Recomiendo:
0

FSA: Los pueblos de las Américas contra la nueva fase del neoliberalismo

Derrotar al «libre comercio» para construir una agenda de desarrollo

Fuentes: Correspondencia de Prensa

Comunicado de la Alianza Social Continental Estamos en una nueva coyuntura política continental. Resultado de nuestras campañas y luchas de resistencia, ese cuadro coloca también nuevos desafíos para nuestros movimientos de resistencia al neoliberalismo y luchas por alternativas.   Los proyectos neoliberales aplicados en los más diversos países acabaron en catástrofes sociales y económicas respondidas […]

Comunicado de la Alianza Social Continental

Estamos en una nueva coyuntura política continental. Resultado de nuestras campañas y luchas de resistencia, ese cuadro coloca también nuevos desafíos para nuestros movimientos de resistencia al neoliberalismo y luchas por alternativas.
 
Los proyectos neoliberales aplicados en los más diversos países acabaron en catástrofes sociales y económicas respondidas por levantes populares o victorias electorales de fuerzas progresistas.
 
Sabiendo de ese riesgo y manteniendo la presión sobre cada uno de nuestros países, el gobierno de los Estados Unidos trató de aplicar por la vía supranacional del ALCA el programa que estaba siendo rechazado en cada país. Por eso, el ALCA nunca fue apenas un «tratado comercial». El comercio de mercancías era y es la disculpa para imponer reglas en beneficio de los negocios de las multinacionales estadunidenses y canadienses, aliadas a algunos mega-capitalistas latinoamericanos, bloqueando el desarrollo de nuestras economías.
 
Pero esta maniobra del imperialismo estadunidense coincidió con la maduración de la consciencia y movilizacion en nuestros pueblos contra los riesgos que traería un acuerdo continental – el ALCA – que nació calcado en otro – el TLCAN o NAFTA – en el cual las poblaciones de México, Estados Unidos y Canadá ya venían probando el sabor amargo del «libre comercio» desde 1994. Esa consciencia se alimentó también del ascenso de la lucha contra el principal organismo mundial promotor del «libre comercio», la OMC, cuyo hito fundamental fueron las manifestaciones populares en noviembre de 1999 en Seattle.
 
El ascenso de la campaña contra el ALCA coincidió con el rechazo continental y mundial a la política intervencionista del gobierno de los Estados Unidos, que utilizó los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001 como disculpa para aumentar su agresividad y la militarización del planeta.
 
Fue entonces que se imbricaron concretamente las campañas continentales contra el ALCA, la militarización y la deuda externa  – esta última referente a la dimensión financiera de la dominación imperial en nuestro continente.
 
En este contexto emergieron gobiernos latinoamericanos queriendo alterar, en mayor o menor medida, la agenda de las negociaciones continentales. Sin que con eso safisticieran nuestras reivindicaciones de «otro orden mundial» que superase el impuesto por el imperio estadunidense, sin embargo, introdujeron un dato nuevo en las negociaciones: reivindicaciones, que aunque mínimas, el gobierno de los Estados Unidos no estaba dispuesto a aceptar.
 
Fue entonces que la administración Bush intensificó la ofensiva para firmar TLCs con países y regiones latinoamericanas que aceptan someterse incondicionalmente. Desde su punto de vista se trata de «avanzar» por las areas de menor resistencia para cercar y aislar a los focos divergentes y así someterlos en un segundo momento. Igualmente, la maniobra busca desconstruir la campaña continental de resistencia al fragmentar las negociaciones en varias mesas con países individuales o regiones.
 
Al mismo tiempo acontecía una ofensiva de la Unión Europea en la región. Apesar de presentarse como un imperialismos más «manso» que el de los Estados Unidos, la verdad es que su agenda de negociaciones es la misma del ALCA. Si algunos gobiernos europeos tienen divergencias en cuanto al orden militar mundial que Bush está imponiendo, coinciden a la hora de cómo defender los intereses de las multinacionales europeas contra los pueblos de la periferia del capitalismo.
 
Por otro lado, confirmando que para Bush el tema no es apenas económico, sino parte de una estrategia de dominación imperial, la principal batalla del momento se libra fuera de las mesas de negociaciones comerciales: el próximo 15 de Agosto la población venezolana decidirá en un referendo revocatorio si dice «Sí» o «No» a la interrupción del mandato del presidente Chavez.  Este gobierno ha sido uno de los principales escollos para la estrategia de Bush en la región. Por eso, el gobierno norteamericano aliado a oligarquías locales, después de ver frustrado un golpe de estado y otras formas de desestabilización, presiona por su destitución por la vía del referendo.
 
El «libre comercio» como tal constituye una de las principales divisas de la globalización neoliberal y avanza en diferentes carriles y escenarios. No es posible, por lo tanto, combatirlo en uno solo. La agenda, los temas,  las alianzas, los actores, están necesariamente cruzados. La OMC es el escenario más global de disputa del «libre comercio» y se deriva o conecta con las iniciativas regionales o bilaterales con las que las grandes potencias compiten entre sí; no actuar sobre estos escenarios bilaterales o globales debilita el objetivo de la lucha contra el ALCA.
 
Frente a la maniobra «dispersiva» hoy en curso vía TLCs, debemos responder con una nueva ofensiva de la Campaña Continental mostrando las conexiones neoliberales entre OMC, ALCA y los TLCs. Ante el intento de «fragmentar» y debilitar la resistencia de nuestros pueblos, nuestra tarea  es generalizar la solidaridad y articulación entre nuestras campañas nacionales.
 
Y frente a la intención de afirmar de que «no hay outra agenda», debemos mostrar que la actual es apenas la continuación a escala internacional de lo que ya fue rechazado en muchos de nuestros países como un programa neoliberal fracasado. Que hay otras agendas y otro debate, sobre comercio y desarrollo, que la dominación neoliberal interrumpió en los años 80 y 90 al colocar los intereses de las corporaciones multinacionales como el elemento estructurador y orientador de las negociaciones. Y sobretode que, como muestra la discusión en torno al documento «Alternativas para las Américas» de la Alianza Social Continental, desde los movimientos sociales ya ha surgido concretamente otra agenda que responde a las aspiraciones de nuestros pueblos.
 
Otra América sólo será posible derrotando a la política del «libre comercio» dondequiera que traten de imponerla!
 
Secretaría de la Alianza Social Continental
Quito, Julio de 2004