Traducción para Rebelión Horacio Garetto
El resultado más trascendente de la reciente reunión del G-8 en Heiligendamm no fue la «victoria» de la postura de la canciller Merkel sobre el asunto de las emisiones de gas invernadero. Fue el delicado ajedrez desarrollado por la Rusia de Putin sobre el conflictivo proyecto de instalación de misiles antimisiles norteamericanos en Checoslovaquia, en Polonia y tal vez, más adelante, hasta en Ucrania y Bulgaria, en Europa Oriental.
Putin jugó mejor. La jugada (la proposición) que arrojó sobre el tablero fue tan simple como devastadora en sus efectos. En una conferencia de prensa conjunta dada a continuación de sus conversaciones privadas, Putin declaró: «nosotros tenemos nuestros propias ideas, las cuales se las expliqué en detalle al presidente Bush. La primer proposición que hemos hecho es la que tiene que ver con la posibilidad del uso conjunto, entre EEUU y Rusia, de la estación de radar de Gabala que Rusia alquila en la república de Azerbaijan. Hablé con el presidente de Azerbaijan sobre ello ayer y él me confirmó que estaría totalmente complacido en contribuir de esta manera a la seguridad global. Esto podría implementarse sencillamente y podríamos incluir a toda Europa en vez de tan solo algunos países. De esta manera, se podría eliminar toda posibilidad de que cualquier tipo de misil llegue a Europa, al tiempo que haría desaparecer la necesidad estratégica rusa de tener que reposicionar y redireccionar nuestros sistemas misilísticos actuales».
Respuestas norteamericanas
Tan sorpresiva y tan descolocante fue la jugada (en tanto y en cuánto que le quitaría la justificación al proyecto norteamericano) que hubo que «enfermarlo» a Bush y ausentarlo de la cumbre, por lo menos hasta que apareciere una respuesta condigna.
La responsabilidad de la respuesta recayó en el General Henry Obering, jefe de la Agencia Estadounidense de Defensa Antimisilística declaró que el 15 de junio declaró que la propuesta rusa no contemplaba debidamente «la amenaza irani», y que por lo tanto la instalación de un sistema de radares estadounidense en la República Checa y una base misilística (sic) en Polonia «representaba la opción más eficiente considerando el análisis de las trayectorias de los misiles balísticos de largo alcance sobre los cuales la República Islámica Iraní se encuentra trabajando».
A su vez, un día antes, el 14 de junio, el secretario de defensa estadounidenses Robert Gates ya había declarado durante una reunión de ministros de defensa de la OTAN que Estados Unidos seguiría adelante igual con la construcción de un sistema de defensa misilístico en Europa Oriental.
La solicitud formal de instalación de una base para radares en un base militar cerca de Praga y de una interceptora de misiles en Polonia, que formarán parte del sistema de defensa misilística norteamericana, se presentaron en Enero de este año. Sin ruborizarse, siempre, la justificación formal, es la de la posibilidad de un ataque desde Corea y/o desde Irán.
El mundo haría bien en contemplar la cumbre de Heiligendamm (Alemania) como la última posibilidad que tuvieron los superpoderes de evitar la destrucción termonuclear. ¿Le suena muy dramático? El día después de formular su propuesta Putin invitó a una conferencia de prensa a todos los multimedia del G-7
Porqué Putin tiene razón.
Un lector occidental de la prensa occidental principal, viendo los diarios y la televisión, podría concluir que es Rusia la que arriesga la paz mundial. Pero la realidad es bastante diferente. Como se lo explicó muy bien Putin a la gente de la prensa del G-7 en una conferencia de prensa cuyo contenido fue casi completamente silenciado por los multimedias occidentales, «ese sistema no es defensivo sino ofensivo». Si uno de los contendientes termonucleares desarrollase la capacidad de propinar un primer golpe nuclear sin temer una contrarréplica, ello representaría la realización, la culminación del sueño de los estrategas de la OTAN desde mediados de los años 50: la supremacía nuclear. El que lograse eso podría dictar las condiciones en las que el otro tendría que rendirse. La nación que desarrolle primero un escudo antimisiles es la nación que se colocará en condiciones de «dar ese primer golpe».
Este hecho está reconocido, informalmente, por el Teniente Coronel Robert Bowman, director del Programa de Defensa Misilística de la Fuerza Aérea Estadounidense, cuando en una oportunidad comentó que semejante sistema de defensa antismiles representa el «el eslabón perdido en materia de capacidad de llevar a cabo un Ataque Preventivo».
Podemos despreciar la excusa norteamericana para instalar las bases antimisilísticas en Polonia y Checoslovaquia. La excusa esgrimida por Estados Unidos el de la posibilidad de un ataque nuclear iraní, pero la propuesta de Putin anularía totalmente tal posibilidad, ya que el escudo conjunto ruso-estadounidense propuesto en Azerbaijan quedaría ubicado precisamente sobre la frontera de ese país. Todo estas discusiones hacen recordar la época previa a la invasión de Irak por Estados unidos y el Reino Unido, cuando se buscaban excusas acerca de supuestas «armas de destrucción masiva» del régimen de Saddam Hussein, pero en realidad para justificar la invasión angloestadounidense a esa desdichada nación. Esos proyectos de 2002 y 2003 se basabon, a su vez, en las elucubraciones geopolíticas de la jauría de halcones del «Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense» (PNAC – Project for a New American Century), que a fines de los noventa parió un documento famoso titulado «Reconstruyendo las Defensas de América» y que incluyó entre sus mentores y miembros, al vicepresidente Dick Cheney, a la secretaria de Estado Condoleeza Rice, y al ex secretario de defensa Donald Rumsfeld. El mismo proponía como política que «Estados Unidos debe desarrollar y desplegar defensas misilísticas globales a fin de defender el territorio estadounidense y el de sus aliados al tiempo que brinda una base amplia para la proyección del poder norteamericano en todo el planeta».
En sus observaciones en Heiligendamm, Putin recordó a la prensa que no fue Rusia sino EE.UU. quien inició la nueva confrontación, cuando abrogó unilateralmente el Tratado EE.UU-Rusia de Misiles Antibalísticos en diciembre de 2001. Luego Washington ha apoyado revoluciones de color y cambios de regímenes favorables a la OTAN en las fronteras de Rusia. Ha llevado a la OTAN a Polonia, Latvia, la República Checa, Estonia, Lituania, Rumania, Hungría, Eslovaquia y Eslovenia, anteriormente parte de Yugoslavia. Los candidatos a la OTAN incluyen a Georgia, Croacia, Albania y Macedonia. El presidente de Ucrania, Victor Yushchenko, ha tratado de llevar a Ucrania a la OTAN. Se trata de un claro mensaje a Moscú, y no es sorprendente que no lo saluden con los brazos abiertos.
Putin señaló con algo más que un poco de ironía: «hemos sacado todas nuestras armas pesadas de la parte europea de Rusia, y las hemos colocado detrás de los Urales. Hemos reducido nuestras Fuerzas Armadas en 300.000 hombres. Hemos tomado varios pasos requeridos por el ACAF. ¿Y qué hemos visto como respuesta? Europa Oriental recibe nuevas armas, dos nuevas bases militares están siendo establecidas en Rumania y Bulgaria, y hay dos nuevas áreas de lanzamiento de misiles – un radar en la República Checa y sistemas de misiles en Polonia. Y nos preguntamos: ¿qué pasa? Rusia se desarma unilateralmente. Pero si nos desarmamos unilateralmente quisiéramos ver que nuestros socios están dispuestos a hacer lo mismo en Europa. Al contrario, Europa está siendo repletada de nuevos sistemas de armas.»
Probablemente ahora Rusia reconsiderará el tratado de limitación de fuerzas convencionales con Europa, del año 1990. Volverá a escoger objetivos usamericanos para sus cohetes. El 14 de junio, en plena cumbre del G-8 anunció la prueba exitosa de un nuevo proyectil balístico estratégico intercontinental que puede penetrar cualquier defensa norteamericana. Una nueva guerra fría está desarrollándose. Cómo todo esto afectará las relaciones ruso-norteamericanas, incluidos los aspectos petroleros y gaseros, será el gran tema político del resto de la década.
F. William Engdahl es autor del libro ‘A Century of War: Anglo-American Oil Politics and the New World Order,’ Pluto Press Ltd. He has a soon-to-be published book on GMO titled, ‘Seeds of Destruction: The Hidden Political Agenda Behind GMO’. El autor puede se contactado a través de la siguiente dirección: www.engdahl.oilgeopolitics.net.