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«El señor McChrystal… está muerto»

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

      «El señor Kurtz… está muerto»

        Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas

Cuando tiene que ver con guerras estadounidenses, la historia tiene la perversa costumbre de repetirse como una farsa una y otra vez. De modo que ahora el Pentágono se encuentra en un estado de agitación porque el general Stanley McChrystal, ex comandante de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán, habló sin controlarse en una entrevista a la revista Rolling Stone.

Hubo una época en la que el Washington Post solía derribar a un presidente (ahora el Post, así como The New York Times, prefieren la guerra, la guerra contra Iraq, contra ‘AfPak’, contra Irán).

En todo caso, el maestro del periodismo gonzo, Hunter S. Thompson, debe de estar celebrando con tragos de tequila celestial en su indómita y demencial tumba; después de todo Rolling Stone logró derribar a un general -con el sonido de ‘The End’ por The Doors.

Lo que nos lleva a la utilización de The Doors por Francis Ford Coppola para comenzar Apocalipsis Now -o a EE.UU. ganando la Guerra de Vietnam (sólo) en la película- A McChrystal se le podría describir como una mezcla del capitán Willard y del señor Kurtz original de la obra maestra de Conrad, el modelo literario para el coronel Kurtz de Marlon Brando. Ambos guerreros-intelectuales, uno a punto de cruzar al corazón de las tinieblas, el otro ya ahí.

Aunque saludado como héroe por medios exageradamente aduladores, McChrystal, como Willard, es esencialmente un asesino entrenado, el jefe de un escuadrón de asesinos en Iraq, activo mucho antes de que la «oleada», la misma «oleada» que se esculpió en piedra en Washington como si allanara el terreno para una «victoria» de EE.UU. (mientras generaba rentables productos secundarios como el ganador del Óscar a la Mejor Película The Hurt Locker [En tierra hostil].

Tarde o temprano, el personaje kurtzeano de McChrystal acabará en un éxito de Hollywood. EE.UU. perdió la guerra en Vietnam, pero la ganó en la pantalla. EE.UU. está perdiendo la guerra en Iraq pero ya la está ganando en la pantalla. Y EE.UU. perderá la guerra en ‘AfPak’ pero la ganará en la pantalla.

Según la entrevista en Rolling Stone, la banda de los hermanos McChrystal «es una colección, elegida a dedo, de asesinos, espías, genios, patriotas, operadores políticos y descaradamente maníacos» que se califican a sí mismos como entre bromas, de Team América, tomado de una parodia sobre la estupidez de los militares, en la serie de animación South Park. Bueno, «Team América» es como una versión en Facebook de los Hombres huecos de Elliot:

    Nuestras voces secas, cuando susurramos juntos

    Son suaves y sin sentido como el viento sobre el pasto seco

    O patas de ratas sobre vidrio roto

No es sorprendente que el presidente Barack Obama haya parecido «incómodo e intimidado» en una sala repleta de mandamases del Pentágono cuando se encontró con McChrystal. Obama es un intelectual urbano progresista. Sólo podía desconfiar de McChrystal y su banda de hermanos, en realidads gran parte del círculo de asesinos y funcionarios que puebla el creciente complejo industrial-militar. Lo irónico es que al mismo tiempo los funcionarios del imperio no podían sino desconfiar de la falange de asesores de Obama que no tenían y no tienen la menor idea sobre «la misión».

¿Cuál es entonces «la misión» en ‘AfPak’? Para el equipo de Obama se trata más bien de utilizar Afganistán como un peón para expandir la brecha ya abismal entre EE.UU. e Irán, y para enfrentar a Irán chií con Arabia Saudí suní-wahabí.

Pero para el complejo industrial-militar va mucho más lejos. Tiene que ver con el nuevo gran juego en Eurasia. Tiene que ver con la «doctrina de dominación de espectro completo» del Pentágono, que presupone el establecimiento de bases afganas estratégicas para controlar y supervisar a los competidores estratégicos Rusia y China ,muy cerca de sus fronteras. También tiene que ver con una nueva repetición de los de finales de los años noventa; aislar, aplastar o sobornar a los talibanes para que el máximo sueño imposible -el gasoducto trans-afgano (TAP por sus siglas en inglés)- se pueda construir para llevar gas turkmeno a mercados occidentales, en vez de su rival, el anatemizado gasoducto IP (Irán-Pakistán). En resumen, tiene que ver con la guerra infinita.

Es fácil olvidar -como lo hace gran parte de los medios corporativos de EE.UU.- que en medio de todos los bombos y platillos sobre el «general descontrolado», la propia estrategia COIN (contrainsurgencia) de McChrystal en Afganistán ya se había reducido, según su propio neologismo, a «Caosistán» desde hace bastante tiempo. Aplicar la contrainsurgencia en masa a hermanos y primos pastunes es una receta absurda para el fracaso. Washington ni siquiera sabe quién es el «enemigo»; los afganos, por otra parte, la ven como una guerra de invasores cristianos extranjeros contra la nación pastuna.

La receta fue originalmente «planeada» por el nuevo general en ‘AfPak’, el jefe de McChrystal, el jefe del Comando Central David «siempre me estoy posicionando para 2012» Petraeus, el héroe conceptual de la «oleada» en Iraq. Vean al nuevo general, (no totalmente) igual que el antiguo general; digamos que Petraeus es una versión más sedosa del capitán Willard, sin las insinuaciones kurtzeanas de McChrystal. Den entrada a ese acorde de poder de Peter Townshend «Won’t be fooled again.» [No me volverán a engañar] ¿O sí?

La historia de McChrystal convirtiéndose en delincuente y McChrystal despedido es otro clásico «no-acontecimiento» del Pentágono amplificado hasta la demencia. Lo que el general declaró sin tapujos a Rolling Stone fue básicamente una colección de adjetivos suaves y más suaves contra los civiles de EE.UU. El «guerrero-intelectual» nunca dio alguna señal de que estuviera emprendiendo una crítica específica, detallada, de la estrategia militar general; después de todo la «dominación plena del espectro del Pentágono» no se puede presentar realmente como es. E incluso Obama ha declarado oficialmente que el reemplazo de un general por otro general no significa un cambio de estrategia. ¿Hay una estrategia? Sí: la guerra infinita; pero el Pentágono no permite que se explique en detalle.

Ha pasado mucho tiempo desde que la inmensa obsesión estadounidense por la guerra, de un costo absurdo, de una ruta interminable, tuvo alguna relación en absoluto con la política y la realidad. Pertenece a la ficción -mientras la danza de los generales continúa «en este valle hueco» como diría Elliot. Y es totalmente seguro que esos pasos ficticios van a salpicar «Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos» durante años y años por venir.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Acaba de publicar su nuevo libro Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Se puede contactar con él en: [email protected]

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/LF25Df04.html

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