Marcha contra la privatización del agua Platos sucios, baños inservibles, montañas de ropa de lavar y sobre todo, la falta de agua para beber, cocinar y mantener la higiene en las casas. Son miles las personas que tienen que recorrer largas distancias y aguantar filas interminables, con sus baldes bien agarrados, para encontrar algún lugar […]
Platos sucios, baños inservibles, montañas de ropa de lavar y sobre todo, la falta de agua para beber, cocinar y mantener la higiene en las casas.
Son miles las personas que tienen que recorrer largas distancias y aguantar filas interminables, con sus baldes bien agarrados, para encontrar algún lugar donde conseguir un poco del vital líquido.
La población que más sufre de esta situación es la más pobre, la que ya tiene que sobrevivir con menos de dos dólares al día, la que, día tras día, pasa la mayor parte de su tiempo tratando de conseguir el dinero para la comida de la familia. Días interminables en los semáforos o en las Zonas Francas, para luego volver a su casa y tener que aguantar esa otra tragedia.
En mucho casos la gente tiene que turnarse en la noche, medio dormida frente a un grifo silencioso, rogando oír el fluido esperado.
Generalmente el agua llega en las primeras horas de la mañana, con un chorro débil, perezoso y la gente tiene que estar lista para llenar todos los contenedores que tiene en la casa.
Sabe perfectamente que esa será la única posibilidad por el resto del día.
Hay también que estar atentos en no dejar el grifo constantemente abierto, porque el medidor implacable registra también el aire que precede la llegada del agua y los recibos salen alterados, resultando un consumo exagerado para la economía de la mayor parte de las familias nicaraguenses.
Luego dormir unas tres horas e irse de nuevo al trabajo.
Ésta es la situación dramática que se vive en Nicaragua y sobre todo en la capital Managua, dónde se concentra la mayor demanda de agua en el país.
La crisis se intensificó cuando hace algunos días, el Presidente de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal), Luis Debayle Solís, anunció un fuerte programa de racionamiento del agua.
Señaló el costo de la energía como la principal causa de esta crisis, porque el precio del petróleo y sus derivados están ahogando a la empresa y no pueden estar asumiendo las diversas alzas generadas por el licuado.
Enacal pidió muchas veces poder aumentar el costo del suministro del agua y en una declaración del martes 28 de febrero, Debayle afirmó que «aquí sube la leche, el pan, la luz y nadie dice nada, pero cuando se anuncia el agua todo el mundo busca como parar el ajuste. No vamos a poder bombear porque no vamos a tener para pagar la energía del bombeo de las 24 horas…».
El funcionario se refería al recurso de amparo entroducido en los tribunales por algunas organizaciones para la defensa de los derechos humanos y para le defensa del consumidor, que se opusieron a un alza del 13 por ciento.
Paralelamente, estas organizaciones denunciaron que detrás de esta situación tan dramática existe un plan para privatizar el suministro del agua a favor de empresas transnacionales, como ya ocurrió en Nicaragua con la energía eléctrica y la telefonía.
La propuesta de racionamiento fue acogida de forma muy crítica por el Ente regulador del servicio de agua potable (Instituto Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados – INAA), cuyo Presidente envió una carta al Presidente de Enacal.
En esta carta se calificó de desastrosa la falta de operación de sus funcionarios, porque «tienen 31 pozos dañados y fuera de operación en Managua por falta de repuestos o equipos nuevos».
«Eso implica – sigue el documento – en palabras claras, ineficiencia operativa, como ya le hemos advertido por escrito y verbalmente en numerosas ocasiones. Esta declaratoria es la anticipación de una multa y solicitamos de urgencia los supuestos motivos del racionamiento y el programa detallado.
INAA no está dispuesto bajo ningún punto a aceptar los desmanes de la institución que Usted dirige y está violando la Ley General de Servicios de Agua Potable y Alcantarillados Sanitarios, donde se determina que la empresa sólo puede dejar de entregar el agua por fuerza mayor y en todo caso, tendrá que comunicarlo a los usuarios y al ente regulador con 48 horas de anticipación».
Saúl Gutierrez, Director de Atención al Cliente de INAA, denunció también el actitud de Enacal en cuánto «en muchos casos, ENACAL, si observa un consumo muy bajo en los registros de lectura del usuario, factura sin base y a su juicio asume lo que podría consumir el usuario afectado».
Además «cuando Enacal corta el servicio a sus clientes asume que éstos se conectan directamente, aunque no lo comprueben y facturan cada mes en base al consumo histórico.
La empresa no le corta el servicio al usuario cuando así lo solicita, pues continúa facturando, ocasionando acumulación de grandes deudas de parte de los usuarios, las que se vuelven impagables y finalmente se convierten en usuarios ilegales.
Todas las anomalías observadas – continúa en su declaración – reflejan en general una mala política comercial de parte de Enacal.»
La Red de Defensa de los Consumidores, una de las organizaciones que denunciaron el plan de privatización de Enacal, presentó hace algunos meses en los tribunales de Managua un recurso de amparo para detener el proceso de licitación del área comercial de Enacal.
La Sala Civil Dos del Tribunal de Apelaciones mandó a parar el proceso de licitación, pero el Presidente Luis Debayle hizo caso omiso a la sentencia y siguió con el proceso de licitación y el área comercial de Enacal fue adjudicada al Consorcio Chileno Ingenieros y Economistas Consultores (Inecon-IGT).
La Red, por lo tanto, denunció a Debayle por desacato, desobediencia, abuso de autoridad y otros delitos, pero en los días pasados la juez Henryette Casco del Tercero Penal de Audiencias declaró inadmisible la acusación.
Presionado por la preguntas de los periodistas, Debayle tuvo que admitir que «el agua siempre se ha ido en los barrios porque nunca hemos dicho que Enacal es 24 horas al día».
La gente sigue sufriendo la falta de agua, arriesgando su vida y su salud por falta de las condiciones mínima para garantizar el higiene en las casas y teniendo que comprar el agua por barril a precios exorbitantes.
Pero en Nicaragua hay empresas que han transformado el agua en un negocio muy lucrativo.
Trasnacionales como Parmalat y Coca-Cola, han perforado pozos y extraen el agua para después embotellarla y venderla a precios muy elevados.
En Radio La Primerisima, el analista Julio López Campos habló del tema.
«No han sido capaces de administrar y garantizar un servicio comercial eficiente y ahora buscan un nuevo método que es la privatización.
Es un intento más de introducir esta terrible dinámica de privatizar el acceso a un recurso natural que es nuestro y que debería ser un servicio público. No hay duda que sea una voluntad política de las autoridades y será un drama para la inmensa mayoría de la población. Es absurdo que estas transnacionales se apoderen sin ningún costo de lo que pertenece a la población y lo conviertan en una fuente de grandes ganancias».
(Texto y fotos Giorgio Trucchi)