Recomiendo:
0

Respuesta a un artículo de Rebelión

El Partido Comunista Ruso continúa más vivo que nunca

Fuentes: Rebelión

No soy ningún politólogo ni tampoco un intelectual. Tan solo un militante de base del Partido Comunista de España, traductor aficionado y lector habitual de la prensa digital rusa más o menos cercana al PCFR. Simplemente alguien que intenta estar al corriente de lo que pasa en un país, donde pasé seis años de mi […]

No soy ningún politólogo ni tampoco un intelectual. Tan solo un militante de base del Partido Comunista de España, traductor aficionado y lector habitual de la prensa digital rusa más o menos cercana al PCFR. Simplemente alguien que intenta estar al corriente de lo que pasa en un país, donde pasé seis años de mi juventud. Por eso no he podido contener el impulso de sentarme frente al teclado e intentar responder al artículo del Sr.Kagarlitsky, quien nos anuncia en su artículo del día 16, que el PCFR ha muerto (1).

Principalmente quisiera que los lectores de «Rebelión» conociesen la otra versión de los hechos para poder valorar lo que está pasando en Rusia. Imagino que a mucha gente, que solo recibe información de aquel país muy de vez en cuando, habrá pillado por sorpresa, el que se nos anuncie a bombo y platillo el fin del comunismo en esas lejanas tierras…

Lo primero que tengo que decir, es que esa afirmación, por desgracia para muchos, es absolutamente falsa y carente de fundamento. El PCFR ha resistido una vez más, el mayor de los ataques sufridos en su relativamente corta existencia. Pero antes de entrar a resumir lo acontecido en el PCFR en los últimos tiempos, me van a permitir unas palabras sobre el autor del artículo.

Las comparaciones, aunque odiosas ayudan. Así que voy a caer en la tentación de establecer paralelismos con la situación en España para facilitar la comprensión lectora. El Sr.Kagarlitsky es uno más dentro de ese inagotable coro de intelectuales orgánicos de izquierda, con licencia para firmar actas de defunción de partidos comunistas. Se dedica a erigirse en líder espiritual de esa nueva izquierda, más moderna, que hace juego con la nueva decoración neoliberal, integrante del movimiento antiglobalización, que para nada cuestiona la existencia del sistema capitalista. Gesto este por el que es generosamente recompensado.

Para entendernos: si este señor viviese en España, tendría su columna diaria en «El País», sería invitado asiduo en las tertulias de la «SER» y sus glándulas salivares se llenarían al oír hablar al Sr.Llamazares a la Sra.Aguilar o al Sr.Saura. Militaría en IU, pero tendría ya rellenada en el cajón de su mesilla, la solicitud de ingreso en el PSOE, por aquello del más vale prevenir… Al fin y al cabo lo principal es asegurarse el plato de judías, y si pueden ser con chorizo, mejor que mejor.

Finalmente, preguntado por su ideario político, respondería sin pestañear que es «ecopacifista».

Al menos, pensarán algunos, no tendría la desfachatez de tener en ese mismo cajón de su mesilla el carné del Partido Comunista, ni ocuparía cargos en la dirección del partido, siendo que solo habla del mismo para pedir que se disuelva, congele o se pinte de verde… Estoy de acuerdo. En Rusia no podría militar en un partido en el que a nadie se le caen los anillos por expulsar anticomunistas.

Pero volvamos al principio, empezando por el final: El PCFR y su X Congreso.

Lo primero que llama la atención es que haya celebrado su X Congreso un partido que apenas tiene 11 años. Esto es una prueba más de que es un partido vivo, que no duda en convocar al máximo órgano del partido siempre que hay algo importante que debatir. Y asuntos importantes desde luego no han faltado.

Yo tuve la oportunidad por aquel 1993 de ser espectador directo de la caída de la URSS, de la prohibición del PCUS y del nacimiento del PCFR. Aún recuerdo la primera aparición televisiva en un debate del canal de Moscú del que se iba a convertir en líder de los comunistas rusos en su nueva etapa postsoviética. Un Guennadi Ziuganov que reivindicaba el derecho a existir del partido, con la fachada del parlamento todavía humeante de los cañonazos disparados por la «nueva democracia» que llegaba con paso firme de mano de la batuta de Yeltsin. Un mes después de aquella intervención, el PCFR obtuvo la victoria en las primeras legislativas con el 24% de los votos. Un porcentaje de votos que ha mantenido durante estos últimos diez años. (¿Hay algún partido comunista en el resto del continente que se acerque siquiera al 10%?

Es evidente que en la nueva Rusia capitalista sus gobernantes no pueden tolerar, que el principal y único partido de la oposición real se mantenga con esos niveles de respaldo popular que oscila entre los 10 y 15 millones de votos. No olvidan las elecciones del 96, donde Ziuganov se quedó a las puertas de hacerse con la presidencia (puede que realmente las ganara como han dejado caer algunos ex agentes de los servicios de inteligencia).

Como cabía esperar el poder ha puesto en marcha todos los recursos que tiene a su alcance para dinamitar desde fuera y lo que es más valioso, desde dentro, las estructuras del partido a todos los niveles. La última oleada de ataques comenzó el verano pasado, meses antes de las legislativas de diciembre cuando el Kremlin se sacó de la nada un partido al que bautizó como «Rodina» (Patria) que usaba los mismo lemas que el partido, poniendo como cabeza visible a gente «independiente» pero que había sido diputada por el PCFR. Este nuevo engendró existente solo en los papeles, consiguió por arte de magia muchísimos más recursos económicos, y por descontado muchísimo más tiempo en televisión y radio, que el PCFR. La jugada les salió de perlas y consiguieron arañar un 10% de votos al partido, dejándoles en un decepcionante 13%. (Ya nos gustaría a nosotros soñar con esos decepcionantes resultados…)

La herida estaba hecha. Faltaba sazonarla con sal y vinagre. Inmediatamente después de las elecciones surgieron las voces de los oportunistas y carreristas que nunca faltan en ningún partido para lanzarse a tumba abierta a la lucha por hacerse con el control. La alternativa a Ziuganov se concentraba alrededor de la figura de Semiguin. Un personaje curioso, empresario multimillonario de esa nueva clase de nuevos ricos que han amasado increíbles fortunas de miles de millones de dólares en poco más de diez años, a costa de comprar lo que antes era propiedad de todo el pueblo: Petróleo, gas, metales estratégicos…

El partido en su lucha por la supervivencia dentro del nuevo marco de la democracia burguesa, (donde el Kremlin se inventa partidos en 4 días, a los que los oligarcas financian con decenas de millones, y a los que amablemente se cede el 99% de cuota de pantalla, para que luego ganen las elecciones con el 45% de los votos) se vio obligado a aceptar en su día la ayuda de los nuevos ricos contrarios a la línea de Putin.

Aun así, siendo el partido con mayor militancia (más de medio millón) y el único con implantación real en todas las regiones del país, su capacidad económica estaba muy por detrás de partidos que luego apenas obtuvieron el 0’5% de apoyo.

Apenas había tiempo para recuperarse, pues estaban a las puertas las presidenciales del 14 de marzo (Las realmente importantes, en cuanto a poder real se refiere, en una república donde el parlamento juega un papel poco menos que decorativo). Semiguin jugó sus bazas postulándose como candidato por el PCFR para las presidenciales y perdió la votación en el congreso extraordinario. El debate se produjo entonces en torno a la conveniencia de presentarse o no a las presidenciales. Se optó por la calle del medio. Presentarse con un candidato desconocido para no desgastar al Secretario General. Todos los medios de desinformación o de transmisión de la ideología dominante (Como los llama mi admirada Maria Toledano) trabajaron para asestar un golpe definitivo al partido, publicando encuestas donde apenas nos daban el 3% (estas cifras ya nos son más cercanas ¿verdad?).

Una vez más les volvieron a fallar las cuentas y Nikolai Jaritonov sorprendió a propios y extraños repitiendo un más que digno 14%.

A la gente de Semiguin (quien por cierto fue expulsado del partido a primeros de junio) y al Kremlin solo le quedaba esperar al X congreso para intentar fracturar definitivamente al partido.

Afortunadamente les han vuelto a salir mal sus cálculos.

Como bien dice el Sr.Kagarlitsky 3 días antes de la celebración del congreso, se convocó un pleno del CC paralelo al oficial que contó con la presencia de la mitad de integrantes de los 156 miembros permanentes. Las cartas estaban sobre la mesa, boca arriba. Inmediatamente todos los medios de manipulación (para los que el partido solo existe cuando a su lado aparece la palabra crisis) se lanzaron cual jauría hambrienta a retransmitir la ruptura y la división del partido. Nunca te faltaran micrófonos en la boca cuando de criticar a los dirigentes del Partido Comunista se trate, y si encima hablas de la necesidad de enterrarlo, miel sobre hojuelas (Esto también nos suena ¿verdad?). El sistema recurrió a todas sus artimañas, consiguiendo durante esos días hacerse con el control de la página Web del partido, que tuvo que crear a toda prisa una página paralela y alojarla en otro servidor. Los expertos informáticos del partido aseguran que esa operación de sabotaje a la página Web hubiese sido imposible sin la participación de especialistas del ministerio del interior.

Lo que no dice el Sr.Kagarlitsky es que el intento de convocar a su vez un congreso paralelo para el mismo día 6, acabó un completo fiasco.

De los 316 delegados, representantes de las 85 divisiones territoriales en las que se organiza el partido, acudieron 250. 20 estuvieron ausentes por causa justificada. Todos los intentos de boicotear el congreso resultaron inútiles: La víspera del congreso se prohibió el acceso del transporte al aparcamiento de la Duma (parlamento) lugar de encuentro de los delegados. Al día siguiente en la parada aparecieron servicialmente varios autobuses que después se supo habían sido contratados por la gente de Semiguin. Cuando los delegados descubrieron el engaño los autobuses se detuvieron en el anillo de circunvalación. Tuvieron que andar 5 Km., para llegar al salón de congresos del complejo de Izmailovo.

Antes del comienzo del congreso, la línea de metro necesaria para llegar, tuvo una prolongada avería. Luego recibieron llamadas que avisaban de la colocación de artefactos explosivos en los sótanos del palacio de congresos. Una maniobra que ya había sido prevista por el servicio de seguridad del partido que llevaba días controlando los accesos al recinto. Luego comenzó la presión sobre el director del complejo, al que literalmente cogieron del cuello para exigirle que los echase de allí.

Mil personas llegaron al X Congreso, invitados ilustres del mundo de la ciencia y la cultura. Parlamentarios de diferentes países, incluyendo europarlamentarios, representantes de embajadas, representantes de los partidos hermanos de las distintas ex republicas de la URSS. Recibieron el apoyo a través de telegramas de más de 60 partidos de todo el mundo (incluido el del PCE). La información del congreso era cubierta por periodistas de las principales agencias internacionales. Todo esto no importó al régimen par dejar sin luz durante 7 horas al mayor complejo internacional turístico de la capital. Una provocación sin precedentes.

Mientras esto ocurría, se celebraba el «Congreso alternativo» que no consiguió reunir a más de 50 personas y que se celebró en el salón de pasajeros de uno de los barcos de recreo que recorren el río Moscova…

Creo que sobran las palabras.

Y ahora lo más importante. Este ataque mediático sin precedentes que ha sufrido el PCFR ha coincidido en el tiempo con la aprobación en el parlamento con los votos del «Rusia Unida» el partido del Kremlin, de un nuevo paquete de medidas, que en la practica suponen el golpe definitivo contra los últimos restos del socialismo. La supresión definitiva de lo que quedaba de las ventajas sociales que disfrutaban los capas más débiles de la sociedad, la semigratuidad de los servicios básicos en los gastos de la casa. Electricidad, gas, teléfono. Al tiempo que se liberaliza la ley de bosques que impedía su venta. ¡Qué casualidad! ¿O no?

No tardaremos en ver en los próximos años la aparición de un nuevo magnate ruso, que haya basado su enriquecimiento en la venta proveniente de la tala indiscriminada de bosques rusos. Y veremos su cara en las revistas del corazón cuando nos abra las puertas de su nuevo yate de superlujo, y fanfarronee con la compra de algún equipo de fútbol.

Para conseguir esto, el Partido Comunista Ruso molesta y molesta mucho. No nos ha de extrañar por eso leer artículos que nos anuncien su muerte o desaparición.

Aquí en España ya estamos al borde de la misma sin que el estado tenga que tomarse demasiadas molestias en conseguirla. Hace tiempo que sembró sus topos y le han dado un resultado excelente.

Mientras en Rusia nos anuncian la muerte del partido comunista más importante del hemisferio norte, de cuyos errores y aciertos tenemos mucho que aprender.

Ya nos gustaría estar igual de muertos que ellos.

Un último apunte. El X congreso llegó a la conclusión de que «la revolución socialista en la Rusia actual es posible». No es de extrañar que quieran acabar con un partido que se atreva a lanzar esos mensajes, en estos tiempos que corren de vino y rosas…

Para mucha gente en Rusia el partido Comunista es la última esperanza. El partido ha resistido y lo seguirá haciendo, mal que le pese al Sr.Kagarlitsky. Tiene por delante un difícil pero irrenunciable camino.

(1) Ver Dos congresos y un funeral: La muerte del Partido Comunista ruso Boris Kagarlitsky 16-07-2004