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Elecciones en Irán

El último sprint

Fuentes: GAIN

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Irán parece que ha sorprendido a casi todo el mundo, excepto a la población de aquel país. Si la primera posición de Rafsanjani «estaba cantada», pocos apostaban a que el segundo fuese Mahmud Ahmaninejad, y sobre todo con tan poca diferencia entre ambos. A […]

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Irán parece que ha sorprendido a casi todo el mundo, excepto a la población de aquel país. Si la primera posición de Rafsanjani «estaba cantada», pocos apostaban a que el segundo fuese Mahmud Ahmaninejad, y sobre todo con tan poca diferencia entre ambos.

A primera vista, las propuestas reformistas han sufrido un importante varapalo. Ninguno de sus candidatos ha logrado pasar a la segunda vuelta, y el llamamiento al boicot tampoco ha sido seguido por la población. Algunas fuentes apuntan a dos hechos previos a las elecciones que habrían influenciado en el resultado final. Por un lado el discurso de Bush, ha tenido el efecto contrario al que éste pretendía. Sus ataques al sistema iraní es percibido por el pueblo iraní como un ataque a su conjunto y un menosprecio a su inteligencia y capacidad de decidir. Por otro lado, las explosiones de varias bombas en la misma semana son vistas en cierta medida como algo inducido por alguna mano extranjera, y dentro de Irán todos los dedos apuntan hacia Washington.

La campaña de Mahmud Ahmaninejad ha estado basada en buena medida en la defensa de los valores islamistas y de la Revolución. Además, al apoyo que ha recibido en las zonas rurales hay que sumar los votos de las clases más desfavorecidas de Teherán que de esa manera han querido mostrar su respaldo a la política populista que ha mantenido desde la alcaldía de la capital. Sus detractores le acusan de practicar políticas conservadoras, así como del cierre de algunos espacios públicos en Teherán. Ahmaninejad por su parte defiende el control estatal sobre la economía, al tiempo que se opone a las políticas del Banco Mundial y del FMI.

En caso de resultar vencedor este viernes, ha señalado que en política interna intentará hacer frente a los problemas del conjunto de la población, incidiendo en aspectos como empleo y vivienda «que afectan a los jóvenes». Su línea en política exterior está basada «en la búsqueda de relaciones de paz y justicia con todo el mundo», pero advierte que esa línea debe ser mutua. Sus prioridades son con sus vecinos, luego con los países de influencia persa, después los estados musulmanes, y finalmente aquellos países que no se muestren contrarios a Irán.

Las relaciones con EEUU, la reforma de Naciones Unidas y el programa nuclear de Irán son otros ejes que Ahmaninejad interrelaciona. Toda la política en estos campos está supeditada a la decisión libre que adopte Irán, y en ningún caso aceptará injerencias en ese camino.

En cuanto a Rafsanjani , sigue siendo el favorito, y en torno suyo pretende aglutinar a reformistas y conservadores. Su capacidad camaleónica ya se manifestó en loa años noventa cuando reunió en su apoyo a la «derecha moderna» y a los conservadores para acabar con la izquierda. Siempre ha querido presentarse como un candidato ajeno a las facciones que conviven en la política iraní (tal vez queriendo emular al difunto Khomeini). En caso de vencer, esa alianza con hilos puede saltar en pedazos ante las diferencias estratégicas y de peso que defienden los distintos actores que la sustentan.

De todas formas, e independientemente del resultado final, Washington debe aprender la lección, Irán no permitirá un «cambio de régimen» desde dentro, y mucho menos está dispuesta a aceptarlo por la fuerza. La voluntad de la población iraní así se ha manifestado, y en caso de realizarse transformaciones, éstas serán siempre a iniciativa suya.

MINORÍAS NACIONALES EN IRÁN

Irán alberga en su seno todo un mosaico de nacionalidades, algunas de las cuales llevan décadas luchando por sus derechos. Azeris (22% de la población), kurdos (8%), gilakis y mazandaranis (7%), luris (3%), baluches(2%), turkmenos (1,5%) y las tribus árabes ahwazis (3%) son un ejemplo de ello. Históricamente el gobierno central en Teherán ha recelado de las posiciones de esas minorías; en ocasiones, como en la época del Shah, sus movilizaciones fueron duramente reprimidas, y tras la llegada de la Revolución Islamista, su situación ha podido mejorar teóricamente, pero sus demandas han seguido siendo desoídas por los diferentes gobiernos.

Su ubicación geográfica también ha servido para que los temores de Teherán e incrementen, al considerar esas zonas limítrofes con sus vecinos como puntos de infiltración extranjera. Así, los azerís se ubican en torno a la frontera con Turkía y Azerbaiyán, los kurdos en la de Turkía e Iraq, los ahwazaris en la región del Golgo e Iraq, y los baluches junto a Pakistán y Afganistán.

A lo largo de la historia estas minorías han logrado en algunas ocasiones materializar su proyecto estatal, las repúblicas de Mahabad (kurdos) o Azerbaiyán (azeris) a principios del siglo pasado tuvieron una corta vida, mientras que al-Ahwaz (Khuzestan) fue un territorio autónomo y en ocasiones independiente, hasta su anexión por Irán en 1925.

Su situación geográfica, su riqueza energética (en al-Ahwaz se encuentran unas importantes reservas de petróleo), sus demandas de ejercitar su derecho de autodeterminación… no hacen más que incrementar la cerrazón centralista en búsqueda de algún acuerdo y diálogo. Su marginación económica y política es algo que la mayoría de las organizaciones que representan a esas minorías quieren combatir. Así el pasado 19 de febrero, se celebró en Londres una reunión de la mayoría de los representantes políticos de las minorías que dio paso a la formación del Congreso de las Nacionalidad Iraníes por un Irán federal (Congreh Meliathai-e-Iran-e-Federal). Los firmantes de la posterior declaración fueron, el Frente Unido de Baluchistán, el Movimiento Democrático federal de Azerbaiyán, el Partido democrático del Kurdistán en Irán, el Partido del Pueblo de Baluchistán, el Partido Solidario Democrático de Ahwaz, la Organización por la Defensa de los Derechos del Pueblo Turkmeno y el Komeleh – P
artido Revolucionario del Kurdistán.

Entre las demandas planteadas estaba el ejercicio del derecho «de autodeterminación, en concordancia con la Declaración de Naciones Unidas, al tiempo que abrían la puerta a una solución federal. También solicitaban la separación de la religión y el estado, y toda una batería de medidas que permitiese a sus respectivos pueblos desarrollar su cultura y su política, y garantizar asimismo el desarrollo económico de todos ellos.

El «reciente descubrimiento» de la prensa occidental de estos pueblos obedece a interese directamente relacionados con la estrategia de Washington para propiciar un cambio de régimen en Irán. Sin embargo, para cualquier analista que haya estudiado esta región, no le es difícil profundizar con mayor rigor la larga lucha que estos pueblos llevan manteniendo a lo largo de la historia.