A la fecha la mayoría de los movimientos sociales y la sociedad en general han adherido a la demanda por el «derecho» a la educación, proponiendo su estatización. Simultáneamente algunos sectores, ante la falta de respuesta de los malos gobiernos, levantan propuestas educativas concretas, alternativas que no son estatales, ni mercantiles, sino sociales, que persiguen […]
¿Qué hay más allá del derecho a la educación?
La construcción y el ejercicio de autogestión educativa hace parte de proyectos emancipatorios emanados desde los movimientos sociales ante la crisis del Estado en América latina. Las críticas masivas hacia el sistema educativo actual es sintomático de éste cambio de ciclo en que las estructuras determinantes de la desigualdad y, que históricamente han limitado las fuerzas instituyentes en su lucha contra lo constituido se ponen en tela de juicio. Los mismos principios de organización de la sociedad son cuestionados.
La reforma educacional de la Nueva Mayoría va a contrapelo de este cambio de época, no es un giro estratégico en esa dirección, no es una ruptura con el sentido detrás del modelo inaugurado en dictadura. Solamente responde a una reorganización táctica del poder con miras a su mantenimiento mediante la inauguración de una novísima fase de dominación capitalista. En esta ya se conoce lo que será uno de sus principales componentes: el monopolio educativo en la sociedad chilena de los próximos años no será de la Iglesia o el Mercado docente, sino será el retorno del Estado docente.
La estatización del sistema escolar simplemente contendrá la regresiva desposesión capitalista, mas no permitirá una progresividad en su superación, ir más allá de él. Peor aún, uno de los triunfos de la reforma será consensuar un nuevo pacto que definirá los límites de lo posible para el quehacer educativo, una síntesis social que monopolizará la conducción del sistema en la estatalidad y silenciará el rol de la sociedad organizada y su capacidad para autoemanciparse y educarse por sus propias manos.
El derecho a la educación podrá ser conquistado, con el riesgo de callar tras de sí una necesidad ineludible para ese nuevo mundo que aún no puede nacer: pensar desde los cimientos la organización futura de la sociedad donde la Escuela constituye su prefiguración, su desarrollo en el presente representaría esa sociedad por la que se lucha. Por ello, independiente del protocolo final de la reforma lo prioritario para las organizaciones y movimientos será fortalecer donde haya y sembrar donde no, los gérmenes de un nuevo modelo educativo, liberador, solidario y autogestionario.
Control directo sobre la organización de la escuela
La misma existencia de estos embriones del mañana en distintos rincones y lugares del país, son un cuestionamiento presente a la política jerarquizada del sistema educativo chileno, al ir a contracorriente de sus fundamentos: la toma de control de la gestión administrativa y pedagógica de la educación por la sociedad organizada.
Las experiencias y casos que hacen parte de la autogestión educativa son espacios no estatales, ni mercantiles, sino sociales. El campo de aquellas actividades que desarrolla la gente de modo autogestionado para dar respuesta a sus necesidades más urgentes y negadas por las clases dominantes. Una serie de acciones educativas cuyos resultados son indivisibles de sus originadores-productores; la totalidad, idealmente, de los ámbitos de la organización de la escuela son controlados directamente por quienes le dan vida.
La lucha por el control de la educación considera, según Bruno Baronnet (2012), «una apropiación social del espacio y del tiempo escolar, así como del papel político y cultural del docente»; pero más importante lo que está en juego «parece ser el poder de creación, ejecución y evaluación, no solamente de los planes y programas, sino de la gestión de la organización escolar en su conjunto». Es un proceso en que los sectores populares recuperan la confianza en sus propias fuerzas e imponen soluciones concretas desde abajo, donde el «poder-hacer» en sus territorios se superpone al «poder-sobre» que los de arriba tienen en nuestras vidas. Sería, según una fanzine de hace algunos años, una transición similar al del movimiento obrero, del paro y la toma, a la autogestión educativa (Crónica Negra, 2011).
Es precisamente esta potencialidad lo que está silenciando y callando la reforma: la capacidad del pueblo de educarse mancomunadamente en independencia de las clases dominantes, sea el mercado, la iglesia o el Estado.
Educación autogestionaria
Esta otra educación corresponde a los distintos centros educativos, de infantes, primaria y secundaria, educación permanente y flexible para jóvenes y adultos, de especialización universitaria, bibliotecas, radios, editoriales y centros educativos culturales, que han debido mantenerse en los márgenes de la gestión estatal o se han incorporado en ella bajo figuras institucionales. En general la educación autogestionaria es emprendida por movimientos y comunidades, populares y solidarias, tales como cooperativas, organizaciones territoriales y funcionales, u otras, que sin fines de lucro, desarrollan acciones educativas concretas para complementar y/o sustituir, el sistema escolar actual.
Los casos son múltiples y diversos. A nivel de infancia están los jardines populares con experiencias como el Jardín Epuwen (dignidad) en la comuna de Peñalolén o Mi Pequeño Mundo Organizado en La Pintana, ambos gratuitos y reciben niños entre 2 y 5 años, recuperando de la JUNJI alimentación y recursos para el mejoramiento del espacio como para las educadoras que son de la misma comunidad. A nivel de educación de jóvenes y adultos existen muchos casos, dentro de ellos está la experiencia de la Escuela Pública-Comunitaria en la comuna de Santiago que desarrolla en formato de exámenes libres nivelación de estudios y la Escuela Paulo Freire en la comuna de San Miguel creado por el MPL que logró el reconocimiento oficial del Estado y hoy recibe a más de 150 jóvenes. Ambos son completamente gratuitos y cuentan con formas democráticas y asamblearias de organización y control social. A nivel de formación superior está el Diplomado Latinoamericano en Movimientos Sociales que a través de un sistema de gratuidad diferenciada ha logrado formar a más de 250 dirigentes, educadores e investigadores. Además existen una infinidad de espacios culturales autogestionarios que emprenden prácticas educativas extra-curriculares con profundos impactos en la formación continua de las comunidades. Casos como La Juanita en Conchalí, la Cerro en Toma en Renca, El Jardín en Cerro Navia, El Arca en La Pintana, Pedro Mariqueo en Pedro Aguirre Cerda, Centro de Operaciones Poblaciones Los Areneros en San Bernardo, Centro Ernesto Guevara en Peñalolén. Todas ellas, y muchas otras que existen, son modalidades solidarias de producción socio-educativa orientadas a la emancipación cultural de los sectores más empobrecidos y vulnerados por este sistema.
Una posibilidad de otra educación
De las diversas experiencias que corren por todo Chile es posible identificar cuatro grandes elementos que explican su carácter autogestionario y hacen de principios de diferenciación con otros ámbitos de construcción educativa:
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Una estructura solidaria en su organización económica. No existe lucro, ni utilidades directas o pago a personal ajeno a la tarea propia del centro educativo. En caso de existir, éstas son redistribuidas entre las y los trabajadores, inversiones en el centro mismo, o socializadas en la comunidad en general.
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Los actores educativos son soberanos, controlando directamente el desarrollo del proyecto educacional creado y cuya voz radica en los órganos de poder asamblearios que se han dado a sí mismos. Es una educación con control directo en todos sus niveles de gestión y organización, ya sea hacia dentro (trabajadores, educadores, apoderados y estudiantes) y/o hacia afuera (colaboradores, organizaciones y vecindad del territorio).
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Compromiso con la transformación de la realidad. No son experiencias educativas aisladas de sus espacios de trabajo, son sujetos de cambio social, y su comunidad educativa actores de dicha transformación.
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Apunta a la emancipación del género humano mediante la generación de una conciencia crítica de la realidad y el incentivo de su compromiso por transformarla. Es una educación que corre a contrapelo del currículo formal como de las metodologías tradicionales de aprendizaje.
En relación a este último punto la educación autogestionaria no se reduce a una forma de organización distinta de la escuela, sino también es la construcción de un proyecto pedagógico alternativo al dominante. Un proyecto en permanente búsqueda, pero que es posible identificar también algunos elementos transversales en su práctica:
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Encuentro de saberes. Buscan una producción de saberes dirigidos a la transformación social, conocimiento rebelde que hace uso de las herramientas de la ciencia pero que también reconoce la experiencia de vida de la gente como fuente de aprendizaje.
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Pedagogía territorializada. Gran parte de las experiencias de autogestión educativa son expresión de necesidades locales, se hacen parte de ella y desde ahí construyen su devenir. Por eso generalmente en su interior se observa una fuerte territorialización de las prácticas pedagógicas, expresada en su arraigo y apropiación espacial de los contenidos y una fuerte identidad barrial del currículo.
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Política del afecto. Los centros educativos autogestionarios tienen como uno de sus ejes el quiebre de las matrices disciplinarias, autoritarias y jerarquizadoras de la relación profesor-alumno y su sustitución con mediaciones y compañerismos horizontales que difuminan las barreras que les dividen. Desarrolla su labor desde el amor, al pueblo, al cambio, a la educación misma. Por eso persigue la generación de vínculos comunitarios como forma para re-tejer las futuras relaciones humanas.
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Conciencia crítica de la realidad. Existe en ellos un cuestionamiento abierto y directo al sentido común naturalizado, a las desigualdades dadas como naturales, al pensamiento único y hacia nuestras propias vidas. Se lucha en cada uno de esos espacios contra la raíz del problema, el hombre mismo, por eso persiguen un acción educativa que genere una conciencia crítica sobre la realidad, que identifique su situación en el mundo, los determinantes que producen tal condición y piense las fórmulas para superarlo.
Vamos caminando
Estas experiencias hoy se podrían perfilar como una alternativa real de educación para los sectores populares. Hacerlas parte del sistema de educación nacional, del conjunto de acciones educativas reguladas y garantizadas por el Estado que hacen posible el derecho a la educación. Se debería tensionar un proceso de reducción permanente -hasta su eliminación- de los espacios mercantiles de gestión educativa mediante el fortalecimiento de la educación pública a través de dos modalidades: (1) la estatización de los establecimientos municipales y su administración desde el gobierno central vía Mineduc, pero también la (2) la socialización de los establecimientos municipales y su administración delegada en comunidades educativas autogestionarias.
En ella, como hemos dicho, las prácticas, sus tiempos y sentidos, no son las que establece el Estado, la Iglesia o el Mercado sino las que se da el propio pueblo , desde abajo libremente. Es un proceso de transformación cultural de la sociedad que no pasa por las clases dominantes, sino por la comunidad (la clase trabajadora organizada en sus territorios), por su rol como sujeto histórico de la transformación radical de la vida y de la organización socialista y libertaria del mundo.
A ese sur, sin prisa pero sin pausa, vamos caminando.
Henry Renna, Movimiento de Pobladores en Lucha
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