La Coordinadora Simón Bolívar nació en el año 1993 como un proyecto político cuyo sustento fundamental era la construcción del «poder local». Entre los documentos constitutivos de la organización se encuentra el proyecto de la misma, el cual plantea en la primera página que «proponemos como salida organizativa crear un movimiento político que se sustente […]
La Coordinadora Simón Bolívar nació en el año 1993 como un proyecto político cuyo sustento fundamental era la construcción del «poder local». Entre los documentos constitutivos de la organización se encuentra el proyecto de la misma, el cual plantea en la primera página que «proponemos como salida organizativa crear un movimiento político que se sustente en la construcción del poder local como organización que nace del pueblo y busca darle respuesta a todos los problemas que podamos tener en las comunidades.» Para lo cual se proponía en ese momento: a) desarrollar la organización de las comunidades de manera autónoma buscando una coordinación que logre la unificación de las luchas, aunando esfuerzos para concebir a la parroquia como un lugar común a todos; b) promover la cultura solidaria y autogestionaria donde rescatemos la memoria histórica de nuestro pueblo, hagamos llegar la cultura en su más amplia gama de significaciones (…); c) desarrollar las microempresas y las cooperativas de consumo, transporte, etc., como mecanismos autogestionarios que permitan romper la cadena de comercialización y concentración de las riquezas en pocas manos y a su vez permitan crear espacios de economía solidaria que fomenten la organización y lucha; d) promover un fuerte movimiento deportivo (…); e) busquemos fórmulas para implementar políticas de seguridad social basada en las ideas del respeto mutuo, integrando a las comunidades en la defensa de la vida (…) y f) impulsar una lucha decidida para darle un vuelco a lo que ha sido el proceso de enseñanza- aprendizaje en todos los locales educativos de nuestra comunidad para lograra una verdadera interrelación escuela comunidad. Hoy evaluamos la práctica sostenida en pos de lograr ese poder local y pensamos que el saldo ha sido positivo. Aunado a nuestro incansable trabajo, Venezuela ha atravesado durante los últimos años un proceso inédito y revolucionario que ha cambiado para siempre la cultura política del venezolano. La revolución bolivariana, sustentada en los pilares de la democracia participativa y protagónica, ha recogido el sentir de las organizaciones populares que han luchado por impulsar el poder local. Es por ello que hoy tenemos una Constitución que convierte en derechos nuestras aspiraciones. A lo largo del texto constitucional conseguimos referencias a las formas organizativas y de participación del pueblo, que han sido el inicio de un proceso a lo interno de las organizaciones de base y demás grupos organizados. Definitivamente hoy Venezuela es otra. Nuestra patria se ha convertido en al abanderada de un proceso que ya tiene eco en distintas latitudes. Hoy se habla de democracia participativa y poder local en todo tipo de espacios de discusión, políticos, académicos, culturales, etc. Se entiende que ese desarrollo sostenible y sustentable del que tanto se habla pasa necesariamente por darle poder a las comunidades. El espacio local es el ámbito de desenvolvimiento cotidiano de la ciudadanía, desde donde, respondiendo a sus necesidades y demandas, deben surgir los planes, programas y proyectos de desarrollo local, que permitan transitar hacia el desarrollo endógeno integral. Poder local es entonces, la participación protagónica del pueblo en el diseño, ejecución y evaluación de todas y cada una de las políticas públicas que tienen ingerencia en el espacio geográfico de la comunidad. Lograr que eso sea realidad no es fácil, pasa por transformar completamente la cultura política de Venezuela, acabar con las prácticas de la IV República, y hacerle entender a los gobernantes que en vez de temerle a la participación de la gente, deben apoyarse en la gente para tener gestiones exitosas que les permitan la reelección, y la transformación real del país. Aún nos falta transitar mucho para lograr una real participación del las comunidades en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas públicas: hay que depurar los organismos públicos que se han convertido en entes ineficientes y llenos de irregularidades, hay transformar la administración pública, aún con muchos vicios del pasado, hay que generar espacios de discusión y análisis en los grupos políticos que hoy apoyan al proceso revolucionario. La tarea no es fácil, pero es urgente dar esa pelea, porque solamente haciéndolo estaremos construyendo la revolución.
Por la profundización de la revolución, avancemos en el fortalecimiento del poder local.