Estados Unidos siempre se ha valido de aliados, coaliciones, etc.; y últimamente grupos, como el grotesco «Grupo de Lima» para intervenir Venezuela, tal como lo ha hecho en Irak el 2003 y otras naciones desde que la OTAN, en 1949 sirviera de brazo militar geopolítico, después de la caída del tercer Reich que fue para […]
Estados Unidos siempre se ha valido de aliados, coaliciones, etc.; y últimamente grupos, como el grotesco «Grupo de Lima» para intervenir Venezuela, tal como lo ha hecho en Irak el 2003 y otras naciones desde que la OTAN, en 1949 sirviera de brazo militar geopolítico, después de la caída del tercer Reich que fue para garantizar la defensa mutua y colectiva de sus Estados miembros, en el que el tratado se convertía en el garante para el apoyo de los EE.UU., en caso de agresión a uno de sus miembros.
Es más, organizaciones como la OEA, que vendría a ser el ministerio de colonias -como diría el Che- no es sino un correlato comparativo de la OTAN en Latinoamérica, y que ha servido para mantener su omnímodo Orden en su «patio trasero», como lo ha intentado recientemente en la situación de Venezuela. Vale decir: EE.UU., se ha valido de varios países para imponer sus intereses geopolíticos en una relación imperio/colonia.
Claro que después del frustrado intento de invadir Venezuela hace más de un mes de febrero en el puente Simón Bolívar, y con el apoyo de Colombia; pero con la inesperada irrupción de Rusia, que no sólo tuvo una presencia disuasiva a los intentos intervencionistas, sino que formalizó sus intereses geopolíticos, celebrando sendos acuerdos de asistencia y cooperación militar y de inversiones en suelo venezolano, la administración Trump quedó desencajada en su despótica decisión de tomar por asalto la hacienda de los hijos de Bolívar.
Y desde luego los roces diplomáticos entre Washington y Moscú no se dejaron esperar, después que casi en un tono desesperado Trump y Bolton advirtiera a Rusia a que: «Salgan de Venezuela»; como la respuesta de la portavoz rusa, María Zajarova aclarando que: «Ni Rusia ni Venezuela son provincias de EE.UU.». Ante éste jaque al que ha jugado Rusia, ¿cómo le ha tocado responder a los EE.UU.?
No le ha quedado otra salida que jugar al jaque mate recurriendo ésta vez los EE.UU., ya no actúa como garante de los países suscribientes del mismo; sino a la inversa; vale decir en el que percatándose los EE.UU., de que su hegemonía está en duda, ha recurrido los miembros de la OTAN, para que ésta vez sean quienes respalden sus acciones contra la patria del libertador Bolívar.
Estado Unidos hasta antes era quien en todo caso activaba su arsenal para poner orden en el planeta, pero hoy hay un giro geopolítico en el que su unipolar ismo imperial es más una evidencia que una sospecha, por lo que ha recurrido a la OTAN para cumplir su cometido. Claro que una ficha que, en el tablero geopolítico, aún no ha jugado es la China, que podría dar el mate ya que ha advertido a EE.UU., que «responderá por las graves consecuencias de las sanciones impuestas a Venezuela».
Vale decir entonces que el infame intento de asalto de los EE.UU., a Venezuela está dando un giro geopolítico a nivel global, en el que la unipolar hegemonía estadounidense es más un espejismo que una verdad verificable.
Fuente: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2019/04/de-venezuela-rusia-el-giro-geopolitico.html