A su paso por Cuba, que ha durado dos días, Ike ha dejado pérdidas millonarias y cuatro muertos, una cifra para nada comparable con el centenar de fallecidos en Haití, que se suman a los 500 de la tormenta tropical Hanna. Aparentemente, el ojo del huracán perdonó a la capital cubana ya que impactó en […]
A su paso por Cuba, que ha durado dos días, Ike ha dejado pérdidas millonarias y cuatro muertos, una cifra para nada comparable con el centenar de fallecidos en Haití, que se suman a los 500 de la tormenta tropical Hanna. Aparentemente, el ojo del huracán perdonó a la capital cubana ya que impactó en Pinar del Río, azotada ya por Gustav. No obstante, las autoridades mantuvieron la alerta por las posibles afecciones a las casas coloniales de La Habana Vieja.
En tan sólo diez días, la isla ha sufrido el impacto directo de Gustav, de categoría 4 y con un potencial destructor 16 veces mayor, y de Ike. Ambos, además, han pasado casi por los mismos lugares, por lo que las pérdidas y afecciones se multiplican.
Aunque las autoridades realizaron un masivo plan de evacuación trasladando a dos millones de personas a lugares de mayor seguridad, el paso del huracán dejó un saldo oficial de cuatro muertos. Según la televisión estatal, se trata de dos hombres de 76 y 35 años, que murieron electrocutados mientras desmontaban una antena de televisión en el tejado de su vivienda en Coralillo, en la provincia de Santa Clara. Otro hombre, de 35 años, falleció en Camagüey cuando se le vino abajo una pared de su casa por la caída de un árbol. Otra mujer de avanzada edad falleció por el desplome de su vivienda en el municipio de Banes (Holguín).
Ayer, la atención estaba puesta principalmente en La Habana, de 2,2 millones de habitantes, y su provincia.
Entre el domingo y el lunes, cerca de 240.000 habaneros fueron evacuados, 20.000 de ellos de La Habana Vieja, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Aparte de posibles inundaciones, como las registradas con Wilma en 2005, el Consejo de Defensa Provincial temía el impacto que el viento y el agua podrían tener sobre las casas coloniales, la mayoría en un estado muy precario y cerca del derrumbe. No muy lejos de allí, olas gigantes sobrepasaban el muro del Malecón, de ocho kilómetros de largo.
Los fuertes vientos, de 120 kilómetros por hora, y las intensas lluvias ya se dejaron sentir a primera horas de la madrugada.
Por prevención y para proteger los equipos, se cortó el suministro eléctrico y telefónico en toda la capital. Sólo los hospitales funcionaban normalmente gracias a grupos electrógenos. Asimismo, desde el lunes por la noche, estaba prohibida la circulación para vehículos y peatones. «Es como estar en una cueva. Pero es preferible estar en casa; salir a la calle puede resultar peligroso», manifestó Kenia González, de 36 años. El ojo del huracán, sin embargo, «perdonó» a la capital, ya que impactó en una punta de la provincia de Pinar del Río. El meteorólogo cubano José Rubiera explicó que, durante cinco horas, Ike cruzaría esta provincia de sur a norte para salir por Manuel Sanguily, un ingenio azucarero, a poco más de 100 kilómetros al oeste de La Habana.
Durante dos días, Ike ha barrido Cuba de punta a punta. Ahora toca la recuperación y cuantificar las pérdidas millonarias. Los primeros balances hablan de miles de casas destruidas o severamente afectadas, de plantaciones agrícolas inundadas, de postes eléctricos tirados… Responsables de las áreas municipales en las que se ha dejado sentir la furia de Ike calificaron de «difícil» la situación. No obstante, mostraron su convencimiento de que «entre todos» lograrán volver a la normalidad en el menor plazo posible.
Según los primeros informes, en Baracoa, de 82.000 habitantes, 346 viviendas quedaron totalmente destruidas y otras 700 de manera parcial. El servicio eléctrico también se vio interrumpido por la caída de árboles, postes y averías en transformadores. Junto a los daños en las instalaciones, seguían valorando los estragos en las siembras de cacao, principal cultivo de la villa, fundada en 1511.
Antes de Ike, la tormenta tropical Hanna ocasionó «trenes de olas cercarnos a los dos metros y medio de altura, y rompientes superiores a los cuatro metros sobrepasaron el muro de contención del malecón».
Pero, Ike y Hanna no han sido las únicas inclemencias climáticas que han azotado a Baracoa. En marzo, una tormenta de invierno originada en las costas de Canadá provocó fuertes vientos y grandes olas en el Caribe. El mar de fondo destruyó decenas de viviendas del malecón.
En Guantánamo, 350 casas quedaron reducidas a la nada. Las fuerzas militares recogieron, al menos, 400 metros cúbicos de escombro.
En Las Tunas, unas 186.000 personas, más de la tercera parte de su población, tuvieron que ser evacuadas. El Consejo de Defensa Provincial calificó la situación de «extremadamente compleja». Todavía sin precisar, se estima que «una alta cifra» de viviendas fueron destruidas total o parcialmente, mientras que muchos tejados quedaron dañados. El servicio eléctrico quedó paralizado como consecuencia del gran número de postes y árboles caídos sobre el tendido tanto en el centro urbano como a las afueras. El impacto fue «particularmente dramático» en áreas agrícolas e instalaciones productivas y sociales de Puerto Padre.
En Ciego de Ávila, las copiosas precipitaciones causaron el desbordamiento del embalse La Turbina. En 24 horas se registraron 306 milímetros. En Granma, las presas estaban al 97%.