Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Debido a un comentario del lunes, aparentemente inprovisado, EE.UU. convirtió la elección parlamentaria rusa del 5 de diciembre en un tema crucial para los vínculos entre EE.UU. y Rusia. La dramática escalada de la retórica disipa las continuas pretensiones de un «reajuste» de las relaciones del gobierno de Barack Obama.
En una rápida maniobra, Pekín también ha dado un paso para expresar su comprensión hacia Moscú. Las líneas de falla tendrán impacto en la situación regional e internacional respecto a una cantidad de temas en el futuro.
Recapitulemos. La secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton no tardó en comentar respecto a la elección parlamentaria rusa cuando habló al margen de la II Conferencia de Bonn en Alemania el lunes: lanzó dardos hacia el Kremlin y afirmó que estaba «preocupada» por la conducción de la votación y que «el pueblo ruso, como todo pueblo, merece el derecho de que se escuche su voz y que sus votos cuenten».
Clinton se pronunció antes de que los resultados de la elección estuvieran totalmente disponibles. En realidad el recuento total de los votos de las vastas regiones de Rusia no estuvo disponible hasta el miércoles. Reveló que el partido gobernante Rusia Unida (RU) sufrió un severo golpe al perder hasta 77 escaños de los que tenía en el Parlamento saliente de 450 miembros. RU obtuvo apenas una mayoría simple de 238 escaños.
Clinton lo presentó como si el Kremlin hubiera orquestado una victoria de un 98% al estilo soviético de RU. Mientras, los medios occidentales se pusieron a trabajar para presentar el resultado como una gran «derrota» del primer ministro Vladimir Putin (quien se presenta como candidato a presidente en la elección del 4 de marzo), Clinton argumentó en una dirección diametralmente opuesta, como si la dirigencia del Kremlin pisoteara la opinión popular y consolidara su control del poder.
Curiosamente, Clinton no abandonó el tópico después de sus observaciones en Bonn, sino que lo retomó de inmediato al día siguiente para lanzar otra hiriente reprimenda a la dirigencia rusa desde un podio de alto perfil en el umbral de la puerta de Rusia -Vilna, Lituania- en presencia de toda la comunidad de Estados postsoviéticos y de la Vieja y la Nueva Europa. Su elección del foro de la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) fue particularmente simbólica ya que el organismo regional es el heredero de la Guerra Fría del famoso Acuerdo de Helsinki de 1975.
¿Qué provocó el ataque estadounidense? Una explicación simple podría ser que Clinton aprovechó una oportunidad de vilipendiar a Putin y de hacer que su candidatura a la presidencia en el Kremlin en la elección presidencial rusa del 4 de marzo sea difícil y controvertida.
Primavera en pleno invierno
Por cierto, hubo suficientes indicios en las últimas semanas de que Washington se siente molesto ante la alta probabilidad de que Putin vuelva como presidente de Rusia en un período formativo en la política Mundial. Putin significa una Rusia asertiva, una Rusia que negociará duro para influir en los acontecimientos mundiales, una Rusia que reforzará su cooperación y coordinación con China, una Rusia que se opondrá con fuerza al crucial proyecto de EE.UU. en Medio Oriente de restablecer su hegemonía sobre la región en las nuevas condiciones de «democracia».
El Ministerio de Exteriores ruso ridiculizó rutinariamente la observación de Clinton, pero la reacción de Moscú recién tuvo lugar cuando Putin habló el miércoles después de dejar que la secretaria de Estado de EE.UU. dijera todo lo que tenía que decir. Dijo:
Consideré la primera reacción de nuestros colegas estadounidenses. La secretaria de Estado no tardó en evaluar las elecciones, y dijo que son injustas e inicuas, incluso antes de recibir el material de los observadores de la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OSCE). Marcó las pautas para algunos actores en nuestro país y les dio una señal. Oyeron esa señal, y comenzaron su trabajo activo con el apoyo del Departamento de Estado de EE.UU.
Luego Putin siguió afirmando que «cientos de millones» de dinero extranjero se han utilizado para influenciar el resultado de las elecciones de Rusia y que Rusia debe proteger su soberanía.
Cuando dinero del exterior se invierte en actividades políticas dentro de otro país, es algo que nos preocupa… No nos oponemos a que los observadores extranjeros monitoreen nuestro proceso electoral. Pero cuando comienzan a motivar a algunas organizaciones del país, que afirman que son internas pero que en realidad están financiadas por extranjeros… es algo inaceptable. Tenemos que pensar en la mejora de nuestras leyes a fin de responsabilizar a los que cumplen las tareas de un Estado extranjero para influenciar nuestros procesos [políticos] internos.
No cabe duda de que la respuesta es dura, y hay que señalar cuatro cosas. Primero, ha sido una rara acusación personal de la propia Clinton a fin de suscitar inestabilidad en Rusia. Segundo, Putin identificó al Departamento de Estado de EE.UU. dentro del gobierno de Barack Obama por trabajar según un plan de acción. Tercero, Putin dejó entrever que existe evidencia concreta de interferencia estadounidense en manos de los servicios de inteligencia rusos. Finalmente, indicó que Moscú no guardará un perfil bajo en este asunto.
Clinton no se puede quejar de que Putin haya usado un tono personal. La campaña del Departamento de Estado contra Putin había asumido últimamente un tono negativo incluso según los estándares de las tumultuosas relaciones rusas-estadounidenses. Hace una quincena Radio Libertad/Radio Europa Libre (RFE/RL) presentó un informe sobre la vida personal de Putin, con la intención aparente de animar un tsunami contra Putin en la red de los medios sociales en Rusia.
No se puede recordar ninguna circunstancia en la que los medios oficiales rusos hayan llegado a un grado tan profundamente repugnante como para atacar a Bill Clinton durante el clímax del escándalo sexual de Monica Lewinsky. En retrospectiva, EE.UU. parece haber anticipado que los servicios de inteligencia rusos están en posesión de evidencia concreta que apunta a la interferencia estadounidense en la política rusa. El comentario de RFE/RL parece haber sido una táctica de distracción para sacar al águila de la trampa tendida al oso.
El intento de Clinton parece haber ido en general en la misma dirección cuando adoptó una postura moralista y convirtió la elección en Rusia en un tema que marcha un hito en el progreso de la democracia en el Siglo XXI. Desde ese momento, en realidad, al gobierno de Obama no le quedó otra alternativa que la ridícula de animar una erupción parecida a la de la plaza Tahrir en Moscú.
Según la tabulación del New York Times, el jueves por la tarde más de 32.000 personas habían hecho clic en una página de Facebook para decir que se reunirían cerca del Kremlin. El diario lo evaluó cuidadosamente: «Incluso si apareciera la mitad de esa cifra, sería la mayor protesta política desde la caída de la Unión Soviética».
Pero la llegada de la Primavera Árabe en medio del invierno ruso en Moscú solo puede tener consecuencias previsibles. Pekín también observa ese fenómeno antinatural. Si el New York Times siente que «Putin tiene dificultades para recuperar su base después que su partido, Rusia Unida, sufrió grandes pérdidas en las elecciones del mundo», los observadores en Pekín han llegado a una conclusión diferente.
Es Putin, ¡estúpido!
Incluso mientras Clinton hablaba en Bonn el lunes, el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Hong Lei, extrajo conclusiones exactamente opuestas. Dijo: «Nosotros [China] creemos que la elección será beneficiosa para la unidad social, la estabilidad nacional y el desarrollo económico de Rusia». Dijo que China respeta la voluntad del pueblo ruso y trabajará con los rusos para impulsar la «exhaustiva cooperación de coordinación» entre los dos países».
China tomó una decisión deliberada de adoptar ya el lunes una posición clara aunque el revés sufrido por RU en la elección se conocía en Pekín. La agencia noticiosa Xinhua incluso había agregado una nota de advertencia en un conciso comentario con fecha del lunes en Pekín:
A pesar de que es muy probable que gane la elección parlamentaria, muchos desafíos esperan a Rusia Unida de Vladimir Putin, mientras enfrenta una mayoría considerablemente reducida. Algunos analistas citan el lamentable estado de la economía de Rusia como motivo de la baja en el apoyo. Muchos consideran también que el partido ha fracasado en la reducción de la corrupción y no ha cumplido sus promesas de mejorar la eficiencia del gobierno. También ha habido un gran número de críticas al gobierno de Putin en sitios de chateo en Internet y foros en línea.
El martes, sin embargo, Xinhua publicó un comentario completo que rechaza enérgicamente las afirmaciones de EE.UU. y la «descripción caricaturesca» de la «conclusión anticipada de que el partido gobernante en Rusia, Rusia Unida, dirigido por el primer ministro Vladimir Putin, ha ganado las elecciones a la Duma estatal».
El comentario estima con pequeños matices que el tema crucial no era la ‘democracia’ en Rusia, sino Putin:
Se dice que la visión del mundo de Putin es ‘anti-occidental’… Los políticos estadounidenses no están interesados en ver al ‘hombre fuerte’ en el cenit del poder ruso… la Casa Blanca no se pondrá contenta ante la perspectiva de encarar de nuevo al ‘espinoso’ presidente Putin… La elección en Rusia se ajusta solo a su propio interés, lejos de hacerse eco de las necesidades de los países occidentales. La reacción de la señora Clinton parece comprensible.
Xinhua señaló que las políticas de Rusia no concuerdan siempre con sus propios intereses y que a veces Moscú ha preferido actuar ante algunos temas en línea con la «práctica occidental», pero incluso entonces, semejantes actos «no podrían constituir un acoplamiento preciso» a la agenda occidental, y por eso continúan las presiones occidentales sobre Rusia. El comentario, a propósito, fue atribuido al columnista del People’s Daily, Li Hongmei.
Es bastante obvio que China considera el gran cuadro de la dinámica del poder en la escena mundial. Pekín nunca ocultó enteramente su alta consideración por Putin como defensor consecuente de los imperativos de los lazos estratégicos entre China y Rusia. Pero la actual acrimonia en las relaciones entre EE.UU. y Rusia también tiene lugar en una coyuntura crucial para China.
En diversos frentes, la coordinación con Rusia se ha convertido en un aspecto muy vital de la política regional china. No menos de cuatro veces, altos funcionarios del Ministerio de Exteriores chino viajaron a Moscú para consultas durante el mes de noviembre.
La coordinación rusa-china está en su punto más alto. Su veto «conjunto» en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la resolución respecto a Siria no tiene paralelo. Luego bloquearon la transmisión al Consejo de Seguridad en Nueva York de una resolución adoptada por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Pekín ayudó a Moscú a lograr que el BRICS adoptara la posición de Rusia respecto a Siria como posición común.
Respecto a Irán, también, los dos países están frustrando las iniciativas de EE.UU. de imponer sanciones adicionales (el enviado ruso ante las Naciones Unidas, Vitaly Churkin, sugirió que es hora de que el Consejo de Seguridad reduzca incluso el régimen de sanciones existente). Respecto a Asia-Pacífico, Rusia está junto a China de acuerdo con la declaración conjunta de los dos países adoptada el año pasado en septiembre.
Rusia y China se oponen ambas al establecimiento de bases militares de EE.UU y la OTAN en Afganistán. Están interesadas en realzar la autonomía estratégica de Pakistán. Trabajaron juntas en la reciente conferencia de Estambul (2 de noviembre) para descarrilar el proyecto favorito de Clinton de la Nueva Ruta de la Seda. Probablemente se llegará a un nuevo nivel máximo cuando el enviado a la OTAN de Rusia, Dmitry Rogozin, viaje a Pekín (y Teherán) para discutir el programa de defensa de misiles (ABM) de EE.UU., que plantea un importante obstáculo en las relaciones entre EE.UU. y Rusia.
Pekín ha estado observando de cerca, pero silenciosamente, el juego de las sombras entre EE.UU. y Rusia respecto a ABM y las consultas de Rogozin deben basarse en silenciosas señales de que Pekín quiere discutir las cosas. Rusia y China tienen intereses específicos respecto al tema de ABM, pero cualquier grado de coordinación, por provisional que sea, formaría un nuevo patrón en la seguridad internacional.
Sobre todo, Pekín cuenta con Putin para que asegure de alguna manera que las negociaciones pendientes respecto a un acuerdo de billones de dólares sobre el gas se concluyan rápidamente. Ante el establecimiento por parte de EE.UU. de una base militar en Australia y el fortalecimiento de su presencia en Singapur y también su actividad para unir a los países asiáticos a fin de que ayuden a revitalizar su papel de liderazgo, las preocupaciones de seguridad energética de China se están agudizando.
Resumiendo, la trayectoria de la actual acrimonia entre EE.UU. y Rusia y el éxito de Putin al superar el furioso ataque estadounidense contra su carrera política son de extrema importancia para China. Si el águila ha sido realmente atrapada en una trampa que pensaba haber tendido al oso, sería un motivo de alegría para el dragón.
El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/
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