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Después del Foro

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El domingo despedimos a los últimos compañeros y amigos que llegados desde otros países de Europa y de América Latina, regresaban a casa luego de participar durante cinco días en el Foro Social Europeo. Lo acontecido en cientos de seminarios, talleres, discusiones y encuentros lo tratamos de recoger en páginas de esta edición y en […]

El domingo despedimos a los últimos compañeros y amigos que llegados desde otros países de Europa y de América Latina, regresaban a casa luego de participar durante cinco días en el Foro Social Europeo.

Lo acontecido en cientos de seminarios, talleres, discusiones y encuentros lo tratamos de recoger en páginas de esta edición y en las semanas sucesivas, aunque es imposible abarcarlo en su totalidad dado la cantidad y calidad de temas que se derivan de este importante evento social internacional.

La celebración de este V Foro Social Europeo en una ciudad de Escandinavia, región bastante periférica del continente, es de por sí un elemento positivo porque contribuye a acercar experiencias, logros y problemas de las luchas anticapitalistas del presente y no menos de lo que se desprende de la actual situación política que vive América Latina, cuando asistimos a la clara bancarrota del neoliberalismo como doctrina económica y social.

Es cierto que hoy se comienza a debatir sobre la utilidad o no y los posibles rumbos que tengan que adoptar en el futuro estos foros sociales.

Sin querer eludir tan necesario análisis, es necesario afirmar el carácter positivo que para los que vivimos en Escandinavia tuvo este quinto FSE realizado en Malmö. En primer lugar, para cientos de activistas sociales, militantes políticos y personas comprometidas en general, que hoy pueden sentirse más enriquecidas y estimuladas por el intercambio y la convivencia que posibilitó este evento antes y durante su realización. Y en segundo lugar, para la población en general comúnmente pasivizada y marginalizada del debate de alternativas sociales por los grandes medios y el poder político del capitalismo, que de pronto vio arribar a hombres y mujeres, jóvenes y mayores de Europa y otros continentes que marcharon por las calles de Malmö. Porque no siempre en Escandinavia podemos vivir estas experiencias de intercambios sociales y políticos en ámbitos más abiertos y multitudinarios.

Por otra parte como no podía ser de otra manera, para los grandes medios de Suecia este foro de Malmö sólo existió en los aislados y minoritarios disturbios protagonizados por despistados jóvenes anarquistas y no en lo que realmente fue una positiva muestra de análisis de propuestas para «otro mundo posible».
Creemos que fue altamente beneficioso poder dar a conocer a nuestros hermanos de Europa los avances populares y revolucionarios en América Latina y que trabajadores, campesinos, activistas y dirigentes pudieran seguir coordinando luchas y enlazando alternativas al capitalismo. El solo hecho de haber podido mostrar y explicar en el ámbito de un foro social europeo aspectos concretos alcanzados con el ALBA, como alternativa de integración económica y social nacida de la visión justa y solidaria de los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez, valió el esfuerzo. Así como poder defender una vez más a Cuba, Venezuela y Bolivia de las mentiras y agresiones orquestadas por Estados Unidos.

Nacidos en Porto Alegre, una ciudad de América Latina, los foros sociales aparecen en el momento más arrollador del neoliberalismo y como expresión organizada de la irrupción de multitudinarios movimientos sociales, a los cuales Ignacio Ramonet denominó como «altermundistas», casi diez años después parecen haber llegado a un punto de declinación.

En 2002 a excepción de Cuba y Venezuela, no existían en América Latina otros gobiernos que no fueran mayoritariamente neoliberales. Por lo tanto hoy quizá se imponga una actualización y exigencia de que los foros mundiales no sólo discutan, sino que acuerden acciones políticas concretas. Y que además, se entienda que el Foro Social Mundial es tan político como su antípoda el de Davos, y que es tiempo ya de que en él se articulen junto a los movimientos sociales, los partidos políticos de izquierda y revolucionarios. Partidos que en el caso de América Latina ya son gobierno en muchos de nuestros países.