La ciudad de Ufá, en Rusia, fue antitriona durante estos días de la VII Cumbre de Jefes de Estado de los BRICS, un importante evento en el calendario anual de relaciones internacionales. ¿Qué dejó este encuentro? ¿Por qué EEUU, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial le prestaron especial atención? ¿Qué pasos concretos podrán […]
La ciudad de Ufá, en Rusia, fue antitriona durante estos días de la VII Cumbre de Jefes de Estado de los BRICS, un importante evento en el calendario anual de relaciones internacionales. ¿Qué dejó este encuentro? ¿Por qué EEUU, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial le prestaron especial atención? ¿Qué pasos concretos podrán dar los BRICS bajo la presidencia pro tempore de Vladimir Putin?
Tras la caída del Muro de Berlín, EEUU profundizó su rol de «hegemón» internacional: ya sin la URSS a la vista se convirtió con claridad en la primera potencia en términos económicos y militares, reforzando asimismo su rol de articulador político a nivel internacional -principalmente respecto a la Unión Europea, a quien doblegó en iniciativa y subsumió en diversos planos-.
Sin embargo, en los últimos años un conjunto de países se posicionó con fuerza en las decisiones políticas globales, formando un nuevo acuerdo bajo la sigla BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-. Este bloque se destacó, asimismo, por un veloz crecimiento en el plano económico, justo en momentos donde la crisis internacional surgida en 2008 sacudía con intensidad a EEUU y la UE. Durante este tiempo, los BRICS se vincularon rápidamente con América Latina: China, la principal «locomotora» del bloque, organizó el I Foro Ministerial CELAC-China en Beijing, en enero de este año, anunciando el desembolso de unos 250 mil millones de dólares en la región en los próximos diez años.
La VII Cumbre de Jefes de Estado de los BRICS que se realizó en Ufá, Rusia, fue importante por diversas cuestiones. En primer lugar, porque en dicho marco se concretó la primer reunión del Consejo de Gobierno del Banco de Desarrollo de los BRICS, lo que significó el puntapié inicial de este proyecto, aprobado en Brasilia durante junio de 2014. Además, porque los BRICS debatieron allí una estrategia de asociación económica directa entre sus miembros, lo que significará, entre otras cosas, la posibilidad de organizar un sistema de pagos en divisas nacionales -es decir, por fuera de la hegemonía del dólar en este tipo de transacciones-.
La reciente consumación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), con China a la cabeza, también es una noticia que fue analizada y debatida en el cónclave: BRICS deberá evitar una posible superposición de tareas entre esta naciente instancia con el también novato Banco de Desarrollo del bloque que mencionábamos con anterioridad. El BAII, que nace con el objetivo de financiar proyectos de infraestructura en Asia, cuenta con 57 socios fundadores, y las notorias ausencias de EEUU -cabeza visible del Banco Mundial- y Japón -conductor del Banco Asiático de Desarrollo-. Por ello la declaración final de Ufá saluda la puesta en marcha del BAII, y lo insta a vincularse con el naciente Banco de Desarrollo del bloque.
Tomando en cuenta estas valoraciones, se podría afirmar dentro de los BRICS también hay cierto reparto de tareas: una función geoeconómica de China, ponderando su peso global en esa materia, y un rol geopolítico de Rusia, que ha quedado evidenciado, por ejemplo, en el avance de las negociaciones del G5+1 con Irán en torno al programa nuclear persa, y también en la articulación diplomática con América Latina en los organismos multilaterales, como la ONU. La presidencia pro témpore de Vladimir Putin en los BRICS también tiene relevancia en ese sentido: el líder ruso se presenta como un importante «global player» en el momento actual, fortaleciendo a un Kremlin que había perdido ese lugar a fines del Siglo XX. Por ello, el líder ruso garantizó que durante la reunión se trataran importantes temas de la actualidad política mundial, como la situación en Grecia y Ucrania. Así, y en un tiro por elevación a Washington, la declaración de Ufá condenó «las intervenciones militares unilaterales y sanciones económicas en violación del derecho internacional».
En conclusión: la VII Cumbre de los BRICS significó una revitalización del bloque en un marco internacional convulsionado y con un menor crecimiento económico a nivel global -algo que se verifica con claridad en Europa, por ejemplo, quien pretende firmar un nuevo TLC con los EEUU bajo la denominación TISA-. Por ello, la «agenda económica» de la reunión de Ufá tuvo una valoración especial en ese marco: significa, ni más ni menos, que el nacimiento de una nueva arquitectura financiera internacional, con el Banco de Desarrollo de los BRICS al frente de esa nueva estrategia. Se trata, en definitiva, que de la construcción de un orden internacional distinto, diferente, al que el mundo transitó desde los ´90 del siglo pasado a esta parte. Una tarea que parece ardua, complicada, pero que ya está en marcha.
Juan Manuel Karg / @jmkarg. Politólogo UBA / Analista Internacional
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.