La Cumbre Humanitaria Mundial parece oportuna en el marco de un número histórico de personas desplazadas y refugiadas, pero esto último, precisamente, plantea una disyuntiva vital: ¿el sistema humanitario está quebrado o quebrantado? La primera Cumbre Humanitaria Mundial, que se realizará el 23 y 24 de este mes en Estambul, fue convocada por el secretario […]
La Cumbre Humanitaria Mundial parece oportuna en el marco de un número histórico de personas desplazadas y refugiadas, pero esto último, precisamente, plantea una disyuntiva vital: ¿el sistema humanitario está quebrado o quebrantado?
La primera Cumbre Humanitaria Mundial, que se realizará el 23 y 24 de este mes en Estambul, fue convocada por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, para atender las acuciantes necesidades humanitarias actuales.
«Creemos que es una oportunidad única de hacer frente al problema, de atender el sufrimiento de millones de personas en el mundo», remarcó el representante de la Unión Europea (UE) en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), João Vale de Almeida, en conferencia de prensa.
Más de 125 millones de personas necesitan asistencia humanitaria. Si fuera un país estaría en el lugar 11 por su número de habitantes. Más de 60 millones de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares, lo que generó la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Además, las crisis se alargan y aumenta el tiempo de desplazamiento de nueve a 17 años.
La necesidad excedió capacidades y recursos
A principios de este mes, faltaban casi 15.000 millones de dólares del monto solicitado para hacer frente a las distintas crisis, incluidas Nigeria, República Centroafricana y Siria. Alrededor de 90 por ciento de los pedidos de fondos de la ONU se extienden por tres años.
La cumbre de este mes no solo representa un llamado a la acción, sino también una alerta para reformar el tenso sistema humanitario.
Entre las principales responsabilidades de la reunión de Estambul se destaca fortalecer las asociaciones y generar un proceso con múltiples actores que coloque a la población civil en el centro de la acción humanitaria.
«El actual sistema permanece bastante cerrado, con pocas conexiones con una amplia gama de actores», señala un informe que sintetiza un proceso de consultas a unos 23.000 representantes previo a la cumbre. «Se considera desactualizado», acota.
Las estructuras humanitarias y de asistencia han cambiado muy poco desde su creación, coincidió Christina Bennett, investigadora del Grupo de Políticas Humanitarias del Instituto de Desarrollo Exterior (ODI, en inglés).
«Sigue siendo un estilo verticalista y paternalista de hacer las cosas», dijo a IPS.
En un informe para el ODI, Bennett concluyó que el sistema creó un grupo exclusivo y centralizado de donantes y actores humanitarios, que excluye la participación de las organizaciones no gubernamentales locales.
En 2014, 83 por ciento de los fondos para la asistencia humanitaria procedió de gobiernos de Europa y de América del norte.
Entre 2010 y 2014, las agencias de la ONU y las grandes ONG recibieron 86 por ciento de la asistencia humanitaria internacional. Mientras, menos de dos por ciento fue a parar directamente a organizaciones nacionales y locales.
Eso impidió la rápida y tan necesaria asistencia en el terreno.
La enfermera Sarah Collis, del capítulo de Grecia de Médicos del Mundo, comentó a IPS sobre su trabajo en el campamento de refugiados de Idomeni en ese país, y remarcó la falta de recursos médicos y de suministros básicos como alimentos y mantas.
«La distribución de mantas solo se hacía de noche porque a las agencias humanitarias les preocupaba la muchedumbre», añadió. «Eso quiere decir que las madres solteras y las familias con niños pequeños no tenían posibilidades», remarcó.
Collis también recordó que solo habían dos ambulancias para toda la zona y, a veces, su equipo tenía que amontonar hasta a seis personas a la vez en una unidad.
Los grupos de respuesta más rápida eran las pequeñas organizaciones y los voluntarios con fuentes de financiación directa y menos burocracia, observó.
Ya sea en el último terremoto de Ecuador o en la crisis por el virus del Ebola en África occidental sucede que las comunidades y las ONG locales suelen ser las primeras en responder por su proximidad a la crisis.
También saben mejor cómo llegar a las áreas de difícil acceso, están familiarizadas con las personas y las culturas y pueden atender y reducir los riesgos antes de la ocurrencia de un desastre.
Por otro lado, las grandes organizaciones e instituciones, como la ONU, suelen tener dificultades para llevar adelante operaciones humanitarias eficientes y efectivas.
Médicos Sin Fronteras (MSF) identificó a la ONU como el «eje de la disfunción» del sistema humanitario. También concluyeron que el triple papel del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), de coordinador, ejecutor y donante, fue responsable del mal rendimiento de las operaciones en Sudán del Sur, Jordania y República Democrática del Congo.
En el condado sursudanés de Maban, Acnur fue responsable de la lenta respuesta y tuvo dificultades para movilizar al personal calificado.
El «triple» papel también dificultó la tercerización de tareas a organizaciones locales para compartir los desafíos de la ejecución y que la agencia «reconociera los grandes problemas o que pidiera asistencia técnica a otras agencias de la ONU por temor a perder fondos o credibilidad».
Eso tuvo consecuencias negativas en la calidad de la información para tomar buenas decisiones políticas.
Si bien algunos fondos de las agencias de la ONU y de ONG internacionales se destinan a organizaciones locales, la relación es más «transaccional» que una «participación estratégica y genuina», destacó Bennett.
Por ejemplo, cuando se otroga la asistencia, esta suele responder a la disponibilidad de bienes y servicios, no a lo que realmente necesitan o quieren las personas beneficiarias.
«Las organizaciones del Sur reclaman acompañamiento, más que instrucciones», dijo el director ejecutivo de Soluciones para el Desarrollo Africano (Adeso), Degan Ali, a funcionarios de gobiernos, representantes de la ONU y de la sociedad civil. «Prepárense para estar incómodos», resumió.
Si bien todo el mundo coincide en la importancia del papel de las ONG internacionales y de los gobiernos donantes en el sistema humanitario, hay una creciente comprensión de que esos actores deben cambiar de una posición dominante a otra habilitante.
Organizaciones como Oxfam y Adeso reclamaron a la ONU y a las grandes ONG internacionales que habiliten a las organizaciones locales suministrándoles fondos. Eso no solo las ayudará a preparar y mejorar su respuesta a las crisis, sino que pondrá el proceso de decisión y el poder «donde debe estar», declaró Oxfam.
También urgieron a que se fijara el monto de 20 por ciento como meta para destinar a las organizaciones locales. Ya se creó un estatuto para comprometer a las ONG internacionales, que ya fue suscrito por Oxfam, Care International e Islamic Relief Worldwide.
A pesar de todas las acciones tomadas, Bennett dijo a IPS que no cree que la Cumbre Humanitaria Mundial genere cambios.
«Creo que no está en la agenda de la cumbre, en parte porque son cuestiones difíciles de atender y son asuntos políticos, que no son victorias fáciles», explicó.
Para lograr cambios fundamentales, los gobiernos y las instituciones donantes con poder de decisión deben atender los supuestos subyacentes y las dinámicas de poder que retrasan el sistema, remarcó Bennett. «Hasta que se muevan, este permanece estancado», acotó.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/05/el-sistema-de-respuesta-humanitaria-al-banquillo/
Traducido por Verónica Firme