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El día que Chávez se robó el Foro

Fuentes: aporrea.org

Se estaba debatiendo el futuro del Foro Social Mundial y el presidente venezolano llegó para poner el acento en la necesidad de pasar a otro momento de estos eventos: agotado el momento del diagnóstico, del rescate del pensamiento contrahegemónico, es necesario pasar a la propuestas y, más allá, a la acción. Así como en agosto […]

Se estaba debatiendo el futuro del Foro Social Mundial y el presidente venezolano llegó para poner el acento en la necesidad de pasar a otro momento de estos eventos: agotado el momento del diagnóstico, del rescate del pensamiento contrahegemónico, es necesario pasar a la propuestas y, más allá, a la acción. Así como en agosto del 2003 había destacado el carácter antimperialista del proceso bolivariano, el 30 de enero de 2005 afirmó que «no se va a trascender al capitalismo dentro del mismo sistema, sino a través del socialismo».

Solo así, dijo al hablar en la clausura del V FSM en Porto Alegre, se logrará equidad y justicia para los pueblos. Y fue más allá: llamó a pasar a la ofensiva con una Agenda -y una estrategia- Social Mundial, y a articular una rebelión mundial antiimperialista y antihegemónica, como parte de una estrategia de toma de poder.

Sin duda, el Fsm ha sido en el último lustro, el espacio público de la ciudadanía y de sus luchas, así como el escenario para la elaboración de propuestas de políticas alternativas al pensamiento único y a la globalización neoliberal impulsada por los mercados financieros y las grandes empresas transnacionales y su brazo armado, el poder imperial de Estados Unidos.

Pero esta instancia parece hoy superada. Hasta ahora, por su diversidad, así como por la solidaridad entre los actores y los movimientos sociales que lo componen, el Foro se había transformado en una verdadera fuerza alternativa al hegemonismo, una esperanza para los ciudadanos del mundo.

Quizá por su propia frustración o la amenaza de pérdida de protagonismo, o en un sincero deseo de ayuda, 19 de los tradicionales popes del FSM, suscribieron el 29 de enero un manifiesto consensuado en un encuentro que se enorgullece de no producir ninguno. Rápidamente salieron a flote una serie de especulaciones sobre el real motivo que impulsó a estos popes, miembros del Comité Internacional del FSM, a manifestarse.

Ignacio Ramonet, uno de los impulsores del manifiesto, senaló que «ahora nadie puede decir que no tenemos programas (…) No podemos seguir hablando de que ‘otro mundo es posible’si no hacemos algunas propuestas de cómo alcanzar ese otro mundo posible», dijo Ricardo Petrella, otro de los popes.

Lo que los analistas no pudieron descifrar si se trataba de imponer una agenda de discusión o simplemente de un ayudamemoria para los 120 mil participantes en el Foro. Otros señalaron al documento como «apenas un ratón» con demasiada publicidad, ofrecido por las mismas viejas celebridades que no pueden asumir ser parte de las masas que alguna vez -quizá- lideraran.

Chávez llegó el penúltimo día, marcó su distancia con los autores del manifiesto y se robó el Foro, que el año próximo se realizará -en su versión americana- en Caracas, donde la agenda amenaza ser muy diferente a la que el Comité Internacional quisiera.

Chávez va perfeccionando su discurso político, su idea de democracia revolucionaria, de frente internacional antiimperialista, de unidad de las fuerzas progresistas. Y luego de Porto Alegre, en Buenos Aires, terminó de aclararlo: se hace necesario caracterizar el momento que vivimos, incrementar el grado de resistencia y pasar a la ofensiva de las ideas y de la acción.
Unidad, unidad, unidad

En Brasil y Argentina, además de la provocación de la gran prensa, Chávez se enfrentó con el malestar de grupúsculos contra los respectivos presidentes, sectores interesados en abrir brechas de desencuentro en un espacio que debiera ser de comunión. Una nueva muestra de la mezquindad que ha impedido en muchas oportunidades generar los imprescindibles frentes antioligárquicos.

En ambos casos, la respuesta de Chávez estuvo a la altura de un estadista, haciendo un llamado a la unidad de los sectores progresistas y, sobre todo, a no caer en la trampa del imperialismo de dividir las fuerzas de izquierda: «hay que tener en claro quién es el enemigo», dijo en el Gigantinho de Porto Alegre y repitió en el teatro Ateneo de Buenos Aires.

Poco antes, Kirchner había señalado que «es necesaria la unidad para hacer del continente un territorio de paz. Esta visita de trabajo con los temas que hemos abordado y los acuerdos que se firman, se realizan bajo estos signos y en ellos debe buscarse significación profunda: multilateralismo en la marcha hacia un nuevo orden mundial y continentalismo para el logro de un desarrollo sustentable con inclusión social, éstas deben ser las divisas de toda Latinoamérica, un territorio de unidad en acción que nos permita llevar a la práctica nuestros ideales».

«Estamos caminando en esa dirección, la de recuperar la conciencia del Sur y llevar a la realidad el discurso y los acuerdos», ripostó Chávez, tras resaltar su amistad y la construcción de «esta nueva América» con Lula y Kirchner… «y dentro de poco también con Tabaré Vázquez, que se va a sumar a este esfuerzo que era inimaginable hace apenas tres años». Lo importante, expresó en el FSM -al que calificó como «el evento político más importante de los que se realizan en todo el mundo»-, es que «amaneció el 2005 y el ALCA no existe, lo cual es una gran victoria para América Latina».

En Washington «viven hablando de libertad, pero jamás hablan de igualdad. Y esa libertad, la representan ellos con un superhombre, ese Superman, pero lo que no saben es que en Venezuela tenemos kriptonita, y de la roja», ironizó, suplantando el color verde del mítico material radiactivo que afecta al personaje de historietas por el que distingue al movimiento bolivariano.

Sobre el papel que deben jugar las fuerzas armadas, Chávez, recordó la definición de Simón Bolívar, quien dijo en su lecho de muerte que «los militares deben empuñar su espada para defender las garantías sociales». Lo último que un militar debe hacer, añadió, «es prestarse al juego del imperialismo, como lamentablemente ha ocurrido en nuestro continente. Los militares nunca deben volverse contra sus pueblos. Su papel debe ser de libertadores no de opresores. Deben estar subordinados al poder político, pero también al poder social», acotó, en medio de estruendosos aplausos.

En Venezuela, «nuestras Fuerzas Armadas realizan tareas no sólo de defensa, sino también de desarrollo, en las comunidades, construyendo el país, en la distribución de alimentos, donde tienen una amplia experiencia logística».

«Estamos recuperando el camino a la libertad, cueste lo que cueste. Es San Martín que sigue hablando, seamos libres, lo demás no importa nada», dijo Chávez. Poco antes, Kirchner había señalado que «nos toca vivir este tiempo de la historia, donde las expresiones permanentes de deseo que hemos tenido, tenemos que acompañarlas con realizaciones como las que estamos expresando el día de hoy, realidades concretas. Que nuestros pueblos vean que somos capaces de articular acciones y decisiones, que permitan generar inversiones productivas, empleo, trabajo, solidaridad e integración. Ese es el camino que nos exigen nuestras sociedades (…) Sabemos también que tenemos que profundizar y enamorar de esta idea al resto de los países de la región para que definitivamente los habitantes y hermanos de América del Sur se den cuenta de que están teniendo una dirigencia a la altura de la historia».

* Periodista, director del mensual latinoamericano Question y de la agencia Alia2.