Hacer el Foro Social Mundial del 2013 en Túnez ha sido sin duda un gran acierto. Justo hace dos años una revolución echaba al dictador y abría las esperanzas para un cambio social y democrático profundo en todo el mundo árabe. Las protestas comportaron la caída de Bien Alí el 14 de enero. Sólo una […]
Hacer el Foro Social Mundial del 2013 en Túnez ha sido sin duda un gran acierto. Justo hace dos años una revolución echaba al dictador y abría las esperanzas para un cambio social y democrático profundo en todo el mundo árabe. Las protestas comportaron la caída de Bien Alí el 14 de enero. Sólo una semana después la revolución se iniciaba en Egipto y hacía caer a Hosni Mubarak 18 días después. A continuación las revueltas populares se extendieron como un reguero de pólvora por Libia, Bahrein y Siria, entre otros países.
Poder participar en esta edición del FSM, que empezó este 26 de marzo en Ciudad de Túnez con una manifestación animada y llena de diversidad, es una gran oportunidad para acercarnos a estas revoluciones, para aprender de sus debates y que las y los participantes que vienen de todo el mundo puedan tomar este espíritu para llevárselo a sus países. Pero la relación es a dos bandas. Para la gente de Túnez ser anfitriones del FSM les supone una gran oportunidad para que mucha gente de aquí participe, de enriquecer los debates y ayudar a fortalecer la izquierda. De hecho, esto último es uno de los grandes retos actuales.
La izquierda tunecina ha sido golpeada duramente por la dictadura durante décadas. La revolución les ha permitido salir de la clandestinidad y extenderse, pero todavía les falta fuerza y crecimiento para poder ayudar a impulsar el proceso revolucionario. Esto es una cuestión importante porque, si bien han conseguido ampliar las libertades políticas, la política económica del gobierno de transición actual (formado por un partido islamista y dos partidos laicos moderados) está siendo la misma que la de la dictadura: neoliberalismo siguiendo las directrices del FMI, con programas de ajuste, control del déficit y pago de la deuda. El nivel de vida de la población, con grandes capas de pobreza, continúa bajando.
La izquierda se está reorganizando. El otoño pasado se constituyó el Frente Popular (FP), que aglutina fuerzas provenientes del maoísmo, del trotskismo y muchas personas independientes. El FP está planteando de momento la moratoria del pago de la deuda durante al menos tres años. Uno de los líderes de este partido, Chokri Belaïd, fue asesinado hace seis semanas. La respuesta a este ataque contra la izquierda fue impresionante. El FP llamó a la huelga general y consiguió que la UGTT -el principal sindicato del país que jugó un papel importante durante la revolución- la convocara con un gran éxito, paralizando el país. Todo esto está haciendo que más gente mire cada vez más hacia la izquierda buscando una alternativa política. Si en las primeras elecciones de octubre del año pasado el Frente Popular sólo sacó un diputado, ahora la intención de voto lo sitúa como tercera fuerza política con un 8-10%.
Revolución e internacionalismo
Paseando por el recinto colorado y diverso del FSM, lleno de pancartas y estantes con reivindicaciones de decenas de países, se encuentran por todos los rincones las imágenes de Chokri Belaïd. Y es que están muy presentes los mártires de la revolución, las decenas de personas que fueron asesinadas por la dictadura. También lo está la causa palestina, como se pudo constatar en una emotiva conferencia sobre la juventud y Palestina. Las intervenciones desde el público de jóvenes locales mostraron cuan unidos se sienten a esta lucha. Uno dijo: «para liberar Palestina, primero nos tenemos que liberar aquí».
Los debates en el FSM son innumerables, con centenares de conferencias y más de 60.000 participantes. Los debates más apasionados giran alrededor de como posicionarse ante el proceso revolucionario en Siria -que muchas ven dirigido desde el imperialismo- y sobre el islamismo político, un punto controvertido con el partido islamista Ennhada en el gobierno tunecino.
En una de las conferencias se hablaba sobre como extender la solidaridad entre la clase trabajadora más allá de las fronteras, puesto que muchas empresas europeas trasladan parte de su producción al norte de África aprovechando acuerdos de libre comercio de la UE. Una persona explicaba como el contacto entre sindicalistas de base entre sucursales en diferentes países de la misma empresa ayudaba a construir la acción conjunta, y ponía el ejemplo de una empresa francesa con presencia en cuatro países de África donde se consiguió una huelga para el mismo día. Un sindicalista del metal de Sudáfrica pedía que en el FSM hubiera más presencia de debates sindicales para conseguir una unidad internacional entre los trabajadores y trabajadoras.
En otra conferencia, organizada por MENA Solidarity -que vincula sindicalistas de Europa con sindicalistas de Egipto y Túnez- se analizaba que las revoluciones en el mundo árabe forman parte de la movilización global contra la crisis del capitalismo. Hará falta, pues, fortalecer los vínculos entre la gente que lucha, entre el norte y el sur, y el este y el oeste, porque todos y todas nos enfrentamos al mismo sistema depredador.
Joel Sans Molas ha participado en el Foro Social Mundial y es miembro de En lluita / En lucha