La integración de América Latina marcha pero lentamente y no siempre subordinando el mercado a la orientación social como coincidieron los movimientos populares de la región reunidos en la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, que sesionó en Cochabamba, Bolivia, paralelamente a la II Cumbre de la Comunidad Suramericana de Naciones(CSN). Y es […]
La integración de América Latina marcha pero lentamente y no siempre subordinando el mercado a la orientación social como coincidieron los movimientos populares de la región reunidos en la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, que sesionó en Cochabamba, Bolivia, paralelamente a la II Cumbre de la Comunidad Suramericana de Naciones(CSN).
Y es que la integración es un proceso muy complejo. Si se lee la Declaración de Cochabamba de los jefes de Estado o sus representantes se constata un avance sustancial en el discurso, reflejo de una realidad política nueva. Sin embargo, los pasos hacia una integración solidaria descansan, más que en la retórica, en hechos concretos hacia la complementación económica, la liquidación de las asimetrías, el respeto al medioambiente y a las culturas originarias.
Una dificultad radica en que la CSN reúne desde gobiernos como el venezolano y el boliviano, que hacen todo lo posible por desmantelar las políticas del Consenso de Washington hasta los que abogan por profundizarlas, lo que lleva a un choque de concepciones opuestas.
Para las mayorías, sin embargo, e incluso para cada vez más gobernantes, esas políticas están desacreditadas, expresado con crecientes rebeliones populares en las urnas o en las calles. En contraste, ya es palpable el respaldo de la gente a programas gubernamentales que en alguna medida actúan a favor de una más justa distribución de la riqueza y por el rescate de los recursos naturales. Igualmente, los candidatos presidenciales que se pronuncian por el bienestar colectivo y por alejarse de algún modo del libre mercado ganan a los electores. Aunque no siempre cumplan sus promesas de campaña o cedan en el trayecto frente a las presiones del capital internacional y de las oligarquías, el sufragio a favor de quienes enarbolan esas banderas en América Latina y el Caribe ha triunfado ya una o más veces en Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Haití, Brasil, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y, según la evidencia disponible, también en México.
De allí el acierto de Hugo Chávez cuando en la Cumbre Social de Cochabamba definió la esencia de la cuestión al afirmar rotundamente que «los pueblos son el alma y el músculo de cualquier esfuerzo serio de integración». Chávez censuró a la Comunidad Andina de Naciones y dijo que «hay que reformatear» al MERCOSUR porque sólo benefician el comercio y no a los pueblos.
Lula, por su parte, fue lapidario al aseverar que «no hay salida individual para ningún país de América Latina», subrayando así que la integración no es una opción más sino la única que puede sacar a nuestros países de la subordinación y la dependencia.
Lo que falta es ponerse de acuerdo sobre cuál debe ser el rumbo de la integración, por lo que Chávez sugirió que un grupo de presidentes elabore una estrategia y la presente a los demás. «No hay proyecto», se quejó.
Las cumbres social y gubernamental de Cochabamba constituyeron una victoria política del anfitrión Evo Morales frente a la oligarquía racista y separatista atrincherada en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija con el apoyo de Estados Unidos y sus cipayos en la región. Aquella intentó sabotearlas mediante una ridícula huelga de «hambre» mediática y la violencia desestabilizadora, que le ha restado adeptos entre los pocos que habían podido seducir quienes siempre han actuado por la entrega del país al capital extranjero y sienten un odio visceral hacia los pueblos originarios y los pobres de Bolivia.
Frente a esos trajines el apoyo de los movimientos sociales bolivianos al gobierno de Morales crece y se hace más sólido, lo que es una garantía para la defensa y el avance del proceso de cambios en el país suramericano y un estímulo moral a las luchas antiimperialistas de nuestra América.
La asunción por Rafael Correa de la presidencia de Ecuador el mes próximo abre una esperanza de que el cuadro de resistencia al imperio e integración latinoamericana solidaria se fortalezcan con la conjunción de su gobierno y los sectores populares.
La integración enfrenta grandes dificultades pero está en marcha con acciones y proyectos que unen desde el Caribe hasta la Patagonia: ALBA, Petrocaribe, Operación Milagro, Gasoducto del Sur, Bono del Sur, compra por Venezuela de parte de las deudas de Argentina, Ecuador y Bolivia, por sólo mencionar algunas iniciativas. Tirando de ellas, una fuerza aglutinadora de alta velocidad: Hugo Chávez.