Por iniciativa de la Iglesia Católica, este sábado se celebra en el mundo entero una jornada de ayuno y de oración contra una intervención armada en Siria que incluirá una gran velada en la plaza de San Pedro del Vaticano, con la presencia del papa Francisco. «La paz es un bien que supera cualquier barrera, […]
Por iniciativa de la Iglesia Católica, este sábado se celebra en el mundo entero una jornada de ayuno y de oración contra una intervención armada en Siria que incluirá una gran velada en la plaza de San Pedro del Vaticano, con la presencia del papa Francisco.
«La paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la humanidad», tuiteó el Papa el viernes.
A las 17H00 GMT comenzará la velada de oración en la plaza de San Pedro que se prolongará hasta las 21H00 GMT, alternando momentos de oración y de silencio. El Papa, que estará presente durante las cuatro horas, hará una breve intervención.
«¡Que se eleve fuerte en toda la Tierra el grito de la paz!», exclamó el miércoles el Papa para convocar a los 1.200 millones de católicos, al resto de cristianos, fieles de otras religiones y ateos a concentrarse contra la guerra en Siria. Francisco, que envió una carta a la cumbre del G20 en San Petersburgo, se opone a la intervención militar en Siria prevista por Estados Unidos y Francia, ya que considera que empeorará la masacre, aumentará el odio y no podrá ser limitada.
Desde Buenos Aires a Bombay, pasando por Bagdad, Jerusalén, Washington, Beirut o cualquier lugar en que la Iglesia está presente, sus responsables transmitieron este mensaje en sermones o redes sociales, mostrando que la voz de Francisco sirve para unir a todos los católicos.
El presidente del Consejo Pontifical de la Familia en Italia, Vincenzo Paglia, se dirigió a las familias: «Queridos padres, no tengan miedo de proponer a sus hijos una comida sobria». «No olviden invitar a los abuelos a esta comida pobre en alimentos pero rica en palabra. Si uno de ellos vivió la guerra, que cuente lo que significa vivir bajo las bombas, con la incertidumbre del mañana y lo que para ellos significaba rezar en momentos así», recomendó.
El cardenal brasileño Joao Braz de Aviz, presidente del Consejo Pontifical para las Órdenes Religiosas masculinas y femeninas en los cinco continentes, invitó a responder masivamente a este llamado en todas las iglesias y monasterios del mundo. Los obispos cubanos llamaron a sus fieles a participar este sábado en una jornada de «ayuno y oración por la Paz» para «corresponder a tan noble propósito uniéndonos, según las posibilidades de cada uno, a este llamado del Santo Padre».
Este llamamiento tuvo especial repercusión en Oriente Medio, donde a los patriarcas, a menudo rivales entre sí, les une ahora la preocupación por las consecuencias que podría tener la propagación de la guerra y el ascenso islamista. El patriarca de Constantinopla, Bartolomé, apoyó la iniciativa del papa.
Entre los musulmanes, el gran muftí Ahmad Badredin Hasun, líder del islam suní en Siria, pidió a los fieles que se unan a la oración del papa.
En Goma, en la República Democrática del Congo, el obispo Theophile Kaboy animó también «a no olvidar a los nuestros que viven con la guerra desde hace 20 años. El sábado invocaremos la paz en la catedral».
En el ámbito político, el presidente uruguayo, José Mujica, respaldó el viernes «la ofensiva diplomática y movilizadora» del pontífice ante el conflicto en Siria y destacó el «enorme contenido y significado que tiene esta gestualidad pacíficamente combativa del papa Francisco».
Además, muchos grupos no creyentes, como el Partido Radical Italiano, anticlerical, y el pequeño partido de extrema izquierda SEL, apoyaron la iniciativa de Francisco.
«Este grito del papa aúna el clamor que estalla de la única gran familia que es la humanidad. El llamado de Francisco se une a lo que Juan Pablo II ya hizo practicar a toda la Iglesia en 1986, en 1993, en 1994 y en 2001 para los Balcanes», recordó a AFP el cardenal francés Etchégaray, quien en 2003 dirigió en nombre del papa polaco diversas misiones para evitar la intervención estadounidense en Irak. El prelado francés destacó la importancia del día de ayuno, una «práctica a la que tanto la Iglesia como el judaísmo y el Islam son especialmente sensibles».