Son los estados nacionales los obligados, bajo principios humanistas públicamente incuestionados, a enfrentar las alteraciones medioambientales derivadas del llamado cambio climático, y las inversiones de infraestructura territorial y social por ellas motivadas, y que, a saber, ninguna otra organización social o privada está comprometida a enfrentar integralmente para toda la población afectada. Como opción de […]
Son los estados nacionales los obligados, bajo principios humanistas públicamente incuestionados, a enfrentar las alteraciones medioambientales derivadas del llamado cambio climático, y las inversiones de infraestructura territorial y social por ellas motivadas, y que, a saber, ninguna otra organización social o privada está comprometida a enfrentar integralmente para toda la población afectada.
Como opción de sobrevivencia de posible éxito previsible a largo plazo para las fuerzas progresistas del planeta, y logro de una transición paulatina de la confrontación genocida presente hacia una conciliación con redistribuciones compensatorias para todos, en respuesta al objetivo planteado, se invita a considerar el efecto integral de las siguientes medidas públicas estatales, promovidas por fuerzas progresistas de vanguardia:
1. Reconocer explícitamente la condición de confrontación y genocidio generalizado en que se encuentra la comunidad internacional, y que la condición de su enfrentamiento inmediato, y sobrevivencia conciliada posible, transita por la actuación efectiva de los estados nacionales en la batalla cultural que a escala internacional pública obligue a los amos del mundo, y a sus colaboradores, a visibilizar el medio milenio de forzados genocidios que con matanzas y daños colaterales múltiples contra la naturaleza y la humanidad, sirvieron para educar grupos humanos hoy diferenciados, como beneficiarios o como tributarios, en condiciones materiales y culturales que deberán aprender a conciliar, según transiciones paulatinas pendientes de los aprendizajes derivados del destape de nuestra todavía fraccionada común historia.
2. Educar a cada militante de las fuerzas progresistas, y a la población toda, en actuar sobre el poder estatal, independientemente del carácter político que corresponda a su relación con su organización estatal (propia o ajena). Promover la captación de más población para tal propósito, movilizándola para objetivos inmediatos, y reconocer en el logro de esos objetivos el proceso formador esencial de personalidades socialistas para la sobrevivencia humana. Diversificar y desarrollar sus formas de comunicación propias, desde las fundamentales y muy efectivas conversacionales en encuentros, reuniones o manifestaciones, las panfletarias o radiales o las de medios más modernos, según los casos.
3. Actuar sobre las dependencias estatales según sus opciones vigentes, incluidas cuantas denuncias públicas legales procedan, aceptadas o no, y ante niveles judiciales, parlamentarios o mediáticos, que conduzcan a la denuncia y depuración de funcionarios y gobernantes corruptos o antinacionales. Promover, reclamándolas y ejercitándolas, la gobernanza y planificación participativas, orientadas a la solución estatal del ordenamiento y desarrollo social integral, con inversiones estatales que aseguren el compromiso productivo y distributivo para toda una población con empleo y calidad de vida plenos.
4. Demandar al gobierno el reclamo, a los países que corresponda, del esclarecimiento histórico y material de hechos concretos que hayan contribuido a dañar el propio territorio o población, o todavía lo hagan, y su tratamiento público ante su propio pueblo, beneficiario, consciente o no, a costa del nuestro, y su paulatina compensación material e histórica. Rechazar coaliciones de naciones que en nombre de la paz, de derechos humanos, o de falsas neutralidades agresivas contra gobiernos establecidos, repitan, hoy en Siria por ejemplo, experiencias como las logradas contra la República Española hace casi un siglo.
5. Rechazar la inmovilidad «jurídica» de concesiones que gobiernos precedentes hayan hecho ante naciones o transnacionales, o alianzas que por la fuerza, o por la «desnacionalización» de esos gobernantes, sostengan vigencias «internacionales» requeridas de revisiones inmediatas. Denunciar el carácter genocida e imprescriptible de acuerdos secretos antinacionales de carácter internacional, como tratados comerciales por ejemplo, y la responsabilidad personal imprescriptible de quienes los hayan aprobado, incluso con facultades estatales entonces vigentes.
6. En caso de que el Estado considerado pueda valorarse como agredido «no convencionalmente» por el anonimato de grupos o naciones informalmente coaligadas en su contra, promover una legislación nacional que estableciendo tal anónima coalición como genocida por ser colaboradora de lo que resulte de su triunfo, se faculte el enjuiciamiento individual a cuanta persona se identifique, con los elementos que justifiquen tal acción, a la que se informará y otorgará defensa, y en definitiva, tras su posible condena como genocida del nivel que proceda (desde promotora a asesina), sea así divulgado tal dictamen o pago de culpa, y reclamada su entrega según y a quien corresponda. Tal defensa nacional, también «no convencional» según los términos implantados por los amos del mundo, deberá motivar inmediatas reacciones «civilizatorias» que contribuirán a la visibilización colectiva de muchos de los genocidios hoy calladamente actuantes a escala mundial.
7. En caso de que el Estado considerado haya colaborado en acciones internacionales basadas en argumentos que en definitiva hayan resultado falsos, pero que sirvieron para invertir recursos materiales y financieros, y costaron valiosas vidas o lesiones permanentes a nacionales que por los engaños de sus promotores hayan contribuido al genocidio de otros pueblos, e indirectamente al propio, deberá reclamarse internacionalmente, al Estado que arrastró a otros por tales falsedades, por los daños que produjo, en magnitudes y duraciones requeridas de caracterizar, cuantificar e indemnizar. Establecer la responsabilidad de las entidades estatales internacionales (la ONU en primer lugar) y reclamarle acciones de apoyo a lo aquí planteado.
Además de considerar por su inmediatez las agresiones internacionalizadas contra Irak, Libia o Santo Domingo, particular atención, y generalizada demanda de explicaciones deberá reclamarse por los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, que motivaron el respaldo mundial y la movilización militar y política de numerosos países por el supuesto ataque terrorista de autores inmediatamente identificados y luego no confirmados, en que los impactos de dos aviones produjeron el desplome de tres edificios de poderosas estructuras de acero en caída libre sin antecedente técnico conocido ni explicado a nivel mundial, así como el impacto de otro avión mayor en el Pentágono, que produjo daños muy menores al del propio avión, sin rastros de sus ocupantes, ni tan siquiera de sus supuestos muy poderosos motores. Numerosos aspectos de cuestionable explicación, o ninguna, han destacado diversas agrupaciones de ciudadanos norteamericanos por daños a propios, a su país mismo, y a otros, y a saber ninguna explicación válida han recibido ni ellos, ni los bomberos y rescatistas afectados por daños de salud tampoco explicados, o sencillamente negados, ni la comunidad mundial en pleno.
A saber no se ha hecho demanda internacional alguna para el esclarecimiento de hechos tan sorpresivos, y de trascendencia mundial tan celosamente promovida por el gobierno beneficiado económica y militarmente por tan inexplicados acontecimientos.
Nota
[1] Texto resumido de lo planteado en Convivencia internacional antigenocida, ¿Por confrontación o por conciliación? (2015), en www.aporrea.org/internacionales/a208945.html, a su vez fundamentado en los análisis y opciones alternativas que presenta el autor en Rebelión con los títulos «Frente a la crisis de la propiedad privada, crear la propiedad compartida«,(2009) en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=85262; «Participación social sobre lo estatal» (2013) con id=173629; «Destapemos la ofensiva genocida mundial» (2014) con id=189962; y «Hacia nuestra utopía terrena» (2015) con id=196324.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.