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Debilidades de los movimientos sociales africanos de resistencias mundiales

Fuentes: Revista Pueblos

Resistir es crear, decían Florence Aubenas y Miguel Benasayag. Manifiestamente, crear es también resistir. La creación de un nuevo mundo, si es posible, debe acarrear de forma natural la resistencia a un viejo mundo. En ese momento serán necesarias estrategias apropiadas, tácticas minuciosas y rigurosas. Si en África iniciamos a los movimientos sociales en la […]

Resistir es crear, decían Florence Aubenas y Miguel Benasayag. Manifiestamente, crear es también resistir. La creación de un nuevo mundo, si es posible, debe acarrear de forma natural la resistencia a un viejo mundo. En ese momento serán necesarias estrategias apropiadas, tácticas minuciosas y rigurosas. Si en África iniciamos a los movimientos sociales en la resistencia a los efectos perversos de la globalización deberíamos alcanzar un espíritu de iniciativas y de creatividad que dé lugar, ante cualquier situación, a una alternativa apropiada, adaptada y precisa. Me parece que queda mucho por hacer en ese sentido en el campo de los movimientos sociales africanos de resistencia. En nuestro entorno falta la movilización popular local al lado de los movimientos mundiales. ¿Es una falta de iniciativa y de creatividad de esos movimientos o es un rechazo de los pueblos a defenderse de sus problemas?

Efectivamente, es sorprendente darse cuenta de que a dos semanas de la organización del Foro Social Mundial que se celebra en África, a algunos kilómetros de Togo, incluso la mayoría de los intelectuales, de los responsables de algunas ONG y organizaciones de la sociedad civil no están al corriente de este gran acontecimiento. En lugar de inscribirse en un proceso de acciones permanentes descentralizadas, el carácter de acto más temporal y global de los foros impide participar en ellos a muchos individuos que podrían estar interesados. Incluso si son organizadas en África, parece que las acciones alternativas a la globalización se hacen al margen de la mayoría de la población africana.

Más del 98% de la gente de nuestro entorno a la que por curiosidad le hemos planteado la pregunta de si está al corriente del Foro Social Mundial que se celebra en Bamako en enero de 2006 ignora este gran acontecimiento, que sin embargo ha sido concebido para defender tanto su causa como la de los demás. ¿Qué diríamos de las clases populares de nuestros países?

Esta realidad era ya visible en el curso de una investigación para la memoria de fin de carrera realizada en 2004 en Togo por un estudiante de la Universidad Católica de Louvain-La-Neuve junto con FAMDES. La observación más sorprendente fue la insuficiencia de información y documentación sobre la globalización entre los dirigentes y agentes de desarrollo de las zonas. Hay una ignorancia total sobre la problemática de la globalización y fundamentalmente sobre los problemas de la población en su vida diaria. Este déficit también lo encontramos entre los responsables de los servicios sociales y económicos, llaves de la vida de la ciudadanía y de la nación (Bertin Salumu, 2005, 22-26 y 72).

A la vista de estos hechos palpables, se plantean varias cuestiones en lo que concierne al valor de los movimientos sociales de la nueva resistencia en África. ¿Cómo se crean? ¿Cómo funcionan? Al lado de los movimientos sociales internacionales ¿cuáles son sus funciones y los impactos de sus acciones sobre la comunidad y frente a la globalización? Los límites de sus procesos de información, de concienciación y de movilización se aprecian claramente. Se pone de manifiesto que los movimientos alternativos que emergen en África se mantienen como copias de los de Occidente. Queriendo imitarlos únicamente por los foros periódicos, sus acciones son escasísimas sobre el terreno. La constante actual es que los impactos de estas acciones devienen efímeros y no consiguen abarcar las realidades sociales. Es como si estos movimientos africanos arrastraran el «código cultural» del Norte, que no les permite movilizar sus comunidades de base en torno a caminos propios. Si éste es el caso, ¿qué habría que hacer para corregir los errores y hacer a estos movimientos más activos en la movilización local? Así se resume mi contribución a este Foro Social 2006.

Las luchas sociales mundiales y regionales y las realidades locales de África

En Occidente se han creado movimientos sociales alrededor de una ideología anticapitalista que han extendido ampliamente en su medio de origen. Luego han levantado vuelo hacia otros continentes, entre ellos África, pero siempre llevan consigo el código cultural del Norte.

Este párrafo, inspirado en una idea del estudio de investigación del señor Hugo Roegiers (estudiante de fin de carrera en ciencias políticas y sociales) sobre los movimientos sociales africanos, plantea claramente lo abordado en mi contribución.

En el mundo entero se organizan resistencias contra el neoliberalismo y por la abolición de la deuda de los países en vía de desarrollo. Pero las cosas se mueven mucho más lentamente en ciertas zonas. En África, todo lleva a creer que los pueblos aún no están preparados para entrar en esas luchas sociales importadas que, sin embargo, les conciernen. La adaptación de los movimientos tropieza con una falta de anclaje entre la población. Frente a los efectos perversos de la globalización, la resistencia africana es todavía elitista. Los pueblos indígenas, los más numerosos y los verdaderos factores de una movilización popular, se mantienen al margen de las luchas. Además, pocas son las elites africanas y los dirigentes que se toman en serio esta lucha social. Todo es cuestión de «interés propio» (llenar la panza). Sus esfuerzos tienden más hacia la acumulación de bienes, colaborando con el sistema que combatimos. Ellos son, sin duda alguna, los garantes del capitalismo en África.

En algunos países sus dirigentes siguen siendo cómplices activos de los males que sufren sus poblaciones, sea reprimiendo o captando para las organizaciones políticas los movimientos sociales, ahogando con ello toda posibilidad de acción local de resistencia.

La comprensión de las formas en que los movimientos se inician, se animan, se organizan y se financian, la comprensión de sus objetivos no aparentes nos permitirán asegurar «la participación de un buen número de ciudadanos». A menudo, sólo las elites están implicadas en la organización de estos movimientos, que se limitan a esperar las financiaciones exteriores para realizar sus acciones. Estas elites rápidamente son captadas, amenazadas o se mueven a remolque de cualquiera que les ofrezca garantía financiera.

Una movilización popular es difícil de reprimir, salvo por una detención colectiva o una masacre. El individuo, solo, es rápidamente transformable por las fuerzas dominantes de la zona. Por esta razón creemos que la movilización popular para la resistencia en África debe valorar la concienciación del individuo.

Si hasta hoy esta movilización es frágil en África, nos preguntamos si los sectores populares son visiblemente y/o individualmente conscientes de los contenidos y efectos de la globalización (la deuda, la altermundialización, las intenciones de reducción de la pobreza, etc.) ¿Son realmente conscientes de los problemas que estos conceptos generan en su vida diaria? ¿O, una vez más, es Occidente el único que toma conciencia de sus problemas? Los pueblos sólo sufren otra vez las alternativas como Manas de los Manes (almas de los muertos) del Norte.

Que nos disculpe el profesor Michael Singleton si nuestras reflexiones son un error de apreciación. Simplemente lo que queremos poner de manifiesto aquí es que para que la resistencia global alcance resultados más concretos son necesarias, además de procesos globales, resistencias apropiadas y adaptadas a cada medio e incluso a cada individuo. Es necesario adaptar los procesos y estrategias de movilización de masa a cada «África y a cada africano», es decir, a cada lugar concreto de África según sus realidades sociales recurrentes (Singleton, 1998, 22-37). Es en este punto donde el papel de los movimientos locales que se crean por todas partes en África se pone de manifiesto: en ellos se sustenta la descentralización de las acciones de la resistencia global.

La pasividad de los sectores populares africanos en esta lucha interpela tanto a las estrategias de acción de los movimientos como a sus líderes. ¿Revierten éstos los actos de los foros a sus entornos? ¿Proporcionan al menos a los más instruidos la documentación necesaria para la comprensión de sus males?

Los efectos de los foros sociales y de las acciones de las luchas globales y/o regionales alcanzan raramente a los sectores populares. Hay una gran distancia entre las elites que participan en esos foros y las masas populares africanas. Así, la mayoría de las veces, las conclusiones permanecen en los cajones de los participantes que, a su vuelta, no tienen los medios para su distribución. Un gran número de nuestras poblaciones no tiene información sobre la globalización y sobre los foros sociales de resistencia (Modli, 2004, 221-226). Partiendo de aquí, se evidencia que para una lucha eficaz es urgente una reorganización del proceso de movilización de los movimientos sociales (foros) en África:

- Por una parte, los países en los que ya existen movimientos sociales deben integrar a diversos niveles no sólo a las elites organizadoras de los foros, sino a la mayoría social, que son en su mayoría los verdaderos excluidos de las relaciones mundiales. La dinámica y la dialéctica entre todos los actores son necesarias para ganar la batalla contra las injusticias mundiales. Según los casos específicos, en algunos países sería lógico incorporar a algunos estamentos del Estado (las estructuras institucionales) con el fin de poder engrasar los engranajes de una movilización popular sin riesgo de represión. Estos movimientos de resistencia han de prestar atención al poder político con el fin de garantizar la dignidad de unos verdaderos movimientos sociales. - Por otra parte, los países en los que casi no había organización de este tipo deben hacerlas emerger teniendo en cuenta las especificidades respectivas y los contextos, además de valorar las experiencias de los países en los que estos movimientos existen. Es necesaria una movilización popular en todo lugar del globo para cambiar las cosas.

De esta manera, las acciones que se pongan en marcha se pueden acercar con más o menos certeza a los problemas de la gente, para luego motivarles hacia una movilización más amplia. El despertar de la conciencia de los pueblos en relación con la actual globalización es evidente, pero para llegar a este punto es necesario incidir primero sobre sus propios problemas. A este efecto, además de los foros mundiales, los movimientos locales deben llevar a cabo acciones sobre el terreno y de proximidad, están obligados a readaptar las movilizaciones sociales a las condiciones específicas de cada individuo, de cada lugar, de cada país y del mundo. Ello les permitirá producir alternativas perceptibles y precisas en cada nivel de lucha. Pretender resistir sólo globalmente contra las injusticias mundiales, muy heterogéneas, puede dar lugar a nuevas injusticias.

También para evitar la dispersión de las fuerzas, los movimientos africanos deben delimitar el campo del concepto de «movimientos sociales». De lo contrario, van a caer rápidamente en las trampas del concepto de sociedad civil. Es necesaria esta delimitación para minimizar los enormes problemas de politización, de integración y de exclusión que el concepto de sociedad civil provoca en África (François Houtard & al., 1998, 205 p).

En conclusión, los movimientos sociales africanos con identidades propias y con un punto de vista social global son necesarios para conseguir un impacto perceptible localmente. Queriendo demasiado y siempre ser las copias de Occidente, los movimientos sociales africanos se apartan de sus contextos locales y escapan de la verdadera movilización popular (ETCHRI, 2003, 4-7).

Las luchas locales y nacionales, necesidades para una resistencia mundial eficaz

La especificidad de las luchas locales en África debe ser reconocida como inevitable e integrada en las estrategias mundiales de acción, porque estas luchas buscan alternativas a problemas concretos con el fin de cambiar la vida de los individuos. La reorganización de las luchas mundiales hacia luchas descentralizadas se asienta en la idea de que los foros no sólo están generalmente muy alejados de nuestras poblaciones, que realmente necesitan estos foros para su concienciación, sino también de la diversidad de los problemas propios de cada lugar. Raramente la población es informada de las conclusiones de los foros. Sigue siendo necesario que los foros tengan en cuenta sus problemas específicos.

Acciones concretas de proximidad, alternativas locales apropiadas y progresivas permitirán a la población comprender sus propios problemas y, a través de ellos, los problemas mundiales. No se puede concienciar eficazmente a la población sin tierras a organizar luchas sociales a favor de los herreros ni a los pescadores para conseguir tierras para los sin tierras.

Se pone de manifiesto la distancia que existe entre las resistencias globales y las luchas locales desatendidas. Cada categoría de población estará más motivada si la lucha le permitiera alcanzar sus objetivos sociales. Solamente a través de la satisfacción de sus propias necesidades la población podrá participar activamente en la lucha colectiva. Incluso a ese nivel, es el grado de interés que les aportará la lucha global en tanto que individuos lo que determinará su motivación.

La unión que antes hacía la fuerza en África no la hace ya. Es el individuo que domina tanto sus problemas como los de otros quien tiene la fuerza. Actualmente el individuo no se asocia a las acciones (de grupo) locales, regionales ni mundiales en función de los intereses colectivos, sino por su propio interés. En África, el individuo se aparta de los vínculos familiares y relacionales tradicionales de antaño para hacerse fuerte individualmente con vistas a adquirir los medios para su supervivencia. La solidaridad mecánica que existía desaparece. Cada uno con sus problemas y los grupos con los suyos (F. Aubenas y M. Benasyag, 2002, 84-86).

De ello resulta que, en la medida en que se pueda y más allá de los acercamientos globales a los problemas mundiales, es necesario sugerir acercamientos locales y específicos, por entorno y por individuo concretos, para despertar su interés por la resistencia colectiva. Es necesario movilizar la dinámica social y la dialéctica sutil individual para reunir nuestros entornos alrededor de un ideal común: la resistencia contra el neoliberalismo, las deudas, etcétera. Sin ello, la gran mayoría de la población estará siempre fuera de las acciones que le conciernen pues no estará motivada para las resistencias colectivas (M. Gauchet, 2002, I-XXIX). En ese sentido, los efectos de las luchas mundiales serán imperceptibles en estos lugares.

Además de los foros mundiales es necesario crear dinámicas locales susceptibles de limitar los efectos perversos de la globalización y de los grandes problemas sobre los planos locales e individuales. Puesto que la sociedad se encuentra en un sistema de evolución permanente, la resistencia contra los hechos sociales debe dar un giro en su proceso.

No negamos los valores intrínsecos y los impactos de los foros sociales mundiales y regionales sobre la opinión internacional e incluso local de los países respectivos (Samir & Houtart, 2004, 7-8). No decimos solamente que deben continuar conjuntamente con las acciones locales de proximidad (viceversa) porque las acciones regionales y mundiales de resistencia solas, sin las dinámicas locales sobre el terreno, no pueden combatir eficazmente los males específicos de cada lugar del planeta. Entre los foros sociales mundiales, nacionales, locales, cargados de sentido, y los individuos concretos debe existir una solidaridad profunda y firme.

Tememos que las maneras globalizantes de organización de las resistencias, incluso con cierta reducción de los lugares sin movilización consciente de gran parte de las víctimas de los problemas que combatimos, nos conducen a peores injusticias que aquellas que criticamos. Una generalización de las alternativas puede dar lugar a divergencias inesperadas. Como condición previa a la gran movilización en nuestros entornos es necesario un proceso concienciador de proximidad para conducir a la población hacia la defensa de su propia causa. La mayor parte de estas poblaciones hoy en día ignoran los problemas mundiales que les conciernen o están alienadas por los discursos capitalistas, siempre mantenidos y relanzados por nuestros dirigentes.

En el seno de las alternativas globales debe haber lugar para las alternativas específicas porque no debemos perder de vista en las resistencias mundiales la cuestión de la heterogeneidad intrínseca que comporta toda homogeneidad aparente del grupo. Cada entorno tiene sus especificad intrínseca. Para que la gente actúe colectiva y permanentemente es necesario que individualmente se rinda a la evidencia de los hechos. Es necesario que sean conscientes de sus propios males, de los males que «viven» sin saberlo. Si no, irían a remolque de los movimientos sociales sin tomar conciencia de la necesidad de las luchas, y esto es lo que ocurre en lo que se refiere a la globalización salvaje.

Nuestros pueblos sufren individualmente los efectos de la globalización sin conocer su origen. La toma de conciencia respecto a las raíces de estos efectos puede provocar la movilización activa, más sólida, para una resistencia colectiva duradera. A la comprensión de los problemas colectivos se puede llegar únicamente a través de la comprensión consciente de sus problemas individuales expresados en palabras concientes y lugares apropiados. Quien tiene un problema de venta a bajo precio del arroz no estará tan motivado para una lucha por la comercialización de las legumbres; del mismo modo, los productores del algodón estarán más interesados por una movilización popular que reivindicara la abolición de las subvenciones a los productores agrícolas del Norte. Es necesario explicar a la gente los problemas mundiales en su situación concreta. Seguramente eso exige acciones de proximidad que los movimientos sociales mundiales tienen menos en cuenta. Es necesario pasar a la acción local.

Partiendo de ahí, en un primer momento es necesario motivar la movilización de los ciudadanos atendiendo a su ámbito de interés específico. Los problemas globales de un grupo no hacen necesariamente la suma de los problemas individuales de sus miembros. Ante sus problemas personales, cada uno aparta los problemas globales, y no encontrar soluciones para estas cuestiones individuales puede debilitar la motivación activa del grupo. Además, es cierto que la gente que no es capaz de defenderse localmente no puede resistir eficazmente ante los problemas mundiales.

El nacimiento y la organización consciente de movimientos de nuestras clases más populares constituirían el inicio de estrategias para una resistencia mundial más fuerte y más dinámica, porque todas las fuerzas asociadas posibles deben ser valoradas (Diouf, 2002, 12). La creación de fuertes movimientos de información y de concienciación de estas poblaciones locales de diferentes categorías en su entorno será necesaria para preparar la vía hacia su movilización efectiva. Para conseguirlo, esta concienciación debe ser expresada con palabras cercanas a sus problemas y en lugares apropiados (Etchri, 2003, 5-6). De lo contrario, lo que ocurrirá es que mientras que las resistencias mundiales darán lugar a efectos positivos globales, estos efectos se amortiguarán en el plano local o nacional porque faltará la renovación social local e individual (Etchri, 2004). Es el caso que observamos en la actualidad: incluso los grandes dirigentes y las elites de nuestros entornos en su gran mayoría están menos informados de los problemas mundiales que destruyen su vida económica, social y cultural; por otro lado, tampoco intentan acercarse a las soluciones que se buscan en el mundo para atenuar sus problemas (Bertin Salumu, 2005), normalmente les falta información de proximidad. Y éste debe ser el papel de los movimientos locales.

Las luchas sociales siembran el éxito por el mundo, pero sus impactos en la toma de conciencia en el plano local, sobre todo en África, son casi invisibles, salvo quizás en los países organizadores de los foros y de las acciones de resistencia. Además, hay que preguntarse si las clases populares están al corriente de estas acciones que se hacen a su favor. Si en estos lugares no había movimientos locales sólidos para informarles y mantener las presiones nacionales y descentralizadas hay muchas posibilidades de que los esfuerzos mundiales no sean rentabilizados en beneficio de las poblaciones alejadas de los lugares de toma de decisiones.

Creemos que para que haya una movilización popular para pedir la anulación de la deuda es necesario que la gente sepa que su país tiene deudas y que éstas son reales; es necesario que conozcan el origen de esas deudas y sus situaciones actuales de devolución; es necesario que se den cuanta de que estas deudas son causantes de su sufrimiento individual. Pero esto no ocurre en nuestros entornos, la gente no sabe nada de estas deudas ni de las grandes cuestiones que les afectan cada día. Incluso los grandes cuadros dirigentes de nuestros países no tienen ninguna noción del valor actual de estas deudas. Prácticamente no hay documentación relativa a estos datos. Cuando nuestras poblaciones tomen conciencia de su papel e intereses individuales en esta lucha su movilización será significativa.

Hoy día, en estos entornos la gente no se reagrupa más que alrededor de los intereses individuales puestos en común, y no alrededor de intereses llamados comunes. Formando parte de un grupo, cada uno espera alcanzar sus propios objetivos. En el momento en que los intereses de los miembros son alcanzados o desplazados, la cohesión del grupo se debilita rápidamente a favor de otro interés. En estas cuestiones las movilizaciones locales deben hacerse a través de acciones conscientes que pueden procurar al individuo la disminución permanente y progresiva de su sufrimiento o darle posibilidades de alternativas precisas.

En lo sucesivo, las resistencias sociales deben inscribirse en un proceso dinámico y dialéctico entre los individuos y los medios locales, nacionales, regionales e internacionales. Ya no serán los grupos los que participen en las resistencias sociales, sino los individuos que actúan juntos. En nuestros entornos los grupos raramente calman hoy el interés de los individuos. El individuo se posiciona en este caso como actor influyente en su propia causa.

En este sentido, los foros sociales globales deben incitar a acciones locales que puedan garantizar el interés de cada individuo por su entorno. La movilización activa popular no puede ser posible más que a través de estas acciones conscientes que los foros regionales e internacionales solos no pueden engendrar entre los medios locales e individuales. Creemos que en la motivación colectiva deben existir motivaciones individuales que mantengan la cohesión de las acciones de masa.

Por otro lado, es necesario que los foros locales y las acciones concretas apoyen los esfuerzos mundiales para la movilización local, que luego devenga global.

Los movimientos sociales locales, las poblaciones y los conflictos de intereses

Otro factor freno a la movilización popular para las luchas sociales en nuestros entornos parece ser el hecho de que los movimientos sociales locales que deben organizar las movilizaciones encuentran su emergencia confundida con las organizaciones no gubernamentales de desarrollo y, de resultas, en opinión de los ciudadanos caen en la lógica del conflicto de intereses que acompañan a los proyectos de desarrollo.

«Se les ha dado dinero para dárnoslo; se lo comen ellos mismos y luego vienen a contarnos. Eso es lo que vamos a comer». Éstas son algunas reacciones de las clases bajas, pues los proyectos raramente les alcanzan. Sus problemas no son los mismos que apuntan los creadores de los movimientos, que frecuentemente son elites confundidas con los responsables de las ONG. Son sus situaciones recurrentes las que les preocupan. Para estas poblaciones locales una organización no-gubernamental es un proveedor de proyectos concretos sobre el terreno y, por lo tanto, medios y dinero. Es necesario que las acciones sigan a las palabras. Su resistencia debe ser seguida de ganancias inmediatas. Lo que cuenta para estas poblaciones es su supervivencia cotidiana y no una resistencia mundial para un futuro mejor. No distinguen entre los movimientos sociales de resistencia y las organizaciones no gubernamentales de desarrollo, del mismo modo que entienden los proyectos de desarrollo como Manás que vienen de Norte. Hay que operar un cambio de mentalidades tanto entre las elites como entre la población en general para inducir a la toma de conciencia. La noción de concienciación viene conjunta con esta lucha, si no, la movilización en África seguirá siendo más elitista que popular.

La cuestión de conflicto de intereses entre los promotores de los movimientos y las poblaciones se refuerza más cuando ocurre que la mayor parte de los primeros es gente que no tiene ninguna idea de los problemas que sus organizaciones pretenden abordar. Un buen número de estos promotores únicamente busca su propia supervivencia diaria, como el pueblo. En ese momento, la creación de los movimientos no es más que una respuesta a otro fenómeno social, y en este hecho el antagonismo y las rivalidades en el seno y/o entre los movimientos sociales africanos encuentran sus raíces (Bertin Salumu, 2005, 64-67). Las situaciones socialmente difíciles en las que nuestros pueblos se sumergen actualmente empujan a la gente a los seguidismos, a los plagios, a las delaciones, a los menosprecios y a los prejuicios de toda clase.

Las nuevas tecnologías de la información y de comunicación ayudan: bastará con buscar direcciones de socios y luego enviarles dossiers bien elaborados, a veces con la ayuda o mediante copia de otros. ¿Cómo hacer para, a partir de esos movimientos que no tienen las mismas características que las ONG, satisfacer nuestras propias necesidades recurrentes?: esta es la intención originaria para la creación de algunas de estas estructuras. Es bastante normal que alguien que busca sus medios de supervivencia creando, por altruismo, un movimiento o una ONG como estrategia de acción pueda satisfacerse a sí mismo antes de interesarse por el prójimo. La creación de algunos de estos movimientos locales es, pues, una realidad «altruista» de búsqueda de la seguridad social y económica personal y no suele tener en cuenta los objetivos reales de su fundación. Algunos de estos movimientos sociales creados en nuestro entorno esperan apoyos de movimientos sociales del Norte que le aseguren sus medios de actuación, pero estas acciones son efímeras, ni complementariedad ni sinergia se sienten sobre el terreno. Al contrario, estos movimientos son coto privado de promotores que no se conocen, aunque dicen perseguir el mismo fin, el de la movilización popular para las acciones sociales (Etchri, 2004, 5-7).

Es necesario que este aspecto, freno a la movilización para las luchas sociales locales, sea integrado en las reflexiones, porque la resistencia mundial contra la globalización debe hoy observarse en términos de dinámica popular local entre todos los actores posibles. Además, es necesario darse cuenta de que en el seno de una misma acción de lucha social pueden cohabitar sensibilidades divergentes y que una convergencia de divergencias locales puede ser útil.

En esta lucha se trata de la movilización popular para defender nuestra causa común. Es nuestra propia causa la que está en juego. Pero, ¿esta causa no puede agrupar sensibilidades diversas? Cuando no se manifiesta perceptible a cada individuo de nuestro entorno, esta causa dará lugar necesariamente a interpretaciones diversas. Es necesario perseverar en su concienciación. Un día la gente comprenderá y se incorporará a la lucha. Aunque actualmente cada uno tiene su interés, que difiere de aquel del grupo de pertenencia, también es verdad que la valoración de todos esos intereses individuales y colectivos sería un triunfo para la lucha común, incluso un importante triunfo si se crean grupos en el seno de la resistencia. Si la creación de un mundo nuevo es posible para los altermundialistas que somos, las rivalidades y antagonismos que los intereses individuales engendran a nivel de los promotores de los movimientos locales deben ceder su lugar a una profunda y mecánica solidaridad. Debemos integrar eficazmente la lucha en el seno de las poblaciones y de nuestras propias familias para una resistencia mundial que mitigue los intereses específicos individuales.

Invito a los colegas de los movimientos sociales de los países africanos a extender el cordón de la dinámica y de la dialéctica en sus acciones sobre el terreno y en el plano internacional.

Los dirigentes, las autoridades locales y las resistencias locales

Sólo conseguiremos romper con las presiones de algunos dirigentes y autoridades de nuestros entornos siendo solidarios en nuestra convicción de una globalización alternativa y desafiando los riesgos para una verdadera resistencia local. La captación para las organizaciones políticas de los movimientos sociales y su debilitamiento será menor. Los foros sociales solos no pueden alcanzar las sensibilidades políticas locales o nacionales.Sonnecesariasacciones de proximidad que puedan captar las atenciones locales. Es necesario que poco a poco cultivemos entre los dirigentes, autoridades y electos locales una voluntad política que progresivamente pueda llevarles a deshacerse de su silencio culpable. Deben estar asociados a las luchas, si no, la descentralización de las luchas que sugerimos sufrirá una evidente represión en los países en los que la democracia formal sutilmente ha ocupado el sitio de la dictadura. Si las presiones inteligentes y convergentes de los movimientos sociales no intervienen en estos entornos locales de decisiones, los dirigentes y autoridades seguirán protegiendo los intereses de las grandes instituciones en detrimento de sus pueblos.

La hostilidad de algunos actores de los servicios públicos respecto a los discursos alternativos, que a sus ojos parecen depredadores de sus intereses capitalistas, seguramente empujará a estas autoridades locales y nacionales a obstaculizar las acciones si no están preparados para el cambio. Nuestras acciones deben ir al encuentro y en ese sentido de cambio de sus mentalidades.

Un ejemplo pertinente de mi país confirma el papel de catalizador que los movimientos sociales locales pueden desempeñar en relación con los dirigentes, las autoridades y la poblaciones: la zona de regadío del valle del Zio, en Togo, creado por la China de Formosa (isla de Taiwán) [1] en el año 1963 en una superficie de alrededor de 660 hectáreas. En la actualidad sólo son explotadas 360 hectáreas.

La producción total de arroz blanco en Togo fue de una media de 5.000 toneladas en el año 2000. Si la necesidad de consumo de arroz blanco del país, estimada en el mismo periodo en 60.000 toneladas, ha sido de sobras satisfecha (Rapport Diagnostic, OADA, 2000, p. 49), quiere decir que hay una producción que viene de fuera y que sobrepasa la producción del país en lugar de compensar la carencia que existe. De ello se puede deducir que Togo importa más allá de su necesidad nacional de arroz blanco (Etchri, 2002, 31-36). ¿No será que los mercados locales están ocupados por las importaciones? Por otra parte, el problema de la venta a pérdidas del arroz local choca en esta zona con la disminución de la producción, mientras que la necesidad de consumo dibuja una curva creciente (78.000 toneladas en 2005). El aumento de la importación de arroz blanco mantiene igualmente su crecimiento, haciendo emerger el contraste. El arroz local es cada vez más caro que los arroces importados a causa de los costes de los materiales y de producción, también importados, y con ello se agudizan los efectos de esta venta a pérdidas. El arroz importado cuesta más de dos veces menos que el arroz local. Los agricultores están eternamente endeudados (Rapport Diagnostic OADA, 2000; p.22), no consiguen devolver el dinero de los créditos de producción. Sin embargo, la producción es estimada rentable por todas los balances de explotación técnicos y económicos (Etchri, 2002, 35).

Sin hacer un análisis razonable de las causas intrínsecas de esta venta a pérdidas y de este endeudamiento, el Estado acaba de consentir en este fin del año 2005 más de dos mil millones de FCFA para la ampliación de la zona a 1.000 hectáreas sin un dispositivo de regulación de la importación del arroz blanco. En el dossier del proyecto no aparece ninguna información sobre esta importante y galopante importación. Sin embargo, se ha llevado a cabo un estudio técnico-económico de posibilidades confiado a la Organización Árabe de Desarrollo Agrícola (OADA) por el Banco Árabe para el Desarrollo en África (BADEA) y el Ministerio togolés de Agricultura, de Ganadería y de Pesca.

¿Cómo se puede ignorar completamente este fenómeno económico y social, muy notable, que es el peso de la importación de arroz blanco sobre los mercados locales (Rapport Diagnostic OADA, 2000; pp. 64-65)? Así, la competencia que el arroz importado ejerce sobre el arroz local en su propio mercado se oculta e ignora intencionadamente por las autoridades. Los movimientos sociales locales deben asistirles con reflexiones e informaciones concretas, pero nadie se atreve. En cuanto a los productores, inconscientemente, están contentos porque aún hay un fondo perdido que les llega. En esta lógica, es inevitable que el desembolso de este fondo (préstamo) esté comprometido al inicio del proyecto, haciendo más pesada la cartera de deudas del país.

Los problemas de esta zona de regadío que hemos tomado como ejemplo son muy complejos en cuanto a los efectos perversos de la globalización sobre nuestros entornos y no pueden ser expuestos aquí en su totalidad. Las acciones locales de reflexiones permanentes de los movimientos sociales para conseguir alternativas concretas a los problemas mundiales en sus manifestaciones específicas en determinados medios son intangibles en una resistencia global eficaz. Es necesario descentralizar las acciones de resistencia hacia los entornos próximos de las poblaciones. También en este sentido son inevitables los apoyos de los movimientos sociales mundiales y alternativos.

La insuficiencia de conocimientos y de dominio de los contenidos de la globalización por algunos altos responsables de la administración y ciertas elites de nuestros países son potenciales fuentes de bloqueo de los movimientos de resistencia (Bertin Salumu, 2005, 64-65,67). Pero es necesario que ciertas personas se sacrifiquen para iniciar estos movimientos, siempre midiendo los riesgos potenciales. El apoyo de los movimientos mundiales es necesario para reforzar el ánimo de quienes se arriesguen porque pueden sufrir todo tipo de presiones. A veces, el miedo a estas presiones conduce bien al debilitamiento de la acción o bien a la captación de estos movimientos locales por las organizaciones políticas o capitalistas.

Una supervisión internacional de las acciones es útil para intervenir ante autoridades locales e internacionales en ciertos casos de presión extrema. También es importante que los líderes de los movimientos sociales locales sean formados en materia de no-violencia con vistas a la buena dirección y gestión ponderada de las acciones sobre el terreno. Un intenso trabajo de movilización de las conciencias locales y de educación de los grupos sociales de nuestros países (los dirigentes, autoridades locales, las asociaciones, las ONG y la población en general) puede ayudar a las acciones locales de resistencia; excluirles del proceso será funesto para la organización de las acciones (sobre el terreno) que deben recibir su bendición (autorizaciones oficiales) para ser posibles. Es absolutamente imprescindible buscar su colaboración mediante estrategias de implicación tácita, de atracción, de persuasión o de participación consciente, y ello no puede ser posible si no se ponen en práctica dinámicas individuales, locales, nacionales, regionales e internacionales.

Estos grupos sociales de los que hablamos tienen sus sistemas, sus mecanismos y su poder de acción, que resisten a los factores desfavorables a su estabilidad y evolución; lo existente resiste siempre a la novedad. Si no se insiste en esta formación en la no-violencia, el contacto con estos grupos corre el riesgo de producir una violencia insospechada. Son necesarias fuerzas locales y exteriores individuales y/o colectivas formadas en esta materia que puedan actuar favorablemente sobre las mentalidades políticas y ciudadanas. Los movimientos sociales africanos necesitan apoyos de personas cualificadas locales y externas en conferencias, en debates públicos, en reflexiones, en sesiones educativas de masa y en acciones de proximidad.

Nuestra acción de concienciación sobre el terreno debe procurar que las mentalidades locales sean cada vez más lúcidas y más estructuradas para comprender de manera distinta a la habitual la globalización. Aceptarla en tanto que hecho social que amenaza la evolución justa de los seres humanos es necesario.

Si las mujeres toman el poder en diferentes partes del mundo es porque las cosas cambian y evolucionan. Del mismo modo, las mentalidades deben evolucionar para integrar estas dificultades en su lucha diaria. Es necesaria la reestructuración de la mentalidad de los individuos como componente de todas las estrategias de nuestra sociedad. Los movimientos locales necesitan obligatoriamente recursos facilitadores y medios convincentes y motivadores que salvaguarden el interés de cada uno de los actores de este trabajo de proximidad.

Creemos que más información y su compromiso con los problemas reales, siempre enmascarados en nuestros entornos en provecho de las fuerzas dominantes, serán incentivos para desbloquear más o menos las presiones de ciertas autoridades dirigentes frente a las luchas sociales. Para llegar ahí, los movimientos sociales locales deben valorar sus divergencias en beneficio de una convergencia de acción, deben unir sus fuerzas y medios antes de esperar los apoyos de sus colegas del Norte, por el momento inevitables. En ese sentido, la solidaridad internacional para una resistencia mundial sólida merece la pena. Aquí, la unión que no hace la fuerza recupera su espacio ordinario. En esta lucha necesitamos tanto acciones individuales y locales como mundiales.

La cuestión de la movilización de los medios para la descentralización de las luchas

A veces, la voluntad de poner en práctica una idea pertinente e incluso convincente no es suficiente para que la experiencia resulte efectiva. Si la descentralización de las luchas (acciones de proximidad) que sugerimos parece ser pertinente, al menos en relación con la movilización de las clases populares de nuestros entornos, no se puede hacer sin los costes correspondientes. Son necesarios los medios suficientes para su realización.

Ya se sabía que había problemas de movilización de medios para las acciones de masas diseminadas por nuestro entorno. Podemos tener la voluntad de sacrificarnos por un mundo nuevo y más justo, pero si faltaran los medios para llevar a su fin esta voluntad la idea se mantendría en la etapa de idea. Éstos son los problemas que frenan a ciertas iniciativas pertinentes de luchas sociales locales, sobre todo en África, que se asfixian en estado embrionario por falta de medios. Asimismo, la opinión local y nacional por el momento está muy lejos de las causas que estos movimientos pretenden defender.

La movilización de los fondos locales es muy difícil. Se puede tener la voluntad de realizar una acción de valor, pero la falta o la insuficiencia de medios pueden constituir un freno; lo que nos lleva a percatarnos de que incluso los altermundialistas y los movimientos sociales de luchas sociales necesitan capital para sus acciones contra el capitalismo salvaje, y es una cuestión a la que los movimientos sociales de resistencia deben prestar atención, si no, la justicia buscada se convertirá en otra injusticia permanente [2]. Del mismo modo, si los movimientos sociales, sobre todo los africanos, no son prudentes en relación a la búsqueda de medios para la realización de sus acciones, serán captados y absorbidos por los movimientos pro-capitalistas. Es necesaria una solidaridad protegida, sin fallas, entre los movimientos alternativos para solucionar algunos de sus problemas de disponibilidad de medios, uno de los factores bloqueadores del anclaje de sus acciones en ciertos medios locales (Bertin Salumu, 2005, 82-83). Desde esta óptica, los proyectos de movilización de los medios deben emerger para sostener las luchas sociales locales en África.

Conclusión

Los movimientos sociales de resistencia existen en África como copias de los del Norte, sin acciones reales de movilización ciudadana. Las huellas de sus acciones son siempre elitistas, efímeras y casi desconocidas para gran parte de la población. Es necesaria la reorganización de las acciones y su readaptación a los contextos locales. Para conseguir una resistencia global perceptible en todas partes, con fuerza permanente en las luchas sociales locales, los movimientos sociales deben actuar desde dentro y/o desde fuera, siempre garantizando que sean experiencias compartidas, la complementariedad y la sinergia de las acciones. La convergencia de sus esfuerzos es necesaria. Deben reconocer la diversidad de los límites internos y/o externos que influyen negativamente sobre la movilización ciudadana. Estas diversidades deben incitar tanto a estrategias de acciones específicas como globales. Las creatividades locales deben emerger y ocupar espacio a su alrededor antes de crecer hacia espacios inmediatos (nacionales) y lejanos (mundiales).

Es evidente que los foros sociales mundiales periódicos solos no pueden llegar a las especificidades locales de la sociedad africana para movilizarla en la resistencia. Son necesarios verdaderos movimientos sociales locales y acciones descentralizadas que adopten estrategias de proximidad para la concienciación, utilizando para ello los problemas recurrentes de sus propios entornos.

Es indudable que las clases bajas deben participar en la lucha al lado de los movimientos mundiales, si no, los resultados mundiales no tendrán un impacto duradero sobre ellas.

Pero, más allá de los foros sociales mundiales, ¿es posible la movilización de los medios de que se dispone para llevar a cabo estas acciones locales de proximidad?

* Etchri Sassou B. Koffi es director de la ONG AJEGAT y coordinador de FAMDES, en Togo. El texto lo presentó el autor en el Foro Social Mundial celebrado en Bamako el pasado mes de enero. María Morato lo adaptado y traducido del francés para Pueblos.

Notas:

[1] En la actualidad, Taiwán es el primer exportador mundial de arroz blanco.

[2] Una sociedad sin injusticia es una sociedad sin justicia.

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Bibliografía :

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- Etchri Sassou B.koffi (2002) Acteurs extérieurs, organisations paysannes et actions de développement sur le périmètre irrigué de vallée du Zio au TOGO, document inédit, FAMDES; pp: 31-36
- Etchri Sassou B. koffi (2003 revu en 2004). Les effets de la mondialisation dans nos milieux ruraux africains. Quelles alternatives? Document inédit, FAMDES, Tsévié-Togo, pp. 4-7.
- Etchri Sassou B.koffi (2004) Les gens d’ici, la prise de conscience et la reprise sociale des actions du développement en Afrique ou la théorie du développement conscientisant (TDC). Document inédit. FAMDES, Tsévié-Togo, p. 39.
- Florence Aubenas et Miguel Benasayag (2002) Résister c’est créer, éd. Découverte et Syros. Paris. 122 p
- François Houtart & al (1998). Société civile: Lieu des luttes sociales éd. Harmattan, Paris 205 p
- Marcel Gauchet (2002). La démocratie contre elle-même. éd. Gallimard; pp:I-XXIX,11-26, 264-265
- Makhtar Diouf (2002) L’Afrique dans la mondialisation, éd. Harmattan. Paris. P 12
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