Un año más se celebra el Foro Económico Mundial (FEM) en Davos (Suiza) con un grandilocuente lema: La gran transformación, que nadie cree que sea algo más que un eslogan publicitario al estilo de la falsa Responsabilidad social Corporativa que bien conocen y explotan los principales socios y participantes de este encuentro. Unos dos mil […]
Un año más se celebra el Foro Económico Mundial (FEM) en Davos (Suiza) con un grandilocuente lema: La gran transformación, que nadie cree que sea algo más que un eslogan publicitario al estilo de la falsa Responsabilidad social Corporativa que bien conocen y explotan los principales socios y participantes de este encuentro. Unos dos mil grandes banqueros y ejecutivos de archiconocidas transnacionales (Coca-Cola, Nike, Nestle, Novartis, diversas petroleras…) que, en pro del máximo beneficio económico, están en el punto de mira de las organizaciones de denuncia de violaciones de derechos humanos por sus prácticas contrarias a la moral y la ética, se reúnen en este pueblo de alta montaña inaccesible para las protestas ciudadanas (por lejano, por caro y por encontrarse bloqueado por las fuerzas de seguridad). El FEM se ha blindado, como es habitual, de posibles protestas sociales, aunque no ha podido evitar que un puñado de activistas haya llegado a los aledaños del palacio de congresos y muestre su protesta desde unos pocos iglús, trasladando el espíritu del 15-M, el de Occupy Wall Street y el del Foro Social Mundial (FSM) a Davos.
Alrededor de 260 actividades que versan sobre los más diversos temas, -porque no sólo de economía hablan las élites de Davos-, serán abordadas con toda seguridad desde una visión de ferviente defensa del capitalismo. He mirado con atención el programa de este año y podemos afirmar que en Davos debatirán y elucubrarán sobre cuestiones geopolíticas e incluso culturales de la actualidad mundial. Es decir, en Davos se habla de todo y se quiere influir en todo. Es lógico porque el capitalismo lo abarca todo, no es solo un sistema económico. Es un modo de vida, con valores y principios propios de la jungla, una ideología política muy determinada en la que los ricos mandan sin ambages sobre gobiernos títeres y donde la ciudadanía está compuesta por meros consumidores. Donde quien no consume no cuenta.
Pero, ¿quién manda en Davos? ¿Por qué hay este año (y los anteriores) conferencias que muestran las claras intenciones del FEM, como las tituladas Fixing capitalism y otra llamada Remodelling capitalism? Para descubrirlo solo hay que acceder a su lista de socios , donde destacan los llamados «estratégicos» y los «industriales». Los socios estratégicos son los más importantes y están compuestos por 100 empresas líderes, entre las que aparecen las que poseen los currículums más negros del mundo, y si faltaba alguna podemos completar la lista con los socios industriales, en la que encontramos a conocidas empresas españolas como Telefónica, Iberdrola, Gamesa o el Banco Santander. En Davos mandan los más ricos entre los ricos del mundo y son acompañados por la claca que quisiera ser como ellos. Sin escrúpulos utilizan a premios Nobel y reconocidos artistas y científicos, para justificar y lanzar sus proclamas de promoción del capitalismo. Al tiempo que olvidan que el sistema que idolatran mata cada día a cien mil personas de hambre y sed mientras tira a la basura toneladas de alimentos.
Este año del se afirma que acudirán un buen número de españoles, entre ellos el nuevo ministro de Economía y Competitividad (y exdirectivo de Lehman Brothers), Luis de Guindos; y Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea. También lo harán un buen puñado de dirigentes de la élite empresarial española, como César Alierta, de Telefónica; Ana Patricia Botín, del Banco Santander; Jorge Calvet, de Gamesa; José Manuel Entrecanales, de Acciona; Francisco González, del BBVA; Carlos López Blanco, de Telefónica; Javier López Madrid, del Grupo Villar-Mir; Ramón de Miguel, de Iberdrola; Rafael del Pino, de Ferrovial; e Ignacio Sánchez Galán de Iberdrola. Estos dirigentes empresariales cobran millones de euros cada año, algunas de sus empresas despiden a trabajadores a la par que obtienen beneficios y en los países donde operan no siempre respetan como debieran los derechos humanos.
Davos es una reunión de personas y empresas de malos procederes, como podemos comprobar en los abusos de buena parte de las transnacionales que organizan y participan en el encuentro. Estas empresas toman decisiones cuyos últimos responsables son sus presidentes y consejeros delegados. Por tanto, Davos es una reunión en la que se da cita demasiada gente de moral baja y ruin como podemos comprobar con las prácticas fraudulentas y corruptas de tantos y tantos ejecutivos (y de políticos afines) en la actual crisis. Davos es una reunión canalla a la que, sin embargo, debemos prestar atención para saber exactamente lo que la gente normal y corriente no necesita. Para esta gente existen algunas convocatorias alternativas al FEM, enmarcadas en el proceso del FSM. Destaca el Foro Social Temático que estos días se celebra en Porto Alegre (Brasil) bajo el título «Crisis capitalista, justicia social y ambiental» o la manifestación «No a la dictadura financiera, paremos los recortes» convocada por el Foro Social Catalán en Barcelona.
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