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El conflicto de Ucrania, punto de inflexión para un nuevo orden mundial

Fuentes: Rebelión

Las grandes convulsiones históricas, las crisis de las relaciones sociales, de producción, de vida y de trabajo junto con un inusitado desarrollo y despliegue de las fuerzas productivas materiales, sociopolíticas y militares anuncian el preámbulo de los cambios históricos en el sistema internacional para el surgimiento de un nuevo orden mundial multilateral y policéntrico.

Ante la brutal embestida del imperialismo occidental y de la OTAN comandada por Estados Unidos contra la Federación Rusa —y en otro contexto contra China— a raíz de la cuestión de Ucrania y del reconocimiento, el 21 de febrero, por parte del gobierno ruso y de su parlamento de las Repúblicas independientes Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL), pertenecientes a una región histórica, cultural y económica del sureste de Ucrania, conocida como Donbass, a instancias de sus gobiernos, las fuerzas armadas rusas intervinieron en esas repúblicas para frenar los constantes ataques y atropellos del ejército ucraniano contra su población bajo la operación militar encaminada a la desmilitarización y desnazificación del régimen proimperialista de ese país.

A raíz del desconocimiento del Protocolo de Minsk firmado en 2014, por parte del bloque imperialista occidental comandado por Estados Unidos para poner fin al conflicto entre los combatientes ucranianos y los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, otra de las razones de la actuación rusa consiste en romper el cerco militar en sus fronteras impuesto por la OTAN por órdenes de Washington y su intención de incorporar a Ucrania en ese organismo para aislar y agredir a Rusia con la intención de impedir el avance y ascenso de esta potencia nuclear. Resulta evidente que después de este objetivo el siguiente sería contra China y otros países no alineados a la geopolítica militarista y a los intereses económicos de Washington.

Así como un «nuevo orden internacional» surgió solo después de la guerra imperialista de 1939–1945, el actual conflicto en Ucrania —en el contexto de la guerra en Siria, de Yemen, del de Corea del Norte y del sionista-israelí contra el pueblo palestino, incluyendo los ataques norteamericanos y sus aliados incondicionales, como el colombiano de Iván Duque, contra los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua— será el punto de inflexión para el surgimiento de un nuevo orden mundial caracterizado por el policentrismo y el multilateralismo y la superación definitiva del unilateralismo imperialista defendido infructuosamente por Estados Unidos y los gobiernos ultraneoliberales de Occidente

La clase dominante y sus gobernantes norteamericanos se niegan a aceptar su cada vez mayor pérdida histórica de hegemonía y supremacía imperialistas en las relaciones internacionales y el ascenso de un nuevo mundo multipolar y policéntrico que está modificando la correlación de fuerzas entre naciones y Estados con el ascenso activo de potencias como India, Irán, Corea del Norte, China, Rusia, Venezuela o Cuba que marcan su soberanía e independencia frente al imperialismo norteamericano y su sistema capitalista en decadencia.

El despliegue militar relámpago de las tropas rusas en las repúblicas de Donestsk y Lugansk tomó desprevenidos a la OTAN y al propio gobierno ucraniano que solamente se apercibieron de la acción una vez que se desplegaron en ese territorio las fuerzas rusas. Ello reveló ante el mundo que, a diferencia de la situación que privaba en el momento histórico de la desintegración de la antigua Unión Soviética, hoy en día se trata de una potencia con capacidad de respuesta y de disuasión contundente para contener y repeler cualquier amenaza o ataque contra su seguridad nacional, como expresó el presidente Putin ante la prensa internacional para explicar los motivos del reconocimiento de las repúblicas independientes dentro de Ucrania, así como la posterior intervención militar.

En este contexto la respuesta de occidente y de Estados Unidos no se hizo esperar: inmediatamente procedieron a implementar lo que denominan «sanciones» contra Rusia: la exclusión de los bancos rusos del sistema financiero denominado Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT: un código alfanumérico de pagos interbancarios e instrumento a través del cual Estados Unidos controla las transacciones del sistema financiero internacional) y la congelación de los activos del Banco Central ruso por parte de Estados Unidos; prohibición de vuelos de aviones rusos sobre el espacio aéreo de la Unión Europea y de sus exportaciones; «sanciones» directas contra personas que afectan al mismo presidente Putin y al Canciller de Rusia, entre otras medidas ilegales y agresivas.

Sin embargo, la mayoría de los especialistas reconoce que estas agresivas imposiciones de medidas por parte de los gobiernos europeos y norteamericano también van a afectarlos en varios frentes con repercusiones hacia sus poblaciones, sin considerar las propias derivadas correlativamente de la respuesta del Estado ruso en virtud de la reciprocidad de dichas medidas, entre las que sobresalen el cierre del espacio aéreo ruso a España, Alemania, Italia, Francia, Albania, Reino Unido, Noruega, Canadá y otros países que en total suman 36 estados (RT, 28 de febrero de 2022, https://actualidad.rt.com/actualidad/421866-banco-central-ruso-afirmar-analogo-sustituir-swift).

Como hemos indicado consideramos que estamos en un punto de inflexión histórica que, ante la profunda y extendida crisis del capitalismo como sistema global que ha entrado en una fase histórica de decadencia y donde el expansionismo militarista de la OTAN —incluso en América Latina con la inclusión del Colombia como su brazo agresivo en la región— constituye quizás la única alternativa para contrarrestarla, la coyuntura actual se caracteriza por el proceso de surgimiento de un nuevo orden internacional que se genera a partir de las profundas mutaciones que se están produciendo a nivel regional y nacional, donde se comienza a anunciar un nuevo proceso con nuevas instituciones a partir de la generación de otro sistema internacional financiero y monetario que ya no esté controlado por Estados Unidos marcando la crisis del sistema monetario internacional signado en los Acuerdos de Bretton Woods de julio de 1944 bajo el control absoluto de la potencia imperialista.

Es bajo este contexto que las actuales «sanciones» de occidente contra la Federación Rusa deben ser vistas en el largo plazo como un proceso que va a acelerar la desconexión de los circuitos monetarios y financieros del imperialismo estadunidense-británico (como el Swift) para dar paso a un nuevo sistema monetario y financiero mundial de carácter multilateral y más equilibrado entre los Estados y naciones del mundo, como el que anunció la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúllina, denominado Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS, por sus siglas en ruso, véase RT, op. cit.).

Tal vez ante las amenazas y ataques de occidente, y junto con otra serie de medidas de respuesta, Rusia tenga que cortar sus suministros de gas a Europa (de la que depende en alrededor del 40% y que a raíz del conflicto en curso su precio aumentó 24%); profundizar su alianza estratégica política, militar y diplomática con China e Irán, así como con otras naciones como Venezuela, Cuba y Nicaragua y estimular el desarrollo del Proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda en el campo económico-comercial que rompa los monopolios capitalistas del mundo occidental y anglosajón que se ha valido de ellos para mantener su dominación en el plano internacional.

Adrián Sotelo Valencia. Profesor-investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la FCPyS de la UNAM.

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