Los «3 amigos» de Norteamérica demostraron una vez más que ignorarán la creciente demanda de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que continuarán empujando a nuestros países en la misma dirección a través de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Paralelamente a esta […]
Los «3 amigos» de Norteamérica demostraron una vez más que ignorarán la creciente demanda de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que continuarán empujando a nuestros países en la misma dirección a través de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Paralelamente a esta cuarta cumbre presidencial, llevada a cabo en la más absoluta privacidad, se llevó a cabo una Cumbre de los Pueblos para construir conocimiento y un mejor entendimiento sobre los impactos que estas discusiones tienen en nuestra vida cotidiana.
Más de 30 organizaciones y redes nacionales e internacionales llevamos a cabo esta Cumbre de los Pueblos en la ciudad de Nueva Orleans del 20 al 22 de abril, como parte de nuestra respuesta a la expansión del TLCAN. Participaron grupos de Nueva Orleans, otros estados de Estados Unidos, México, Canadá y Québec.
El proceso de construcción de la ASPAN es claramente controlado por el Consejo de Competitividad de América del Norte (NACC, por sus siglas en inglés), el cual está conformado por 30 corporaciones transnacionales de los tres países. El presidente Calderón confirmó esta aseveración al declarar que «esta mañana los líderes empresariales nos dieron una agenda específica a seguir» y que «nosotros estamos aquí para apoyarlos».
El presidente George Bush desenmascaró sus motivos para impulsar y sostener esta reunión sobre la ASPAN cuando dijo: «Escogí Nueva Orleans como sede de nuestra reunión con México y Canadá porque quise mandar una clara señal a la gente de mi país de que esta ciudad está abierta para hacer negocios». Nueva Orleans ha sido devastada por los típicos esquemas de producción para exportaciones, mientras su infraestructura social básica ha sido abandonada.
«Este es el ejemplo más desarrollado y el modelo más avanzado de privatización para una ciudad entera de Estados Unidos a expensas de los pueblos indígenas y de color que luchan por su derecho a regresar», sostuvo Cindy Wiesner de la organización Grassroots Global Justice.
Los participantes de esta cumbre celebrada en las afueras de Nueva Orleans fueron testigos del absoluto fracaso de los gobiernos federal y local para responder a las consecuencias del huracán Katrina y sus efectos en la reconstrucción del sistema escolar, la atención a la crisis inmobiliaria, la provisión de servicios accesibles de salud mental y física y la creación de trabajo decente y los mínimos estándares de calidad de vida para todos sus habitantes.
«Entré en conflicto cuando aprendí cómo prevaleció el racismo en Nueva Orleans tanto antes como después de la crisis», declaró David Kane, de la Alliance for Responsible Trade (ART – de EU).
«Lo que hemos vivido en Nueva Orleans debe ser una señal de alerta para otras comunidades en Estados Unidos, debe mostrar qué tan lejos pueden llegar estas políticas», dijo Mayaba Lebenthal de la organización Critical Resistance New Orleans. «El resultado de las investigaciones sobre privatización muestran que éstas han dejado condiciones de vida inseguras y por debajo de los estándares, antes que la reconstrucción holística de la comunidad».
«Esta calamidad no fue resultado de un desastre natural, sino que fue provocado artificialmente», sostuvo Kimberley Richards, residente de la región del Golfo y organizadora de la Cumbre de los Pueblos en Nueva Orleans junto con el People’s Institute for Survival and Beyond. «Cuando estuvimos en casa en vísperas de Katrina y Rita debimos ser movilizados con base en los principios de desplazamiento y respeto de los derechos humanos de Naciones Unidas. El proceso de reconstrucción no consiste sólo en ladrillos y cemento sino en el restablecimiento de la fábrica de la comunidad, es decir, de la cultura y la música de Nueva Orleans».
Los principales asuntos para el futuro de nuestras sociedades corren peligro bajo la ASPAN. «Es inaceptable que la seguridad humana, la política energética, los derechos de los trabajadores y los estándares ambientales se dejen en las manos de Walmart, Lockheed Martin, Halliburton o Power Corp», declaró Pierre-Yves Serinet, de la Red Quebequense sobre la Integración Continental (RQIC), una de las cuatro redes anti libre comercio de la región. «Con la ASPAN estamos enfrentando la privatización de la toma de decisiones, es un golpe corporativo de Estado, donde se están generando profundos cambios y se está pasando por encima de nuestras instituciones democráticas, como los parlamentos y el congreso», añadió.
«El bloqueo de Nancy Pelosi al tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia demostró por qué la administración Bush es tan determinante al mantener la ASPAN fuera de la autoridad del congreso», dijo Tom Loudon de la Alianza por un Comercio Responsable (ART – de EU). «Socavar los procesos democráticos es entonces un ingrediente necesario para sacar adelante este tipo de políticas».
«El acallamiento del pueblo de Nueva Orleans mediante su desplazamiento forzoso y continuo antes de Katrina es también una realidad», sostuvo Lebenthal. «Se llevó a cabo a través de la evacuación militar, la destrucción de la vivienda pública o acceso limitado a ella, privatización de escuelas públicas e incineración masiva».
En Nueva Orleáns se ejecutaron cerca de 2,500 arrestos un mes antes de la reinversión más alta e injusta en las comunidades mediante los acuerdos económicos locales, nacionales e internacionales como la ASPAN o el TLCAN.
Ahora estamos exportando esta política, esto se pudo ver cuando el presidente Bush reafirmó su compromiso con el Plan México (Iniciativa Mérida) al otorgar 500 millones de dólares en ayuda, principalmente a las fuerzas políticas y militares mexicanas, para contribuir a la «lucha contra las drogas» en México, tomando como base el fallido Plan Colombia.
Sin embargo, mucha gente no se ha dado por vencida. La oposición alcanzada en la Cumbre de los Pueblos por la convergencia de más de 30 organizaciones que representan al pueblo marginado y lo enlazan con la lucha de la Costa del Golfo y la batalla por la supervivencia de comunidades en México, Canadá, Québec y el resto de Estados Unidos. La cumbre espera fortalecer y profundizar un movimiento de raíces multinacionales que pueda reorientar efectivamente estas políticas de comercio y seguridad.
«Como movimientos sociales, estamos avanzando en la definición de cómo un modelo alternativo de relaciones entre los pueblos puede fomentar el desarrollo armonioso de las sociedades nacionales fundadas en la justicia social y la distribución equitativa de la riqueza», dijo Alejandro Villamar, de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC). «Muchas de las actividades que sostuvimos en Nueva Orleans nos permitieron empezar la construcción de un proyecto común en Norteamérica», concluyó.