Hoy en día las redes sociales y el uso que hacemos de las mismas han conformado una nueva forma de relacionarnos, ya sea entre personas, entre empresas, organizaciones, etc. Ya no solo buscamos entretenernos a nivel personal y estar en contacto con nuestros allegados o compartir contenidos más íntimos, sino que buscamos una manera de […]
Hoy en día las redes sociales y el uso que hacemos de las mismas han conformado una nueva forma de relacionarnos, ya sea entre personas, entre empresas, organizaciones, etc. Ya no solo buscamos entretenernos a nivel personal y estar en contacto con nuestros allegados o compartir contenidos más íntimos, sino que buscamos una manera de expandirnos profesionalmente y darnos a conocer más allá de los límites de lo «conocido».
Las empresas han tomado buena nota de ello de tal manera que actualmente no podríamos contemplar (o se hace difícil hacerlo) una estrategia empresarial que no utilice las redes sociales como instrumento y herramienta indispensable para llegar a un público objetivo e incrementar sus ventas, siendo por tanto otro elemento sobre el cual debe articularse un sólido y eficaz Plan de Marketing. El objetivo fundamental del marketing consiste en identificar las necesidades y deseos del público objetivo para poder satisfacerlos de una forma más eficiente y valorada que la competencia. Estamos pues ante una relación de intercambio y beneficio mutuo, donde el consumidor de un bien o usuario de un servicio ve satisfecha su necesidad y la empresa obtiene la compensación monetaria de la transacción realizada. Además, si ha realizado bien su trabajo obtendrá por parte del cliente una valoración positiva que, gracias a las redes sociales, podrá compartir con otros potenciales clientes y por tanto incrementar el prestigio de la marca de la empresa, mejorar su posicionamiento en motores de búsqueda y augurarle buenas expectativas comerciales futuras.
Pero no debemos quedarnos únicamente en el enfoque comercial, las redes sociales son también un potente instrumento para difundir acciones sociales, comprometer a la gente en causas justas, fomentar un uso responsable de determinados bienes, etc. Esto quiere decir que las redes sociales pueden llegar a tener poder de transformación social, ya que al fin y al cabo son generadores de opinión, lugares de debate, de intercambio de ideas y favores. No sería descabellado afirmar que haciendo un buen uso de las redes sociales podemos trabajar por el bien común, bien a título individual, bien desde organizaciones y colectivos que pretendan fomentar determinados valores. Y es en este punto donde Economía y Social Media se dan de la mano. A continuación pretendo exponer unas pequeñas nociones sobre sistemas o estructuras económicas alternativas a las que habitualmente se conocen, y que haciendo una labor de concienciación colectiva nos podemos dar cuenta de los beneficios que podrían reportarnos.
1. Economía del Bien Común
La Economía del Bien Común es un libro escrito por el economista Christian Felber donde sienta las bases de lo que sería un sistema económico basado en la aportación de las actividades económicas al bien común. No se trata de hacer saltar por los aires el sistema actual, sino reformarlo. Es curiosa la tendencia al miedo que tenemos las personas ante la palabra «cambio», como si este solo fuera posible dentro de un marco destructivo. Las cosas se pueden cambiar sin necesidad de romper con todo lo anterior o establecido, el cambio puede partir también del «ajuste», de la reforma, de la reorientación si nos gusta más. Esto es lo que trata de explicar Felber. Nos encontramos en un sistema económico centrado en la consecución de beneficios monetarios individuales donde la más fiera competencia articula todas nuestras acciones personales y profesionales. Pues bien, sustituyamos eso por una mayor tendencia a la colaboración entre los agentes económicos que suponga una aportación al bien común de cada uno de nosotros respetando siempre el medio en el que vivimos. Serán las empresas con un sistema de toma de decisiones más democrático, generadoras de un ambiente de trabajo donde prime la cooperación, respetuosas con el medio ambiente y cuya oferta de bienes y servicios supongan una utilidad y satisfacción real a sus clientes, aquellas que serán recompensadas por la Administración en forma de desgravaciones y descuentos fiscales frente a otras que no se comporten de la misma manera. Por lo que los productos de estas últimas serán más caros, perdiendo competitividad y cuota de mercado y quedando relegadas a menos que se comprometan a establecer prácticas empresariales hacia el bien común.
Para obtener más información sobre este modelo, así como los indicadores sobre los que se basa os dejo los siguientes enlaces:
Matriz Economía del Bien Común
Explicación de la EBC por Christian Felber
2. El Decrecimiento
El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social cuyo origen está vinculado a movimientos y grupos ecologistas europeos surgidos en el siglo pasado. Este modelo demanda una disminución regular y controlada de la producción económica, con el objetivo de establecer un mayor equilibrio entre las personas y la naturaleza.
Los defensores del decrecimiento proponen una disminución del consumo y la producción racional, pudiendo así respetar el medio ambiente, ya que progresivamente nuestro planeta no deja de empeorar debido a la actividad económica descontrolada a la que muchos países occidentales estamos ciegos, debido a que buena parte de esta producción tiene lugar en territorios alejados de nuestros hogares, como el sudeste asiático. Un buen ejemplo de las consecuencias que las actividades de producción están teniendo sobre nuestro planeta viene ilustrado de la mano del documental «The True Cost», centrado en la industria de la moda y las repercusiones que esta tiene sobre los trabajadores y el medio en el que viven, tras el cual nos resultará imposible no hacer un ejercicio de reflexión y crítica.
Uno de los máximos exponentes del decrecimiento en España es Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Autónoma de Madrid, quien ha publicado varios libros sobre el tema de una manera sencilla y amena. El decrecimiento apuesta por tanto por sistemas productivos más sostenibles, fomento del comercio local y autoproducción y emprendimiento, así como un sistema basado en una menor acumulación de bienes y más partidario de un uso responsable y compartido de los mismos.
3. Economía colaborativa
Veamos ahora el último de los enfoques económicos alternativos que traigo hoy: la Economía Colaborativa. Como su nombre indica no parece que diste mucho de las anteriores, donde uno de los principios básicos era el de colaboración y cooperación. Pues bien, efectivamente este sistema basa las acciones de consumo de los agentes económicos en el aspecto colaborativo o «sharing economy», se pretende fomentar el intercambio y uso compartido de los bienes y servicios, haciendo de ello un conjunto de deseos de los que todos puedan verse satisfechos. Debido precisamente a las redes sociales y a plataformas creadas en medios digitales donde la gente ponía cosas en común, este sistema de pequeñas acciones económicas ha comenzado a tener presencia real en nuestras vidas. ¿Por qué empeñarnos todos en tener un determinado objeto si una vez consumido no supone ninguna pérdida de valor del mismo para poder ser compartido, y a su vez reutilizado? Algo tan sencillo como por ejemplo compartir cultura, intercambio de libros, compra-venta de libros usados, cesión de partes de bibliotecas personales a bibliotecas públicas, etc., supone un gran beneficio social además de ser un medio ideal para poder poner en contacto a personas con gustos e intereses en común, y crear vínculos entre usuarios de un mismo bien. El social media en ese sentido a través de sistemas de reputación basados en notas, comentarios, reseñas en una determinada comunidad ha supuesto un impulso muy importante a este tipo de economía colaborativa, creándose incluso categorías de expertos que pueden ofrecer sus opiniones y ayuda a la comunidad, fomentando la confianza entre aquellos que poseen los bienes o los disfrutaron y aquellos «clientes» que esperan adquirirlos.
Dentro de esta categoría podríamos hablar de servicios tan en auge y conocidos por todos como los que proporciona Blablacar, plataforma que nació precisamente basada en la idea de consumo colaborativo, consistente en compartir coche en trayectos de media y larga distancia entre viajeros que poseían coche y viajaban solos y aquellos que no lo tenían y deseaban ir al mismo destino. Plataformas como esta, que se basan en el consumo colaborativo, la asunción de costes compartidos entre varios usuarios de un servicio, la introducción de precios más competitivos en el mercado en beneficio del consumidor, y la disminución de la agresión al medio ambiente, deberían ser siempre bienvenidas.
Por lo tanto, y después de ver las líneas principales sobre las que se basan nuevos enfoques alternativos a las actividades económicas que se están llevando a cabo actualmente, no parece que estas supongan ninguna amenaza de las que empresas o ciudadanos debieran protegerse, todo lo contrario, deberíamos esforzarnos entre todos en abrazar muchas de sus consignas, y para ello las redes sociales se antojan como elemento imprescindible en dicha labor.
Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Economia-y-Social-Media-la-union