Revisado por Ferrán Muiños
El aliado más importante de los Estados Unidos en todo Oriente Medio no es el estado colonial de Israel, sino el régimen dictatorial islamista de Arabia Saudita.
La mal llamada «monarquía saudita» es la mayor productora mundial de petróleo, uno de los principales recursos energéticos de la civilización contemporánea. Es un régimen de corte totalitario, donde los bienes de la nación son controlados por una familia que supuestamente desciende del profeta Mahoma, familia ésta que en realidad fue patentada por las compañías petroleras estadounidenses como Familia Real (fuente: el escritor Tarek Alí). Un régimen de lingotes de oro, diamantes, torturas, penas de muertes y Coco Channel; de mutilaciones y exquisito consumismo; de imperiosas y planetarias especulaciones bursátiles con occidente, opulencia, anacrónicas violaciones humanas. Un régimen déspota, machista, misógino, ligado a un Islam reaccionario, tergiversado y sanguinario. Una dictadura protegida hasta con bases militares estadounidenses. Una fusión entre «cuáqueros» puritanos protestantes e islamistas wahhabis. (Vaya choque de civilizaciones que nos vende el académico Samuel Huntington).
El totalitarismo islamista de la Familia Real Saudita es incluido por muchos dentro del fenómeno neocolonial, donde neocolonialismo debe entenderse como aquella variante del colonialismo donde la fuerza invasora no desplaza sus tropas para perpetrar la usurpación sino que utiliza a los propios nativos, otorgándoles privilegios y poder para garantizar los intereses del usurpador. Se produce una situación similar en el resto de los países árabes petroleros del Golfo Pérsico cuyos regímenes son monarquías islámicas. Aunque también existen monarquías no petroleras.
Es el caso de la monarquía jordana, menos mancillada por el embrutecimiento islamista (atención: cuando digo embrutecimiento islamista no me refiero al Islam sino a los fanáticos), pero también represiva y autocrática, donde no existe ningún partido político.
Siria es una dictadura secular que aniquiló a los marxistas árabes y que jamás ha lanzado la primera piedra para defender sus territorios ocupados, los Altos del Golán. Pero asesina y tortura a sirios, y Amnistía Internacional hace caso omiso. Desarrolla un socialismo donde el 10% de la población controla los bienes de la nación y tiene convenios no firmados con el estado colonial de Israel.
Iraq fue gobernada por un dictador secular puesto directamente por los Estados Unidos para combatir el «fantasma del comunismo».
Egipto es una dictadura secular financiada directamente por el congreso norteamericano: fue Egipto el que exportó el método de combatir cualquier pensamiento progresista árabe utilizando a los islamistas. Su dictador se perpetúa en el poder a través de la obediencia a los dictados de los Estados Unidos y del estado colonial de Israel.
Libia también es una dictadura secular, con un megalómano al frente que amenaza a Occidente e instrumentaliza la Causa Palestina, pero que actúa reprimiendo a su propio pueblo, como todos los dictadores árabes. Esta figura nunca fue un peligro y hoy con la conciencia del miedo, se somete a Inglaterra para perpetuarse en el poder.
Argelia y Túnez son sistemas seculares, de elecciones libres, pero también grandes laboratorios de represión y tortura.
Marruecos es una dictadura secular, con una monarquía islámica especialmente provechosa para las corporaciones transnacionales europeas.
El Líbano se rige por un sistema democrático. Pero esta democracia está coartada por su propia carta magna, ya que pareciera que el libanés no existe en la constitución libanesa: ésta misma no parte de la condición de ciudadano libanés, sino del «carnet» o «logotipo» religioso de ese supuesto ciudadano. Y es de acuerdo con ese tipo de «carnet» confesional que se clasifica quién sí y quién no puede postularse para ser presidente, primer ministro, diputado y demás cargos oficiales. Fue el colonialismo francés el que dispuso, ante la necesidad de retirase de la nación, el origen de esta constitución. La élite económica libanesa se vio favorecida en ella y la adoptó. Ayer y hoy la sociedad libanesa de carácter libre repudia esa constitución foránea y elitista.
Mientras Occidente hace alarde de la democracia, también resguarda las dictaduras islámicas y seculares árabes, y estrangula refinadamente y fulmina a hambre pura al pueblo palestino (a través del bloqueo económico y humanitario) por osar ejercer la libre democracia. El estado colonial de Israel complementa el trabajo sobre el terreno a toque de masacres y destrucción del hábitat de Palestina. Un infierno, un caos sin auxilio, de desesperanza e ingobernabilidad que conlleva el enfrentamiento entre palestinos.
Provocar este caos, la ingobernabilidad, la barbarie contra los palestinos fue muy efectivo para el estado colonial de Israel y demás secuaces arios de Occidente.
Los palestinos envueltos en tan riesgosa situación, salen del paso, más no del bloqueo de efecto genocida, y realizan un gobierno de unidad. El boicot a la democracia palestina por parte de Occidente y del colonialismo israelita sobrevive y la lucha de liberación también. Por supuesto que la histórica concepción aria sionista bloqueará toda posibilidad de vida al pueblo nativo palestino.
La democracia es una metodología que genera inteligencia y vitalidad en la tribuna palestina: es obvio que el estado colonial de Israel la estrangule, pero en esta empresa, la concepción aria europea y estadounidense serán una fuerza paralela.