Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En febrero de 1990 el secretario de Estado de EE.UU. James Baker (1990-1992), en representación del Presidente George HW Bush, viajó a Moscú para encontrar al presidente ruso Mijail Gorbachov respecto a la posible reunificación de Alemania y la remoción de 300.000 soldados soviéticos. Existe poca disputa seria de que mientras el Muro de Berlín se tambaleaba, Baker prometió a Gorbachov «que no habrá ninguna extensión de la jurisdicción de la OTAN para sus tropas ni una pulgada hacia el este». Se dice que Gorbachov confió en lo que decía EE.UU. y respondió «cualquier extensión de la zona de la OTAN es inaceptable». «Estoy de acuerdo», replicó Baker.
Por desgracia, Gorbachov nunca lo obtuvo por escrito y la mayoría de los historiadores, en aquel entonces, estuvieron de acuerdo en que la expansión de la OTAN estaba «mal concebida, era inoportuna, y sobre todo mal adecuada a las realidades del mundo de la post Guerra Fría».
El Consejero Nacional de Seguridad del Presidente Bush, Brent Scowcroft, y el secretario de Defensa de Bill Clinton también estuvieron de acuerdo. Pero al llegar 1994, el contrato verbal no había disuadido los esfuerzos concertados de un puñado de profesionales de la política del Departamento de Estado por subyugar la abrumadora oposición burocrática, según James Goldgeier en su clásico «Not Whether but When: The US Decision to Enlarge NATO.» Para 1997, el acuerdo Gorbachov-Baker-Bush era una baratija política olvidada mientras Hungría, Polonia y la República Checa eran aceptados en la OTAN. En 2004, los antiguos países satélites soviéticos Lituania, Letonia y Estonia eran admitidos y en 2009, Croacia y Albania se unieron a la OTAN.
Actualmente, las antiguas repúblicas soviéticas de Ucrania, Georgia, Moldavia, Kazajistán, Armenia y Azerbaiyán esperan ser aceptadas como miembros y todas las cinco antiguas repúblicas soviéticas en Asia Central (Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Kazajistán, y Uzbekistán) suministran apoyo logístico a la OTAN para la guerra de EE.UU. en Afganistán.
A medida que la alianza de la OTAN dirigida por EE.UU. aumenta su dominio en los países del Cáucaso, el público estadounidense no ha sido informado sobre la aprobación por el Parlamento ucranio de una serie de ejercicios militares de la OTAN, que colocaría tropas estadounidenses en la frontera de Rusia, a pesar de que Ucrania todavía no es miembro de la OTAN. Rapid Trident es un ejercicio de «interoperabilidad» militar de 12 naciones dirigido por EE.UU. que comprometerá a la mayoría de las tropas participantes y Sea Breeze es un ejercicio naval que tendrá lugar en el Mar Negro cerca de los puertos rusos. La concentración de tropas de la OTAN incluye operaciones terrestres conjuntas con Moldavia y Rumania.
Últimamente, el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anunció que la alianza militar hacía terminado la cooperación civil y militar con Rusia y que habría un despliegue y refuerzo de recursos militares, incluyendo un aumento de las patrullas aéreas sobre el Mar Báltico y vuelos de vigilancia de AWACS sobre Polonia y Rumania.
Sobra decir que la concentración de tropas de la OTAN se suma al despliegue de tropas y aviones de guerra F-16 a Polonia, aviones de guerra F-15C a Lituania y portaaviones al Mar Mediterráneo y al Mar Negro.
Todo esto plantea la pregunta de si una promesa y un apretón de manos en el mundo de la diplomacia internacional constituye un verdadero compromiso y ¿qué valor tiene en 1994 para un gobierno demócrata una promesa internacional hecha en 1991 por un gobierno republicano? Aparentemente ninguno.
En un artículo de 1999 para la revista de la OTAN «Not When but Who,» Goldgeier arrojó más luz sobre los primeros pleitos políticos cuando EE.UU. se convirtió en el ‘principal conductor’ de la expansión de la OTAN comenzando con la declaración del Presidente Bill Clinton mientras asistía a su primera cumbre de la OTAN en 1994 de que «ya no era cuestión de si la OTAN se ampliaría sino cómo y cuándo». Clinton no presentó ninguna explicación sobre por qué el acuerdo Baker-Gorbachov ya no era relevante. Eso valen los apretones de manos políticos.
Como cuenta Goldgeier, «la oportunidad se dejó deliberadamente vaga hasta después de la reelección del presidente ruso Boris Yeltsin en julio de 1996». Aunque Yeltsin es en gran parte responsable por el predicamento actual de Rusia, no fue una personalidad tenaz y los restos de la Unión Soviética estaban confusos y desorganizados inmediatamente después de su desintegración en 1991. Goldgeier informa que el «Presidente Yeltsin trató en vano de conseguir que el Presidente Clinton aceptara un apretón de manos en Helsinki en marzo de 1997 para un «acuerdo entre caballeros» de que las naciones bálticas de Estonia, Letonia y Lituania nunca llegarían a ser miembros de la OTAN». El resultado fue que las tres entraron a la OTAN en 2004 y Rusia fue embaucada en su esfuerzo por limitar la expansión de la OTAN por un Departamento de Estado más experimentado y mejor organizado.
Lo que todo esto significa es que, detrás del paisaje diplomático de jiu-jitsu verbal y reuniones en la cumbre, había habido un esfuerzo concertado en el Departamento de Estado de EE.UU. con la creación de una Oficina de Expansión de la OTAN para establecer lo que se ha convertido en un Muro Ruso -una impenetrable barrera de distanciamiento definida por EE.UU. a lo lago de la frontera rusa con la intención de separar a ese país del acceso por tierra y por mar- mientras la OTAN, ansiosa de guerra, sigue provocando a Rusia con aislamiento y amenazas.
La tarea de reclutamiento de miembros recayó en el Secretario Adjunto de Estado de EE.UU., Richard Holbrooke, en 1994, y la fuerza impulsora de la expansión de la OTAN fue la introducción de economías neoliberales y la prevención de un resurgimiento ruso. Sin que lo supiera el público estadounidense, el ímpetu por expandir la OTAN no provino solo de la iniciativa de los países del Pacto de Varsovia, sino fue facilitado por el proyecto de Expansión de la OTAN del Departamento de Estado de EE.UU.
Con la intromisión militar de Occidente y la intimidación política de Rusia, la OTAN y EE.UU. están organizando actualmente la más amplia concentración de armas y combatientes en el Cáucaso desde la Segunda Guerra Mundial.
En febrero de 2010, el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) patrocinó una discusión sobre «Una pequeña guerra que estremeció al mundo» escrito por Ronald Asmus sobre la guerra de 6 días en Georgia. Mientras estaba en el Departamento de Estado, Asmus, un ex Vicesecretario Adjunto de Estado para Asuntos Europeos fue responsable por la «formulación e implementación de la política de EE.UU. en todas las instituciones europeas de seguridad» lo que solo puede significar que allanó el camino para los recientes esfuerzos de Victoria Nuland en Ucrania.
Más que ser un participante clave en el proyecto de Expansión de la OTAN del Departamento de Estado (1997-2000), Asmus mostró la típica forma de pensar de un inepto profesional de la política exterior que tiene solo una visión limitada de la supremacía de EE.UU. dominando toda esfera del planeta. El excepcionalismo estadounidense apesta como un tema constante en toda la entrevista y cito solo algunos bocados selectos de esa discusión de 2010 en el CFR:
«tenemos que convencer a Rusia de que no es nuestro mayor problema. Somos socios potenciales, pero tiene que haber ciertas reglas y condiciones previas para esa cooperación por lo cual tenemos que mantener las puertas abiertas incluso si tenemos que ser duros con ellos sobre ciertos temas en los que han hecho cosas que son erróneas y que violan las reglas.»
«si Ucrania se convierte en europea, tendrá un inmenso impacto en Rusia en un sentido positivo; finalmente arrastrará a Rusia en la dirección correcta».
«si me hubierais preguntado en los años noventa cuando estaba en el Departamento de Estado a cargo de Expansión de la OTAN y todas esas otras cosas; si jamás hubiera pensado que Ucrania y Georgia se unirían a la OTAN la respuesta honesta hubiera sido realmente que no… estaba en mi monitor de radar. Pensaba que fue un milagro que hayamos conseguido Polonia y los Estados Bálticos y todos los demás.»
«…en su lugar gastamos mil millones de dólares para ayudar a Georgia después de la guerra. Llamamos a una modesta reinversión de influencia y músculo político y económico estadounidense para estabilizar la situación en el terreno y ayudar a reconstruir esos países.»
«Deberíamos invertir más, deberíamos estar más presentes y activos en el terreno en Ucrania, en Georgia y en todos esos sitios -sin provocar una híper-reacción rusa.»
Cuando le preguntaron si Rusia no tenía razón en que su aceptación era necesaria para una Europa segura, Asmus respondió:
«Siempre digo que el proyecto no está completo, el proyecto en el que he pasado mi vida trabajando no está completo hasta que tengamos una Rusia que sea parte del sistema europeo de seguridad. Todos piensan que soy antirruso por todo lo que he hecho.»
Originalmente creada como Organización del Tratado del Atlántico Norte, la actual OTAN se ha convertido en una entidad internacional con un alcance que va mucho más allá del Atlántico -y esta vez Rusia es la Gran Enchilada. Mientras su participación en campañas globales de bombardeo sigue justificando su existencia, la OTAN tiene un interés creado en librar guerras – como la intención en última instancia del proyecto de Expansión del Departamento de Estado ha sido la guerra.
Renee Parsons fue miembro del personal de la Cámara de Representantes de EE.UU. y lobista sobre temas de energía nuclear con Friends of the Earth. En 2005, fue elegida al Concejo de la Ciudad de Durango y sirvió como Concejal y Alcalde. Actualmente es miembro del Consejo de la ACLU en Treasure Coast.
Fuente original: http://www.informationclearinghouse.info/article38222.htm