Edo Popovic pasó por Bilbo para hablar de literatura, pero no pudo eludir el interés que suscita por su experiencia en la guerra que vivió Croacia entre 1991 y 1995, un conflicto bélico que asegura que «no ha merecido la pena», porque considera que sus conciudadanos no viven mejor que en la antigua Yugoslavia.
Periodista, escritor, editor, reportero en la guerra de los Balcanes… Todas estas actividades figurarían en la tarjera de visita del croata Edo Popovic, si lo quisiera. Hace unos días visitó Bilbo de la mano de Alhóndiga Bilbao para participar en un deba- te literario, junto al delegado de «El País» en la CAV, Juan María Gastaca, en el marco del Festival Gutun Zuria.
A Edo Popovic no le gusta mucho hablar de la Guerra de los Balcanes y de sus consecuencias, parece considerarla una página cerrada de su vida o, al menos, una página de su vida que quiere cerrar, pero en un diálogo con él es inevitable referirse a aquel conflicto bélico que asoló la antigua Yugoslavia y a la situación en la que quedó su país, Croacia. Aunque insiste en que «he venido a hablar de literatura».
Recuerda la guerra como una experiencia que «puede desarraigarte» y que plantea conflictos que van más allá de los problemas diarios que afectan a la inmensa mayoría de los ciudadanos, que es cómo llegar a fin de mes. «Te preguntas cuestiones más básicas, porque lo único que te importa es sobrevivir», apunta, y afirma que «cosas como el dinero, que es el motivo por el que nos matamos y con el que compramos cosas que realmente no necesitamos, deja de preocuparte».
Mejor persona
Pero también asegura haber conocido gente que «me ha hecho mejor persona. La guerra está relacionada con la ambición, con conseguir más poder, más dinero, pero encuentras gente que no vive en términos de poder y se relaciona contigo de corazón a corazón».
Rechaza que el nacionalismo, que lo considera «el miedo a los demás, al diferente», fuera el origen de la guerra, y asegura que éste fue un instrumento que utilizó la política. «Mezclaron nacionalismo y partidismo, y eso es juego sucio. Primero Milosevic y luego Tudjman utilizaron la guerra y el nacionalismo como medio». En cualquier caso dice que es una cuestión que no le preocupa porque, en Croacia, hoy día, el nacionalismo es «una especie de sarampión que resurge cuando hay un partido de fútbol o un debate político».
Edo Popovic no quiere que le consideren un luchador o un soldado por haber estado en la guerra como reportero, y aclara que «ni estuve en primera línea ni al margen, sin involucrarme, porque si ves las cosas desde la distancia no llegas a comprenderlas». Es por esta razón por la que, según explica, su trabajo consistió en ver lo que pasaba, recoger testimonios de los soldados y de la gente y escribirlo.
«Esas gentes no eran patriotas ni nacionalistas, se sentían croatas y defendían aquella tierra porque era allí donde trabajaban, pagaban sus impuestos y vivían con sus familias. Sólo querían vivir en paz . Nunca me dijeron ‘tenemos la razón’ o ‘somos los buenos’, no se preocupaban del patriotismo, sino de vivir el día a día».
Sin embargo, aquellos años han dejado un poso de melancolía, pesimismo y crudeza que se plasma en sus libros. Él se justifica: «soy más viejo y conozco mejor a las personas». Eso y que es terriblemente crítico con la sociedad en la que le ha tocado vivir y que va más allá de las fronteras de Croacia. «No creo que vamos por el buen camino, ni en Croacia ni en Europa. Esta legendaria democracia de la que bebemos está perdiendo los valores y fomentando el consumismo».
Justicia social
«Durante el comunismo pedíamos libertad y democracia, y ahora que las tenemos no creo que vivamos mejor que antes. No diría que vivamos mejor que en la antigua Yugoslavia. Creo que estos cambios no han servido para nada», se lamenta.
Mantiene que con aquella guerra «no hemos conseguido nada que haya merecido la pena. Los cambios han sido muy duros y lamento que hayamos perdido el tiempo de esta manera».
En Croacia, que vive una transformación «brutal» hacia el «capitalismo salvaje», la desigualdad social es cada vez mayor, con un 60-70% de la población que vive casi en el límite de la pobreza y que «quizá lo que necesitan es justicia social, un valor del que se hablaba mucho durante el comunismo y que ahora parece que, de algún modo, lo hubiéramos perdido». Es categórico cuando dice: «ahora tenemos libertad de expresión, pero sin justicia social, y tener libertad de expresión si no tienes qué comer… Yo me callaría para que pudieran comer».
Edo Popovic es pesimista con la situación actual que atraviesa su país, pero no es más optimista cuando piensa en un futuro a medio plazo. «No basta con sobrevivir a una guerra, estamos tratando de aprender todo demasiado rápido. La libertad no cae del cielo, se consigue con la unidad, asumiendo riesgos y luchando por los cambios».
«Croacia es un país pequeño que necesita justicia social, y ésta sólo llegará cuando haya derecho real al trabajo, un puesto de trabajo para cada persona», subraya.
Él lo tiene, la literatura, que en su caso nace de la necesidad de escribir y de comunicar la realidad que percibe y las relaciones y emociones de las personas. «Nunca he sido más pobre que ahora, y me siento más rico que nunca», sostiene.