En un país donde en los últimos cuatro años la población ha visto a una fila de polítcos mediocres y reciclados, que han estancado al país económicamente, la osadía de un ex presidente de reaparecer en un país vecino con el cual existen viejos resentimientos, y desde allí emitir un discurso caudillista, enarbolando los mejores […]
En un país donde en los últimos cuatro años la población ha visto a una fila de polítcos mediocres y reciclados, que han estancado al país económicamente, la osadía de un ex presidente de reaparecer en un país vecino con el cual existen viejos resentimientos, y desde allí emitir un discurso caudillista, enarbolando los mejores logros de sus mandatos y lanzar a las calles a miles de sus seguidores, hay que admitirlo, es un golpe maestro de Relaciones Públicas. Pero sus consecuencias pueden ser terriblemente impredecibles.
Desde ya, la imagen de un hombre osado, capaz de afrontar todos los riesgos de su extradición en un país donde los recuerdos de una guerra ocurrida hace más de 125 años, aún no se desvanecen en la memoría de muchos peruanos, debe tener un enorme impacto en el psiquis de los peruanos, sobre todo porque el oficialismo y la oposición política están devaluados. El actual presidente está por los suelos en las encuestas de opinión pública, y hasta es retratado como un alcohólico por los caricaturistas políticos, mientras que la oposición está dividida porque cada uno quiere agarrarse por su cuenta la torta presidencial en las elecciones del 2006.
En este contexto, que un ex presidente reaparezca desafiante, con el «coraje» de enfrentarse a la justicia, no es algo que sucede todos los días en la historia. Además, y esto hay que tenerlo muy presente en el análisis, en la historia peruana de las últimas 4 décadas, los presidentes autoritarios y desafiantes -como Velasco Alvarado y el propio Fujimori- han sido los más populares y los más recordados por los peruanos. El caudillo tiene un peso específico en la historia política de los peruanos, no de la clase alta o dirigencial, sino de la plebe que en las urnas son la mayoría. Y la movida de Fujimori, que había anunciado su regreso aunque muchos no le creían -incluso el novelista y su ex rival político Mario Vargas Llosa lo llamó «payasada»-, tuvo efectos inmediatos -claro está, dentro de un espectáculo bien orquestado.
Delirio por el «chino»
La ofuscación y el extasis de sus seguidores fue evidente, no solo en las calles miles salieron a expresar su «alegría» por el regreso del «Chino», sino también en los medios de comunicación donde podían dar su opinión. En Radio Programas del Perú, el día que se conoció la noticia, al menos la mitad de las llamadas eran a favor de Fujimori, y en las opiniones escritas en las páginas Web de algunos medios, la tendencia era similar.
Y el delirio fue tal que, bastó que corriera la noticia de que había sido arrestado en Santiago de Chile, para que la «tecnocumbia» de celebración se convirtiera en un mar de lágrimas. Al grito de «Olé, olé, olé, chino, chino», los seguidores incondicionales de Fujimori -quien pretende repostular a la presidencia de su país el 2006-, no pararon de gritar a los cuatro vientos: «Chilenos, no nos roben la esperanza», vociferaban otros enardecidos simpatizantes. Mientras su dirigencia encendía a la multitud recordando que «Fujimori trajo la paz y acabó con el terrorismo».
Y sí, el fin del terrorismo es un crédito que nadie se lo puede quitar a Fujimori -aunque la «Comisión de la Verdad» revelara las atrocidades que se cometieron para lograrlo-. Y eso es un bastión donde Fujimori sabe que está a buen recaudo. Es como si el día de mañana las tropas norteamericanas capturaran a Osama Bin Laden, el presidente George W. Bush, a pesar de todos sus errores, quedaría en la historia sólo por ese hecho. Así funciona la «Fabricación del cosentimiento», como diría Noam Chomsky.
De hecho, las opiniones en contra de Fujimori también son altisonantes, pues un sector de los peruanos no olvidan que el neo liberalismo que implantó el ex presidente en sus dos mandatos (1990-2000), desmanteló el incipiente aparato industrial que existía el Perú o simplemente lo transfirió al manejo de extranjeros. Pero precisamente allí, en la clara división de opiniones, está el primer «éxito» del maquiavélico Fujimori: Polarizar la opinión pública de los peruanos. Sin embargo, esto solo es el primer paso.
¿Por que eligió a Chile?
Y hay un tercer hombre con que Fujimori contará en Chile es el ex dueño de Andina de Televisión, Julio Vera Abad, a quien Montesinos filmó mientras le pagaba 350.000 dólares para que levantara un programa periodístico crítico del régimen. Además, Fujimori no llegó a Chile empíricamente. El constitucionalista peruano Javier Valle Riestra dijo que la llegada del ex presidente a Santiago de Chile fue el fruto de una negociación lenta y paulatina con algún poder muy importante detrás.
«Tanto es así que la funcionaria de INTERPOL Chile -María Elena Gómez- dice una cosa falsa, que ellos no pueden detener a nadie pues el asunto tiene que venir por la vía diplomática y luego al Poder Judicial».
Valle Riestra explicó que la INTERPOL, según su estatuto, arresta a la persona por el solo hecho de llegar a un aeropuerto u hotel, para luego comunicar a las autoridades si habrá proceso de extradición o no.
«Esta es una posición falsa que indica que ha habido una conversación de Fujimori tanto a nivel de México -en donde su avión hizo escala- y al llegar a Santiago de Chile donde se hospeda en el Hotel Marriot», señaló.
También hay que indicar que, según algunos reportes, la primera parada de Fujimori en el continente Americano fue en el Aereopuerto Internacional de Atlanta, en el estado de Georgia, Estados Unidos, en un vuelo de Delta Airlines. Sí fue así ¿porqué las autoridades norteamericanas de inmigración no lo detuvieron primero? El embajador de Estados Unidos en Lima dijo que su gobierno está investigando, pero negó de plano que tuviera algo que ver. ¿Quién le puede creer?
Juego a largo plazo
Ahora bien, ¿qué pretende Fujimori, además de haber iniciado su campaña desatando una conmoción politico-social en su país?
Sí la justicia chilena no ha extraditado a dos prófugos de la justicia peruana y ex colaboradores de Fujimori ¿el ex presidente está apostando a que lo mismo ocurra con él?
Los cargos que presentará el gobierno peruano serán abrumadores, desde delitos de homicidio calificado, lesiones graves y desaparición forzada de personas, hasta asociación ilícita para delinquir, peculado y falsedad de documentos públicos, pero la gran cuestión será si los fiscales peruanos lo pueden pobrar.
En todo caso, Fujimori confía en que las autoridades judiciales chilenas se tomarán un buen tiempo antes de resolver el requerimiento de extradición del tribunal anticorrupción peruano, suficiente como para reinstalar su imagen en el electorado de su país.
«No es lo mismo dirigir una campaña desde Tokio que desde Santiago de Chile», dijeron las fuentes de la procuraduría peruana. «Ahora tiene más a la mano a sus colaboradores en Perú, listos para allanarle el terreno para su retorno», añadieron.
Pero en este juego no hay que descartar lo siguiente, las poderosas fuerzas que le allanaron el camino a Chile pueden negociar con Fujimori -o ya lo han hecho- su liberación con una bendición de la justicia. Y, en el hipotetico caso que él o alguno de sus delfines lleguen a la presidencia del Perú -gracias a la idolatría ciega de un sector del electorado peruano a Fujimori, que se ve en estos días- las fuerzas económicas del vecino país del sur, que ya tienen fuertes inversiones en Perú, puedan ganar mayor acceso al control de la economía peruana.
De esta manera, para beneficio de Estados Unidos -del cual Chile es un aliado incondicional- el territorio peruano estaría economicamente cerrado para Brasil, la potencia emergente de sudamerica, que busca una salida hacia el Ocáno Pacífico para ampliar su comercio con su potencial aliado: China.
El mundo está en un proceso de grandes transformaciones, los bloques económicos más poderosos están moviendos sus piezas para finiquitar alianzas. Ya en la reciente Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, fue claro el enfretamiento entre Estados Unidos y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, con Venezuela como un convidado), donde los sudamericanos están conformando una fuerza económica independiente.
Si a largo plazo, los chilenos logran controlar la economía peruana, Brasil puede ver frustrados sus deseos de tener una salida comercial por el Océano Pacífico, a lo largo de una franja de países (Colombia, Ecuador, Perú y Chile) que desde ya controla Estados Unidos -el rival de Brasil- controla economicamente. Mover la ficha de Fujimori puede ser parte de este maquiavélico plan.