En la segunda Cumbre de indígenas de Abya Yala realizada en Quito entre el 21 y 25 de julio del presente año se discutieron diez temas: Tierras, territorios, recursos naturales; autonomía y libre autodeterminación; diversidad, plurinacionalidad y desarrollo sustentable; conocimientos indígenas y propiedad intelectual; derechos de los pueblos indígenas y organismos; nacionalidades y pueblos indígenas, […]
En la segunda Cumbre de indígenas de Abya Yala realizada en Quito entre el 21 y 25 de julio del presente año se discutieron diez temas: Tierras, territorios, recursos naturales; autonomía y libre autodeterminación; diversidad, plurinacionalidad y desarrollo sustentable; conocimientos indígenas y propiedad intelectual; derechos de los pueblos indígenas y organismos; nacionalidades y pueblos indígenas, movimientos sociales y FSM; participación política y gobiernos alternativos; militarización; género y participación de mujeres indígenas; comunicación y pueblos indígenas.
Solo el hecho de haber estado más de 500 representantes de 64 pueblos y nacionalidades originarios de América Latina, Estados Unidos y Canadá con una creciente conciencia antiimperialista que proviene de las luchas por sus tierras y territorios, por la autonomía y autodeterminación, con su propuesta estratégica de construir un nuevo estado plurinacional y pluricultural expresa que estamos avanzando. Si le agregamos el hecho de conocerse y reconocerse como pueblos originarios con sus particularidades y elementos de identidad y unidad, de discutir sus experiencias de lucha contra los estados y la recolonización, acerca de la cada vez mayor participación de la mujer en las luchas; la defensa de los conocimientos indígenas, etc. nos da más elementos para reafirmar lo dicho. Los debates y las conclusiones recogieron las inquietudes críticas y autocríticas de la participación en los gobiernos, de la alarmante cooptación estatal y de los organismos multilaterales y la represión y militarización de la región; también fue notoria una mayor claridad ideológica y conceptual.
Sin embargo, fue sintomática la ausencia de delegados de organizaciones sociales que representen a otros trabajadores, a los movimientos sociales o a los gremios en lucha. Y más extraño aun que de allí no salió un programa estratégico, una agenda de lucha común o la definición de acciones concretas, dejando opciones políticas poco claras entre las cuales elegir. Inmediatamente concluido este encuentro se empato con los eventos del Foro Social de las Américas y los debates entre intelectuales acerca de una gran diversidad de temas, donde destacó la discusión acerca de los movimientos sociales y la presencia de CLACSO en ella.
Ambos eventos concluyeron en marchas por las calles de Quito con consignas claramente antiimperialistas y socialistas pero sin un mensaje final de unidad y lucha. El segundo con 20 mil personas apareció claramente dividido y ello es más preocupante. Hubo un reclamo generalizado de afianzar las alianzas con los movimientos sociales, de construir frentes políticos y sociales, de dar también la lucha política. Otros demandaban que los análisis no pierdan de vista la totalidad ni los elementos estructurales e histórico coloniales. Con justa razón pues aunque en las resoluciones aparecen posiciones claramente antiimperialistas o anticapitalistas, no se debatió lo suficiente las luchas contra la descolonización y sus expresiones: las fronteras étnicas y nacionales, la apropiación de recursos naturales, la fuerza de trabajo barata, el racismo y la colonialidad del poder-saber entre otros temas. Para algunos la explicación radica en la gran presencia de ONGs y de la socialdemocracia europea, es así pero creemos que la explicación va más allá y es más compleja.
El análisis que presentamos se ocupa precisamente de intentar explicarnos lo que viene ocurriendo con el movimiento indígena latinoamericano y sus interrelaciones sociales y políticas, cómo los factores externos tienen cada vez mayor preeminencia en la definición de proyectos y en la capacidad de definir el destino histórico de estos pueblos y nacionalidades. No obstante que su desarrollo político es desigual, la resistencia a la recolonización y a la colonialidad del poder son notables. Las variaciones oscilan entre quienes impulsan el autonomismo y rechazan la presencia imperial y del capitalismo en todas sus dimensiones económicas e institucionales en sus territorios (v.gr. EZLN) y tendencias dentro del movimiento indígena que buscan subordinarse y aprovechar de esa relación (v.gr. CONAPA-Perú), en las formas intermedias existe un sector que tras un doble discurso, que dificulta la ubicación política de los sujetos, tiene una práctica de sumisión. El movimiento indígena corre peligro y es necesario reflexionar al respecto. El aislamiento puede ser la principal amenaza ante la voracidad imperial.
Los Índices de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD reconocen el derecho a la diversidad de identidades: étnica, cultural, religiosa o sexual para un mundo indígena totalmente empobrecido y que sin embargo poseen riquezas incalculables que los hace víctimas de la expoliación y la violencia. Los territorios históricos indígenas andinos son riquísimos en minerales y los amazónico en hidrocarburos y gas: pero además la biodiversidad y los conocimientos son objetos de la desenfrenada codicia de las trasnacionales. Denuncia que poco o nada le interesa al capital y al poder político que viven de la apropiación de esos recursos.
Esta situación no es producto natural ni mucho menos. Esta asociada además a la guerra declarada por el departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica y sus agencias al movimiento indígena radical, al considerarlo uno de los enemigos peligrosos de su hegemonía y proyectos geoestratégicos de dominación global de esa potencia. Esto ha significado que para destruir al movimiento recurran a definiciones contrainsurgentes en los ámbitos económico, político, cultural, ideológico, tecnológico y militar. Los Estados, las embajadas de los EEUU, la CIA, el Comando Sur y la USAID y sus redes terroristas y los organismos multilaterales (en particular el BID-BM) junto a un sector de las ONGs están en acción con sus estrategias de represión-cooptación, la militarización de espacios estratégicos y la construcción de bases y cuarteles, la redefinición de sus relaciones con las fuerzas armadas y las Iglesias, el auspicio de las ideologías del nuevo indigenismo multiculturalista y del empoderamiento acompañado de la visión de lo tecnológico como equivalente a progreso.
El impulso del individualismo a través del mercado, la ciudadanía étnica, la propiedad privada y la religiosidad -particularmente evangélica- esta destruyendo tejidos sociales y así como permiten el enriquecimiento de la clase política y sectores burgueses de cada país, en tanto posibiliten las privatizaciones y las reformas estructurales, también lo hacen con los pueblos indígenas siempre y cuando destruyan las organizaciones y entramados sociales. Este desgarramiento social que comenzó con los trabajadores de las ciudades con la flexibilización laboral y la negociación individual; en las universidades con las privatizaciones, destrucción de sindicatos y gremios estudiantiles y las evaluaciones asociadas al financiamiento; y en el campo con la destrucción de la agricultura y las migraciones, ha continuado sin cesar y ahora la ofensiva declarada es con los pueblos indígenas. Esas políticas que han tenido respuestas confusas y complejas pero antiimperialistas son para algunos autores protagonizadas por las multitudes (Negri-Hardt) y otros ven caos y búsqueda de alternativas ante la incertidumbre (Pablo González Casanova).
Lo dicho forma parte del menú especializado de la contrainsurgencia que debe contextualizarse en los discursos y prácticas de la sumisión: democracia colonial, gobernabilidad, cesión de los gobiernos locales, candidaturas sin partido, el empoderamiento y la formación de líderes para que los políticos o las ONGs no se queden con la «ayuda filantrópica», la resolución de conflictos, el multiculturalismo y el etnodesarrollo, la educación bilingüe y algunos derechos indígenas como a la cultura y a sus usos y costumbres. O sea hacer pequeños cambios y cooptar líderes para someter pueblos. Tiene mucha razón Eric Toussaint cuando señala «…los proyectos del BM tienen un fuerte contendido político: frenar el desarrollo de movimientos que pongan en cuestión la dominación ejercida por las grandes potencias capitalistas». [1] La vieja tarea del BM desde hace medio siglo fue construir instituciones y crear poderes políticos e intelectuales -junto a las fundaciones FORD-Rockefeller- para apoyar a la derecha y sus dictaduras totalitarias y dividir o desestabilizar a la izquierda con pretensiones de poder.
Para los problemas de fondo que exigen soluciones estratégicas, ellos tienen poderosas iniciativas como son los proyectos geoestratégicos (PPP; plan Colombia, Patriótico, Dignidad, etc), los acuerdos comerciales, la deuda externa, las llamadas reformas estructurales y la militarización como garantía de su dominación. Viendo aspectos de este lúgubre panorama algunos intelectuales indígenas decían: ¡estamos cercados!. ¿ Cómo romper el cerco y retomar la iniciativa?.
Pensar en ello implica nuevos problemas que están siendo discutidos y exigen pronta solución: 1. ¿Los pueblos indígenas por si solos podrán cambiar las sociedades latinoamericanas?, ¿por qué las tendencias al aislamiento? 2. ¿son compatibles el indianismo, el indigenismo y el comunitarismo como proyectos de cambio?, 3. ¿Es posible definir estrategias de rebeldía separando el problema del indio, del problema de clase y el problema nacional?, en otras palabras podemos separara la autonomía, de la emancipación y de la autodeterminación nacional de los pueblos y nacionalidades?, 4. En el mismo sentido podemos separar el anti-poder, del contrapoder y la toma del poder, en la perspectiva de destruir al Estado? 5. ¿ Cuál es el sujeto del cambio: la ciudadanía étnica aliada a la universal o son los que provienen de los lugares de la explotación y dominación 6. ¿Es necesario idealizar, mitificar y fetichizar al indio y su culturas para recuperar al indio como sujeto revolucionario y a sus culturas originarias como base del cambio civilizatorio? 7. ¿Qué hacer con la el nacionalismo criollo y patriotero y con la religiosidad y politicidad colonial? 8 ¿Cuál y como debe ser la relación entre los intelectuales indígenas y los ahora llamados postorgánicos? Y cómo recuperar el hacer y el conocimiento sin rechazar el eurocentrismo y la colonialidad del saber? 9. Es el mismo problema y los mismos sujetos en países de mayoría indígena o negra o donde son minorías?, 10 ¿Será posible comenzar con la reapropiación territorial y de los recursos naturales, la expulsión de trasnacionales expoliadoras y acabar con la militarización solo con medidas pacíficas?.
Estas son algunas de las interrogantes sustanciales que creemos necesitan mayor debate y respuestas estratégicas. Veamos más de cerca como están operando los poderes especialmente imperialistas con sus secuaces internos en algunos espacios de AMÉRICA LATINA, para pensar mejor en las respuestas.
Este es un acercamiento al Imperialismo y sus proyectos hegemonistas, nos apoyaremos en una lectura entre líneas de los Anuario El Mundo Indígena 2002-2003 y 2004 [2] , en la revista del OSAL [3] , en documentos de cada país y en entrevistas y observaciones. Desde la experiencia y como ilustración, a grandes rasgos, revisemos e interpretemos lo que viene ocurriendo en los países de mayor relevancia indígena: Ecuador, Bolivia, México, Perú y Guatemala.
De los países indígenas mencionados únicamente México destaca por su larga trayectoria en política indigenista y la construcción de un fetichizado Estado nacional, que a algunos hace olvidar que este país es indígena que -aunque no importan mucho los porcentajes- en 1900 tenía un 84% de población que hablaba lenguas nativas (Ilan Semo [4] ), y hoy los indígenas excluyendo a los que fueron transformados en mexicanos han pasado a ser oficialmente alrededor del 9%, considerando además la intencional deficiencia en los censos y el etnocidio estadístico. En definitiva México sigue siendo un país indígena aunque no lo reconozca ni el Sup. y ello tiene tremendas consecuencias estratégicas. Decimos esto por que el problema de los otros países indígenas es la no construcción de un Estado nacional desde una perspectiva plurinacional, que es lo que reclaman explícitamente los indígenas ecuatorianos e implícitamente los peruanos, guatemaltecos y bolivianos. Sin embargo en estos 20 años últimos han conseguido el reconocimiento de algunos derechos y se han transformado en sujetos jurídicos y en menor medida políticos, o sea ciudadanos plebeyos -étnicos dirán otros con elegancia- o de tercera clase.
Lo interno es más importante aun, pues la errática estrategia autonómica pudo haberse clarificado e impulsado hace una década desde el Congreso Indígena a todo el país y no 10 años después; como dice Armando Bartra en octubre del 2001
…ocho comunidades indias del Distrito Federal y del Estado de México hicieron una Declaratoria de Bienes Comunales y de Autonomía y siete de Michoacán firmaron un Decreto del Pueblo Purépecha, del mismo talante. Decisiones donde se prolonga una lucha por las autonomías, que tiene por lo menos un cuarto de siglo de impulsarse adrede y más de 15 años de llamarse así» [5] .
Además la lucha por la autonomía y los derechos indígenas no puede desligarse de la lucha unitaria del pueblo en su anclaje clasista por la autodeterminación en un país cada vez más recolonizado. Los obreros, campesinos, migrantes y muchos otros demandan un proyecto antiimperialista, de una nueva sociedad, la lucha social y política -no decimos electoral- nuevas organizaciones, para disputar el poder en todas sus dimensiones y no para dentro de 500 años sino para el momento histórico actual.
En Chiapas han transcurrido 10 años de lucha indígena que han servido de ejemplo e inspiración de la lucha indígena latinoamericana y de la lucha contra la globalización y el neoliberalismo por parte de la sociedad civil y la ciudadanía universal, particularmente europea. En medio de una violencia de baja intensidad y el acoso de los partidos, del Estado (militares y paramilitares), las iglesias y las corporaciones multilaterales se están construyendo los gobiernos autónomos, los municipios, las Juntas de Buen Gobierno y los Caracoles (que sustituyen a los Aguascalientes). Después de un periodo antinómico de espera de las decisiones del sistema político, del Congreso y de la Corte Suprema mientras se construían los municipios autónomos con un Ejército Zapatista de Liberación Nacional detrás y se realizaba una gran marcha donde el Congreso Indígena tuvo una significativa presencia; el EZLN decidió dar una respuesta a la Reforma Constitucional del 2001 y al no cumplimiento de los acuerdos de San Andrés.
Destacan también las luchas de los indígenas de varios Estados: Atenco en el Estado de México, Michoacán, Guerrero, Oaxaca. En Guerrero y Oaxaca existen grupos guerrilleros que actúan esporádicamente. En varios Estados se están organizando municipios autónomos. En Guerrero además los pueblos indígenas de la montaña: mixteco y tlapaneco han decidido tomar en sus manos la administración y procuración de justicia. En Zacatecas, Durango y Oaxaca los conflictos entre indígenas, entre campesinos y entre indígenas y campesinos son una constante.
Ecuador, la sede de la Cumbre, donde la lucha ha sido una constante, pero también el accionar contrainsurgente. En este país participaron en las elecciones desde 1996 a través del Movimiento Pachakutic obteniendo algunos lugares en el sistema y en el 2002 eligen al candidato Lucio Gutiérrez, colocando dos ministros y cientos de funcionarios. Meses después debido al incumplimiento de compromisos por parte del ejecutivo (privatizaciones, política petrolera y precio del gas) y que llega a su límite con el apoyo a la invasión a Irak por los Estados Unidos y la aprobación de la Ley de Servicio Civil y la Carrera Administrativa, como continuación de los acuerdos con el FMI desde su primer día de Gobierno. Los principales líderes indígenas y de otras fuerzas políticas abandonan sus cargos y vuelven a la lucha pero otros se quedan. Es la segunda gran división, pues la primera fue la escisión de Antonio Vargas quien fuera candidato y hoy sirve a Lucio Gutiérrez, convertido en estratega contrainsurgente.
La arremetida de Gutiérrez se orienta a expropiarle a la CONAIE las conquistas logradas como son los derechos indígenas y las instituciones públicas de desarrollo: el Consejo de Desarrollo de las nacionalidades y Pueblos del Ecuador (CONDENPE), la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB) y la Dirección Nacional de Salud (DNSPI). Fue una conquista de derechos colectivos para la reconstitución social y cultural, de instrumentos de autonomía e identidad de los pueblos y nacionalidades indígenas. Para ello cuenta con la colaboración de la comprada FENOCIN, la irrepresentativa FEDEPICNE y los evangélicos de la FEINE como base de una posible nueva central indígena y la organización de medio millón de indígenas organizados paramilitarmente por el Ministro de Bienestar Social, Antonio Vargas, y sus secuaces. Este dirigente nunca transpuso la línea de una amalgama de etnicismo indianista y un indigenismo integrador al Estado que postulaba una autonomía orgánica que iba contra la unidad y la visión global. Ahora con el apoyo del Estado, de las corporaciones multinacionales o agencias recolonizadoras como el BM-BID y algunas ONGs están interviniendo en los espacios de la CONAIE con el beneplácito de sectores de la dirigencia.
La guerra continua, el enemigo está más definido: el imperialismo, el Estado, la oligarquía y sus partidos, los dirigentes indígenas traidores. La CONAIE esta claramente en contra de los proyectos geoestratégicos y la militarización del Ecuador, contra el TLC y el ALCA, las fumigaciones y los transgénicos, las trasnacionales petroleras (15) como CGC-Chevron que divide, asesina y tortura indígenas en Sarayacu (en Pastaza), Territorio Quichua Autónomo que lucha por decidir sobre sus recursos naturales. Antonio Vargas esta utilizando los alimentos donados por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), para cooptar dirigentes de la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza (OPIP) y dividir al movimiento indígena para posibilitar el ingreso de las petroleras.
El jefe del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos junto a la embajadora de ese país casi gobiernan el Ecuador. Visitan al Presidente y hacen juntas militares con paramilitares colombianos y militares ecuatorianos y venezolanos, visitan los fuertes militares como el Amazonas en Shell Mera en Pastaza, etc. [6] Los barcos norteamericanos estacionados en Manta cuando se les antoja hunden embarcaciones ecuatorianas.
Si bien el combate electoral para muchos es un evento perdido quedan preguntas respecto a la participación en la democracia colonial: si se hizo para acumular fuerzas, ¿ ocurrió eso?, si es para conquistar espacios institucionales, ¿se lograron?; si fue para dar la lucha desde dentro del mismo poder, ¿cómo quedaron las fuerzas sociales en el Estado?. Luis Macas señala que el movimiento indígena debe retomar su proceso histórico y su proyecto político, si es necesario dejar de participar electoralmente.
En Perú aparecen indicios de una lucha indígena con otras máscaras del mismo modo como ocurrió desde hace más de 20 años con Sendero Luminoso, quien los convocó a la guerra y ellos participaron. No es cierto que quedaron atrapados entre dos fuegos, como sostiene el Estado y la intelectualidad de izquierda, aunque algunos sí. Muchos fueron combatientes y las Fuerzas Armadas obligó a un significativo sector al enfrentamiento de masas contra masas. Otro problema es que esta organización no haya trascendido la formación política clásica y que no se haya remitido a la sabiduría de los pueblos originarios para el desarrollo de la conciencia y la formación de intelectuales.
La actual lucha puede generalizarse. Y eso lo saben desde el indígena neoliberal y proimperialista que funge como Presidente hasta las fuerzas represivas que aun mantienen todo su potencial bélico y de inteligencia. Nos referimos por ejemplo a los pueblos aymaras de Ilave que supuestamente lincharon a su Alcalde Distrital. Sea como fuere muchos alcaldes estaban amenazados por los pueblos indígenas debido a la corrupción generalizada. Es significativa la aparición del Frente de Defensa de la Nación Aymara proponiendo la conformación de la República del Kollasuyo. Son varias las organizaciones de naturaleza indianista -como el Parlamento del Pueblo Qullana Aymara (PPQA)- o cercanas a esta visión vinculadas a organismos de la ONU-OEA y ONGs que no trascienden la afirmación de nacionalidades, dejando de lado las relaciones de clase y entre Estados.
En el centro noreste del país los cocaleros desarrollan un combate contra la erradicación de la coca que se va generalizando y coordinando con cocaleros de países vecinos. De otro lado existen al menos dos centrales campesinas, de composición indígena: la Confederación Campesina del Perú (CCP) y la Confederación Nacional de Comunidades Campesinas del Perú Afectadas por la Minería, la CONACAMI. La primera con escasa actividad más orientada a la lucha agraria y la segunda que nació en octubre de 1999 reclama su derecho a decidir en «todo aquello que se relaciona con nuestra cultura, educación, territorio, recursos naturales y la elección de nuestra autoridad propia». [7] Proponen un Estado plurinacional, pluricultural y plurilingüe, con representación indígena en el parlamento. Estamos hablando de más de 7360 comunidades, 5660 andinas de origen colonial y que surgen de la división de los pueblos indígenas y 1700 amazónicas.
El Gobierno Militar del General Juan Velasco Alvarado decidió llamar campesinos a los indígenas y comunidades y pueblos indígenas a los pueblos amazónicos. A esto se agrega la gran desidentidad marcada por la sui generis historia de este espacio que fue centro colonial, donde a la capital -Lima- no podían ingresar los indígenas a no se que abandonen sus referentes de pueblos originarios y adoptar los comportamientos criollo mestizos, la viveza criolla, la música criolla y la comida criolla. Y finalmente, la escasa elaboración teórica por parte de una intelectualidad de izquierda marxista hipócritamente racista y desde el neoliberalismo cínicamente oligárquica. Son elementos que explican en parte la situación de los indígenas en Perú.
Muchísimas de ellas agredidas multidimensionalmente por las trasnacionales mineras, afectando la vida y cultura, el ambiente y los recursos naturales. Son espacios militarizados y de cada vez mayor número de desplazados. Las trasnacionales tienen su Ministro de Energía y Minas, lobbies, funcionarios y congresistas asalariados por el Estado, los organismos multilaterales y las propias trasnacionales. CONACAMI denuncia la amenaza de 239 proyectos mineros, de los 122 son auríferos. El BM es accionista de Minera Yanacocha que afectaría a Cajamarca y en Minera Quellaveco que afectaría a a 25 comunidades. La CONACAMI ha denunciado de 15 empresas depredadoras en conflicto entre las que están Tambogrande donde quisieron explotar un yacimiento en medio de la ciudad y Tintaya que desplazaría a cinco comunidades. La empresa Grupo México contamina en tres de los 25 departamentos las tierras, el aire y aguas de ríos y del mar con arsénico, cianuro y anhídrido sulfuroso entre otros. En Piura las mineras Newmont de Estados Unidos y Monterrico Metals de Inglaterra están por destruir los ecosistemas. Otras lugares víctimas del ecocidio son: La oroya, Cerro de Pasco, Callao, San Mateo de Huanchor, Tacna, Arequipa, Ilo, Choropampa, etc. La minería desde la colonia fue causa del genocidio y etnocidio de millones de personas. Los andes peruanos por desgracia -mientras se tenga un Estado entreguista como el peruano- están poblados de cientos yacimientos y desde inicios del siglo XX la minería trasnacional viene destruyendo los andes y la costa. Así ocurre también con la amazonía y la costa norte que tienen petróleo.
Desde este punto de vista CONACAMI y las ONGs que la apoyan ocupan un destacado lugar político, pero también están con ellos la Coordinadora de Pueblos indígenas y Comunidades, integrada por la Coordinadora Permanente de Pueblos Indígenas del Perú (COPPIP),la Coordinadora Agroforestal Indígena y Campesina del Perú (COICAP), la Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú (CONAP) y la Asociación Interétnica de Desarrollo de la selva peruana (AIDESEP) y otras organizaciones más.
Del otro lado esta el Gobierno con su Comisión Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (CONAPA) creada en el 2001 y presidida por la Esposa del Presidente -Eliane Karp- que aprovechando de su experiencia se enriquece canalizando recursos de Europa y otros lugares del mundo a través de una fundación privada con sede en Panamá «Pacha para el Cambio». Además maneja recursos a través del Proyecto para los Pueblos Indígenas y Afroperuanos financiado por el BM con 5 millones de dólares, sobre los cuales aun no rinden cuentas claras.
No podía faltar el BID que promueve la propiedad individual en las comunidades a través del financiamiento del Proyecto Especial de Titulación de Tierras y Catastro Rural. Muchos otros recursos fluyen a través del Ministerio de Agricultura y para el plan de erradicación de la coca. Todos ellos más son para corromper. En definitiva es el país donde ni la Constitución, ni el Ejecutivo, ni los gobiernos regionales o municipales,
Guatemala, otro de los grandes países indígenas (60% por lo menos), maya y pluriétnico, con 21 comunidades lingüísticas y una larga experiencia de rebeliones y grandes masacres indígenas. Aquí también el sistema absorbe y somete a los representantes indígenas. Las expectativas electorales para el 2003 los han llevado a tener un 9% del congreso y algunos poderes locales, dominando los intereses particulares; la lucha contra el racismo no trasciende las declaraciones de personalidades como la visión socialdemócratica de Rigoberta Menchú; en mayo del 2003 se promulgó una ley legalizando el uso de lenguas indígenas en trámites oficiales y se les entregó en concesión por 10 años el canal 5 a la Academia de las lenguas Mayas de Guatemala.
Mientras tanto el movimiento indígena procesa un lento resurgimiento en una situación parecida a la peruana y boliviana, donde los tejidos serviles se mezclan con indígenas en el sistema político, en los partidos, en el congreso, en cargos de funcionarios, en ONGs vinculadas a fundaciones y en las Naciones Unidas en situaciones poco claras como señala IWGIA-2004. En el anterior Gobierno se cooptaron dirigentes indígenas como magistrados, alcaldes y viceministros en: Educación, cultura, medio ambiente y agricultura o en la Dirección General de Educación Bilingüe (DIGEBI). El Estado ofrece salidas a algunos problemas agobiantes y solo se queda en las discusiones e iniciativas como los Consejos de Desarrollo, el Código Municipal, el Fondo Indígenas, la Defensoría de la Mujer Indígena, la ley contra la discriminación y el Racismo, la reforma agraria se queden en intenciones sin concretizar.
Entre tanto las heterogéneas organizaciones indígenas que aparecen y desaparecen, como la Coordinadora de Organizaciones del Pueblo Maya de Guatemala que apareció en el 2000 y desapareció poco después. En el 2003 se organiza el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas con distintas reivindicaciones de derechos, que se suma a la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOC) que se opone al recolonizador Plan Puebla-Panamá.
A esta confusión se suma la contrainsurgencia con sus Patrullas de Autodefensa Civil que asesina a los dirigentes o defensores de derechos humanos que aparecen con posiciones radicales o críticas. Sumándose a las más de 200 mil víctimas de la guerra que a diferencia de Perú estaban poco implicados en la guerra, pero que potencialmente eran vistos como un peligro. Las coincidencias radican en que las grandes masacres que se dieron en ambos países fueron acciones preventivas -que después se implementaron en Irak o Afganistán- ante la potencialidad revolucionaria indígena.
En Bolivia la resistencia a la recolonización ha crecido rápidamente desde la guerra del agua en el 2000, cuando se enfrenta el pueblo de Cochabamba al Estado que pretendía la privatización de este recurso. Ese momento constitutivo marcará el devenir de los movimientos que se mantienen como reivindicativos, sectoriales y autónomos pero con objetivos estratégicos anticoloniales, incluyendo una revolución contra la colonialidad del poder-saber aunque carezcan de un programa revolucionario. Es el país en donde se ha logrado articular lo clasista con lo étnico en contra de la recolonización. Los proyectos también son diversos y van desde la propuesta de destrucción estatal hasta la participación electoral, éste último debe evaluarse seriamente, pues como hemos visto en América Latina -solo en Venezuela y Cuba- esta vía puede servir si es que viene dirigido por el ejecutivo y apoyado por las armas del ejército estatal o revolucionario, el apoyo popular y la división de los otros poderes: electoral, Asamblea Nacional, Congreso y los medios.
En las elecciones del 2002 la votación del MIP y del MAS sumaron 27% y estuvo precedida por la lucha extraparlamentaria, en particular la Marcha por la Soberanía Popular, el Territorio y los Recursos Naturales desde el oriente boliviano a la que se sumo la gente de las tierras altas del Consejo se Ayllus y Markas del Quyasuyo (CONAMAQ). Desde ese entonces Evo Morales y el MAS marcaba distancias con la lucha de masas y se ubicaba como un socialdemócrata antiimperialista, renunciando a la Asamblea Constituyente, que sin embargo creemos es la única arma que posibilitaría la segunda vuelta y su posible elección. Las ocupaciones de tierras continuaron después de las elecciones en Yapacaní, Nueva Jerusalem, en los llanos de Mojos en el Beni, etc. y los ganaderos de Santa Cruz arremetían contra el Instituto Nacional de Reforma Agraria, cuando en realidad han sido sus mejores aliados. Con la lucha se ha logrado titular dos millones y medio de hectáreas de Tierras Comunitarias de Origen -o sea en tierras bajas- lo que significa menos del 10% de lo que los pueblos originarios demandan. 35 millones de Hectáreas.
Poco después fue la Central Obrera Boliviana que el 12 de febrero del 2003 convocó a una marcha contra el impuestazo que termino en dos masacres y la quema de instituciones y locales de partidos, saqueo de bancos y locales comerciales. El 8 de septiembre Felipe Quispe y 200 campesinos iniciaron una huelga de hambre reclamando 72 puntos acumulados desde el 2001. Dias después el 19 el MAS decreta movilizaciones en todas las capitales de departamento oponiéndose a las componendas entre los Gobiernos Boliviano y Chileno, con las trasnacionales para la exportación de gas a Chile-EEUU. Paralelamente comenzaron los bloqueos de los pueblos altiplánicos. Mineros y campesinos se enfrentan en Uyuni y termina en otra masacre popular. La estrategia de los pobladores del Alto era controlar la distribuidora de gas y gasolina de Senkata, donde los días 12 y 13 son asesinados por las fuerzas Armadas luchadores y pobladores para crear terror. Fue a la inversa, se multiplicaron las acciones, reapareció la identidad indígena, la solidaridad y la combatividad, ahora marchando del campo a la ciudad y movilizándose en las ciudades pedían la renuncia del Presidente. La Paz fue ocupada y Sánchez de Lozada renunció. Se habían juntado las demandas históricas de los pueblos originarios, objetivas y subjetivas, contra la monopolización de la tierra y por territorios, contra la riqueza y por empleo y salarios dignos, contra las privatizaciones y por soberanía sobre sus recursos naturales, contra el centralismo y abandono regional y por autonomías regionales y locales. Campesinos, trabajadores estatales, obreros, pueblos indígenas, ciudadanos, intelectuales, pequeña burguesía estaban en la lucha en las mismas o en diferentes trincheras con objetivos comunes. Desde lo orgánico todos los que habían luchado en las calles y campos desde hacía años se volcaron otra vez al combate: el MAS, el MIP, el MST, la COB, los cocaleros, los trabajadores públicos, los jubilados, las universidades y las federaciones de estudiantes, las organizaciones indígenas.
El gobierno estaba entregando el país a los saqueadores imperialistas, a las trasnacionales y a los deudores, y el país ya no aguantaba más. Los Yacimientos Petrolíferos Bolivianos habían sido desmantelados y vendidos a una veinteava parte de su valor mientras que las transferencias de YPF bajaron en la misma proporción. Las minas y el gas ya estaban en otras manos. 76 mil terratenientes y empresarios tienen 22 millones de las tierras bajas. Los pueblos de estas tierras están enfrentados a los más poderosos intereses de oligarcas forestales, agropecuarios y agroindustriales.
Entre las demandas políticas no se quiere dar paso a la Asamblea Constituyente y se quieren hacer reformas desde el Congreso -como en Perú y otros países- para que no se modifiquen las normas que sirve a las privatizaciones y al saqueo. La ofensiva imperial no se detiene y siguen dividiendo a los pueblos y líderes con el apoyo del BM-BID, continúan los intentos de seguir construyendo bases militares en los alrededores de La Paz.
El Referéndum se hizo para continuar con las privatizaciones pero bajo nuevas condiciones que dejen algo más de regalías al país. Mientras este evento legitimador imperial era financiado por las trasnacionales petroleras, el BM, el BID y la Corporación Andina de Fomento condicionaron su apoyo financiero al país al «sí». El apoyo también provino de las Cámaras de empresarios, los comités cívicos y los partidos tradicionales. El MAS cívica e ingenuamente también se sumo al apoyo al referéndum en su búsqueda centrista de legitimidad electoral. Poco antes se aprobó en la Cámara de Senadores la inmunidad a cualquier ciudadano norteamericano o de otro país, no ser derivado a la Corte Penal Internacional, con la complicidad del MAS. Mientras que la lucha continuaba con tomas de tierras altas en Viacha -de la Cervecería Boliviana Nacional- por el MST; tomas de centros mineros: Colquiri y Caracoles en La Paz; marchas, huelgas, bloqueos y movilizaciones de los gremialistas, jubilados, universitarios, campesinos, etc.
Y lo que es peor, al entrar en los juegos gubernamentales y en cada una de esas medidas, aleja a los pueblos en lucha de las calles, de la confrontación extraparlamentaria y deja todo en manos de la participación en la democracia colonial. ¿ tendremos a otro Gutiérrez en Bolivia?.
Finalmente, en el debate teórico muchos intelectuales que no tienen como punto de partida los sitios de la expoliación y la exclusión, de la explotación y la opresión, de la violencia y el conflicto asumen corrientes que exageran las tendencias o busca ejemplos ad hoc para fundamentar sus propuestas; otros vuelven a los fundamentalismos anacrónicos para tener un asidero; muchos más no ven la presencia de lo viejo y otros lo nuevo. Hay también los que rechazan partes del sistema y no su totalidad -caso de la oposición al neoliberalismo y aceptación de la democracia colonial- y otros que se quedan en la totalidad o en abstracción; unos ven la región y no al país otros no ven las dimensiones internacionales de la lucha; unos proponen otras formas de construcción de saberes, rechazando a occidente y otros no trascienden el pensamiento eurocéntrico; unos ven el antipoder poder y pierden de vista al poder estatal e imperialista y otros ven la toma del poder como la única e inmediata salida. En fin, necesitamos un mayor debate que surja de la práctica, que cuestione y construya teorías para la revolución.
[1] Eric Toussaint, «El apoyo del Banco Mundial y del FMI a las dictaduras», EDI, Economistas de izquierda de Argentina.
[2] IWGIA, Mundo Indígena 2002-2003, Mundo Indígena 2004, Copenhague 2003, 2004.
[3] OSAL, revista de CLACSO, Bs. As.
[4] Ilán Semo, «El Estado-Mosaico», Revista Fractál, México.
[5] OSAL N°12, Bs. AS. P.280, 2004
[6] Kintto Lucas, «El regreso de Superman y la Mujer Maravilla», en www.redvoltaire.net ,9-08-2004.
[7] CONACAMI, Willanakuy, Lima, año 3, N° 3.