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Desde el Sur del mundo al Norte del mundo

Fuentes: Revista Pueblos

El Comercio Justo es una alternativa a ese comercio que llaman libre, pero que es causa de estragos y abismales diferencias; que carece de toda norma ética que no sea el enriquecimiento o la formación de un patrimonio personal. Con la globalización de los mercados y la expansión de la ideología neoliberal, la función del […]

El Comercio Justo es una alternativa a ese comercio que llaman libre, pero que es causa de estragos y abismales diferencias; que carece de toda norma ética que no sea el enriquecimiento o la formación de un patrimonio personal. Con la globalización de los mercados y la expansión de la ideología neoliberal, la función del comercio como un servicio al público, como una función social, sobre todo en las grandes ciudades y nuevas urbanizaciones, es sustituida por la eficiencia de rentabilidad y la maximización de los beneficios. Parece evidente que el comercio genera riqueza… pero millones de personas quedan al margen de sus beneficios.

«Es evidente que sólo se puede comprar algo a una persona que quiera venderlo y sólo se puede vender a quien quiera comprar. El comercio es un intercambio voluntario entre personas que consienten llevarlo a cabo, así que es ‘justo’ por definición. Pero, a la vez, decir comercio ‘justo’ es una contradicción porque el comercio se corrige de manera automática él mismo con las fuerzas del mercado. Así pues, ¿qué es el Comercio Justo?» [1].

El mercado no es neutral, es un instrumento económico que puede servir para construir o destruir. Aunque es un medio generador de grandes diferencias puede llegar a ser también un medio para el reparto equitativo de la riqueza, una herramienta de desarrollo. Lo mismo que la ciencia puede estar dirigida para la paz o para la guerra.

Breve Historia del Comercio Justo

Ante la desigualdad creciente en el comercio internacional, ya en 1964, en la conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, se oyó la demanda de «COMERCIO, NO AYUDA» proveniente de los países empobrecidos. En esta línea, surgió, en la década de los 60, el Comercio Justo en Holanda como respuesta de la sociedad civil a las distorsiones del comercio internacional. A partir de entonces, el movimiento se extendió rápidamente por los Países Bajos, Alemania, Suiza, Austria, Francia, Suecia, Gran Bretaña y Bélgica.

En España, se ha convenido en fijar el año 1989 como fecha de nacimiento del Comercio Justo, pero los hitos más significativos de la formación de este movimiento han sido la celebración del I Encuentro Estatal de Economía Alternativa, Justa y Solidaria, en Córdoba en mayo de 1993, y la creación de la Coordinadora Estatal de Organizaciones de Comercio Justo en 1996.

Desde Intermón Oxfam nos sumamos en 1993 a este movimiento internacional con la intención de establecer un verdadero puente entre el Norte y el Sur para lograr condiciones laborales y comerciales justas e igualitarias, que aseguren a las poblaciones un medio de vida sostenible. Se trata de unas «reglas de juego» distintas a las habituales, que tienen en cuenta las condiciones de vida de las personas y el respeto por su entorno natural.

La particularidad del Comercio Justo es que nace, pues, del encuentro de tres nuevos sujetos: productores-asociados, mediadores-facilitadores y consumidores-responsables; además del encuentro entre el Norte y el Sur. Del Norte proviene ese nuevo sujeto consumidor que toma «responsabilidad» y se hace capaz de dirigir su elección de compra. Del Sur provienen estos pequeños productores de familia extensa, integrados en comunidades y colectivos de apoyo mutuo, con mentalidad de incursionar en el mercado, por sus propios medios y asociados a otros semejantes. Y de ambos Norte, y Sur, proviene por último un tercer sujeto que son las ONGDs (Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo) que se proponen acompañar a ambos sujetos en la escalada por su emancipación y facilitarles el camino.

Las organizaciones de Comercio Justo pagan por cada artículo un precio acorde al esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras, asesoran sobre la producción, ofrecen créditos, pagan parte del pedido por adelantado y, finalmente, lo hacen llegar hasta nosotros.

Aunque el 70por ciento del comercio mundial está controlado por las multinacionales, es posible encontrar «nichos» de mercado donde productores y consumidores se ponen de acuerdo directamente. Uno de estos «nichos» es el Comercio Justo. Aunque cuantitativamente la masa de capital que mueve es muy pequeña (insignificante comparada con el movimiento de los mercados financieros), el valor cualitativo que tiene esta forma de comerciar solidaria y recíproca, es inmensa y prometedora.

El Comercio Justo es una relación comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones en el comercio y garantizando los derechos de los productores y trabajadores marginados, especialmente en el Sur [2].

El precio de los productos es el resultado de una negociación entre los actores de este comercio. El precio debe cubrir el coste total de producción, gastos sociales y medioambientales incluídos. Y debe ser lo suficientemente alto para que proporcione a los productores una vida digna y un margen para invertir en el futuro.

El Comercio Justo en Intermón Oxfam

En una reunión de equipo, un compañero nos comentaba que se había planteado cómo podría explicar qué es el Comercio Justo a un vecino que le preguntara cuál era su dedicación en el ascensor de su vivienda, teniendo en cuenta que sólo contaba con el tiempo que tardaran en subir de la planta baja a la primera. Y después de mucho pensarlo, nos decía, había llegado a la conclusión de que la forma más resumida y humana de aproximarse a ello podría ser esa frase: «Las personas por delante de los beneficios».

El comercio tradicional pocas veces defiende los criterios del Comercio Justo, y casi siempre acentúa las diferencias entre los países ricos y pobres. Esta situación puede cambiarse a través del Comercio Justo, una herramienta de cooperación para colaborar en la erradicación de la pobreza en los países en desarrollo y posibilitar que las poblaciones empobrecidas puedan salir de su dependencia y explotación.

El Comercio Justo es una manera productiva de erradicar la pobreza de los países del Sur, estableciendo un sistema comercial que ofrece a los productores acceso directo a los mercados del Norte y unas condiciones laborales y comerciales justas e igualitarias. Además, se garantiza a los consumidores que los productos que compran han sido elaborados en condiciones dignas. Los principios de Comercio Justo son:

Salarios y condiciones laborales dignas. Los sueldos que reciben los trabajadores del Sur les condenan a ser esclavos de la pobreza.

No a la explotación infantil. Los niños y niñas trabajan como adultos en muchos países del Sur. Los jornaleros son ayudados por sus hijos e hijas para así aumentar los ingresos. Sin una escuela que les facilite un mejor futuro, trabajan demasiadas horas y viven en condiciones insalubres y expuestos a enfermedades. Además, cobran menos por su trabajo y sufren trastornos que les afectan física y psíquicamente.

Igualdad entre mujeres y hombres. Es habitual que la mujer cobre un salario inferior por realizar el mismo trabajo que un hombre. El 70 por ciento de las personas que viven en la pobreza absoluta son mujeres y hay un abismo entre la retribución que las mujeres reciben y el papel que desempeñan en la sociedad.

Derechos laborales. En muchos países de Sudamérica y África, los capataces van armados; los temporeros se hacinan en alojamientos precarios; no hay ninguna cobertura sanitaria para prevenir enfermedades o accidentes; las leyes no permiten la asociación o sindicación y, si la permiten, los sicarios se encargan de perseguir a los activistas.

Respeto por el medioambiente. La sobreexplotación de los recursos naturales compromete el desarrollo de los países del Sur. En los últimos años se ha intensificado el uso de pesticidas y fertilizantes en las plantaciones. Se estima que en los países del Tercer Mundo se utilizan sin control unas 400.000 toneladas anuales de pesticidas, muchos de ellos prohibidos en los países del Norte. Aunque a corto plazo eliminan las plagas, estos productos afectan a la piel y a las vías respiratorias, y provocan la degradación de los suelos y la contaminación del medio ambiente, con la consiguiente recesión de los cultivos. Una producción de café sin productos químicos supondría un ahorro de entre 60 y 120 euros por año y hectárea, aunque la productividad de las tierras sería menor.

Intermón Oxfam traza políticas de compra que equilibran los criterios de Desarrollo y Comerciales, asegurando una compra justa de productos mediante: precios equilibrados, un volumen de compra estable y prefinanciación. Establece prioridades en los pactos comerciales con aquellos productores de países más empobrecidos, con un número elevado de mujeres trabajadoras y con ofertas de productos variados y novedosos.

Actualmente, apoyamos a 113 organizaciones de Comercio Justo y promovemos campañas de sensibilización que potencien, entre la población, el conocimiento de esta alternativa de consumo consciente y comprometido.

Como consumidores, último eslabón del sistema económico, tenemos una responsabilidad, pero también tenemos un poder. Con nuestra forma de consumir podemos influir en la marcha de la economía y del mundo de una forma directa. Un consumo consciente y responsable, orientado al fomento de actividades satisfactorias para las personas y la naturaleza es una gran contribución y un decisivo instrumento de desarrollo.

La información y sensibilización de los ciudadanos y las ciudadanas resulta fundamental para impulsar el Comercio Justo. El consumo de productos de Comercio Justo es aún minoritario en nuestro país. Según el Barómetro de Consumo 2007 [3], de la Fundación Grupo Eroski [4], sólo el 26 por ciento de los consumidores adquirió alguno de estos artículos en los últimos doce meses, frente al 25 por ciento de 2005. Las cifras reflejan un crecimiento contenido que choca con el aumento registrado entre 2004 y 2005 en el volumen total de ventas: un 28,4 por ciento, la mayor tasa de crecimiento desde que se inició la década.

El Comercio Justo es, por su naturaleza, un rico canal de información, experiencias y aspectos culturales, que estimula el nacimiento de relaciones no únicamente económicas sino también culturales y humanas.

En momentos de crisis es cuando la solidaridad debe verse reforzada. Ahora más que nunca millones de familias dependen de tu pequeña contribución. Con un pequeño gesto, comprando un café, ya estás colaborando a que otras personas tengan acceso a una vida sostenible. Los pequeños actos de compra pueden ser muy poderosos si se llevan a cabo colectivamente. Ante la situación de crisis no podemos ignorar que millones de personas de los países empobrecidos están sumidas en la pobreza y que el Comercio Justo es una herramienta global en la lucha por erradicar la pobreza en el mundo.

El objetivo de nuestro trabajo es que más mujeres y hombres, en el campo y en la ciudad, ejerzan el derecho a disponer de unos medios de vida seguros y sostenibles, fruto de un reparto más justo de la riqueza.

Este artículo ha sido publicado originalmente en el nº 37 de la Revista Pueblos, junio de 2009.


Sonia Díaz Zapata es responsable de Sensibilización de Comercio Justo de Intermón Oxfam – Andalucía y Canarias: www.IntermonOxfam.org

Notas

[1] Ranson, D. (2002): Comercio Justo: Doble Comercio, Barcelona, Intermón-Oxfam, p. 7.

[2] Definición de la red FINE, aceptada por los participantes del movimiento.

[3] Ver: http://barometro.fundacioneroski.es

[4] García, A. (2008): «Web Consumer Eroski». Consultado el 13 de abril de 2009.