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Desafíos del Foro Social Mundial

Fuentes: La Jornada

Todo indica que la participación en el Foro Social Mundial (FSM), que este año se celebrará otra vez en Porto Alegre, Brasil, del 26 al 31 de enero, será nuevamente numerosa, pues apenas la semana pasada el comité organizador informaba que ya se habían inscrito 60 mil 639 personas y representantes de organizaciones de todo […]

Todo indica que la participación en el Foro Social Mundial (FSM), que este año se celebrará otra vez en Porto Alegre, Brasil, del 26 al 31 de enero, será nuevamente numerosa, pues apenas la semana pasada el comité organizador informaba que ya se habían inscrito 60 mil 639 personas y representantes de organizaciones de todo el mundo. El incremento en pocos años ha sido notable, si tomamos en cuenta las 20 mil personas que acudieron al primer FSM en Porto Alegre en 2001, y las más de 100 mil que participaron en los dos pasados foros en Porto Alegre y Mumbai.

Según algunos de sus promotores, el éxito se debe no sólo a su principal objetivo: la ampliación y consolidación de la lucha universal contra el neoliberalismo, sino sobre todo a la oportunidad de su convocatoria, y a la búsqueda de nuevas estrategias de transformación del mundo.

Teniendo en cuenta experiencias como la que se tuvo en 1999 en Zurich y Davos, cuando participaron solamente cinco movimientos sociales (uno por cada continente) en una reunión de este tipo, con el título Otro Davos, el FSM emerge cuando en la sociedad en su conjunto se van experimentando de abajo hacia arriba las dramáticas consecuencias sociales que arroja el neoliberalismo, y las frustraciones que trajeron consigo en el horizonte utópico la caída del muro de Berlín, y en el campo político la práctica real de la democracia falsamente representativa, así como la crisis de los partidos.

La «nueva forma de hacer política» del FSM se encuentra expresa en la propuesta de su Carta de Principios. Se dice, por ejemplo, que el FSM no es sino un espacio, una plaza abierta a todos los que están comprometidos con la superación del capitalismo, para que en actividades de diverso tipo, organizadas por ellos mismos, intercambien experiencias, se reconozcan y se ayuden mutuamente, aprendan unos de otros, se articulen, rompan barreras que separan los diferentes tipos, opciones y objetivos de lucha, lancen nuevas iniciativas de acción, etcétera.

Allí mismo se precisa que en este encuentro horizontal no hay jerarquías de importancia entre lo que en él es presentado y discutido, ni son redactados «documentos finales» que pretendan orientar a los participantes hacia determinadas formas de lucha, empobreciendo la multiplicidad de propuestas. Por ello el foro no tiene dirigentes, y nadie está autorizado a hablar en su nombre. En su organización y funcionamiento la regla de oro es el respeto a la diversidad, que asegurará la pluralidad cultural, política y de ritmos, que la humanidad va exigiendo como característica básica del nuevo mundo que soñamos. Se trata en suma de una acción transformadora que viene también de abajo a arriba y de dentro hacia fuera, configuradora de una nueva cultura ciudadana, mediante prácticas sociales nuevas, respetuosas de la dignidad del ser humano y de la propia naturaleza.

El FSM se enfrenta, sin embargo, a una serie de desafíos internos y externos, que deben ser discutidos y superados en sus distintas reuniones, tales como, por un lado, el hundirse en la dulce anarquía, la convergencia de propuestas, la presencia dominante de las clases medias, la eficacia política de las luchas y su carácter revolucionario. Y, por otro, la cooptación por el sistema, la «folklorización» de los medios, así como la represión ideológica y política.

Para solucionar algunos de estos problemas, el año pasado se decidió en Mumbai una nueva orientación: la presencia intensiva (unas 20 mil personas) de los más pobres. Los dalits (fuera de casta), las minorías étnicas, los habitantes de suburbios marginales estaban presentes, no en los grupos de discusión -por razones de lengua-, sino en el sitio mismo de foro, con manifestaciones populares permanentes. Por ello este año se ha decidido también sacar el foro de las universidades y celebrarlo en las calles, con el propósito de generar simbiosis fundamentales entre movimientos populares, sociales e intelectuales comprometidos. Se ha ideado igualmente una metodología que propicie mayor confluencia de temas y la mejor articulación de actividades de aglutinamiento. Es posible que de nueva cuenta se presente la discusión sobre el sensible problema de las relaciones entre el FSM y los partidos políticos.

En Mumbai se reconoció la necesidad de los dos campos, aunque admitiendo la especificidad de cada uno. Los movimientos y las organizaciones no gubernamentales (ONG) progresistas no pueden admitir ser instrumentalizados por los partidos, en función de sus objetivos, así sean electorales. Y los partidos no pueden aceptar que ciertas ONG y movimientos sociales contribuyan a despolitizar a las sociedades. Como expresa Francois Houtart, uno de los principales organizadores del FSM, el reconocimiento mutuo parece ser la única solución posible.