Continúan las protestas contra una compañía minera australiana que construye la mayor planta de procesamiento de minerales con subproductos radiactivos cerca de esta central localidad de Malasia. La corporación Lynas despachará minerales de «tierras raras» de su mina en Port Weld, en el oeste de Australia, hacia su planta de procesamiento en Gebeng, un puerto […]
Continúan las protestas contra una compañía minera australiana que construye la mayor planta de procesamiento de minerales con subproductos radiactivos cerca de esta central localidad de Malasia.
La corporación Lynas despachará minerales de «tierras raras» de su mina en Port Weld, en el oeste de Australia, hacia su planta de procesamiento en Gebeng, un puerto pesquero fuera de esta ciudad malasia, 250 kilómetros al norte de Kuala Lumpur.
Las «tierras raras» son minerales que contienen elementos del bloque «f» de la tabla periódica y que eran hasta hace poco raramente utilizados debido a la dificultad de separarlos.
Los manifestantes sostienen que la planta producirá grandes cantidades de desperdicios tóxicos como el torio radiactivo, que supone un peligro para ellos y las futuras generaciones. Pero Lynas y el gobierno de Malasia sostienen que el contenido de torio de los desechos será bajo, totalmente manejable y que no representará ningún problema para la salud porque se utilizará alta tecnología y los últimos equipos de control de emisiones radiactivas.
La compañía señaló que almacenará los desperdicios en «contenedores fuertes y seguros» en un área de poco menos de 4,8 hectáreas cerca de la planta hasta que se encuentre una solución permanente.
La legisladora de esta ciudad Fuziah Salleh, quien encabeza la protesta, se niega a apoyar el almacenamiento de desperdicios en su distrito o en cualquier otro lugar de este país. «Malasia no debe ser un basurero de desechos radiactivos. Queremos que Australia se los lleve», indicó.
Los temores sobre la radiación son infundados porque el óxido de Port Weld suele tener un bajo contenido de torio, reza un comunicado divulgado por Matthew James, director de comunicaciones de Lynas. «La materia prima es segura, no es tóxica ni peligrosa», apuntó.
Pero Salleh cuestiona la declaración de James. «El contenido de torio es alto», aseguró, lo que fue confirmado por funcionarios australianos, añadió.
Los minerales de «tierras raras» se utilizan en equipos de precisión como computadoras portátiles, televisores de pantalla plana, teléfonos celulares y misiles.
La demanda aumentó desde que China, que controla 95 por ciento de la producción, impuso en junio de 2010 controles a la exportación para conservar recursos y abastecer el mercado interno.
Lynas tiene previsto comenzar la producción en Gebeng en septiembre tras recibir el último permiso del gobierno. La compañía prevé exportar minerales raros por unos 91.300 millones de dólares al año, a partir de 2012.
Malasia ya tuvo una planta de «tierras raras» hace 30 años en el septentrional estado de Perak, lo que agrava la protesta contra Lynas.
La planta ubicada en Bukit Merah debió cerrarse tras registrarse un aumento de problemas congénitos y de leucemia entre recién nacidos de la zona.
Todavía se está limpiando el torio de Bukit Merah, almacenado en bidones bajo tierra, en pozos de poca profundidad, lo que prueba los peligros a largo plazo del mineral. «Lynas puede venir e irse, pero nosotros tendremos que lidiar con los desechos durante muchas, muchas décadas», arguyó Salleh.
Pero la compañía alega que el contenido de torio de la materia prima que usará es 50 veces inferior a la empleada en Bukit Merah. «Eso se debe a la geología única de la mina Mount Weld», indicó James.
El gobierno y autoridades de Lynas tratan de disipar los temores de la población con varios encuentros realizados en marzo y este mes para explicar y clarificar la actividad de la compañía.
La población local, pescadores, agricultores, pequeños empresarios, profesores y funcionarios, señala que está abierta a los testimonios de expertos sobre la seguridad de la planta, pero insisten en que la compañía debe llevarse los desperdicios de torio.
«Los desechos no deben almacenarse aquí ni en ningún otro lugar de Malasia», señaló el pescador Yusuf Ahmad. «Por qué no procesan el mineral en Australia y almacenan los desechos ahí», preguntó, utilizando el argumento generalizado aquí de que Lynas se instala en Gebeng porque no pudo conseguir todas las licencias de producción en su país.
«Queremos trabajos y progreso, pero no queremos desperdicios nucleares. Mire lo que ocurre en Japón», añadió Yusuf, refiriéndose al desastre atómico ocurrido en ese país tras el terremoto y tsunami del 11 del marzo.
Lynas probablemente se mudó a Kuantan por las severas leyes ambientales de Australia y la presión del influyente Partido Verde, dos factores de los que Malasia está libre, indicó Salleh.
Pero la compañía sostiene que la planta, cuya construcción ascendió a 220 millones de dólares, obtuvo todos los permisos necesarios para operar en Australia, y que se mudó a Kuantan para aprovechar las buenas condiciones del puerto, la fuerza de trabajo y la abundancia de agua, entre otros recursos.
El gobierno está deseoso de que Lynas comience sus operaciones porque necesita inversiones extranjeras y promover nuevas industrias que utilicen los minerales de «tierras raras» que producirá la planta.
La creciente oposición de la población es un gran dolor de cabeza para el gobierno que se esfuerza por ganar su apoyo.
También existe el temor de que la planta de Gebeng tenga consecuencias negativas sobre el turismo, consolidado en la costa oriental de Malasia, que alberga algunos de los paisajes más bellos del país. «Los ingresos del turismo acusarán el golpe cuando se sepa que una planta que dejará desechos de torio funciona cerca de la costa», dijo Vincent Lau, quien vive a 30 kilómetros del área.
La población local no está convencida del «costado seguro y manejable» del torio. Las protestas continuarán hasta que no se encuentre una solución permanente para los desechos tóxicos.