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Crónica de una «traición» anunciada

Fuentes: Rebelión

«Hay que pensar con el pesimismo de la razón pero actuar con el optimismo de la voluntad. El socialismo es la esperanza.» Antonio Gramsci I Cuando el abogado y senador demócrata Mister Barak Obama publicó su libro «The Audacity of Hope» («La audacia de la esperanza») las personas, creo, necesitaban (después del infame gobierno Bush) […]

«Hay que pensar con el pesimismo de la razón pero actuar con el optimismo de la voluntad. El socialismo es la esperanza.»

Antonio Gramsci

I

Cuando el abogado y senador demócrata Mister Barak Obama publicó su libro «The Audacity of Hope» («La audacia de la esperanza») las personas, creo, necesitaban (después del infame gobierno Bush) iludirse y se dejaron seducir por el discurso de un abogado americano demócrata más. Sin embargo, algunos compañeros, como siempre, resistimos:

-Disculpe -dice- pero no me iludo con las apariencias ni con las retóricas rimbombantes (pero demagógicas) de los políticos liberal-burgueses. A propósito, no desper dicio mi voto con republicanos ni demócratas, pues son, en su gran mayoría, semejantes: hipócritas, cínicos y/o corruptos.

En el estilo políticamente correcto, todo en la apariencia de Mister Obama (mulato esbelto, elegante, educado, hablante elocuente) sería la de un «hombre de bien». En su carrera de profesional liberal (abogado, político, senador demócrata, presidente) también, pues todo en él se presenta como un regalo (¿de griego?) caído de lo imponderable.

La realidad pura y simple es que nunca me engañé con la retórica oportunista de los abogados americanos y, en aquel tiempo «remoto», pasé a llamar al candidato Obama «el payaso de las ilusiones perdidas», pues sólo de esta manera, lo podía identificar como lo que realmente era y es: uno de los mayores demagogos/populistas al servicio de las corporaciones que el imperio ha producido.

Como se esperaba, el tiempo ha dado la razón a mis pronósticos pesimistas sobre el abogado liberal. Casi todo de lo importante que ese ciudadano prometió, y promete, no sólo en la campaña electoral, sino sobre todo como presidente en turno, no fue, ni será cumplido. Veamos unos pocos ejemplos de su rimbombante y manipuladora retórica:

– Acabar con la guerra de Irak (que Bush inventó y justificó a base de las mentiras sobre la existencia de las «armas de destrucción masiva», WMD, de Sadam Hussein) y traer las tropas invasoras norteamericanas para USA.

– Acabar con las prisiones ilegales, la tortura, y el asesinato de los prisioneros en Abu Ghraib (Irak), Guantánamo (Cuba) y en las demás cárceles clandestinas que existen en el mundo occidental y oriental a servicio de USA.

– Traer a los criminales de guerra, torturadores y mercenarios (contractors) de USA para ser juzgados por la justicia americana (incluyendo a Bush, Cheney, Rumsfeld, neo-cons y sionistas).

En cambio, en oposición y contradicción a lo que prometió, lo que vemos es la continuación y la ampliación de la misma impostura del gobierno Bush para Irak, Afganistán, Pakistán y los territorios palestinos ocupados por Israel; y como si el anterior no fuera suficiente, la Administración Obama ha sido aun peor que la administración Bush en relación a Latinoamérica. Veamos dos ejemplos decisivos:

– El apoyo y la legitimación del golpe militar y de la dictadura (de Micheletti) perpetrados en contra del gobierno democráticamente elegido del presidente Manuel Zelaya y del pueblo hondureño.

– La construcción de siete (7) bases militares en Colombia con la intención bélica de expandir el «Plan Colombia» y su guerra sucia hacia Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países latinoamericanos (Brasil incluido).

– Asistir a COP-15 en Copenhagen con el propósito de lograr la prolongación de la impunidad por los crímenes ecológicos de USA (esta súper-nación imperial) y su modo de producción capitalista imperialista. Todo eso, en contra de la lucha por la preservación de la naturaleza y de la vida de los pueblos de los países pobres y emergentes de Asia, África y Latinoamérica; como estuvieron denunciando en COP-15 Hugo Chávez y los Movimientos por la Justicia Climática, «si el clima fuera un Banco (Obama y los dirigentes de las naciones ricas) ya lo habrían salvado.»

La lista de traiciones a los votantes de USA y a la humanidad esperanzosa es innegable y algunos de los colegas de rebelión.org (empezando por el artículo del sociólogo James Petras sobre la traición del candidato Obama al reverendo Jeremiah Wright)(1) la vienen registrando y denunciando constante, oportuna y debidamente. Así que por el momento no continuaré enumerando el tremendo golpe que el presidente está aplicando a la humanidad esperanzadora, pero podemos observar que los ciudadanos nacionales y extranjeros presentan en sus rostros y sus miradas, la intensa perplejidad de personas que fueron seducidas y abandonadas.

– ¿Cómo es posible que Mister Obama fuera a Oslo para recibir el premio Nobel de la Paz (¡Qué cinismo brutal!), después de tomar la decisión de enviar 30.000 soldados adicionales a Afganistán para continuar con el genocidio iniciado por el gobierno Bush? (y por ahora apenas mencionaremos la otra guerra: «la guerra secreta» del Mister Presidente en Pakistán: los usos de «drones» -mini aviones no tripulados- para bombardear las aldeas paquistaníes cuyos resultados arrojan ya millares de campesinos asesinados por las bombas de USA.

– ¿Cómo es posible que el Comité Nobel pueda continuar seleccionando a reconocidos genocidas y criminales de guerra (Henry Kissinger, Shimon Peres, Isaac Rabin) para recibir el premio Nobel de la Paz?

– ¿Cómo puede la humanidad (no monstruos ni zombies) seguir soportando esta «historia universal de la infamia» producida por los gobernantes del imperialismo (o de la «globalización») ?

– ¿Por qué la mayoría del pueblo de los Estados Unidos de América (USA) continúa siendo rehén o cómplice (directa o indirecta) de los crímenes contra la humanidad, votando sistemáticamente por los candidatos (demócratas y republicanos) defensores de la barbarie causada por el Imperio?

-¿Cómo es que ciudadanos alfabetizados, educados y bien intencionados puedan aceptar y justificar esta retórica demagógica y populista (falsa e hipócrita); este cinismo alucinante de Mister Obama (y previos presidentes de USA) y de los demás políticos norte-americanos en contra de los pueblos del tercer mundo (Asia, África y Latinoamérica)?

II

A estas alturas uno puede y tiene derecho a pensar que quienes continúan creyendo en el discurso de Mister Obama o son ingenuos o desconocen lo que es fundamental para juzgar la actuación de los presidentes de USA: el poder de fuego (las ganancias) del complejo industrial militar; y el poder de persuasión (las ganancias) de los bancos y de las corporaciones (ligadas a los negocios multimillonarios con el petróleo del Oriente Medio) (2) que financiaron, financian y financiarán a la mayoría de las candidaturas de los presidentes, senadores y congresistas (republicanos y demócratas) de esta Super-Nación Imperial…

Mientras tanto, si queremos realmente abandonar esta posición pasiva y desesperada de ingenuos o ignorantes eternos, tenemos que hacer un esfuerzo para despertarnos de esa pesadilla cotidiana, y comenzar a entender lo que nos pasa; tenemos que hacer un esfuerzo para comprender cómo funciona el sistema de dominación y explotación a que estamos sometidos.

Para ayudar en el trabajo de entender racionalmente el sistema de dominación a que estamos sometidos, me gustaría recomenzar (como el amor y la fantasía) tratando de sugerir (para aquellos que aun no la conocen) el estudio de unas nociones esenciales – hegemonía, dominación (consenso/coerción), mecanismos de control, industrias y manufacturas de consenso (TV, cine, periódicos, escuela, iglesias, sindicatos, partidos políticos, lobbies, ONGs), intelectuales tradicionales/orgánicos, bloco histórico y otros) (3) elaboradas por el gran filósofo y político italiano Antonio Gramsci (continuador del pensamiento revolucionario de Marx, Engels y Lenin) (4) en la verdadera esperanza de que les sirvan y les servirán de estímulo permanente para quienes ya no quieran ser manipulados y engañados por la ideología de la «esperanza» y su retórica demagógica (la audacia) de políticos liberal burgueses (sea en USA, Asia, África o America Latina) del estilo Barak Obama y CIA.

Sólo así, creo, empezaremos a tomar consciencia y entender la crisis generalizada del capitalismo; sólo así, podremos dar los primeros pasos para estar capacitados para formar las alianzas políticas imprescindibles para actuar eficazmente en la construcción de un mundo nuevo y mejor: radicalmente diferente de esa monstruosa máquina de producir y reproducir la guerra, el hambre, la desgracia, la mentira y la desesperanza que nombramos por modo de producción capitalista/imperialista y su súper estado «transnacional».

Notas:

(1). James Petras, A propósito de un sermón del reverendo Jeremiah Wright (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=66302)

(2). El ex-embajador inglés, Craig Murray, para Uzbekistan «se enteró de demasiado y fue despedido cuando lo vomitó todo. El embajador vio los documentos que demostraban que la motivación para la agresión militar de EE.UU. y el Reino Unido en Afganistán tenía que ver con los depósitos de gas natural en Uzbekistán y Turkmenistán. Los estadounidenses querían un gasoducto que evitara Rusia e Irán y pasara por Afganistán. Pare conseguirlo se necesitaba una invasión. Al público idiota de EE.UU. se le podía decir que la invasión era necesaria por el 11-S y para salvarlo del «terrorismo» y los tontos redomados se tragarían la mentira. Si se considera el despliegue de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, en comparación con otras fuerzas de países de la OTAN en ese país, se verá que indudablemente las fuerzas de EE.UU. están posicionadas para proteger la ruta del gasoducto. De eso se trata. Tiene que ver con dinero, tiene que ver con energía, no tiene que ver con democracia. 
Adivinad quién fue el consultor que organizó con el entonces gobernador de Texas George W. Bush los acuerdos que darían a Enron los derechos de los yacimientos de gas natural de Uzbekistán y Turkmenistán y a Unocal, el desarrollo del gasoducto trans-Afganistán. Fue Karzai, el «presidente» impuesto por EE.UU., quien no cuenta con apoyo dentro del país aparte de las bayonetas estadounidenses.

 El embajador Murray fue despedido del Foreign Service británico por sus revelaciones. Sin duda por orden de Washington a nuestro títere británico». Ver Paul Craig Roberts, «República de idiotas» en el website (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94741)

(3). El concepto de hegemonía fue formulado por Gramsci para, comparativamente, entender la complejidad y el enorme poder de la dominación de la clase burguesa en Europa Occidental, dominación esa que había imposibilitado la repetición de la Revolución de 1917 en los espacios del capitalismo avanzado. Gramsci juzgaba este sistema de poder hegemónico por el alto grado de consenso obtenido de las masas populares dominadas y, consecuentemente, por una reducción del uso de la violencia para reprimirlas. Los mecanismos de control que utilizaba para asegurar este consentimiento se situaban en el complejo sistema de instituciones culturales tales como escuelas, iglesias, partidos, asociaciones, periódicos, TV, cinema, lobbies, ONGs – que inculcan una subordinación pasiva a las clases explotadas, por medio de un conjunto de ideologías elaboradas desde el pasado histórico y transmitidas por grupos de intelectuales al servicio de la clase dominante. Tales intelectuales, por su lado, tanto podían ser anexados por la clase dominante a partir de los anteriores modos de producción (tradicionales) como generados en el interior de su propio grupo social (orgánicos). Paralelamente, la dominación burguesa tenía el apoyo y la fidelidad de las clases aliadas secundarias, forjadas en un bloco social compacto, bajo su dirección política. La hegemonía ejercida por el capital sobre el trabajo en el Occidente, a través de la estructura consensual, no sólo representaba un obstáculo para que el movimiento socialista lograra su revolución, sino que continuaba manteniendo la dominación y la explotación de las clases subalternas en el capitalismo. Las crisis económicas que eran fundamentales para detonar la revolución, no funcionaban de la misma manera en el Occidente debido al hecho de que la hegemonía burguesa dificultaba todo ataque frontal por parte del proletariado. Así, existiría la necesidad de generar una larga y difícil «guerra de posiciones» para combatir a la burguesía del capitalismo en el Occidente. (ver las lecturas sugeridas en la nota 3)

(4). Históricamente se ha constatado que un clásico político revolucionario puede ser leído (interpretado) desde tres posiciones políticas: La posición de la derecha postula (pero nunca demuestra) que «Marx, Lenin, Gramsci, fueron autores importantes en el pasado, pero que ahora ellos están superados, pues ya no tienen ninguna utilidad para nuestra época»; la posición política de la denominada «centro-izquierda» (Eurocomunismo, Social Democracia, Tercera Vía) postula (pero nunca demuestra) que el ‘estudio atento’ de Gramsci «permite viabilizar una actuación social reformista con políticas de alianzas abiertas hacia todos los sectores sociales (incluso hacia los dominadores y explotadores del sistema: la gran burguesía nacional o internacional, o sea, los grandes enemigos de clase de los dominados y explotados en la sociedad capitalista: los obreros, los campesinos y los grupos subalternos)».

Por último, y en contradicción con las anteriores, una posición desde la izquierda revolucionaria cuya lectura destaca el carácter y la actualidad histórica y revolucionaria de los escritos y las actuaciones (la praxis) de Marx, Lenin y Gramsci para derrocar el modo de producción capitalista imperialista. Es dentro de esta posición política fundamental que nos gustaría recomendar la lectura de Gramsci y de otros autores que, me parece, ayudan no sólo a refutar las lecturas no revolucionarias del filósofo italiano sino a reubicarlo, donde siempre perteneció, a la tradición marxista revolucionaria imprescindible para derrocar el modo capitalista y su sociedad burguesa:

Antonio Gramsci. Cuadernos de la cárcel. México: Ediciones Era, 1981

Manuel Sacristán. El orden y el tiempo. Madrid: Trotta, 1998.

Manuel Sacristán. Antología de Antonio Gramsci. México: Siglo Veintiuno, 1970.

Perry Anderson. Las antinomias de Gramsci. México, Fontamara,1981.

David Forgacs. An Antonio Gramsci reader. New York: Schocken Books,1988.

Karl Marx. El capital: crítica de la economía política. Edición de ManuelSacristán. Barcelona: Grijalbo, 1976.

Marx y Engels. El Manifiesto Comunista. Buenos Aires: Ediciones Nuestra Propuesta , 2003.

Vladimir I. Lenin. El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo. Buenos Aires: Quadrata, 2004.

Néstor Kohan, Gramsci y Marx, hegemonía y poder en la teoría marxista (http://www.rebelion.org/docs/56508.pdf)

Salvador Lopez Arnal, Gramsci un comunista revolucionario digno de amor.

(http://www.rebelion.org/docs/67172.pdf)

Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.