Cada vez con más frecuencia el mundo mira hacia oriente y no es casualidad. El desarrollo apabullante logrado por los países del continente asiático en los últimos años se ha traducido en una mayor influencia a nivel global, vaticinio de que el «ansiado» equilibrio en el escenario político internacional podría llegar dentro de muy poco. […]
Cada vez con más frecuencia el mundo mira hacia oriente y no es casualidad. El desarrollo apabullante logrado por los países del continente asiático en los últimos años se ha traducido en una mayor influencia a nivel global, vaticinio de que el «ansiado» equilibrio en el escenario político internacional podría llegar dentro de muy poco.
Si algo se ha reafirmado en el 2017 es la capacidad de las naciones de Asia para disputar la supremacía que durante siglos gozaron las potencias tradicionales.
El desarrollo vertiginoso y la buena salud de economías como China, India, Japón, Vietnam, Malasia, Corea del Sur, Singapur e Indonesia, entre otras, ratifican al lejano oriente como uno de los principales motores del crecimiento económico internacional.
Un punto en común de la mayoría de estos estados es la búsqueda de formas para minimizar los embates de las continuas crisis financieras.
A ello, expertos añaden una serie de medidas para administrar las inversiones de capital extranjero y potenciar su desarrollo industrial, que si bien implicaron altos costos sociales que aún hoy se pagan, colocaron a la región en el punto de discusión sobre hacia dónde se moverá la balanza global en el futuro cercano.
PUNTOS CLAVES
En el orden individual muchos fueron los acontecimientos que marcaron el día a día del continente que primero recibe al sol.
La escalada de las tensiones en la península coreana fue tema de debate continuo ante el posible desencadenamiento de una guerra nuclear.
El escenario del territorio que comparten la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y Corea del Sur volvió a encresparse con las amenazas de Washington de un ataque contra Pyonyang y la movilización de arsenal militar estratégico a la región, mientras que la RPDC respondía con seguidas pruebas nucleares «con carácter autodefensivo».
Desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump, la situación ha ido a peor y las sanciones contra Corea Democrática no han cesado. El mandatario insiste en mantener la presión contra la RPDC, primero al incluir nuevamente a ese territorio en la lista de países patrocinadores del terrorismo que elabora el Departamento de Estado, y luego con la imposición de nuevas medidas punitivas.
Pyongyang, por su parte, ha reiterado el carácter autodefensivo de su programa nuclear que buscaría defender su soberanía e integridad territorial.
La comunidad internacional ha pedido a ambas partes que resuelvan sus conflictos de manera pacífica y mediante el diálogo, en aras de evitar una situación que sería catastrófica para toda la humanidad.
Muy cerca de allí, en Beijing, el escenario fue muy diferente y mandatarios de una veintena de países se reunieron en la primera edición del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, con el proposito de compartir sus oportunidades de desarrollo y aspirar al crecimiento conjunto.
Este cónclave fue el de mayor perfil desde que se puso en marcha esta iniciativa de China para construir un nuevo cinturón económico que conecte Asia, África y Europa.
Bajo el espíritu de «paz, cooperación, apertura, inclusión, aprendizaje y beneficio mutuo», que caracterizaba a las antiguas vías comerciales, donde la seda y otras mercancías viajaban de este a oeste, los más de cien países e instituciones que participan en este proyecto se comprometieron a consolidar esta ruta de interconexión económica, que se espera incluya a más del 60 % de la población mundial y una tercera parte de la producción global.
Si bien fomentar las inversiones en infraestructura para facilitar las conexiones es la visión primigenia de este cinturón, hoy las naciones alrededor de la Franja y la Ruta de la Seda ya optan por mayores retos y buscan implementar un nuevo tipo de cooperación liderada por las altas tecnologías y la producción de alto valor añadido.
Beijing, la capital china, también fue en este año escenario de uno de los acontecimientos más importantes de la segunda potencia mundial, el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh).
En el evento, el más importante de la vida política del gigante asiático cada cinco años, representó el inicio de una nueva etapa en la que buscarán materializar su meta de construir una sociedad moderna y modestamente acomodada y una fuerte potencia socialista.
En la cita se le hicieron enmiendas a los estatutos del PCCh, para adaptarlos a los tiempos actuales y se incluyó en la carta magna el pensamiento de Xi Jinping, secretario general de la organización y presidente del país, sobre el socialismo con características chinas de la nueva época como guía de acción junto al marxismo-leninismo.
La nueva visión, respaldada por los más de 2 300 delegados, se propone guiar al pueblo chino hacia sus metas de desarrollo político, económico y social, mientras continúa la senda del marxismo, el comunismo y los valores socialistas esenciales.
Pero no todo fueron éxitos para esta parte del mundo. La sucesión de fuertes eventos climatológicos ensombrecieron el panorama de la región que solo por inundaciones tuvo que sufrir la pérdida de unas 1 300 personas y casi 41 millones de damnificados.
Naciones como Vietnam, Filipinas y Japón tuvieron que enfrentar las consecuencias de fuertes tifones y tormentas tropicales.
Vietnam, por ejemplo, fue blanco de 16 tifones este año, lamentando 375 muertos, 636 heridos, y una pérdida material de 2 300 millones de dólares.
Fuente: http://www.granma.cu/mundo/2017-12-27/el-mundo-mira-a-oriente-27-12-2017-23-12-14