Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Una característica común de cada situación de crisis, desde los levantamientos de principios del siglo XX hasta las reestructuraciones neoliberales de finales de ese mismo siglo, es la aparición del control obrero: los obreros se organizan para hacerse cargo de sus lugares de trabajo con el fin de defender sus puestos de trabajo y sus comunidades. Entrevistamos a Dario Azzellini* para hablar de este tema en profundidad: la aparición de nuevos valores y relaciones sociales no solo en los lugares de trabajo recuperados sino también en las comunidades, la necesidad de reorientar la producción, la superación de la separación entre las esferas política, económica y social, y el papel del control obrero en la lucha más amplia contra el capitalismo.
¿Por qué es importante el control obrero?
Es importante porque si vemos qué es socialismo, lo que Karl Marx describió, el ejemplo vivo es para él la Comuna de París. Es el pueblo tomando las riendas de las cosas y la desaparición del Estado como tal porque el poder ya no se delega.
Pero yo diría que el control obrero es el primer paso en el camino al socialismo, en el sentido de que el control de la producción y de la empresa no se debería hacer solo en nombre de los trabajadores sino también de las comunidades, de las personas autoorganizadas en general. Y ni siquiera esto es el último paso porque, como dice Marx, la comuna es la última forma política descubierta, así que sigue siendo una forma política. El socialismo, o el comunismo, consiste en ir más allá de la política, en conseguir autoorganizar la vida.
Así pues, estos son pasos intermedios y ni siquiera la comuna debería ser la forma final, pero ni siquiera podemos imaginar la forma final porque estamos atrapados en la imaginación de lo que conocemos y de lo que se ha hecho. Probablemente lo que se tiene que desarrollar está más allá de nuestra imaginación ahora.
Con todo, también es importante en el contexto inmediato…
Sí, porque si los trabajadores se hacen cargo de sus lugares de trabajo y deciden acerca de la producción, cambian los procesos y los valores laborales, todo cambia. Las cuestiones de seguridad y de salud se vuelven fundamentales, y están lejos de serlo en los lugares de trabajo capitalistas. Por ejemplo, en muchos lugares de trabajo controlados por los obreros están empezando a trabajar con una producción orgánica o menos tóxica, porque están expuestos a ella.
Así pues, estas cuestiones se vuelven fundamentales una vez que los obreros pueden decidir. La lucha ya no es solo acerca del aumento de salarios, que es la única lucha que más o menos se permite en el marco de la sociedad capitalista. El control obrero, en cambio, desafía automáticamente al capitalismo. Tenemos un ámbito principal de conflicto y, obviamente, todos los demás frentes, como el género, la raza, etc, son igual de importantes. Pero el trabajo y la producción no son solo fundamentales para la sociedad, sino que también son un ámbito que todos tenemos en común y que es absolutamente fundamental para nuestra propia supervivencia y para la estructuración de toda la sociedad. Obviamente, en este ámbito también se tienen que abordar todas las demás contradicciones.
No debemos olvidar que la forma predominante d e organiza rse la economía y la sociedad se refleja en el resto de la sociedad. Por ejemplo, mientras el fordismo fue la forma predominante de producción el resto de la sociedad (las universidades, las escuelas, la burocracia) se organizó de manera fordista. Así que hay algún tipo de influencia si hablamos de trabajo y control obrero.
En los dos libros que ha publicado describe gran cantidad de escenarios históricos en los que el control obrero entra en juego. ¿Cuál era el propósito de reunir todos estos experimentos diferentes?
Tanto con los libros como con la investigación tratamos de mostrar lo importante y recurrente que es la cuestión del control obrero, y tenemos que entenderlo y darlo a conocer porque a nadie le interesa realmente darlo a conocer. A los sindicatos no les interesa mostrar que los trabajadores se pueden organizar por sí mismos; si los trabajadores se autoorganizan, también se pasa por encima de los partidos, los cuales se basan en el principio de la representación. Y los capitalistas, por supuesto, aún tendrían menos interés.
Pero es interesante que el control obrero pase a un primer plano en cada tipo de crisis, política, económica, en las luchas anticoloniales, durante las revoluciones de principios del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial u otras guerras, cuando el capitalismo no es capaz de desarrollarse porque los capitalistas invierten en especular y comerciar, y no en la producción; ocurrió durante las reestructuraciones neoliberales de principios de la década de 1980, etc. Así que siempre ocurrió, no porque los trabajadores conocieran experimentos anteriores sino porque era algo que estaba atropológicamente presente en los trabajadores: unirse, autoorganizarse de forma democrática e intentar mantener la producción, con lo que se benefician a sí mismos y a las personas que hay en torno a ellos.
¿Cuáles son las características comunes de todos estos intentos diferentes de control obrero?
Este es el primer aspecto común, que en cualquier situación de crisis siempre hay trabajadores que asumen la responsabilidad de sus trabajos, de sus lugares de trabajo y de las personas, de la sociedad. El segundo es que eligen estructuras democráticas que se basan en la igualdad, no eligen simplemente un nuevo jefe. Desaparecen las jerarquías, no importa verdaderamente qué posición se tenía antes en la cadena de producción. Eso no determina lo que una persona es capaz de hacer en una crisis.
Está el ejemplo de la clínica Junin que ahora está bajo control obrero en Córdoba, Argentina. Visité la clínica y el jefe de la cooperativa es ahora el antiguo conserje y técnico, porque era la persona más capaz de organizar la lucha, así que fue elegido como jefe formal de la cooperativa, que todavía decide todo en asambleas sobre una base democrática. Esto muestra que las habilidades o capacidades que aparentemente son importantes en una jerarquía capitalista no son las mismas en una estructura democrática y basada en la asamblea de trabajadores .
Otra característica común es que la empresa pasa de ser una empresa organizada jerárquicamente en la que el objetivo principal es producir la mayor cantidad de plusvalía posible, a ser una empresa en la que el bienestar de los trabajadores y el propósito de la producción (qué se produce y para quién) se convierte en la cuestión principal. Así, cambian las relaciones sociales en la fábrica, especialmente si estos lugares pasan por un proceso de lucha o de ocupación, contra exjefes, o de luchas políticas. Durante estas luchas se construye una confianza que inevitablemente fuerza un cambio en las relaciones sociales.
Un ejemplo de ello es que se vuelve menos rígido el hecho de que la gente tenga que hacer la misma cantidad de trabajo. O si hay personas enfermas o que no pueden ir a trabajar porque sus hijos están enfermos, eso no supone un problema. Los demás trabajadores lo entienden debido a esa relación de confianza que mencionaba antes. Naturalmente, esto contrasta con lugares de trabajo en los que hay un jefe. Pero también en muchas cooperativas tradicionales, que no tienen que pasar por esta lucha para crear confianza, también hay más tendencia a exigir que todo el mundo haga la misma cantidad de trabajo, existen conflictos acerca de las horas de trabajo, conflictos internos, etc.
Así pues, las empresas o fábricas recuperadas no se limitan a reproducir la lógica antigua…
Exacto. Especialmente si han tenido una larga lucha no van hacia atrás, no vuelven a instalar las jera r quías de las que se libraron. Es un poco diferente en lugares que no tuvieron una larga lucha. Había una cierta contradicción, por ejemplo en Venezuela (1), donde había un gobierno que (supuestamente) estaba a favor del control obrero. Los trabajadores ocupaban un a empresa y al cabo de dos semanas el gobierno intervenía, expropiaba es a empresa y ponía una administración provisional para a continuación pasarla supuestamente a los trabajadores. A primer a vista parece estupendo, pero a l mismo tiempo los trabajadores no tuvieron tiempo para formar un colectivo, para crear esta conciencia.
Por lo tanto, con mucha frecuencia acaba habiendo conflictos entre los trabajadores o nunca se consigue el control obrero porque la administración es reacia a hacerlo. Digo que es contradictorio porque no es de desear que estas personas tengan que luchar durante años sin ingresos por su empresa pero, por otra parte, eso es lo que entonces hace que estas empresas controladas por los obreros sean verdaderamente democráticas y tengan éxito.
Usted ha mencionado las cooperativas y ese es un punto de discusión importante . La mayoría de estas empresas controladas o recuperadas por trabajadores se registran legalmente como cooperativas. Pero, como ha señalado, no son como las cooperativas habituales. ¿Cuáles son las principales diferencias?
La primera diferencia principal es que las cooperativas tradicionales generalmente suelen significar que personas que ya tienen ideas y valores similares se unen para crear la cooperativa. La recuperación de un a empresa es muy diferente, porque todas las personas están implicadas. Cada una de las personas que trabajan ahí también está ahí potencialmente cuando se lleva a cabo la recuperación. Es algo que Gramsci describe cuando se refiere a los consejos de trabajadores. Afirma que son la verdadera organización de clase porque toda la clase está ahí, no solo las tendencias políticas.
Otra diferencia muy importantes es que las cooperativas tradicionales tienen una fuerte tendencia a basar el derecho a decidir en la propiedad, en ser uno de los propietarios de la cooperativa. Y esto es problemático porque es la misma lógica que la del capitalismo. Los lugares de trabajo recuperados tienen democracia en los talleres y su punto de partida es cuestionar la propiedad privada de los medios de producción, así que se cuestiona inmediatamente el capitalismo. Al mismo tiempo, casi ninguno de estos lugares de trabajo recuperados tiene modelos basados en participaciones individuales o desiguales, o siquiera inversores exteriores o emplea mano de obra asalariada, unas características que son comunes a las cooperativas.
Así que existen todas estas diferencias. Casi siempre es más agradable trabajar en una cooperativa que en una empresa privada puramente capitalista, pero en lo que insisto es en que las cooperativas como tales solo son una democratización dentro del marco del capitalismo. Muchas cooperativas se guían por una lógica empresarial o de propiedad y con ello llevan a los trabajadores a lo que yo denomino un «limbo de clase». Los trabajadores ya no saben que son trabajadores. Esto es especialmente fuerte en Estados Unidos, donde las cooperativas se presentan como un modelo de negocio alternativo y no como un modelo alternativo para la sociedad o para las comunidades, o como parte de la lucha de los trabajadores, que es lo que el cooperativismo significó históricamente. Pero dada la manera como viven, la forma como trabajan, ¡no son empresarios, son trabajadores!
Esto contrasta enormemente con los lugares de trabajo recuperados, en los que los trabajadores se consideran a sí mismos parte del movimiento obrero al haber pasado por esas luchas. Hay muchas empresas recuperadas, en Argentina, por ejemplo, que tienen la norma de que un día al mes van a apoyar las luchas de otros trabajadores y eso forma parte de su trabajo. En Uruguay cuando las empresas de un sector dado están en huelga, los trabajadores de las empresas recuperadas del mismo sector también van a la huelga para no minar la lucha de los otros trabajadores .
En pocas palabras, las cooperativas libran una lucha por sobrevivir en un sistema capitalista. Los lugares de trabajo recuperados libran una lucha contra la ley burguesa, que a menudo se manifiesta en la represión estatal, contra los propietarios capitalistas y la propiedad privada. Así, los trabajadores se ven reafirmados en su subjetividad como trabajadores en lucha y como trabajadores sin jefe, y eso es una diferencia fundamental.
¿Cómo caracterizaría usted las relaciones entre los lugares de trabajo recuperados y los sindicatos?
Varían mucho, depende de los sindicatos. Ha habido ejemplos de sindicatos que han apoyados las ocupaciones por parte de los trabajadores y es muy positivo porque los sindicatos pueden llegar a un público más amplio. Pero, por desgracia, la mayoría de las veces los sindicatos o bien lo ignoran o intervienen de forma negativa.
En todo caso, no hay que ver el sindicalismo y el control obrero como proyectos antagónicos, simplemente son dos cosas diferentes, dos frentes de lucha diferentes. Una cosa es una autoorganización en la empresa que permite luchas que no serían posibles con los sindicatos. Los sindicatos tienen su reconocimiento formal y les interesa atenerse a las reglas y a las leyes para mantener su estatus de «socio en el que se puede confiar», así que no harán determinadas cosas, como huelgas u ocupaciones salvajes. No son tan flexibles ni tan rápidos en sus decisiones como lo son, obviamente, las asambleas de trabajadores.
Usted ha mencionado que en las empresas recuperadas se producen nuevas relaciones sociales, pero las empresas recuperadas también crean nuevas relaciones sociales con sus comunidades. ¿Puede hablarnos de ello?
Sí, la relación con la comunidad y con otros movimientos sociales es fundamental. De hecho, se le puede dar la vuelta a esta afirmación. De todos los ejemplos de lugares de trabajo recuperados (fábricas, restaurantes, imprentas, hospitales, etc) los que tienden a tener éxito suelen ser aquellos que tienen una relación fuerte con sus comunidades y con otros movimientos sociales. Aquellos que tienden a aislarse y no tienen esas relaciones fuertes con el tiempo a menudo o bien se convierten en lugares de trabajo o cooperativas más o menos tradicionales y se retiran de la lucha más amplia o simplemente fracasan porque no tienen el apoyo necesario.
Y hay otra cuestión que es fundamental. En el sistema capitalista cerrar una empresa es simplemente una cuestión legal. No es una cuestión social ni es una cuestión política. La ley de la tierra es una ley burguesa que se basa en la propiedad. Dentro de estos límites las posibilidades de lograr algo son mínimas. Así que el reto principal para todos estos trabajadores es convertir una cuestión legal en una cuestión política y para ello se necesita la mayor cantidad de apoyo posible. Se necesita el apoyo de las comunidades, de otros movimientos, de los sindicatos y quizá incluso de instituciones e instancias políticas. Y con eso se puede ganar todo.
Un ejemplo es Republic Doors and Windows, la fábrica que ahora se llama New Era Windows en Chicago, que produce ventanas respetuosas del medioambiente. Cuando fue cerrada y ocupada por segunda vez, junto con Occupy Chicago en 2010-11, la ocupación dio a los trabajadores la posibilidad de e star en la mesa de negociación sobre el futuro del fábrica, que más tarde los trabajadores acordaron comprar. Y los trabajadores lo hicieron obligando a los bancos que se habían quedado con la fábrica en quiebra a pagarles un millón y medio de dólares por los salarios no pagados. Generalmente si queda dinero (por ejemplo, procedente de la venta de la maquinaria) se lo quedan los acreedores. Pero los trabajadores lograron hacer una campaña política que generó tanto apoyo de la opinión pública que los bancos se vieron obligados a pagar a los trabajadores un millón y medio de dólares aunque legalmente no estuvieran obligados a hacerlo.
Así que lograron convertir una cuestión legal en una política…
Exacto y una vez que se hace eso se puede ganar todo, incluso cosas que parecen totalmente imposibles o que no constan en el marco legal existente. Esta es una de las razones principales por las que es importante tener relaciones con otros movimientos y comunidades. La segunda es que se crean nuevos valores. El trabajo de la fábrica no suele ser un trabajo agradable, ni siquiera en una fábrica recuperada. Lo que te mantiene trabajando en el capitalismo es el dinero, pero en una empresa recuperada los trabajadores encuentran nuevos valores y uno de los valores es ser útil a la sociedad, no solo al capitalismo.
En el caso de las empresas industriales suelen estar situadas en comunidades pobres. ¡En Beverly Hills no hay fábricas! Una característica habitual de estas comunidades pobres es la falta de espacio. Carecen de espacio para actividades sociales, colectivas. En Argentina, por ejemplo, donde hay más de 400 lugares de trabajo recuperados, más del 60% ofrecen un espacio permanente para actividades de la comunidad, desde los bachilleratos populares, es decir, la posibilidad de que las personas adultas estudien, a las emisoras de radio comunitarias, las bibliotecas e incluso simplemente las fiestas comunitarias. Así que se convierten en un importante foco de la vida comunitaria y en cierto modo los espacios se vuelven comunes porque se utilizan para actividades que no están vinculadas directamente con la producción.
¿Puede hablarnos de la necesidad que tienen las fábricas recuperadas de reorientar la producción? Por que si estas fábricas han cerrado debido a que ya no son rentables, los trabajadores no pueden simplemente volver a lo que producían antes.
En efecto, a menudo simplemente no es posible seguir con la producción que había antes. Un ejemplo es Officine Zero (2), una antigua instalación de reparación de trenes nocturnos en Roma. Los trenes nocturnos casi han desaparecido en Europa, solo queda una instalación que es suficiente para los pocos trenes nocturnos que siguen funcionando. La mayoría de los trenes son ahora de alta velocidad, así que no se puede seguir planeando producir o reparar trenes nocturnos. Los trabajadores que tomaron la fábrica se dedican ahora a muchas otras actividades, como reciclar electrodomésticos o muebles, y han seguido con los talleres que tenían: tapicería, carpintería, herrería y otros.
Otro ejemplo es Rimaflow en Milán (2), que producía tubos de aire acondicionado, sobre todo para coches BMW. El dueño se llevó las máquinas, pero aunque no lo hubiera hecho, ¡BMW no iba a comprar tubos de aire acondicionado a una fábrica ocupada! Así que hubo que reinventarse. Pero eso es positivo porque entonces los trabajadores empiezan a pensar en una producción útil. Rimaflow empezó con una mezcla de actividades, por ejemplo, la transformación y reciclado de electrodomésticos y ordenadores.
Más tarde recaudaron dinero para un sistema de aire acondicionado y establecieron un espacio para reciclar palés industriales. Así que recogen palés industriales de todo tipo de fábricas, los reparan y los vuelven a vender. También empezaron a producir comida y licor artesanales en cooperación con cooperativas orgánicas. Producen Rimoncello, que es un licor de limón (original mente Limoncello), junto con cooperativas de sur de Italia que pagan salarios justos a trabajadores temporeros emigrantes y producen Amaro Partigiano (un licor digestivo) junto con el Instituto Italiano de Estudios Partisanos.
Un economista tradicional lo calificaría de «amalgama», pero a mí no me lo parece, esto sí que tiene sentido. Tenemos que transformar nuestra sociedad en todos los sentidos, de modo que estos ejemplos que funcionan de conversión industrial tienen sentido porque, como es natural, no se ocupan los lugares de trabajo para seguir simplemente con la misma forma de producción capitalista que se tenía antes. ¡No queremos ocuparlo todo y luego seguir produciendo helicópteros militares!
En ese sentido, en las sociedades capitalistas, en las democracias liberales, hay una separación entre las esferas económica, social y política. ¿Como desafían esta separación las empresas recuperadas por trabajadores, por sí mismas y por medio de sus relaciones con las comunidades?
Sí, creo que es un aspecto fundamental de lo que podemos llamar «democracia de consejo» como un modelo para comunas, lugares controlados por trabajadores, etc. El capitalismo, y la sociedad burguesa, siempre se ha basado en la división de esferas. El primer paso es la división entre las esferas política y social, que nunca está justificada, está ahí para ser aceptada a priori porque no hay razón por la que unas personas deban gobernar y otras ser gobernadas .
La segunda separación es que se supone que la esfera económica tiene que estar separada, ser autónoma, a menudo comparada con un organismo vivo al que la sociedad tiene que seguir alimentando. Llegamos a este punto que parece mitológico, como que el mercado es esta especie de dragón al que hay que alimentar todo el tiempo porque si no se enfada y lo destruye a todos, lo cual es totalmente absurdo porque la economía debería servir a la sociedad, debería servir a las personas y no al revés.
Obviamente, los lugares de trabajo recuperados son una superación de esto. En primer lugar porque en general no hay representación, solo hay portavoces. Las decisiones las toman las personas a las que conciernen los asuntos y no delegan, que es la base de la esfera política separada. En segundo lugar, las decisiones económicas también las toman directamente aquellas personas que están involucradas en el proceso de producción y están sujetas a sus decisiones políticas y a sus necesidades sociales. Así, esta separación en esferas se supera tendencialmente.
Hay una segunda división de esferas que es característica del capitalismo y la sociedad burguesa, y que también se ha superado tendencialmente, y es la división entre el trabajo intelectual y el manual. La persona que descarga los palés del camión tiene tanto que decir en las asambleas como el ingeniero que ajusta el proceso de producción dirigido por ordenador, por ejemplo. También es bastante frecuente rotar mucho más en el trabajo, la personas aprenden nuevas tareas y desarrollan nuevas ideas, por consiguiente hay mucha menos división tradicional del trabajo y en particular entre el trabajo manual y el intelectual.
Además, cuando hablamos de superar la división entre las esferas política, económica y social, siempre debemos insistir en que es una «tendencia a…», porque mientras estemos en el sistema capitalista será iluso pensar que podemos superarlo totalmente.
No se puede simplemente crear una isla…
No se puede crear una isla feliz en el sistema capitalista. Se puede trabajar para superar el sistema, lo que significa que hay que expandirse. Una de las cosas en la que siempre insistían en Rimaflow era que necesitaban crear una nueva economía porque la economía de los patronos ya no funciona y podemos tener éxito si ejemplos como los de Rimaflow ocurren cien, mil veces. Una islita feliz no sobrevivirá, el sistema la aplastará.
Muchas cooperativas eran muy idealistas a este respecto y sus ideales se desvanecieron con al irse haciendo mayores sus miembros y con la inmersión en el capitalismo, o bien las cooperativas se hicieron grandes y fueron compradas. Por eso siempre hablo de tendencia a crear una nueva economía, superar la separación de esferas, etc.
Con la globalización y la evolución del capitalismo hay una fragmentación o una atomización de la cadena de producción. ¿Supone esto nuevos retos para el control obrero o hace q ue esta cuestión sea más urgente?
Sí, presenta nuevos retos pero también nuevas oportunidades. Por ejemplo, está aumentando la necesidad de crear economías locales y regionales. Debido a la globalización actual el capital se está concentrando cada vez más en cada vez menos espacios metropolitanos, así que se está haciendo más urgente la necesidad de crear sistemas económicos locales y regionales, y de mantener la riqueza ahí donde se produce. Eso representa una oportunidad para el control obrero y una producción y distribución más localizadas.
La propia fragmentación de la cadena de producción es una cuestión muy contradictoria . Por ejemplo en Estados Unidos hay una tendencia a volver a internalizar* . Los fabricantes de coches en Estados Unidos están internalizando otra vez muchas etapas de la producción que antes habían externalizado. Esto demuestra que la internalización nunca tuvo que ver con ahorrar dinero o ser más eficientes, simplemente se trataba de destruir el poder de los trabajadores. Así que ahora que han destruido a los sindicatos en el sector del automóvil, que eran unos de los sindicatos más fuertes en Estados Unidos, están internalizando otra vez estas etapas de producción.
Pero la fragmentación, que no es solo una fragmentación de la cadena de producción sino también dentro de la propia empresa, hace que el ser colectivo y el luchar sean actos mucho más subjetivos que antes. Había empresas, como Fiat, que tenían 70.000 u 80.000 trabajadores que se organizaban automáticamente porque el 95% de ellos tenía el mismo contrato y las mismas condiciones laborales. En la misma fábrica de Fiat ahora vemos que tiene 12.000 trabajadores que probablemente tienen 40 tipos de contratos diferentes, desde contratos a tiempo parcial a trabajadores subcontratados, trabajo internalizado o trabajo estacional, y al mismo tiempo hay otros 70.000 trabajadores en la gran región de Turín que trabajan en diferentes empresas externalizadas, en empresas independientes o incluso como trabajadores por cuenta propia.
Así que en el fordismo la fábrica era la entidad que hacía un «favor» al movimiento de los trabajadores al homogeneizar a los trabajadores, al crear en cierto sentido la clase y el conflicto de clase (la clase se constituye a sí misma como conflicto, no existe como tal o deriva de una cierta posición en el proceso de producción). Ahora el trabajo fragmenta y diferencia a las personas, lo que hace mucho más difícil crear una visión y una lucha colectivas, evitar volver a unas personas contra otras, porque entonces el capitalismo señalará a un grupo y le dirá que no puede ganar más debido a los privilegios del otro grupo que está ahí…
Se convierte en una carrera hacia el abismo…
Exacto, se convierte en una carrera hacia el abismo en forma de contratos a tiempo parcial o trabajo temporal, y con todas estas divisiones entre los trabajadores . Está creando una situación muy problemática, también desde el punto de vista de la producción, y por eso creo que es muy importante tomar el control de la mayor cantidad de lugares de trabajo posible y utilizar tanto estos lugares de trabajo como las cooperativas que se sitúan dentro de una lógica política/obrera/de lucha de clase para crear cadenas de producción.
En Argentina, por ejemplo, un estudio sobre unas 80 fábricas recuperadas mostraba que más del 16% de la actividad comercial, de venta o compra de recursos y recambios se hacía con otros lugares de trabajo recuperados y casi el 2% con la economía solidaria u otras formas de cooperativas (3). Esto significa que casi el 20% de lo que hacen está dentro de un ciclo que aunque no está totalmente fuera del capitalismo, no sigue estrictamente sus reglas. Al tener estas relaciones económicas se apoyan diferentes relaciones laborales y relaciones sociales. Por lo tanto, creo que es importante que tengamos tantos lugares de trabajo controlados por obreros como sea posible y también que empecemos a pensar en crear cadenas de producción.
Para acabar, ¿quiere hablarnos acerca de la página web workerscontrol.net que contribuyó a fundar?
Lo que tratamos de hacer es crear un archivo virtual con experiencias de control obrero de todo tipo de épocas y en diferentes lenguajes. Funcionamos en castellano, italiano, francés, inglés, alemán, portugués y griego. La idea es crear una red de investigadores y activistas de lugares de trabajo recuperados para que se disponga de la mayor cantidad de experiencias posible porque hasta ahora no había nada similar, solo había páginas web o fuentes dedicadas a autores específicos o a lugares de trabajo recuperados específicos.
También lo fundamos como una red descentralizada, no hay un grupo central que revise lo que puede estar o no en la web, de modo que todos los nodos son autónomos y libres de publicar aquello que consideren que es útil en el marco del control obrero. Es una interesante red de colaboración entre personas con orientaciones políticas diferentes, personas que se consideran a sí mismas comunistas de consejos o más anarcosindicalistas, otras que son luxemburgianas o gramscianas, otras trotskistas, otras pueden ser más obreristas, otras más marxistas tradicionales.
Lo que todas estas personas tenemos en común es que apoyamos el control obrero y queremos crear acceso a la mayor cantidad de información posible. Ahora estamos en un proceso de rediseñar la página web, que se volverá a lanzar dentro de unos meses con un nuevo diseño y mayor visibilidad.
Notas:
(1) Se puede leer una segunda entrevista con Dario Azzellini sobre las comunas y el control obrero en Venezuela aquí.
(2) El documental «Occupy, Resist, Produce» dedicado a Rimaflow se puede ver aquí. El dedicado a Officine Zero se puede ver aquí.
* El término utilizado es «insourcing» y su contrario, «outsourcing». (N. de la t.)
(3) Datos de este informe, páginas 35-36.
Dario Azzellini es sociólogo, politólogo, escritor y director de documentales. Ha trabajado y escrito por extenso sobre la cuestión del control obrero, incluido en sus dos últimos libros publicados, Ours to master and to own. Workers’ Control from the Commune to the Present (con Immanuel Ness) y An Alternative Labor History: Worker Control and Workplace Democracy. También ha realizado una serie de documentales sobre este tema llamada «Occupy, Resist, Produce» (con Oliver Ressler). Se puede encontrar más información sobre su trabajo en su página web.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.