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¿De la guerra por delegación a la intervención directa? El anuncio del ejército iraní que no se debería ignorar

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Felipe Lagos

 

El programa de modernización de los comandantes de ejército tendría repercusiones significativas para las políticas internas y externas de Irán.

A comienzos de semana Irán celebró su Día Nacional del Ejército y, al menos en la superficie, no sucedió nada destacado.

Cumpliendo con el tradicional protocolo, el presidente Hassan Rouhani dirigió un desfile militar que exhibía la fortaleza militar del país y declaró que bajo su mandato la porción del presupuesto militar iraní relacionada con la ‘resiliencia’ se había incrementado en un 145 %.

Y el Ayatollah Khamenei se reunió con un grupo de comandantes y personal de ejército, y destacó la importancia de elevar el nivel de vida del personal militar para así cubrir adecuadamente sus necesidades ‘económicas’.

Ahora bien, más allá de estas altisonantes promesas políticas, una declaración importante hecha por un comandante de ejército (fuerzas terrestres) pasó casi completamente inadvertida.

En entrevista con Far News Agency, el Brigadier General Kiumars Heidari anunciaba una importante restructuración del ejército iraní, que abarca la totalidad de sus aspectos, desde recursos humanos a la logística y el armamento, con el fin de transformarlo en una fuerza ‘ofensiva’.

Se trata de un anuncio político de importancia, con consecuencias de vasto alcance en las dinámicas de poder tanto para las políticas exteriores como de defensa interior. Si se llega a implementar, la política de modernización propuesta por Heidari no sólo alteraría radicalmente la doctrina de defensa iraní, sino que, lo que es igual de importante, daría marcha atrás a la relación de subordinación del ejército con el Cuerpo de Guardia de Revolucionario Islámico (IRGC, por sus siglas en ingles).

Doctrina defensiva

El anuncio de Heidari es particularmente importante porque anuncia una transformación radical en la doctrina de defensa de Irán. La doctrina hoy existente es esencialmente defensiva y se basa en la experiencia de la larga guerra contra Irak.

El momento del anuncio es también importante, en tanto que coincide con el 30 aniversario de las desafortunadas ofensivas ‘Karbala’ hacia fines de la guerra con Irak. A fines de 1986 Irán comenzó una campaña concertada para hacerse de Basora (la segunda ciudad más importante de Irak), con vistas a forzar la capitulación del régimen de Saddam Hussein.

Esta campaña culminó a comienzos de mayo de 1987 con la ofensiva Karbala-10. En general, la campaña no tuvo éxito: las fuerzas iraníes fueron incapaces de tomar Basora. Más en particular, la ofensiva ‘Karbala-4’ fue un completo desastre, ya que costó la vida de más de 10.000 combatientes iraníes. No obstante, la siguiente Karbala-5, que durará hasta mediados de febrero de 1987, permitió el avance de las tropas hasta quedar a 10 kilómetros de Basora.

La campana Karbala de fines de 1986 y comienzos de 1987 constituye una herencia traumática para los militares iraníes, ya que puso en evidencia los límites (relativamente estrechos) de la capacidad de proyección de poder directo del país. Aunque hubo múltiples factores mitigadores (y no fue menor la falta de acceso a armas modernas, como resultado de las sanciones) el diagnóstico fue que la milicia iraní carecía de capacidad para atacar ofensivamente de modo adecuado.

Décadas después, y a pesar de una comprensión profunda de este hecho ineludible, los planificadores y estrategas militares de Irán no han captado adecuadamente el problema.

Intereses en competencia

La amenaza no declarada a la solución de este problema es la disparidad de poderes entre el ejército convencional y las IRGC, también conocidas como ‘Pasdaran’.

Irán es el único país en el mundo con dos sistemas militares completamente independientes, lo cual es consecuencia de la Revolución Iraní y de la necesidad permanente que se produjo entre las fuerzas leales a la República Islámica de contar con una fuerza militar ideológica (en la forma del Pasdaran) que proteja adecuadamente los valores revolucionarios.

La relación de subordinación del ejército regular a las IRGC se estableció completamente hacia fines de la guerra irano-iraquí, cuando este último país encabezaba todas las ofensivas principales y dirigía las estrategias defensivas.

En términos de doctrina militar convencional y su consecuente planificación estratégica, las IRGC carecen de capacidad organizacional y logística para permitir a Irán competir con otros grandes poderes a nivel regional e internacional.

A pesar de la fanfarria y propaganda que les rodea, las IRGC son una organización relativamente pequeña, ya que su personal profesional y fuerzas de combate suman alrededor de 50.000 personas.

Aunque las fuerzas de expedición (Quds Force) del Pasadran han realizado una gran avanzada en Irak y Siria, el caso es que las IRGC no cuentan ni con los recursos ni las habilidades para llevar a cabo operaciones militares de escala suficiente contra Estados adversarios de envergadura.

Los desafíos de la modernización

A diferencia de las IRGC, el ejército iraní posee la madurez institucional (es 55 años más antiguo que el Pasdaran) así como la legitimidad, la capacidad organizacional y, lo que es crucial, el prestigio nacional para asumir una transformación acorde a un poder militar del siglo XXI.

El anuncio político del Brigadier Heidari se produce en el marco de una creciente confianza del ejército, lo que se evidencia por ejemplo en el pequeño despliegue de fuerzas especiales (boinas verdes) en Siria.

Pero no se deben subestimar los desafíos del proceso de modernización quíntuple de Heidari, compuesto de estructuras y organización, recursos humanos, capacidad de combate, planificación estratégica e ingeniería militar.

En términos de adquisición de capacidad ofensiva, el ejército iraní se enfrenta al doble desafío que supone una industria doméstica de manufactura de armas relativamente subdesarrollada sumado a una serie de sanciones y otros problemas políticos que restringen severamente el acceso de Irán al mercado internacional de armas.

Estos desafíos adquieren un relieve más agudo en la rama de la aviación, donde la última versión del supuesto avión de combate furtivo, el Qather F-313, no se ha visto en combate.

Aunque el último prototipo del Qather F-313 parece ser una versión mejorada del original (revelado en 2013), no obstante expertos en aviación no parecen convencidos de las capacidades de vuelo del avión, por no hablar de sus capacidades de combate.

En ausencia de grandes compañías especializadas en la confección de armas -y una subyacente infraestructura científica adecuadamente desarrollada y que vincule universidades y escuelas técnicas- Irán luchará para producir sistemas militares avanzados que puedan responder las necesidades del siglo XXI.

Sin embargo, una adecuada reforma organizacional que incluyera, por ejemplo, la completa profesionalización del ejército y la abolición total del sistema de conscripción nacional podría mitigar parcialmente los desafíos tecnológicos.

En términos de doctrina de defensa y asumiendo que se implementa totalmente la postura política establecida por el Brigadier Heidari, es probable que Irán abandone gradualmente una posición defensiva a favor de un enfoque más estridente y belicoso de la crisis regional.

Esto significa efectivamente un cambio, de utilizar intermediarios a intervenciones militares directas en función de asegurar los intereses nacionales. Es el cambio radical cuyas repercusiones alterarán en lo fundamental las relaciones tanto entre Irán y sus rivales regionales Arabia Saudita e Israel como con el ejército de Estados Unidos en el Golfo Pérsico.

Mahan Abedin es analista de la política iraní. Es director del grupo de investigación Dysart Consulting .

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/iranian-army-set-modernisation-741693216  

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.