro la supervivencia de la especie, con los efectos provocados por el cambio climático, la extrema desigualdad y polarización social, hambrunas y migraciones masivas y la perversión de un sistema financiero globalizado completamente descontrolado. Este estado de las cosas ya nos había concienciado y movilizado a millones de personas. Ahora aparece como causa externa el covid19 que nos obliga a mirarnos en el espejo como sociedad, dejando al descubierto las debilidades e incoherencias de una determinada forma de vivir y una ideología dominante. Centenares de millones de personas de todos los continentes se suman en esta consciencia global de imprescindible transformación social y superación de nuestras propias debilidades como sociedad. A lo largo del proceso aparecerán nuevas causas exógenas que habrá que responder e integrar.

Todo proceso histórico y evolutivo humano y social debe comprenderse a partir de su complejidad, de un diálogo de endo-exo-causalidad. Lo realmente importante es visualizar en cada momento y lugar donde se inicie el proceso de transformación la espiral de consciencia, el bucle de fortalecimiento entre causas endógenas y causas exógenas que hace que en un momento el fenómeno se desarrolle en una dirección más que en otra.

6.- Organicidad y protagonismo de la sociedad civil. Dialéctica entre parte y Todo.

Cada individuo porta de alguna forma toda su sociedad en él. En este periodo de transición y transformación social e individual esta relación es a la vez esencial y contradictoria. Los individuos producen la sociedad. No obstante, la sociedad forma a los individuos a través de la educación en sus valores dominantes, el lenguaje, su cultura, su forma de producir, consumir y distribuir. Es la recursión organizacional, la complejidad de la relación parte-todo. Y en este periodo la tensión entre transformación y retorno a la “normalidad anterior” se agudiza.

Hay que dotar de organicidad a la sociedad civil, si aún no la tiene, y darle todo el protagonismo. Esta sociedad civil organizada a través de sindicatos, empresas de economía social, pymes, comerciantes, agricultores, ganaderos, asociaciones feministas, de vecinos, jóvenes, consumidores, ecologistas, desarrollo sostenible, culturales, solidarias, etc. está desunida y dispersa con sus objetivos específicos. Hay que unirla, hacerlas confluir para que su acción creativa, comprometida y participativa se multiplique en la interacción de unas con otras. Y desde ahí establecer e institucionalizar un diálogo permanente con la Administraciones públicas locales con competencias directa en el territorio para el ejercicio diario de soberanía en una verdadera democracia participativa.

El 26 de abril de 2011 en Andalucía se constituyó “Compromiso social para el progreso”[7] entre CCOO-A, UGT-A, CAVA, CEPES, FACUA Andalucía, Al-Andalus, UCA-UCE, Federación Mujeres Progresistas, ATTAC, Plataforma 2015 y +, CERMI, Asociación Progresista de Andalucía, la Red de Lucha contra la pobreza (EAPN), la Federación Andaluza de Asociaciones de la Prensa y las asociaciones de las fuerzas de seguridad SUP, AUGC, UGC y UFP, posteriormente se extendió a otras Comunidades Autónomas de España, con el objeto de que se visualice y nos reconozcamos a nosotros mismos como el amplio bloque social y de ciudadanía que tenemos el poder para cambiar el rumbo de los acontecimientos. No estábamos todos los que deberíamos haber estado. El liderazgo le corresponde a la economía social donde capital y trabajo se funden en uno y son el germen de las empresas y sociedad futura. La aparición 19 días después de su presentación del 15M lo ocultó y quitó protagonismo.

Con la participación en organizaciones de todo tipo las personas transforman sus valores y comienzan a experimentar creando nuevas formas de vivir y relacionarse en una nueva sociedad. Sin organicidad social no se podrá neutralizar los valores dominantes de la actual sociedad. La potencia de la transformación radica en la creatividad humana desarrollada a través de la unión y organicidad social. Esto hay que hacerlo en todos los niveles: locales, provinciales autonómicos, nacionales, para que pueda surgir un nuevo liderazgo social compartido en una verdadera democracia profunda, integral y ampliada. Y hay que comenzar ya en cualquiera de los niveles que podamos. Porque el nacer de uno potenciará y se reproducirá en otros.

7.- Hegemonía y liderazgo social compartido. Importancia de la consciencia.

El sistema capitalista agoniza por su incapacidad para satisfacer las demandas sociales que él mismo genera en una sociedad de consumo y crecimiento ilimitado, imprescindible para su mantenimiento, pero inviable para la propia supervivencia de la Humanidad como especie. La esperanza está en la juventud porque el futuro si lo hay es suyo. La única visión de un posible futuro pasa por la toma de decisión, plenamente consciente, de avanzar en el más trascendental paso dado por la Humanidad, alineando todas las acciones y creatividad en torno al objetivo del bien común. La transformación que tenemos por delante es la mayor transformación política, social y ética que haya vivido la humanidad en su historia, “crear” una nueva cultura para la gran familia humana y unos nuevos mecanismos de seguridad y supervivencia que garanticen la continuidad de la Vida y nos proporcionen instrumentos de gestión de los cambios sociales. Si lo conseguimos la hegemonía del 99% sobre el 1% será un hecho. Hegemonía es Poder, Y el Poder es nuestro.

Transformación que se da desde dentro del propio sistema económico, social y político en el que vivimos, nuestro medioambiente. Somos a la vez observadores de la transformación y protagonistas de la misma. Por eso nos transformamos a la vez que lo transformamos. Seres vivientes y seres conscientes. Como dice Carlos Tuya [8] se trata de comprender-sentir-pensar-experimentar. No hay hegemonía sin proyecto transformador, ni verdadero proyecto transformador sin nuevos valores dominantes, sin la nueva “cultura”.

Esta hegemonía es fruto de cuatro pasos que estamos dando simultáneamente en todo el mundo a ritmos distintos, y que debemos seguir dando hasta el final de la transformación. Primero el conocimiento y comprensión de la realidad que vivimos, las contradicciones interoligárquicas que condicionan nuestras vidas y la sinrazón del actual estado de las cosas. Segundo la indignación que nos produce. Tercero proponer alternativas de funcionamiento y satisfacción de las necesidades humanas y medioambientales desde el interés del 99% de la población, desde el Bien Común. Cuarto experimentar y co-crear nuevas experiencias e interacciones abiertos a nuevas experiencias y a la nueva institucionalidad, crear la nueva “cultura” del nuevo tiempo, normas y pautas orientadas al Bien Común.

En este proceso contradictorio del viejo orden que pugna por permanecer, aunque tenga que cambiar algo, y el nuevo que surge por doquier, emergen nuevas formas de democracia ampliada apoyadas en las nuevas tecnologías de información y conocimiento disponibles, y en las nuevas experiencias de participación social. Ampliadas en cuanto unen en su área de competencia aspectos económicos, sociales y políticos. Ampliada porque volviendo a la esencia del espíritu democrático utiliza potencialidades tecnológicas disponibles ya hoy para acercar la toma de decisión a la ciudadanía soberana, minimizando la delegación del voto en el representante político.

No hay ni se espera a un gran líder para esta transformación. Necesitamos millones de líderes/as donde tod@s serán necesaria pero ninguna imprescindible. Los diferentes niveles territoriales y temporales de estas nuevas experiencias, interacciones y organicidad social que aparecen por doquier hace surgir multiplicidad de líderes sociales en cada uno de los ámbitos de actuación. Las interacciones que surgen hacen que ese liderazgo tenga que ser necesariamente compartido entre líderes sociales, políticos, técnicos y especialistas en cada una de las materias en las que se actúe. Tenemos que desarrollar toda nuestra creatividad, sobre esforzarnos por el Bien Común de la Humanidad y cooperar intensamente por nuestro bien y el de las generaciones que serán.

8.- Autoorganización, responsabilidad y mito fundacional.

En este nuevo comienzo que nos ha tocado protagonizar como generación que somos tenemos que asumir nuestra responsabilidad en lo que ocurre o deje de ocurrir. Vivimos una transformación histórica siendo sus propios protagonistas. Somos los seres que analizamos a la vez que vivimos la experiencia transformadora. Tenemos el poder de adaptarnos y autoorganizarnos socialmente. Necesitamos de toda nuestra creatividad e inteligencia, entusiasmo y la fuerza que nos da la organicidad social y el trabajo conjunto.

Las sociedades humanas se han constituido a lo largo de la historia sobre mitos fundacionales que mantienen a las comunidades unidas otorgándoles una identidad común, un vínculo indispensable. En este proceso trascendental de unificación de la Humanidad también es necesario dotarlo de su mito fundacional, del sentido histórico y razón de ser de este imprescindible paso. Y este “mito fundacional” también ha venido emergiendo en los procesos de resistencia y lucha en todas las culturas en los últimos tiempos, no sólo décadas. Es necesario hacerlos confluir. Podemos decir que los 7.700 millones de seres humanos nos podemos agrupar en siete grandes familias de creencias, vinculadas a las religiones, incluyendo a los no creyentes como una más. Todas ellas tienen profecías que enraízan en sus “mitos fundacionales”. Podemos decir que las de los no creyentes son la visión del futuro de Marx y Engels. El mito fundacional del nuevo tiempo ha de surgir de un intenso debate e integración, centrado en lo que une a todas ellas, que haga emerger el espíritu común, el Demos de la Humanidad unida y hermanada por el Bien Común. El egoísmo individual sobre el que se levanta la ideología capitalista dará paso al Amor que todo lo une. Igualdad, cooperación y solidaridad.

A modo de conclusión

Con la aparición del coronavirus covid19 estamos en medio de una intensa pugna entre élites Inter-oligárquicas. Las élites globalistas financieras, farmacéuticas y tecnológicas desean instaurar una gobernanza mundial de las grandes Corporaciones Transnacionales apelando a la necesaria cooperación y solidaridad mundial para enfrentarnos al covid19 y a los efectos del cambio climático. Para ello quieren fortalecer organismos supranacionales “técnicos”, pero controlados por ellos, sin transparencia ni control democrático ni ético. Las élites continentalistas rehúyen este traspaso de poder y se encierran en sus nacionalismos. Trump acusa a la confabulación de China con estas élites de provocar la pandemia del covid19, y retira la financiación de EE UU de la OMS.

Hay una alternativa, la del 99% de la población, en el sentido evolutivo de la historia de la humanidad, que responde a los desafíos que supone el cambio climático, desigualdad social, migraciones y control del capital financiero globalizado. La diferencia esencial es que cuestionamos el poder de las Corporaciones Transnacionales y sus beneficios, la sociedad de consumo irracional en la que vivimos y la distribución de las riquezas y rentas en el mundo, exigiendo el retorno al compromiso ético y la emergencia de un nuevo Poder soberano radicado en la ciudadanía universal. Más democracia para el S. XXI ampliándola con las posibilidades que permiten las nuevas tecnologías de información y comunicación.

Esta transformación profunda ya ha comenzado. No existe ninguna garantía de que se resuelva para bien de la mayoría. Hay que desarrollar todas las acciones y toda la creatividad humana posible para conseguirlo, dotando a la Humanidad de organicidad y un liderazgo social compartido.

No existe recetario ni ruta establecida. Como decía el poeta “se hace camino al andar, y al volver la vista atrás, se ve la senda que jamás volverás a pisar”. Pero si hay ciencia. Este artículo ha seguido “Los mandamientos de la complejidad” de Edgar Morín como guion y sistemática narrativa de un sistema complejo, abierto, dinámico, no-lineal y adaptativo como es la sociedad humana, para intentar visualizar los retos y obstáculos que surgen en la gestión de la transición y evolución de un modo de producción a otro.

Ni hay ni se espera ningún Gran líder. Pero si a millones de líderes y lideresas en un nuevo estilo de liderazgo social compartido. Como decía Homero en la Ilíada “los dioses ciegan con su propia soberbia a aquellos a quienes quieren perjudicar”. Los errores de los falsos dirigentes los pagamos millones de personas y las generaciones siguientes. La soberbia ciega a algunos, y la vanidad hace que se desvíen del verdadero camino del Bien Común a seguir. Seamos humildes porque la tarea es muy grande y trascendental.

Notas:

[1] Moreno Bernal, Fernando. https://rebelion.org/economia-por-y-para-la-vida-unica-salida-a-la-crisis-sistemica/

[2] Morin, Edgar. Los Mandamientos de la complejidad. https://es.calameo.com/read/000501353124becb1053f

[3] https://elpais.com/elpais/2020/04/16/planeta_futuro/1587031058_530432.html

[4] https://rebelion.org/sin-dudarlo-dadnos-el-modelo-kerala-mas-que-el-modelo-guyarat/

[5] http://www.redruralnacional.es/leader/grupos-de-accion-local

[6] http://participacion.puertoreal.es/wp-content/uploads/2017/11/20170801-Las-Aletas.-Alternativa-real-y-sostenible.pdf

[7] https://andaluciainformacion.es/andalucia/175524/veinte-organizaciones-firman-un-compromiso-social-para-el-progreso/ En defensa de la sanidad y educación pública https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=6880

[8] Tuya, Carlos. Marx desencadenado. Una reformulación del marxismo desde la experiencia histórica y el avance científico. Pag. 233 https://www.amazon.es/Marx-desencadenado-Carlos-Tuya-ebook/dp/B07MNSRZ7H

Fernando Moreno Bernal es vicepresidente EBC Andalucía