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Los pelos parados del poder helvético

El Foro de Davos desnuda las fragilidades de la democracia suiza

Fuentes: Rebelión

El Foro Económico Mundial de Davos -26 al 31 de enero-, que se realizará como cada año en esa turística ciudad alpina está creando una grieta en el propio funcionamiento institucional helvético. Autodefinido como un «encuentro informal» de los principales empresarios y dirigentes políticos del planeta, el Foro Económico que aglutina a representantes de las […]

El Foro Económico Mundial de Davos -26 al 31 de enero-, que se realizará como cada año en esa turística ciudad alpina está creando una grieta en el propio funcionamiento institucional helvético.

Autodefinido como un «encuentro informal» de los principales empresarios y dirigentes políticos del planeta, el Foro Económico que aglutina a representantes de las mil principales firmas económicas y financieras mundiales -y muchas otras «menores»- intenta dar otra cara de si mismo.

La última novedad de esta edición, » es la de crear un espacio de decisión democrática entre sus delegados para optar al inicio del evento entre los seis temas principalísimos de una lista de doce.

Este esfuerzo, así como el de convocar nuevamente en su recinto al «Open Davos» -promovido por tres ONGs suizas que apuestan al diálogo consensual- no alcanza, sin embargo, para mejorar el perfil de un evento de élites que pone nerviosa a buena parte de la sociedad helvética.

MILITARES A LA CALLE

Para proteger la fortificada ciudadela alpina, el parlamento votó en su última sesión de invierno la autorización de convocar hasta «un máximo de 6.500 militares» , (superando en 3 mil efectivos los convocados el año pasado). Los mismos podrían sumarse a las fuerzas policiales de por sí ya movilizadas.

El control militar absoluto del espacio aéreo en una superficie extendida sobre Davos, medida que repite la de años anteriores, completa un cuadro de máxima alerta y seguridad con millonarios costos a las arcas del Estado, financiados por los contribuyentes helvéticos, a la base ya sancionados por altísimos impuestos.

DERECHOS CIUDADANOS RESTRINGIDOS

A la tan incomprensible como exagerada movilización militar se le corresponde una estrategia de reducción de los derechos básicos, históricamente pilares de la democracia helvética.

En el 2004, una manifestación alter-mundialista, pacífica y autorizada hacia Davos fue bloqueada *manus militari* a último momento cuando ya centenares de manifestantes se aproximaban a esa ciudad del cantón Grisón. Los mismos fueron retenidos en la ciudad de Landquart e impedidos de llegar a destino. La represión no escaseó e incluso se recabaron denuncias de varios periodistas limitados en su ejercicio profesional. La reacción de algunos grupos más radicales, horas después en la ciudad de Zürich -a un centenar de kilómetros de Davos- produjo escaramuzas y violenta represión que tuvo sus coletazos en la capital Berna.

Un año después, la Coordinadora anti-Davos – que reúne desde grupos parlamentarios cantonales de los Verdes, hasta ATTAC/Suiza, pasando por diversas organizaciones asociativas y juveniles- decidió destrabar preventivamente el juego. Y propuso alejarse de Davos y de Zürich para asegurar, prudentemente, una manifestación absolutamente pacífica en Berna, a 270 kilómetros del centro turístico que congregará la élite del poder mudial. La misma, adicionalmente, se realizaría el sábado 22 de enero, cuatro días antes de la apertura del Foro Económico.

Una semana antes de dicha cita, las autoridades municipales de Berna, que paradójicamente cuenta con un gobierno mayoritario de Verdes y socialdemócratas, comenzó a buscar pretextos y presentar obstáculos.

Primero ordenó que la protesta se hiciera en un parque alejado e inhabitado del centro de la ciudad, absolutamente desértico en el invierno suizo con temperaturas de bajo cero. Luego, ante las reacciones crecientes de importantes sectores de la sociedad civil helvética, aceptaron un acto en la plaza principal de Berna, pero sin marcha alguna por las calles céntricas. El desfile por la ciudad es típico en la tradición política de este país durante concentraciones nacionales.

«Es como si fuéramos a marchar dentro de una jaula», respondió el colectivo organizador quien al final renunció a la protesta en esas condiciones extremas. Los manifestantes llegados de todo el país hubieran tenido que recorrer los 300 metros que separa la céntrica estación de trenes hasta la Plaza Federal, en medio de un pasillo de policías. La plaza misma se hubiera convertido en una peligrosa superficie rodeada por vallas y entrampada entre las fuerzas de seguridad. «Berna tendrá más policías que nunca» había declarado en tono casi provocador Daniel Blumer, comandante de la policía municipal.

Adicionalmente, «El Otro Davos», seminario de reflexión organizado el mismo sábado 22 por ATTAC fue obligado a último momento a cambiar de recinto, con el argumento que el centro cultural donde había sido convocado desde hace meses se encuentra en la *zona de segurida* capitalina.

A PESAR DE TODO, LA PROTESTA NO SE SUSPENDE

Aunque el nerviosismo de las autoridades políticas y la exuberancia del control militar ganan terreno, la protesta ciudadana no se auto-censura.

Luego de desistir a la manifestación nacional en Berna, el comité promotor llamó a realizar «acciones descentralizadas y creativas» para expresar la protesta contra el Foro de Davos.

Eso anticipa que la militarización de la capital será un hecho el próximo 22 de enero a pesar que el comité anti-Davos enfatizó en la realización de acciones pacíficas de denuncia. El pasado fin de semana, manifestaciones anti-Davos en completo orden en las ciudades de Delemont, Coira y Winterthur habían sido una primera señal de la protesta en aumento.

Davos, símbolo «informal» y fortaleza efectiva del poder mundial en la última semana de enero, es portador de malos presagios para la democracia suiza.

Lo militar se impone a lo político; el derecho de reunión de una élite restringe el derecho constitucional de manifestación de varios miles que se encuentran a casi 300 kilómetros de distancia. La rigidez del Estado se impone sobre cualquier intento de consenso racional y políticamente aceptable. El *discurso oficial* descalifica al movimiento alter-mundialista. En suma, una «lógica imposible» cada vez más nerviosa ante «otro mundo posible».