El fuego ha sido en la historia de la humanidad un elemento que en sí representó y representa: energía, voluntad, ímpetu, etc., para emprender las acciones más audaces y efectivas que la humanidad ha desarrollado. No menos cierto ha sido también el poder que para someter a los demás se ha usado. De igual modo […]
El fuego ha sido en la historia de la humanidad un elemento que en sí representó y representa: energía, voluntad, ímpetu, etc., para emprender las acciones más audaces y efectivas que la humanidad ha desarrollado. No menos cierto ha sido también el poder que para someter a los demás se ha usado.
De igual modo ha sido el poder que surdiéndolo se ha usado en contra de uno mismo para luego culpar al adversario. Así por ejemplo sucedió durante el imperio romano, cuando Nerón incendió Roma para culpar luego a los cristianos y desatar una implacable persecución. Vale decir el fuego, así como ha representado poder para emprender las más audaces acciones, también ha servido para someter a los demás.
Hechos recientes como el auto atentado a las Torres Gemelas en Nueva York el 9/11 del 2001 se podrían registrar como otra acción en la que el fuego alumbró para la humanidad un otro momento, un otro ciclo para que la hegemonía estadounidense se reprodujera de forma radical, a partir de demagógicamente declararse la guerra contra el terrorismo, como parte de la nueva geopolítica genocida y global de George Bush. Es importante insistir en lo «demagógico» de la estrategia de la hegemonía estadounidense, por cuanto para la opinión pública ha quedado claro que se trató de un auto atentado. Lo mismo para la opinión pública ha sido el otro revelador hecho como aquel artero argumento de Armas de Destrucción Masiva que sirvió para atacar a Irak el 2003, y que se inscribe en una igual impostura que el del ataque del 9/11.
En ambos episodios las estrategias se los EE.UU., no ha buscado sino endurecer su hegemonía, «inventando al enemigo», construyendo al contrincante contra quien justificar luego su poder de fuego. Han sido en esa tesis que son los terroristas quienes le han servido no sólo como chivos expiatorios, sino anecdóticamente de aliados a la vez como en el caso del auto atentado las Torres Gemelas. O el caso de enemigo necesario que correlativamente ha construido, como en del su momento les fue funcional a su poder de fuego Alqaeda, y hoy es el ISIS.
Decía que si bien el terrorismo les ha sido funcional a su poder fuego; hoy los EE.UU., que siguen necesitando de ése enemigo íntimo; son otros los interese que le preocupan para reproducir su hegemonía, y estos tienen que ver con el control -como ha sido el petróleo en la guerra contra el terrorismo- del ecosistema del planeta; pero sobre todo con un recurso mucho más vital que el petróleo, que no es sino el agua dulce, ya que viene siendo un secreto a voces generalizado que las próximas guerras en el planeta se darán por el agua; al margen de la disponibilidad que se tenga sobre otros como la biodiversidad, la fauna, la flora etc.; abundante en la Amazonía y que al parecer es el nuevo centro geopolítico capital clave en disputa para la hegemonía estadounidense. Un dato que no puede dejar de tomarse en cuenta es el que la Amazonía es un territorio al que los EE.UU., lo considera como parte de un territorio que debe ser controlado por ellos; al extremo que en sus escuelas estadounidenses se enseña el mapa del Brasil amputado de su territorio del Amazonas.
Puede ser una incendiaria hipótesis la que me lleva a plantear que el planeta hoy se encuentra nuevamente en un punto inflexión en el que, por el nivel irreversible del deterioro medioambiental en el Amazonas, que es el «pulmón del planeta», se trame el relanzamiento de la hegemonía estadounidense.
Fuente: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2019/08/el-incendio-en-la-amazonia-y-el-giro.html