«El Tratado del Libre Comercio (TLC) establecerá sistemas modernos de regulación comercial y diseñará una disciplina que mejorará la competitividad del Perú e impulsará su prosperidad». Así afirmaba el Embajador de los EEUU en el Perú, Peter Michael McKinley, mientras los campesinos peruanos se disponían a velar a sus cinco muertos y a curar a […]
«El Tratado del Libre Comercio (TLC) establecerá sistemas modernos de regulación comercial y diseñará una disciplina que mejorará la competitividad del Perú e impulsará su prosperidad». Así afirmaba el Embajador de los EEUU en el Perú, Peter Michael McKinley, mientras los campesinos peruanos se disponían a velar a sus cinco muertos y a curar a casi un centenar de heridos sobrevivientes a la brutal masacre policial durante el último contundente paro agrario en contra de dicho TLC. Al mismo tiempo, el Presidente del Perú, Alan García, felicitaba a la Policía Nacional por su «convicción» y «decisión» en la masacre de los campesinos movilizados. Sí. Aunque Ud. no lo crea. Esta es la democracia del libre mercado impuesto en el Perú.
Alan García promueve y defiende el TLC porque las corporaciones y las empresas transnacionales asechan para devorarse lo que queda del presente y el futuro de los peruanos, en especial de los campesinos. Si Ud. todavía duda de las nefastas consecuencias del TLC al estilo norteamericano, pregúnteselo a los campesinos mexicanos, hoy, ex campesinos desterrados mendigando limosnas en las ciudades aztecas.
Alan García dice que la agroindustria peruana genera dos mil millones de dólares anuales por exportación, pero no dice nada sobre los mil millones de dólares anuales que el Perú requiere para importar productos agrícolas para el consumo interno. De los dos millones de campesinos peruanos, sólo unos mil campesinos son los que se benefician con la agroexportación. El resto sobrevive en minifundios (muchos de ellos arando la tierra con tecnología egipcia del s. IV AC.) para proveer a la dieta alimentaria de los peruanos, porque el prodigioso espárrago de la moderna agroindustria peruana sólo se sirve en los restaurantes norteamericanos y/o europeos. ¡Qué paradoja!
Los campesinos no están locos para movilizarse. Ellos presienten su mortal destino cuando anclen los primeros barcos norteamericanos en las costas de Lima cargados de productos agrícolas baratos y esterilizados. Entonces, no les quedará más que vender o abandonar sus campos porque no podrán competir con los productos subvencionados que llegarán del norte. Los campesinos e indígenas ofrendan sus vidas en defensa del agua, tierra, biodiversidad y bosques porque el Perú del siglo XXI es cada vez más propiedad de las empresas españolas, norteamericanas, chilenas, chinas, etc. El Perú es cada vez menos peruano. Ellos saben por experiencia que el Perú es ancho para los ricos y ajeno para los empobrecidos. Se resisten al TLC con los EEUU. porque están en camino los TLCs con Chile, China, Canadá, Singapur y UE. Todos a discreción del gobierno actual y sin consultar a las potenciales víctimas.
Los campesinos e indígenas del Perú no son contrarios al comercio internacional. Sobrevivieron y sobreviven gracias al comercio entre los pueblos. Ellos apuestan por un comercio justo y equitativo entre los pueblos, en igualdad de condiciones. El TLC con los EEUU, bajo los términos actúales, no es más que una regulación de los intereses norteamericanos. Es parte de la política de la anexión comercial de América Latina que impulsa el Imperio del norte. Si no fuera así, ¿qué necesidad habría de recurrir a la masacre de campesinos para intentar imponer un TLC cuyas cláusulas fueron escritos en inglés y en secreto? La Biblia dice: «por sus frutos lo conocerán», y allí están los primeros frutos del TLC con los EEUU: muertos, heridos, huérfanos, viudas, odios, etc. Si esto es la «disciplina comercial para la prosperidad», a la que hacía referencia el embajador norteamericano, que la prosperidad se quede en los EEUU