La península de Corea fue liberada por las tropas aliadas del dominio imperial japonés finalizada la Segunda Guerra Mundial, partiéndose en dos su territorio, en el sur se desplegaron las tropas norteamericanos y en el norte las soviéticas. Desde entonces hasta ahora no difiere mucho la relación entre ambas. Los estados enfrentados, el capitalista y […]
La península de Corea fue liberada por las tropas aliadas del dominio imperial japonés finalizada la Segunda Guerra Mundial, partiéndose en dos su territorio, en el sur se desplegaron las tropas norteamericanos y en el norte las soviéticas. Desde entonces hasta ahora no difiere mucho la relación entre ambas. Los estados enfrentados, el capitalista y el socialista, han protagonizado una guerra en 1950 que concluyó en un armisticio o suspensión temporal de los combates y en los años posteriores se han intercalado enfrentamientos armados de menor magnitud con la firma de acuerdos por la reunificación, la paz y la prosperidad económica.
La administración Obama en 2011, tras el fracaso militar en Iraq y Afganistán, anunció que realizaría un giro estratégico en su relación con China, la nueva potencia emergente asiática. Ante la importancia del rol que estaba asumiendo el gigante rojo en Asia y el Pacífico los EEUU definieron la nueva doctrina geopolítica modernizando sus bases militares en Japón, Corea del Sur, Taiwán y Australia. Ese mismo año el presidente Obama aprobaba el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Corea del Sur. Un convenio que generó miles de millones de dólares para ambos países y fue el mayor acuerdo comercial desde el tratado con sus vecinos México y Canadá (NAFTA).
Desde 1997 se vienen realizando anualmente las maniobras Foal Eagle. Se trata de unos ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur en la frontera con tropas terrestres apoyadas por bombarderos y portaaviones. Es considerada una de las operaciones más grandes del mundo y se está llevando a cabo este año durante marzo y abril. Su inicio coincidió con el lanzamiento al mar de Japón de cuatro misiles balísticos por parte de Corea del Norte. En este escenario es difícil afirmar que el presidente Kim Jong-un estuviese realizando ningún ensayo, antes se estaría preparando para un ataque nuclear. El propio jefe de la diplomacia norteamericana, Rex Tillerson, hizo una declaración explícita de intervención militar: «Si aumentan la amenaza de su programa armamentístico hasta un nivel en el que creemos que es necesaria una acción, esa opción está sobre la mesa».
La reacción de Seúl a las «provocaciones» norcoreanas ha sido instalar en su territorio el escudo antimisiles estadounidense THAAD. Desde Rusia se critica lo desproporcionado de la medida y para China significa una grave amenaza de los intereses estratégicos de seguridad en la región. Pekín es el mayor socio económico de Corea del Sur y su oposición al despliegue balístico y de radares está provocando una campaña nacional para reducir la colaboración económica entre ambos, empezando por un boicot al sector turístico que significará para Seúl la pérdida de miles de millones de dólares anuales. Las consecuencias del bloqueo chino y de la política proteccionista de Donald Trump en el elevado índice de desempleo será parte del legado de la primera ministra destituida, la conservadora Park Geun-hye, al partido opositor de centroizquierda si, como parecen indicar las encuestas, gana las elecciones.
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