El salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), uno de los referentes revolucionarios de América Latina en los años 80, desdibujó su ideario y perdió capacidad política, según analistas. Pero sus dirigentes retrucan con resultados electorales. Desde su incorporación a la vida política legal tras los acuerdos de paz de 1992, el otrora […]
El salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), uno de los referentes revolucionarios de América Latina en los años 80, desdibujó su ideario y perdió capacidad política, según analistas. Pero sus dirigentes retrucan con resultados electorales.
Desde su incorporación a la vida política legal tras los acuerdos de paz de 1992, el otrora insurgente FMLN ha sufrido al menos tres escisiones importantes y muchos militantes dejaron sus filas, acusando a la estructura dirigente de no permitir recambio ni generar espacios para la crítica y de abandonar los principios que le dieron vida.
Para el politólogo Héctor Dada Hirezi, el hecho de que muchos miembros de la guerrilla hayan tomado caminos distintos después de la finalización de la guerra es algo normal, aunque entiende que «el juicio del FMLN, de que todo el que se separó de sus filas lo hizo porque se vendió (a la derecha), es demasiado simple».
El FMLN, 15 años después de finalizado el conflicto armado, es la mayor fuerza política del país, según los resultados de las elecciones del 12 de marzo de 2006 para los concejos municipales y el parlamento, cuando superó incluso a la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena), de derecha, por 4.518 votos.
Esta oposición izquierdista tiene hoy 32 de los 84 diputados de la unicameral Asamblea Legislativa, una posición que obliga al resto del espectro partidario a contar con su apoyo para mucho de los proyectos.
Arena, pese a quedar segundo en la votación, por razones de distrito cuenta con 34 diputados, Conciliación Nacional con 10, el Partido Demócrata Cristiano con seis y Cambio Democrático con dos legisladores.
«El FMLN fue quizás la fuerza político-militar más exitosa de América Latina», a pesar de que en principio se pronosticó una derrota rápida, recordó Raymundo Calderón, sociólogo y profesor de la estatal Universidad de El Salvador.
Sin embargo, la insurgencia logró poner en jaque a los gobiernos militares y a la misma política contrainsurgente de Estados Unidos en El Salvador de 1980 a 1992, convirtiéndose en un movimiento beligerante con reconocimiento internacional.
Francia y México, en una declaratoria conjunta de 1981, le reconocieron como una «fuerza representativa del pueblo salvadoreño».
Expertos consultados por IPS señalan, empero, que pareciera haberse malogrado en tiempos de paz todo ese cúmulo de fuerza política, experiencia y cuadros formados al calor de la guerra y en varios países que lo apoyaban, como la Nicaragua gobernada por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional, Cuba, el entonces campo socialista de Europa oriental y Vietnam.
Según Dada Hirezi, el FMLN ha desaprovechado toda esa experiencia acumulada, ya que no ha logrado convertirse en la fuerza que aglutine a los distintos grupos sociales y políticos para lograr las transformaciones políticas, económicas y sociales que necesita el país.
«El Frente asimiló las nuevas reglas (de la democracia) pero no su papel de construir la alternativa de gobierno y no superó la idea de ser la vanguardia del pueblo -tesis guerrillera– y pasar a la idea de la representación», aseveró el politólogo.
Lo que le sucede se debe a que no es lo mismo «conducir una guerra contra el sistema, que ser la oposición dentro del sistema con vocación de gobierno», puntualizó.
El FMLN surgió en octubre de 1980 como una coalición de cinco agrupaciones político-militares de izquierda nacidas a comienzos de los años 70, con excepción del Partido Comunista Salvadoreño que se fundó en 1930.
Esta insurgencia de origen urbano no sólo creció y se extendió luego a las áreas rurales, sino que también consolidó un movimiento popular amplio y formó un contingente de unos 8.000 combatientes, que en varias ocasiones estuvo muy cerca de la toma del poder pese a tener frente a sí a una poderosa fuerza gubernamental.
El ejército de entonces, los otros cuerpos de seguridad del Estado y los paramilitares sumaban unos 50.000 efectivos, con la asesoría, entrenamiento y apoyo económico y armamentista de Estados Unidos, que en las postrimerías de la guerra civil llegó a «invertir» dos millones de dólares diarios.
Calderón considera que «durante la inserción a la vida política institucional, el FMLN perdió capacidad e imaginación política. Además, «su ideario y principios han sufrido un deterioro», dijo a IPS este académico que ha realizado varias investigaciones y ha escrito libros sobre historia contemporánea salvadoreña.
El también dirigente del partido Centro Democrático (CD) reconoció ante IPS que, no obstante, el FMLN es una de las fuerzas que, habiendo utilizado la lucha armada, al incorporarse al sistema ha tenido éxito electoral.
Dada Hirezi, coincidió con Calderón, al precisar que «es la única ex guerrilla de América Latina que, sin llegar al gobierno, tiene un caudal electoral importante».
Salvador Sánchez Cerén, jefe del grupo parlamentario del FMLN, responde que, a diferencia de muchas fuerzas ex guerrilleras que han fracasado y han sido absorbidos por el sistema, sin su partido «no puede haber gobernabilidad y no se pueden tomar decisiones» en El Salvador.
Además, Leonel González, como era conocido Cerén cuando integraba el comando general de la guerrilla, reconoce que en el escenario político actual «no es nada fácil» acceder al gobierno.
Admitió que los «principios e ideario» del partido «se han tenido que adecuar a la nueva realidad», pero afirmó que no se doblegarán ante las críticas de que han perdido su imaginación política y que sus propuestas han sufrido modificaciones.
«Muchos quisieran que el FMLN dejara su visión de cambio y que se acomodara al sistema, pero, aunque estamos dentro (sistema), estamos por transformarlo y no para administrar el modelo vigente», dijo a IPS el parlamentario de forma enfática.
Desde su primera participación en elecciones en 1994, el Frente ha aumentado su caudal de votos, posibilitándole gobernar en la mayoría de alcaldías importantes del país, incluyendo San Salvador, además de mantener un número vital de parlamentarios, aunque ha perdido las últimas tres elecciones presidenciales ante la derechista Arena.
Realidad que Dada Hirezi sintetiza así: «Es difícil conseguir una alternancia del poder sin el FMLN, pero es imposible concebirla sólo con el FMLN».