Ante la imposibilidad del sistema capitalista de garantizar la reproducción material y espiritual de la mayoría de la población mundial. Ante el aprovechamiento de la cultura patriarcal y la discriminación a las mujeres como mecanismo para aumentar sus ganancias. Ante el uso y abuso de los recursos naturales, la contaminación, la extinción de especies animales […]
Ante la imposibilidad del sistema capitalista de garantizar la reproducción material y espiritual de la mayoría de la población mundial.
Ante el aprovechamiento de la cultura patriarcal y la discriminación a las mujeres como mecanismo para aumentar sus ganancias.
Ante el uso y abuso de los recursos naturales, la contaminación, la extinción de especies animales y vegetales que nos está conduciendo aceleradamente al borde de la extinción de la vida humana y de cualquier forma de vida.
El movimiento solidario se declara en oposición al sistema capitalista y propone, como alternativa al mismo, la construcción de una sociedad solidaria. Pero debemos de aclarar que no se trata de una actitud voluntarista, sino que tiene su origen en el conocimiento de lo que es y cómo funciona el capitalismo, por lo cual, nos declaramos también contrarios a las visiones reformistas, sean del tipo que sean.
Y ese conocimiento del sistema capitalista, es lo que nos permite afirmar, contundentemente, que la humanidad si desea sobrevivir y humanizarse, se le impone como imperativo categórico: acabar con el capitalismo.
Para comprender la naturaleza y la esencia de un sistema económico, es preciso conocer cuál es su racionalidad económica y su lógica operacional. Pues bien, la racionalidad económica del capitalismo se reduce a la maximización de beneficios de los capitalistas, ya sea que inviertan en la órbita de la producción o de la circulación. Y su lógica operacional se fundamenta en la explotación de la clase trabajadora asalariada y en la expoliación de los trabajadores y trabajadoras no asalariadas.
Pero adicionalmente, el capital, y sus personificaciones, los capitalistas, necesitan crecer de manera constante e incesante. Esto es, acumular capital, lo cual se traduce en la concentración y la centralización de la riqueza, lo cual trae como consecuencia el privar al resto de la humanidad de tener una vida digna.
También resulta una afirmación irrefutable, la tendencia que presenta el capital a incrementar su composición orgánica, a fin de elevar su productividad, lo cual tiene, al menos, dos implicaciones, primera, cada vez se demanda menos trabajadores en relación a la inversión en medios de producción o de circulación y la segunda, es que al volverse más productivo el capital insume más recursos, produce más mercancías y exige mayores niveles de consumo, esto es, genera el consumismo, a la par que agota los recursos naturales.
Y existe otra razón que nos permite comprender los impactos negativos en la clase trabajadora y es que, el capital busca incrementar su valorización y a su vez ampliar su órbita de valorización, para lograr lo primero acude a disminuir, evadir o a eludir impuestos y para lo segundo, promueve las privatizaciones.
Y como si fuera poco, busca desvalorizar la fuerza de trabajo, lo cual lo logra con las privatizaciones, con las fusiones y absorciones y con la disminución del gasto público. Y adicionalmente genera una sobrepoblación relativa, o para ser más claros, un contingente de personas desempleadas o subempleadas que están dispuestas a cualquiera cosa con tal de paliar su miseria o bien, optan por las drogas, las migraciones o por el suicidio. Toda esta situación es caldo de cultivo para el narcotráfico, la delincuencia, la trata de mujeres, la xenofobia y el racismo.
Pero además el capitalismo ha funcionalizado la cultura patriarcal para su beneficio y se aprovecha de la misma para sobreexplotar a las mujeres, las maquilas en el tercer mundo son un claro ejemplo de este fenómeno, pero no es el único, en cualquier país capitalista desarrollado o subdesarrollado las mujeres tienen salarios inferiores a los hombres por trabajos iguales. Pero eso no es todo, sino que el trabajo doméstico, el que realizan las mujeres, no se reconoce como un trabajo productivo y en consecuencia, parece la cosa más natural del mundo, que se haga de gratis, sin ninguna remuneración o bien que las mujeres «liberadas» expolien a otras mujeres.
Y como si fuese poco lo anterior, como el capitalismo necesita del crecimiento constante e incesante, porque de lo contrario entra en crisis, nos conduce inexorablemente a la degradación, contaminación y agotamiento de los recursos naturales, y a la extinción de especies animales y vegetales. Para el capital, lo único que importa es la ganancia, aunque en su búsqueda loca, irracional y salvaje de la misma, ponga en riesgo la vida de la humanidad.
Y aún hay mas, como si fuera cosa de locos, el capitalismo para poder funcionar genera la alienación, la desinformación y la robotización de los seres humanos. El capitalismo nos ha deshumanizado, nos ha hecho seres infelices, desgraciados, que ya no trabajamos para vivir, sino que vivimos para trabajar. El trabajo no nos realiza y mucho menos nos hace felices.
Nuestra propuesta a la sociedad
Por todas estas razones, el Movimiento Solidario, piensa, cree, está convencido que es necesario acabar con el capitalismo. Pero como adicionalmente, conoce de las experiencias fallidas, esas, conocidas como el socialismo estatista, capitalismo de estado, o socialismo real, no se propone repetir, ese tipo de experiencias que nos mostraron su inviabilidad, ya que ello sería una insensatez histórica. En este sentido, no nos proponemos como un fin inmediato la toma del poder, para desde allí cambiar a las personas y a la sociedad.
El movimiento solidario, se plantea ir de abajo hacia arriba, transformando a las personas mediante la construcción de empresas solidarias y la generación de relaciones solidarias. Sabido es que si las personas van transformando la condiciones de su existencia social, se van transformando a si mismas. Pero este es un proceso que no se puede lograr desde arriba, esto es, por decreto, en este sentido el movimiento solidario no se propone la conquista del poder como tarea inmediata y prioritaria. No creemos que la sociedad, ni las personas se puedan transformar mediante la estatización de la economía. Lo cual no implica que renunciemos al control del gobierno por la clase trabajadora, pero no aceptamos delegar esta tarea a ningún partido político, por más que se digan ser los representantes de la clase trabajadora. La clase trabajadora si se puede organizar de manera eficiente para producir y satisfacer las necesidades de la sociedad, no necesita de ninguna casta parasitaria que la gobierne. Por ello, sostenemos que la democracia real y auténtica, existirá cuando desaparezcan los partidos políticos y los políticos profesionales, esto es, aquellos que viven de la política, pero no viven, ni trabajan, para servir a la sociedad, sino a sus intereses, ya sean económicos, de vanidad o de poder.
Ciertamente, sostenemos la necesidad de construir relaciones populares de poder, pero únicamente de manera transitoria y como un medio para enfrentar, esto es, para defendernos, ante quienes se oponen a las relaciones solidarias, las cuales unas vez generalizadas, serían la negación de cualquier forma de poder, ya que el poder siempre implica una relación de dominio y subordinación y la clase trabajadora a lo que aspira es a la libertad, a la igualdad y a la solidaridad, no al dominio, ni a la subordinación de una parte de la población sobre la otra. Por tal razón, es de suma importancia para el movimiento solidario, lograr la igualdad de género, ya que no tendría ningún sentido superar o abolir el dominio de una clase, la clase burguesa, sobre la clase trabajadora, si los hombres siguiesen ejerciendo su dominio sobre las mujeres.
Tampoco somos partidarios de eliminar física, ni moralmente, a quienes no compartan nuestros ideales. Para acabar con los capitalistas, por ejemplo, basta con expropiarlos de las riquezas que nos han expropiado, pero no podemos negarles el derecho a seguir viviendo en la nueva sociedad, siempre y cuando estén dispuestos a trabajar y aportar sus saberes para que podamos vivir todos de manera solidaria. Respetamos el derecho a disentir, así como la diversidad de pensamientos, ya que en la confrontación lúcida y racional, está la clave para el desarrollo de las ideas. En tal sentido, no somos un movimiento dogmático, que pretenda haber descubierto la cuadratura del círculo. Tenemos, eso si, una opción y una propuesta, pero si usted no la comparte, esperamos que usted también nos respete. Las ideas diferentes u opuestas no se superan eliminando física o moralmente a los adversarios, sino demostrando su irracionalidad.
Nos parece inhumano, pretender crear un estado totalitario, aunque se justifique como la dictadura del proletariado. Rechazamos el poder de cualquier tipo que sea, porque el poder siempre lleva implícito una relación de hegemonía y subordinación. Y nosotros al ser solidarios y solidarias no deseamos, no queremos, ni necesitamos hegemonizar y dominar al resto de la sociedad. Sino que por el contrario, lo que buscamos es que todos vivamos en armonía entre nosotros y con la naturaleza. Ello nos permitirá realizarnos como seres humanos y desplegar todas nuestras capacidades espirituales, ya sean artísticas, culturales, laborales o filosóficas. En esta sociedad capitalista, no sólo trabajamos para una minoría voraz e insaciable, sino que al ser así, vivimos para trabajar y no trabajamos para vivir.
La sociedad solidaria, fundamentada en la austeridad en el consumo de bienes materiales, será prolífica en cuanto al consumo de bienes espirituales. Los trabajadores del arte y la cultura, serán apreciados como en ninguna sociedad lo han sido nunca, porque la humanidad al haberse liberado de la necesidad de dedicar el mayor tiempo de su vida al trabajo físico o intelectual, podrá disponer del tiempo libre para poder satisfacer sus necesidades físicas -el deporte- o espirituales, como el arte y la cultura. O las necesidades vinculadas con el saber, como las ciencias naturales o las ciencias sociales. La creatividad humana tendrá las condiciones necesarias para desplegarse en toda su magnitud, como una forma de realización humana y no motivada por el interés económico o la vanidad. Quizá el placer de enseñar, de compartir nuestros conocimientos y nuestras experiencias, se convierta en una de las mayores satisfacciones humanas y será a su vez una muestra de solidaridad con las generaciones futuras, para que en vez de pretender volver al pasado ignominioso del que nos habremos ya librado, deseen seguir avanzando hacia sendas que nos conduzcan al vivir cada vez más tranquilos, más seguros y más felices.
El movimiento solidario no es partidario del desarrollo de las fuerzas productivas materiales, como un medio para lograr la abundancia en la producción de bienes materiales, porque ya hemos visto que eso se traduce en el consumismo y en el agotamiento, degradación y contaminación de la naturaleza, así como en el impacto negativo que han tenido en los seres vivos las actividades de los aprendices de brujos: la energía nuclear, los transgénicos, los cloroflurocarbones, el amianto, el plástico y en general, todo el desarrollo de la industria química. O para decirlo con palabras de Fernández Durán estamos en contra de la civilización urbano agroindustrial. En este sentido apoyamos el decrecimiento en los países, llamados desarrollados, y la búsqueda del buen vivir, para toda la humanidad. Estamos a favor de un desarrollo del conocimiento, pero en armonía con la naturaleza.
El movimiento solidario, a su vez, pretende rescatar y hacer valer los principios y valores de la ilustración, pero para que estén, no al servicio de una clase, sino de toda la humanidad, creemos en la libertad individual, pero de todos los seres humanos, no sólo de la burguesía, creemos en la igualdad pero de todos los seres humanos, no sólo de la burguesía y creemos en la solidaridad entre todos los seres humanos, independientemente, de cualquier tipo de diferencia personal, ya se trate de nacionalidad, religión, raza, género, opción sexual, ideología, etc.
Nuestra propuesta para avanzar hacia la construcción de una sociedad solidaria
Lo primero y fundamental es que estemos a favor de la justicia y nos indignemos y reaccionemos ante cualquier injusticia y,
Lo segundo es, que como el capitalismo personifica la injusticia, en todas sus dimensiones, pues, que seamos radicalmente anticapitalistas.
Si compartimos, los dos planteamientos anteriores, surge un tercero y es que estemos a favor de la solidaridad humana, no por virtuosos, sino como una necesidad para la sobrevivencia como especie.
En cuarto lugar, ello nos lleva a la necesidad de construir la base económica de la nueva sociedad: la economía solidaria, la cual está integrada por empresas solidarias, autogestionadas por los y las trabajadoras, las cuales operan en base a una racionalidad económica fundamentada en la reproducción material y espiritual de la vida humana y de cualquier forma de vida. Y con una lógica operacional basada en la cooperación. ¿Y cómo entender eso de la cooperación? Para ello, en vez de responder nosotros, preferimos citar cómo la gente entiende eso de cooperar:
«Cooperar es trabajar juntos sin menospreciar a nadie para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente (Janneth Prieto), Cooperar es ayudar de alguna manera a nuestros semejantes por el camino correcto, sin esperar recompensa alguna a cambio (Diana Pacheco), cooperar es trabajar juntos para conseguir objetivos en común (María Esperanza Hidalgo), Cooperar es la esencia para una sociedad mejor (Jenny Brito), cooperar es estar dispuesto a ofrecer algo para ayudar al crecimiento de los demás, (José Cuello), cooperar es la sinergia de esfuerzos tras un objetivo en común, (Fabián Cuesta Astudillo), cooperar es un sentido comunitario de darle la mano a quien más lo necesita (Octavio Guaña), cooperar significa apoyo incondicional (Jenny Bustamante), cooperar significa compartir y crecer juntos (Carlos Mendieta), cooperar es poner toda mis capacidades al servicio de los demás (Guillermo Cabrera), cooperar es unir esfuerzos solidarios para un Buen Vivir (Adriano Rojas),cooperar es aportar con el objetivo de conseguir un fin común (Andrés Arias), cooperar es la muestra del sentimiento más puro, el amor (Jenrry Naranjo), es aprender a ser parte del universo, de la naturaleza (Noemí Rodas), cooperar es compartir (Lucas Achig), cooperar es un acto solidario que permite llegar a todos a la meta (Henry Quezada), cooperar es unir esfuerzos, ideas y pensamientos para que una organización o una persona encuentre un mejor futuro (Marcelo Yunga), es unificar fuerzas, talentos, conocimientos para alcanzar objetivos comunes (Mariuxi Fajardo), cooperar es saber que mis manos se multiplicaron para hacer mi sueño realidad, es contribuir con mi esfuerzo al crecimiento de mi comunidad (Verónica Piedra), cooperar es ayuda mutua, es hacer una minga por el bienestar común (Graciela Quezada), Cooperar es mezclar lo mío con lo tuyo para salir adelante (Miryan Barreto), es una oportunidad de cambio en esta época en que se vuelve difícil cambiar la realidad de los pueblos, el pensamiento de sus habitantes. Es creer que la unión hace la fuerza (Elena Bermeo), cooperar es dar lo mejor de mí, por otras personas que no conozco (Fernando Pulgarin),cooperar es ratificar que la unión hace la fuerza (Galo Gallegos), cooperar es pensar en el otro (René Unda), es enseñar a hacer mas no a dar haciendo (Manuel Piedra), cooperar es hacer todo entre nos, como apoyar-nos, animar-nos, comunicar-nos, conocer-nos, crear-nos, amar-nos, todo entre nos (Paciente Vázquez), cooperar es dar y recibir (Paola Caranqui), cooperar no es competir, es sumar fuerzas (Maira Gonzáles), cooperar significa superar los límites de la individualidad (Alba Morocho)».
Mas de algún cretino de derecha o de izquierda nos podrá decir: «Pero eso es pura teoría, palabrería huera (en buen salvadoreño: pura paja)». Pero nosotros, los otros, sabemos que la teoría y la praxis son indisolubles. No hay teoría revolucionaria sin praxis revolucionaria, como no hay praxis revolucionaria sin teoría revolucionaria. La derecha, alguna derecha inculta, no se ha percatado que su praxis ha estado orientada por la teoría neoliberal y que sin la teoría neoliberal no hubiesen podido implementar sus modelos neoliberales. Los pobres, intelectualmente hablando, no lo saben, pero lo hacen. Como tampoco alcanzan a comprender que cuando igualan un tractor a diez quintales de café, aunque medie el dinero, lo que están haciendo es igualando los trabajos concretos que los produjeron y en esa medida los reducen a trabajo abstracto, esto es, a la objetivación de valor. Que no lo sepan, que no lo comprendan, eso no impide que lo hagan. Como tampoco saben cómo funciona la Internet y eso no impide que la usen. En el capitalismo las cosas se presentan de esa forma, porque el capitalismo está fundamentado en la mistificación y en la fetichización de las relaciones sociales. Pero para nosotros, los otros, los anticapitalistas, se nos impone como una necesidad, desmistificar la realidad y transparentar nuestra propuesta y para ello, necesitamos de la teoría.
Y esa sería una razón suficiente para justificar, hasta este punto, nuestro manifiesto, pero como nuestra intención es indicarle a la clase trabajadora, cómo puede convertir en realidad la utopía, avanzaremos un paso más.
Diferentes vías para construir empresas solidarias
En esto, como en todo existen fases, procesos, la realidad no se puede transformar de un día para otro.
Ahorita estamos en una fase en la cual la mayoría de empresas solidarias se crean en base al trabajo de las ONGs, que consiguen donaciones del exterior y acompañan los procesos, algunos de forma paternalista y otros de forma más consciente de lo que se busca. Es la fase que podríamos denominar: la recuperación de la expoliación que nos hicieron los países ahora desarrollados, gracias al subdesarrollo nuestro.
Pero también se pueden construir empresas solidarias, como se crean las cooperativas, en base a los aportes de los socios. Aportes que pueden provenir de recursos propios o de créditos individuales. Posteriormente, se pueden conseguir créditos de carácter colectivo o solidario.
También se pueden crear empresas solidarias ocupando empresas que han cerrado los empresarios capitalistas, como una forma de cobrarse la deuda laboral que tienen los empresarios con los trabajadores.
De igual manera es posible crear empresas solidarias cuando los gobiernos privatizan las empresas públicas y que conceden créditos para que los trabajadores se conviertan en socios o accionistas de tales empresas.
Tampoco es extraño que se constituyan empresas solidarias agrícolas, cuando los trabajadores campesinos ocupan esas tierras abandonadas o incultas y se dedican a trabajar en ellas.
Aunque no es una forma muy usual en nuestros países, se pueden crear empresas solidarias cuando los gobiernos demandan algún tipo de producto y ofrecen créditos a los trabajadores asociados para que los produzcan y les garantizan la compra.
Otra forma de crear empresas solidarias es cuando los gobiernos estatizan algunas empresas capitalistas y entregan la gestión de las mismas a los trabajadores. En estos casos puede iniciarse el proceso con una co-gestión, mientras los trabajadores logran el pleno dominio del proceso administrativo o gerencial.
Como se puede apreciar, las vías para iniciar una empresa solidaria, pueden ser múltiples y variadas. Nada más debemos añadir, que el tipo de empresas solidarias puede darse en cualquier rubro de la actividad económica, ya sea en el ámbito de la producción de bienes materiales o inmateriales, o bien en actividades propias de la circulación. Sólo para mencionar un ejemplo, en el ámbito de la circulación, debemos señalar que, si los gobiernos realizan el salvataje de un banco, lo más lógico y conveniente para la sociedad sería lanzar a la calle a los accionistas que han perdido su inversión y hacer del banco, una empresa solidaria propiedad de los trabajadores y trabajadoras.
Pero esto no es para asustarse, ni escandalizarse, pensando en que lo que estaríamos buscando es crear a un nuevo grupito de burgueses financieros, ya que en una empresa solidaria los excedentes no tienen porqué apropiárselos los trabajadores.
El destino de los excedentes en las empresas solidarias
En primer lugar la reinversión, para de esa manera poder incorporar a mas miembros a la empresas solidarias.
En segundo lugar la educación, la capacitación y la formación político-ideológica de sus miembros.
En tercer lugar contribuir al bienestar de la comunidad y de sus miembros, aunque no participen en iniciativas solidarias.
En cuarto lugar a propiciar la organización y creación de nuevas empresas solidarias.
En quinto lugar a promover la organización de asociaciones de consumidores que se vinculen directamente con las empresas solidarias organizadas en asociaciones, federaciones o confederaciones.
En sexto lugar a patrocinar actividades deportivas y culturales.
En séptimo lugar a difundir los principios y valores de la economía solidaria, así como el proyecto de construcción de una sociedad solidaria.
En octavo lugar, aunque deberíamos de ubicarlo en primer lugar en términos de importancia, a solidarizarnos con los diferentes movimientos sociales que busquen transformar el sistema capitalista.
Necesario resulta explicar, ¿por qué el excedente no se lo apropian los trabajadores, como ocurre en las cooperativas? Y la razón es bien simple, no buscamos construir una sociedad en la cual existan grupos privilegiados. Los trabajadores en una empresa solidaria, es obvio, que reciben una remuneración por su trabajo. Remuneración que deberá ser decidida por el mismo colectivo de trabajadores, atendiendo a criterios tales como su esfuerzo, su capacidad y su necesidad. En consecuencia, no tiene sentido que se apropien más de lo debido o necesario.
Relaciones que proponemos con los partidos políticos, los gobiernos o los movimientos sociales.
Con los partidos políticos, relaciones armoniosas y de colaboración, siempre y cuando compartan nuestra visión de transformar la sociedad y reconozcan nuestra autonomía. Nuestros miembros pueden tener militancia partidaria, conforme a sus visiones ideológicas o políticas, pero nunca aceptaremos que se instrumentalice nuestro movimiento con fines electorales.
Con los gobiernos, nuestra postura es ser propositivos, tratando de orientar sus acciones hacia la construcción de la economía solidaria, o de resistencia, de oposición y de lucha combativa, siempre y cuando sus acciones vayan en contra de los intereses de la clase trabajadora, de la sostenibilidad ambiental o la discriminación de género.
En cuanto al movimiento social, nuestra postura es más sencilla, aunque más difícil de lograr, nos proponemos mostrarles, demostrarles y convencerlos que la opción para transformar la sociedad es la economía solidaria.
Nuestra consigna es: La solidaridad no es una virtud es una necesidad
Aquiles Montoya es economista salvadoreño y su e-mail es: [email protected]
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