Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Toda la semana pasada y el principio de esta, las mentes de los políticos, periodistas y habitantes estuvieron pendientes de las extrañas maniobras, que realizaban en el territorio de Rusia su presidente, el señor Putin, y el monarca venido de fuera, el príncipe Alberto II de Mónaco. Al principio, como corresponde a las altezas reales, se entrevistaron en las lujosas salas de Peterhof, recordando a sus bisabuelos y la vida en palacio. Pero luego desde Piter (San Petersburgo) sus ilustrísimas se largaron a lo más profundo de Rusia, a Tuva. Y si en los palacios del Zar paseaban en corbata, vestidos con los trajes de los más famosos modistas del mundo, en Tuva se desmelenaron. Literalmente, se quitaron los cinturones. Y si tenemos en cuenta, que nos mostraron hasta una sauna de troncos, no es difícil imaginarse, que las conversaciones más importantes se produjeron estando en bolas.
¿Pero qué se les había perdido en Tuva? Esta cuestión ocupaba no sólo a periodistas y vecinos, sino a las agencias de inteligencia de todo el mundo. En Piter no te puedes esconder de la gente que se interesa por ti, pero en la Tuva profunda, no hay CIA, ni espías ni satélites que valgan. En la taiga, es el oso el que impone su ley (me refiero al oso de verdad, no al ficticio símbolo de «Rusia Unida»).
Así pues, estamos en la taiga. ¿Qué podía interesar allí a los líderes de dos países, uno de los cuales cuando menos es una superpotencia? Desde luego no serían las piñas de cedro, ni la posibilidad de dedicarse un poco a la pesca furtiva en los ríos, mientras la escolta sujeta contra la pared a los guardas forestales.
Los jefes de la Federación Rusa y de Mónaco, se camuflaron muy hábilmente: bebieron Kumis (leche de yegua) -puede que rebajado con alcohol de 96º, siguiendo las costumbres siberianas- montaron a caballo, visitaron yacimientos arqueológicos. ¡Alto! Ya estamos cerca del objetivo real de la visita, ¡Yacimientos! ¿Yacimientos? ¿Pero qué estuvieron cavando? ¿Pozos de sondeo? Pozos, eso debe ser, silos. Todo encaja. Por eso antes de partir a Siberia, Putin se pronunció en tono muy serio, por reforzar el sistema ruso de defensa antimisiles (DAM) significa, que a diferencia de lo que nos tiene acostumbrados (cuando dice algo muy razonable, pero no hace nada), el presidente de la Fed. Rusa se ha puesto él mismo en persona a fortalecer el sistema DAM.
¿Pero para qué necesita al príncipe Alberto? Pues por eso mismo, porque vivimos en el siglo de la globalización. Como ahora resulta que ya no podemos construir un Superjet-100 para vuelos locales con menos de cien asientos, sin la ayuda de los usamericanos y franceses…lo mismo pasa con el sistema DAM. ¡Necesitamos de un inversor extranjero! Pues como dice el señor Kudrin, el mejor ministro de finanzas de todos los tiempos y pueblos, si lo construimos por nuestra cuenta, se puede disparar la inflación. ¿Lo pillan? Se trata de la creación de una empresa mixta ruso-monegasca: «Sistema DAM, S.A.».
En temas así, sin un monarca no hay nada que hacer. Por eso hubo que implicar al príncipe extranjero. Y Alberto está hecho un auténtico VIP. Los beneficios de los casinos no son moco de pavo. Y como dicen las malas lenguas, los antepasados de los muy honorables habitantes de Mónaco, hace siglos, cuando nadie había oído hablar de los casinos, se dedicaban a la piratería. Muchos se consagraban a eso. Mónaco es un lugar privilegiado en las costas mediterráneas, muy cómodo. ¿Puede que en los sótanos de sus palacios siga habiendo montañas de oro?
En lo que respecta al lugar elegido para este «proyecto inversionista», se trata de dar una respuesta asimétrica a los EE UU. Ellos para defender Usamérica de los misiles norcoreanos plantan sistemas DAM en Polonia, y nosotros para defender a Mónaco de los misiles polinesios montamos el sistema DAM en Tuva.
La cosa es seria. Tema de seguridad nacional. Eso explica el trato exquisito y el respeto que se ha dispensado al príncipe Alberto. Hasta ahora Putin no había sacado a sus más ilustres invitados de la ruta Moscú-Leningrado. Es cierto que se llevó a Angelina Merkel a Samara y a los Urales. ¿Pero qué se puede hacer con una frau Kanzler? Ni le puedes dar kumís, ni la puedes meter en una sauna para charlar.
Mientras que el príncipe Alberto ahora es uno de los nuestros, amigo de gancho y rancho. ¿Donde más le van a tratar así?.
Pongamos que viaja a los Estados a ver a Bush Júnior. Vale que le llevará a la hacienda de papá a pescar en Kenneport, y asarán un toro al espetón en el rancho de Texas. ¿Pero dónde va a encontrar una sauna con ramas de abedul ecológicas con las que sacudirse, y de dónde va a sacar kumís al estilo Tuva, bien cargado, y una yurta con chamanes?
¿Eh? ¿Aún se creerán que son una superpotencia? Le darán en mano una hamburguesa y un vaso de pepsicola sin alcohol, y no pidas más.
Mientras que nuestros líderes se están haciendo colegas del alma. El príncipe Alberto es un amante de las aventuras, o como se dice ahora en el newspeak, está hecho todo un survival. Y los nuestros tampoco son mancos. Sólo que el príncipe prefiere las aventuras en el extranjero (para que su pueblo no sufra), mientras que los nuestros prefieren montarse las aventuras directamente en casa. El príncipe no se atreve a hacer reformas (en vano se las da de survival), mientras que Putin y compañía no le tiene miedo a ninguna reforma, por peligrosas que sean. Interesante: ¿sobrevivirá el pueblo o no? Los nuestros sí que son auténticos amantes de las aventuras. Cada uno de nuestros ministros es una simbiosis de Przevalsky (famoso explorador del s.XIX. N de la T) y de Gaidar (ministro de Yeltsin, responsable de las primeras privatizaciones).
Por poco, el atentado del ferrocarril, no echa a perder a Putin la fiesta de esta comunión con la naturaleza. Otra vez estos malditos terroristas. Siempre pensando en como chafarle las vacaciones al presidente. Algunos dicen que es porque pasa mucho tiempo descansando, que coinciden las catástrofes con esos días. No obstante Putin supo llevar de modo firme, por teléfono, los trabajos de reparación de la vía y la investigación, directamente, desde Tuva. Además, suerte que siempre había una cámara de televisión cerca. Es un sistema moderno de dirigir el país: teléfono-televisivo. Y si por lo que sea, algún ministro no ha terminado de entender algo, por la tarde, lo podrá oír cuatro veces, por todos los canales.
A los comunistas, en 70 años que gobernaron el país no se les ocurrió. Nadie vio a Brezhnev ni Andropov dar instrucciones por la tele. Eran poco sagaces los líderes de entonces. No me explico como pudieron construir una superpotencia como esa.
Claro que puede que el sistema DAM, no fuese la causa por la que el presidente del país más extenso de la tierra se largó con el regente de la monarquía más diminuta del planeta, al mundo perdido de Tuva (antes ya ayudó a Alberto a llegar al Polo Norte).
Seguro que no hay ningún interés detrás de estos desplazamientos.
Mónaco es tan insignificante en la balanza de las fuerzas mundiales, que es como si fuera un meteorito apenas perceptible, que acompañase a un enorme cometa. Los juegos olímpicos de invierno de Sochi (para cuya consecución el príncipe Alberto puso mucho de su parte) ya los tenemos en el bolsillo. ¿Qué sentido tiene entonces tanto revuelo?
El denostado Occidente y nuestra gente no pueden entender las cuerdas ocultas que mueven el espíritu de nuestro presidente. Es un viajero incansable. Pero a diferencia del príncipe, mimado por el lujo deslumbrante del Mediterráneo, nuestro presidente, creció en la oscuridad gris del Báltico. Por eso, mientras que Alberto «lo flipa» con el Polo y los mosquitos de Tuva, Putin, al contrario, prefiere viajar a todo confort. Le atrae mucho la dolce vita. Pero no le basta con pulirse el sueldo anual de un catedrático ruso, en una docena de ostras en una tasca parisina; necesita una dolce vita con el correspondiente status.
Cuando dentro de poco salga por última vez del despacho presidencial, el status se quedará allí. No es algo que te puedas llevar del despacho. ¡Hay que hacer algo! Las malas lenguas dicen que Putin se convertirá en director de una de las principales compañías del mundo, «Gazprom».
No es que se vaya a convertir en un multimillonario de a pie, de los que te encuentras a miles en Nueva York, en un día de mercado, o de esos que también hay en Rusia «a puñaos». No es eso.
Pero el Comité Olímpico Internacional, es un súper club mundial para ricas e influyentes personas. Prácticamente no tienes ninguna responsabilidad y a todos los miembros del COI, en todo el mundo los llevan en palmito. Una sesión del COI en cualquier país, es una fiesta para los anfitriones. Se dan de tortas por agasajar a estos habitantes del Olimpo. Así sí que apetece. Seguramente por eso nuestro calculador judoka (en referencia a Putin. N de la T), sabe como hacer la pelota a tan influyente miembro del COI como el príncipe Alberto. Y es que en Occidente parece que ya no quieren del todo a Putin. Así que la amistad con el príncipe de Mónaco, puede venir muy bien.
¿Y que pasa con «Sistemas DAM, S.A.»? Que le den. Total, no tenemos ni donde hacerlo, ni quien lo haga, ni los medios. Toda nuestra industria electrónica hace tiempo que está destruida, ya no quedan empleados cualificados, los científicos se han ido y trabajan en crear el sistema DAM, pero el usamericano.
Ya se sabe que la política es el arte de lo posible. Levantar la industria nacional de alta tecnología ya no está en condiciones de lograrlo ni Putin, ni su entorno. Pero ser miembro del COI, representando a Rusia, es mucho más asequible. Por eso hay que marcarse objetivos alcanzables. Es lo que llamamos realismo.
Esta es nuestra respuesta a los mal pensados que creyeron que Putin había ido a Tuva, solo para beber kumís, jinetear un poco en potro, y enseñar al mundo su torso musculoso. No. El olimpo deportivo se ve mejor desde las montañas de Tuva.