Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Qais Azimy es un periodista televisivo afgano que trabaja para Al Jazeera y que estos días estaba en Helmand siguiendo la operación militar Moshatarak. Hace unos días consiguió entrar en Marjah, epicentro de la ofensiva. Peacereporter lo ha entrevistado.
¿Cómo llegó a Marjah y qué vio allí?
Llegué a bordo de un helicóptero gubernamental, acompañado por oficiales de los marines y del ejército afganos, además de por el gobernador de Helmand, Gulab Mangal. Aterrizamos cerca del zoco de Marjah. Llegamos hasta allí recorriendo un camino que va a lo largo del canal a bordo de un blindado. Un oficial de los marines me señaló agujeros en el arcén de esta carretera: las trincheras de los insurgentes. Luego, atravesamos el canal por un puente de hierro montado por los marines durante el ataque: el verdadero está minado, es demasiado peligroso.
¿Qué impresión le dio la ciudad?
El zoco de Marjah es una larga fila de edificios derruidos, medio destruidos, que dan a ambos lados de la carretera que recorre el canal. Casi todas las tiendas están vacías, evidentemente abandonadas a toda prisa por quienes trabajaban en ellas. Los marines me dijeron que la destrucción que estaba presenciando no había sido obra suya, sino que se debía a los bombardeos de la artillería británica durante la ofensiva del verano pasado.
¿Cómo están las cosas en la ciudad? ¿La controlan las tropas de EE.UU. como dicen?
No estuvimos mucho rato en el bazar. Los soldados se movían con mucha cautela: no se fían. Se oían tiroteos continuos muy cerca. Es evidente que, pese a los anuncios, ni siquiera el zoco está del todo bajo control de las fuerzas estadounidenses y gubernamentales.
¿Y la gente? ¿La población civil?
Se nos acercaron algunos habitantes que suplicaban al gobernador que hiciera algo por ellos, es decir, por la población civil que se había quedado aprisionada en Marjah. Le dijeron que en la ciudad ya no quedaba nada de comer, que los soldados obligaban a todo el mundo a quedarse en casa y que impedían a todo el mundo la entrada y salida de la ciudad, conque no había manera de conseguir provisiones. El gobernador les prometió que en los próximos días llegaría ayuda alimentaria. El personal local de la Cruz Roja Internacional me dijo que se calcula que hay entre 40.000 y 50.000 civiles aislados en Marjah.
¿Y respecto a las víctimas civiles de esta operación?
Los oficiales estadounidenses me explicaron que el problema fundamental de esta operación militar -pero no sólo de ésta- es distinguir civiles de insurgentes, porque gran parte de estos últimos coinciden con la población; son gente de aquí, de Marjah. El peligro de confundirlos y cometer errores es muy alto, como demuestran los testimonios que recogimos entre los refugiados en Lashkargah, unas 3.500 familias (más de 20.000 personas, N.d.R.). Algunos de ellos nos contaron que había habido campesinos a los que habían matado en los campos porque los habían tomado por insurgentes.
Fuente: http://it.peacereporter.net/articolo/20377/Dentro+Marjah