Con una celeridad que no se presentó en otros casos, organizaciones internacionales de periodistas, intelectuales y escritores, algunos de izquierda, reaccionaron cuestionando la decisión de la justicia nicaragüense de investigar el estado contable de varios organizaciones no gubernamentales. Daniel Ortega ha decepcionado a muchos en sus últimos años como político, sin embargo, es un presidente […]
Con una celeridad que no se presentó en otros casos, organizaciones internacionales de periodistas, intelectuales y escritores, algunos de izquierda, reaccionaron cuestionando la decisión de la justicia nicaragüense de investigar el estado contable de varios organizaciones no gubernamentales.
Daniel Ortega ha decepcionado a muchos en sus últimos años como político, sin embargo, es un presidente electo con las reglas de la democracia representativa, las mismas reglas que antes encumbraron a políticos neoliberales y que fueron aceptados por todos.
La misma semana de los sucesos, el gobierno de Colombia detenía y expulsaba del país a dos trabajadores sociales de la organización no gubernamental Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia, acusadas de haber ingresado como turistas y de participar en actividades en apoyo a los cortadores de caña en huelga. Junto a las cooperantes, también fue detenido y expulsado del país un periodista que las acompañaba. Hasta ahora, ninguna organización internacional de periodistas se dió por enterado del caso, y no ha circulado ningún manifiesto en respaldo de esta ONG ni de su trabajo.
Pero los grandes medios de comunicación no está para difundir noticias, sino que hace rato se transformaron en publicistas o parte interesada en la lucha política.
Desde su asunción como presidente de Nicaragua, el 10 de enero de 2007, no se produjo ningún cambio constitucional, ni una sola reforma del sistema político. Tampoco han existido demasiados cambios sociales y económicos, aunque si una orientación diferente a las políticas neoliberales anteriores, un acercamiento con Venezuela a través de la integración al ALBA, y una posición más indepediente y soberana en los asuntos internacionales. Todas de desagrado para el gobierno de Estados Unidos, tan presente en la política interna nicaragüense desde la invasión del pirata William Walker por el año 1856.
«Todos contra Ortega»
Esta es la consigna de la oposición nicaragüense para las elecciones municipales del próximo 9 de noviembre, y bajo esa consigna han coincidido desde ultra neoliberales hasta izquierdistas y ex revolucionarios.
Desde ese 10 de enero de 2007, Ortega se ha convertido en blanco de ataques constantes de los grandes medios de comunicación internacionales, que curiosamente han comenzado a dar espacio público a la oposición de izquierda en Nicaragua, siempre y cuando se expresen contra el ex líder guerrillero.
La campaña mediática contra Nicaragua, porque en el fondo lo que se pretende es derrocar a un presidente electo y volver a instalar a políticos pro imperialistas y neoliberales en el gobierno, es calcada de la campaña contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Hasta se repiten los periodistas mercenarios firmando reportajes y crónicas en diarios del mundo.
Desde la derrota sandinista en 1989 no se ha escrito tanto de Nicaragua como en los últimos meses.
Los grandes medios usan sus propios escribas para atacar al gobierno, y utilizan además las críticas de la izquierda, inusual aliada de la derecha en esta campaña.
Con una prontitud no demostrada en otros incidentes tan o más graves registrados en otros países, periodistas y escritores de izquierda, se han sumado sin un analisis critico, a las condenas al gobierno por su supuesto «ataque» a las Ongs y la llamada «sociedad civil».
En una reacción coorporativa, escritores y periodistas de Latinoamérica han cuestionado la decisión de la justicia nicaragüense, y por anticipado han descalificado cualquier prueba de financiamiento exterior ilícito. Entre las firmas de las críticas al gobierno sandinista, al que califican de «dictadura familiar» se encuentran Gabriel García Máquez, Juan Gelman, Mario Benedetti y Eduardo Galeano entre otros.
Más allá de algunas críticas que son ciertas, llama la atención la total falta de objetividad, de un análisis de todos los elementos nacionales e internacionales, y hasta la toma de distancia que deberían tener de la oposición de derecha y del discurso imperialista.
Casi todos los medios de comunicación de Nicaragua critican abiertamente al gobierno y claman al mismo tiempo por la falta de libertad de expresión.
Repiten el mismo esquema que en Venezuela para criticar, y que en Colombia para defender al gobierno.
Un elemento destacado es la posición del diario español El País que tiene la habilidad de estar siempre del lado equivocado. En estos días reflotó la pluma de la periodista Maité Rico, experta difusora de las posiciones del gobierno colombiano y sus Fuerzas Armadas y crítica al presidente venezolano, llamada a silencio cuando sus revelaciones sobre los «contenidos» de la computadora de Raúl Reyes no condujeron a nada.
Este sábado publicó un «reportaje» con el título «La deriva autoritaria de Ortega» donde resume todas las críticas posibles contra el mandatario nicargäüense.
«De la mano del líder del Frente Sandinista y su familia, Nicaragua se dirige, dice la oposición, hacia una dictadura institucional» escribió Maité, y sostiene todo lo que la oposición afirma.
También como en el caso de las notas que escribía «revelando» documentos ultrasecretos sacados de la computadora de Reyes, cita fuentes anónimas la cita textualmente: «Ortega quiere silenciar las voces críticas a su proyecto autoritario» y le atribuye al presidente, «el control absoluto del poder judicial».
Para completar esta campaña, el diario El País publicó 10 notas sobre Nicaragua en los últimos 3 meses: el 17 de julio: «Miles de personas se manifiestan en Nicaragua contra el presidente Daniel Ortega»; un día después: «Ortega acepta reunirse con las FARC».
El 21 de julio: «Miles de nicaragüenses exiguen la renuncia de Ortega» firmado por oh casualidad!, Maite Rico y agencias. El 23 de julio: «Ortega insiste en hablar con las FARC sin permiso». Al otro día «Ortega recibió a jefes de la FARC» recogiendo una versión del diaqrio nicaragüense La Prensa, de la familia Chamorro y que cita fuentes anónimas que dicen además que los jefes guerrilleros llegaron a Managua en un avión de la petrolera venezolana PDVSA. Junto a esto otra nota: «Colombia pide a Interpol informe sobre las FARC en Nicaragua».
En el caso colombiano hacia lo mismo, citaba al diario El Tiempo, y después se periódico citaba a El País y ampliaban la misma denuncia o invento.
Tres días más tarde: «Colombia acusa al presidente de Nicaragua de apoyar a las FARC».
El 10 de septiembre El País publica una nota de Mario Vargas Llosa sobre Nicaragua titulada «Para la historia de la infamia». El 18 del mismo mes, «Gelman defiende a Cardenal ante quienes de sandinistas ya no tienen nada», y este sábado 18 de octubre, un análisis de Carlos Chamorro, «¿Sociedad civil o sociedad servil?» que acompaña la edición de la descarga de Maité Rico. ¿Encontró alguna nota que destaque algún logro en Nicaragua?, todavía no. Cualquier semejanza con una campaña es pura casualidad.
Los medios de comunicación como dirección política
Los medios de comunicación están asumiendo las direcciones políticas de la oposición neoliberal ante el fracaso de sus partidos, sostuvieron no hace mucho los periodistas Ignacio Ramonet y Pascual Serrano.
En el caso de Nicaragua los medios comparten esa dirección con algunas organizaciones no gubernamentales, según confesión del diario El País. En su nota de este sábado Maité Rico, sostiene que la disidencia sandinista, «junto a la prensa y a los movimientos sociales, están llenando el vacío de la oposición política». Una prensa que además recibe respaldo financiero externo.
El embajador norteamericano en Managua, Robert Callahan, lo reconoció de manera indirecta en un discurso esta semana ante la Cámara de Comercio Nicaragua-Estados Unidos. «Cuando organizamos una capacitación sobre las formas modernas de hacer campañas políticas transparentes, por ejemplo, invitamos a cada partido, frente, movimiento y alianza a que participen. Cada cual puede decidir si quiere venir o no, pero es su decisión, no la nuestra. Les damos la bienvenida a todos», dijo el embajador al admitir la organización de eventos.
«Quiero declarar públicamente que todo lo que hacemos aquí, cada programa en apoyo del desarrollo, democracia, salud y educación, cada intercambio de estudiantes, soldados o artistas, cada donación a la policía o a las fuerzas armadas -todo, cada cosa-lo hacemos de manera pública y transparente» justificó.
Desde Venezuela, la escritora e investigadora Eva Golinger denunció el financiamiento del Departamento de Estado norteamericano a medios de prensa y periodistas de la oposición en Venezuela y advirtió de la existencia de programas similares en otros países del continente.
El periodista estadounidense Jeremy Bigwood reveló recientemente que «el gobierno de EE.UU. está financiando secretamente a medios de noticias y periodistas extranjeros. Reparticiones públicas como el departamento de Estado, el departamento de Defensa, la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (US Agency for International Development, USAID), el Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED), el Consejo Superior de Radiodifusión (Broadcasting Board of Governors, BBG) y el Instituto de EE.UU. para la Paz (US Institute for Peace, USIP), financian el «desarrollo de los medios» en más de 70 países.
«La revista In These Times descubrió que estos programas mantienen a centenares de organizaciones no gubernamentales extranjeras (ONGs), periodistas, políticos, asociaciones de periodista, medios informativos, institutos de mejoramiento de periodistas y facultades académicas de periodismo. El tamaño de los aportes puede extenderse desde algunos miles a millones de dólares. «El tema que estamos enseñando es la mecánica del periodismo, así sea prensa escrita, televisión o radio», explicó Paul Koscak, portavoz de la USAID. «Cómo hacer una historia, cómo escribir balanceadamente…, todo ese tipo de cosa que usted esperaría de un profesional de prensa», dijo Bigwood.