Cuando en 1989, caía el Muro de Berlín símbolo del derrumbe de la Unión Soviética se suponía que se había acabado la Guerra Fría. La bandera del combate al comunismo dejaba de ser una excusa válida para la guerra hegemónica por parte de los EEUU. Entonces, ¿empezaba la era de la paz? Para la maquinaria […]
Cuando en 1989, caía el Muro de Berlín símbolo del derrumbe de la Unión Soviética se suponía que se había acabado la Guerra Fría. La bandera del combate al comunismo dejaba de ser una excusa válida para la guerra hegemónica por parte de los EEUU. Entonces, ¿empezaba la era de la paz?
Para la maquinaria de intervención estadounidense eso era un problema. ¿Qué hacer con las 16 agencias de espionaje, los miles de agentes, generales y analistas del Pentágono y la CIA expertos en «combatir el comunismo»? ¿Se dedicarían a la lucha ecología? ¿A la siembra de tomates? ¿o quizás a organizar excursiones escolares? ¿Cómo se le ocurría a la Unión Soviética caerse así no más? Los inventarios de equipos de guerra amenazaban con quedarse fríos. Desconsiderados esos soviéticos que iban a dejar sin alimento a tantas nobles familias y empresarios estadounidenses cuyo sustento era la Guerra Fría. Pero el presidente Bush de la época, padre del actual presidente Bush, tenía un plan como todo buen Bush.
LA GUERRA CONTRA LA DROGA La solución estaba a la vuelta de la esquina y se llamaba: Panamá! Un mes más tarde que se derrumbaba el Muro de Berlín, Washington ordenaba una invasión a la República centroamericana como regalo de navidad en diciembre de 1989. La excusa ya no era el comunismo: eran LAS DROGAS! Sí. Un producto que se consume por toneladas en la superpotencia del Norte y cuya comercialización enriquece las cuentas de WallStreet. A pesar de eso, las medidas del Imperio no fueron dirigidas a vigilar sus propias fronteras o a intervenir en el narcolavado que nutre su bolsa de valores. La estrategia fue otra: siguiendo la irrefutable lógica de los tres chiflados, la Cia el Pentagono y la Oficina Oval enfilaron el poderío militar del Norte contra territorio panameño para salvar al planeta de las Drogas. Bush y Superman al Rescate!
Y todo les salió según lo planeado: Bombardearon, estrenaron equipo militar, asesinaron a miles de pañameños, destruyeron barrios enteros que luego sus propios contratistas reconstruyeron con jugosas ganancias y se llevaron preso a Manuel Noriega jefe de las fuerzas de defensa panañemas. Todo según el plan, excepto un detalle: el narcotráfico no disminuyó ni un gramo… Ah cará… Porque resulta que Panamá, no produce droga! Un aspecto sin importancia que se pasó por alto en los informes de «inteligencia». En fin, la maquinaria de guerra del Norte facturó completo y eso valía mucho para los Bush.
LA GUERRA CONTRA QUIEN SEA
El año siguiente a la invasión a Panamá, el Imperio ya tenía un calendario repleto de fechas y tareas de intervención que asegurarían estabilidad a los negocios de la Guerra. En 1991 le tocaría el turno a IRAK; guerra en el Salvador hasta 1992; Somalia en 1993; un paseo de los marines por Haití en 1994; acciones encubiertas contra Afganistan con un saldo de más de un millón de muertos; atentados terroristas en hoteles de Cuba en 1997; Otro bombardeo en Irak y Afganistán en 1998; bombardeo de Yugoeslavia en 1999; Mil millones de dolares para gastos militares en el Plan Colombia en el año 2000 y una fructífera siembra de Bases Militares en toda América Latina; 2001 invasión a Afganistán; en 2002 operaciones en Venezuela y en Filipinas; otra vez Iraq en 2003; y al año siguiente la invasión a Haití. Uff!!! El negocio de la Guerra se había salvado. La Post-Guerra Fría funcionaba muy bien como nueva receta del imperio.
GANAR GUERRAS, PERDIENDO TERRENO
Pero a pesar de las toneladas de municiones y los millones invertidos en sus operaciones de intervención, los gobiernos de Estados Unidos no han ganado una. Esa etapa de la Post-Guerra fría le ha cosechado al Imperio condenas, repudio y lo que más le duele, el surgimiento de gobiernos antimperialistas en todo el mundo que le cierran puertas en los propios escenarios multilaterales creados por Washington y que eran sus bastiones diplomáticos tiempo atrás. Ningún imperio ha sido tan ineficiente en sus balances de pérdidas a pesar de tantas «operaciones militares victoriosas»: Las finanzas del Norte por el suelo; su plan con Irak empantanado; su tratado de libre comercio engatillado; Fracaso tras fracaso en su guerra contra Cuba, Venezuela y Bolivia. Y para rematar unas elecciones presidenciales en puertas donde a los republicanos y sus socios en el negocio de la Guerra, se les pinta muy difícil el panorama. Claro que al Imperio aún le queda vida, pero está herido.
Ante este atolladero el presidente Bush de la actualidad, hijo del presidente Bush del pasado, tiene un plan como todo buen Bush… …volver a revivir fantasmas: La Guerra Fría.
VOLVER A LA GUERRA FRÍA
Para ello son un buen motivo la República Rusa, La República de Georgia y las dos regiones que reclaman desde hace tiempo su autonomía de Georgia una de las cuales fue atacada brutalmente por el ejercito de ese país el pasado 8 de Agosto. Desde que al Presidente de Georgia se le ocurrió arrasar militarmente con Osetia del Sur y Rusia intervino para defenderla, la prensa del mundo se ha llenado de noticias que mencionan nombres impronunciables para los que habitamos otras latitudes y que presentan un confuso entramado en el que lo único que dejan en claro es que Rusia es el malo-malísimo de la partida. Para presentarnos esa campaña ocultan la masacre cometida por el gobierno de Georgia, muestran las imágenes de destrucción que dejó en Osetia el ejército Georgiano como si los autores fuesen los Rusos y ocultan el hecho de que los aviones de ayuda «humanitaria» de los EEUU transportaron las bombas y equipos que usa el ejercito de Georgia. Ni mencionar el aporte económico que el presidente Georgiano, hizo al candidato de Bush, John McCain.
Que las bombas no son buenas para la salud de nadie, lo sabemos. Lo que vale la pena preguntarse es ¿quién gana con el conflicto?.
No gana el pueblo de Osetia del Sur invadido por Georgia. Sus habitantes dormían tranquilos hasta el 8 de Agosto pasado cuando el ejército de Georgia bombardeó su territorio causando alrededor de 2.000 muertes.
No gana el pueblo Ruso, cuyos gobernantes estaban despreocupados, uno de ellos en Beijing viendo las olimpiadas y otro de vacaciones, el día que a Georgia se le ocurrió ocupar militarmente la provincia que reclama su autonomía.
No gana el pueblo de Georgia, que de la noche a la mañana vieron cómo su gobierno los convertía en protagonistas de una guerra sorpresa de la cual salen con las tablas en la cabeza.
Pero quien sí ganan son los fabricantes de misiles Patriot y otras armas de guerra producidas por empresas estadounidenses con representantes en la Casablanca, que en medio del conflicto aprovechan para firmar con el gobierno Polaco un convenio (que el pueblo polaco no ratificó) para colocar un cordón de diez baterías de estos misiles en Polonia, junto a una base militar gringa, a un plan para venderles maquinaria militar y el derecho de los marines a patrullar libremente por Polonia. Ganan los contratistas de la OTAN, organización de la que ya ni se hablaba y ahora se reactiva. Ganan los políticos europeos aliados de Bush distrayendo a sus pueblos de sus propios problemas. La reedición de la Guerra Fría resultó ser un buen negocio para el imperio: se relanza la carrera armamentista en Europa.
Por otra parte gana puntos el candidato republicano, John McCain quien representa la continuidad de la guerra total de Bush y que con la campaña del «inminente peligro ruso» justifica ante algunos desinformados electores estadounidenses ser la opción más acorde para preparar un nuevo conflicto mundial con Rusia y de paso con los países con los que hasta hoy esa República haya mantenido buenas relaciones, incluyendo Venezuela por supuesto.
Y qué casualidad! Gana también mucho dinero el principal asesor en materia internacional del candidato John McCain, un elemento de nombre Randy Scheunemann quien tiene un contrato con el gobierno de Georgia por 200.000 dólares por proveerlo de «consejos estratégicos» a través de su firma Orion Strategies. Tremendo consejo, el de invadir Osetia.
El guión de esta película ya es conocido: El peligro Rojo, los Ejes del Mal, la mala influencia Rusa en América Latina, la OTAN como defensora de los valores occidentales, la necesidad preventiva de sembrar de misiles Made in USA el planeta… Un guión que se escribió hace 50 años y Bush quiere reeditar.
Y mientras los políticos imperiales desempolvan sus discursos del «peligro ruso», hace pocos días en Afganistán la aviación estadounidense bombardeó un poblado matando a 50 niños y 28 adultos civiles. De eso no se escribe. Eso no ocupa ningún titular de prensa. Eso no es noticia, o al menos no es una noticia que dé dinero al negocio de la nueva Guerra Fría de Bush, un emperador que ahora ante Europa quiere presentarse como paloma de la paz. Y como toda paloma, a donde llega la caga.